Recuerdo lo mucho que de pequeña me impresionaba ese lugar, semejante a una cárcel. Y lo extraño que se me hacía que allí se fabricasen armas con las que ir a una guerra y matar gente. Lo mucho que me oponía a esa idea de ir por ahí sembrando muertos.Y todas las preguntas que de cuando en cuando volvía a hacerle al abuelo sobre esa guerra en la que una vez participó, donde se usaron armas de aquellas. También sus silencios tristes y sus deseos de que algo así no volviese otra vez.
Sigo pasando de cuando por esa fábrica de armas y sigo sintiendo más o menos lo mismo después de treinta y siete años, la diferencia es que ahora sé, que sea en el lugar que sea, se seguirán fabricando armas y que aquí, en este momento 600 puestos de trabajo peligran. Otros 600 más de toda una larga suma. Mala época para mantener un trabajo y vivir de un sueldo.
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