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jueves, 3 de abril de 2014

Escribir como tabla de salvación

Hay cuentos que marcan tu infancia. Al menos cuando tu casa está repleta de los libros suficientes para que puedas llegar a aprender que muchas de las lecciones importantes de la vida se encuentran entre sus páginas. Luego creces y te enteras de que quienes supieron crear para ti ilusiones maravillosas no necesariamente tuvieron una vida perfecta.

Entonces sus cuentos y sus historias son mucho más valiosos para ti. Y les admiras más.

Es el caso de Andersen

miércoles, 2 de abril de 2014

El hombre que susurraba al oído de los caballos, de Nicholas Evans

Hace años, cuando solíamos grabar en vídeo las películas para verlas con calma, grabé la película que se hizo basada en este libro de Nicholas Evans, después me gustó tanto que quise compartirla con unas buenas amigas. Una de ellas me contó que la tarde en que planeó verla con su madre, ella le advirtió que si se quedaba dormida viéndola, la dejase dormir.
-¿Dormirse? Anda ya, ninguna de las dos pudimos quitar los ojos de la película. Nos encantó.

Como tantas veces, no recuerdo si leí antes el libro o vi la película, creo que lo primero. Años después me hice con el libro en una librería de viejo. Me encanta tenerlo en mis estanterías junto a todos los libros que adoro.

Esta entrada de otro blog me lo recordó.

 AQUÍ os la dejo.

lunes, 31 de marzo de 2014

Adolescencia Rota

Hace días me sorprendían las palabras de esta mujer, en un programa de televisión que estaba viendo. Más tarde supe que había escrito un libro contando su historia, tal vez como una forma de traspasar todo ese dolor. Indagando en internet, que todo lo sabe, supe que su libro está en Amazon. Se titula Adolescencia Rota.

Tal y como digo, indagando, supe que esta mujer tiene un blog, así como también tiene una historia, que es la que cuenta en ese libro que ha publicado. Es una historia triste, la de una madre que ve como su hijo se hace adicto a las drogas hasta el punto de ir perdiendo todo cuanto tiene.

El blog es este

Diez años sin ti...


(Esa de la foto es la niña que fui)


Es curiosa la forma de pasar el tiempo, que pese a todo no borra lo que fue importante, a veces si me preguntan cuanto hace que te fuiste, no tengo que pensarlo, porque sé exactamente cuánto hace; y sin embargo me sigue pareciendo que fue ayer.

-Ayer mismo les diría- aun sabiendo que el tiempo pasado me contradice.

Son diez años ya en que hubieras podido llevar a cabo tantas cosas apasionantes que no pudiste, la vida o lo que fuese no te dejó, ¿quién lo determinó?, tal vez eso no importe. Y lo que importa realmente, es que la sensación no es de diez años de ausencia, sino de constante compañía. La de quien sabe que más allá de las nubes y las estrellas hay un guardián imperecedero que sonríe a cada pensamiento que le envías.
Era frecuente que te tomaras a risa mis percepciones, mis sueños o mis manías. Por eso este lugar de la blogsfera ni te sorprendería. Tal vez dirías que al fin encontré ese lugar al que escribir sin cambiar ni un ápice mi vida y puede que incluso celebraras que hubiese encontrado ese hueco que tanto busqué, capaz de encajar de una forma tan perfecta en todo lo que yo creía.

Lo dicho, son diez años sin ti; pero curiosamente no has dejado de estar presente ni un solo día.

domingo, 30 de marzo de 2014

Lecturas estancadas

Libros buenos, que cuentan una buena historia, que abarcan grandes distancias del tiempo de forma creíble, pero que comienzan a dejar sin resolver algunas partes de la historia para conseguir que sigas leyendo sin tregua ni pausa. Pero sucede que tu tiempo no es lineal, anda a saltos entre los quehaceres cotidianos que nadie hará por ti, y comienzas a dejar de albergar interés por lo que sucederá en la historia. Un personaje demasiado aburrido hace que las páginas pasen más lentas y mohínas, quieres leer el libro porque el libro es bueno, pero ha postergado demasiado las resoluciones que al principio ansías.

Llegas casi a las 500 páginas y como deseas leerlo, comienzas por los capítulos finales, de uno en uno hacia atrás, algo nuevo en tu forma de leer, que demuestra que intentas sacudirte ese libro de encima para comenzar la lectura de otro. Una lástima la forma caprichosa en la que se suceden las cosas cuando hay tanto que te espera por hacer.

Resuelves que incluso lo cotidiano puede chafar una lectura apasionante. Son malos tiempos para la calma necesaria para seguir una lectura, inclusive, deseas con los ojos cerrados que todo vaya poco a poco cambiando a mejor. Cruzas los dedos.

viernes, 28 de marzo de 2014

Novedades recientes

Acabo de leerlo ahora mismo y no se qué pensar sobre ello. Afortunadamente no necesito decidir si es bueno o malo para que el mundo siga funcionando, por lo tanto diré lo que me viene a la mente; el libro Paula, de Isabel Allende, con el mandato de la primera: "No quiero quedar atrapada en mi cuerpo"... y todo lo que sucedió después.Y todas aquellas muertes que tal vez esta técnica, de haberse intentado antes, hubiese evitado. Esto teniendo en cuenta que esta técnica, al menos por ahora, solo salva a un siete por ciento.

Ayer conocía otra noticia igual de impactante, la de ese bebé al que han trasplantado siete órganos del cuerpo, salvando su vida con ello. Hace años pensar en un trasplante sería igual de impensable y es algo corriente hoy en día. 

Os dejo la noticia:

http://axxon.com.ar/noticias/2014/03/eeuu-victimas-de-armas-de-fuego-seran-suspendidos-entre-la-vida-y-la-muerte/

miércoles, 26 de marzo de 2014

Cambios en el día a día

Matilde entró en el supermercado con la lista de la compra en la mano, iba tirando de su carro cesta de la que también iba sujeta la mano de su hijo de cuatro años. Mientras ella buscaba solo lo imprescindible, él le iba diciendo lo que le apetecía, mientras ella comparaba productos y precios Mateo se iba enfadando.

-¿Puedo comprar chocolate mamá?
-No tengo dinero, déjalo.

El crío movió la cabeza hacia los lados y miró el papel de la chocolatina. Lejos de aquella escena Gloria estaba eligiendo una lechuga, verde y consistente para llevarse a casa. Mateo dejó la tableta de chocolate en el estante y siguió aferrado al asa de la cesta carro, pero aunque pareció intentarlo, no pudo acallar una airada queja.

-Me dijiste que hoy sí lo podría comprar.
-Ya, pero resulta que hoy tampoco podemos. Los precios han vuelto a subir otra vez y yo no tengo la culpa de eso.

Gloria miró el precio del chocolate que el niño había dejado y vio que costaba 80 céntimos, después se acercó a la madre y le dijo que tenía un hijo muy guapo, Matilde intentó ser amable, pero tenía preocupaciones demasiado acuciantes para lograr serlo. Entonces Gloria rebuscó en el bolsillo de su abrigo y casualmente encontró un euro.

-Mira lo que voy a regalarte por ser tan bueno- le dijo al niño.

Mateo miró a su madre antes de cogerlo y ella asintió de buena gana. Entonces extendió la palma de una mano en la que un instante después rebotó el euro.

-Muchas gracias, señora.

Gloria que nunca había tenido ni marido, ni hijos ni nietos saboreó aquel instante fugaz antes de encaminarse a la caja con su mercancía.

-¿Puedo comprar el chocolate ahora, por favor?
-Es tu dinero, te lo han regalado; decide tú.

Mateo corrió hacia el estante en que había abandonado en los últimos meses su mayor deseo, para regresar corriendo con su pequeño regalo. Era demasiado pequeño para comprender que en años anteriores la lista de la compra daba para llevar a casa ese mismo chocolate a diario. Algo que Gloria, aún no teniendo ni marido, ni hijos, ni nietos, viendo su tristeza supo intuir.