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lunes, 24 de mayo de 2010

Noviembre dulce



Esta película me encantó, Charlize Theron me parece una de las mejores actrices del momento, y Keanu Reeaves uno de los mejores actores, de modo que juntos solo podían hacer un papel soberbio, tan creíble que costaría trabajo no creer que todo eso sucede en verdad ante nuestros ojos. Al menos a mí me convencieron hasta el punto de verla varias veces con la emoción de la primera vez. Soy incorregible, lo sé, pero es todo cuestión de gustos y creo que los dramas me atrapan de principio a fin, incluso cuando escribo, si una historia surge de la nada hay un drama encerrado que solo a costa de trabajarlo se convierte en algo posible leer, supongo que a veces ni eso, pero en cualquier caso hay instintos que no se pueden cambiar; y también hechos irrefutables, si tuviese que recomendar a mi mejor amiga una película podría ser esta, después me vendría diciendo que mejor que no le recomiende nada más porque soy una recomendadora horrorosa, qué le vamos a hacer, para gustos colores. A mí me encantó y me terminé todas las veces que la vi la caja entera de pañuelos, porque todo me lo esperaba menos esa verdad que se desvela casi al final y que es igual de tremenda cada vez que la veo. Inolvidable.

domingo, 23 de mayo de 2010

Rocío Dúrcal




La vi cantar en directo cuando ya se trataba de su enfermedad. Fue impresionante ver el arrojo de esta mujer, su elegancia sobre el escenario, su sencillez, y escuchar ese tono de voz que nadie ha logrado ni antes ni después. Ver esa sonrisa estupenda con que obsequiaba a todo el mundo mientras esperaba el comienzo de la siguiente canción, era una dama; y crecí cantando todas sus canciones rancheras que eran las únicas canciones rancheras que no me apenaban.

A día de hoy encontré un cantante ranchero con su mismo ímpetu que tampoco me apena, y escribo esta entrada porque tiene gracia que mi vecina de enfrente se pase la vida escuchando a Rocío Dúrcal en todas partes, y yo escuche a Alejandro Fernández también a viva voz. A veces es gracioso escuchar cómo cantan la misma canción a la vez con matices diferentes.

A Rocío ya no la puedo escuchar sin sentir un nudo en el pecho. Todas sus canciones me llenan ahora de tristeza, pero mi vecina la pone a todo volumen cuando limpia su jardín que según una amiga mía eso no es un jardín es una selva. Casi no puedo escucharla, pero cómo me alegra que siga acompasando el trabajo diario de tanta gente. Me encanta.

Había escogido otra foto que tuve que quitar, errores de principiante.

Sueño



La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada

George Duby

sábado, 22 de mayo de 2010

La trastienda del escritor



La trastienda del escritor Una vocación y un oficio. Es un libro escrito por Pepa Roma.
Este es un libro que compré a un precio irrisorio y que me hace sentirme muy acompañada cuando yo misma no entiendo qué puede sacarse de escribir siendo yo. Es un remix de entrevistas a muchos escritores de lo más variopinto, en ellas se les pregunta sobre la forma en la que intuyen sus historias, cómo trabajan sus personajes, sus secretos para alcanzar los objetivos en la obra en la que están inmersos, sus experiencias vividas antes y después de publicar, y en definitiva trata el oficio de escritor desde muy diferentes perspectivas. Hay frases geniales que resumen a la perfección muchas cosas que yo he sentido al escribir y que me hacen sentirme menos loca, admito que cuando me surgió no se de donde mi primera novela que es un conjunto de desastres, por cierto, la escribía porque no podía dejar de hacerlo muy segura de que terminaría en el manicomio. Pero resulta que terminé superando una etapa muy difícil de mi vida y lo más importante, aceptándome como soy, porque en el transcurso de sus 326 páginas llegué a la conclusión de que sabía cosas que jamás creí que hubiese aprendido y conseguí darle forma a muchos sinsabores que por medio de esa novela tuvieron justificación. Concluí que si todas esas calamidades fueron en verdad necesarias para crear ese texto podía sentirme feliz; de pronto muchas piezas sueltas encajaron y al tener lugar dejaron de darme vueltas. Esas contradicciones y muchas más caben en este libro.
He sido incapaz de terminar de leerlo porque hace poco que lo tengo, y porque se abra por donde se abra es un compendio de sabiduría.
Me sorprendió leer que Juan José Millás sigue incluso corrigiendo los libros que ya ha publicado. Esto es tremendo porque estaba segura de que la obsesión por la exactitud o la corrección se terminaba al publicar. Pues en su caso no necesariamente.
En el libro se apunta que Freud aseguraba que esos que escriben porque no pueden evitarlo (yo misma lo había leído años atrás y por eso creí que estaba enloqueciendo...) padecen una neurosis compulsiva para la que solo concibe una curación, cortar por lo sano y dejar de escribir. (Pues no, señor Freud, sepa usted que eso me irrita, me frustra, me llena de un enorme vacío y me hace insoportable. Si no escribo no me soporto porque siento que me pierdo la mejor parte de mi vida, porque escribir es ser feliz, sépalo usted, todo feliz que un ser humano pueda ser. Que no quiere decir que uno escriba porque es buen escritor, quede claro...)
Ana María Matute asegura que a veces son más importantes los blancos que dejas por llenar que las propias palabras. Curioso el dato.
Cuando le preguntaban a Faulkner si discutía con alguien lo que escribía él aseguraba que no, que solo tenía que gustarle a él, que con eso bastaba. Que estaba bastante ocupado escribiéndolo y que la única forma de mejorarlo es trabajando. -Qué bueno encontrar alguien con quien me identifico tanto. Lo que me cuesta compartir mis escritos con alguien y aquí estoy, creándolos nuevos para preservar los viejos de todas las miradas. Los que guardo son tan buenos que no quiero exponerlos a las miradas, y cuando los leo que es más bien poco, me hacen inmensamente feliz. El deseo de publicar me surge a veces tan indomable como un caballo desbocado y me irrito conmigo misma porque dudo que circulando por el mundo me hagan sentirme más feliz que ahora que los tengo esparcidos por la casa, aquí y allá y a veces me cuesta trabajo reunirlos todos. Es como si tenerlos en cada rincón de la casa fuese una especie de amuleto, ¿porque si no deberían estar tan al libre albedrío? Creo que eso me da inspiración, quedan como abiertos a incluirse de distinta forma en otro lugar, llegan desde lejos y se renuevan una y otra vez; es algo como eso.
Concluyo con algo que encontré al azar porque ya digo que se abra este libro por donde se abra es una mina de oro. Esta frase es de Vicente Aranda:
Escribir está aparentemente al alcance de todos. Sólo hace falta papel y lápiz; todo consiste en lo mismo, combinar veintiocho letras. Claro que con estas veintiocho letras puedes escribir El Quijote o una mierda.
Esta frase me parece buenísima, pero añado que si lo que estás escribiendo es una mierda y te hace sentirte como el mismo Cervantes, y nadie te publica y no te pagan un duro, ¿acaso importa? ¿Acaso no es lo más apasionante que puedas hacer? Es crearte un mundo exactamente a tu medida, decorarlo, llenarlo de la gente que te apetezca, tener lo que quieras, estar en el lugar que más te apetezca, en el decorado perfecto, en el minuto exacto. Lo siento, si me dejaran todas las horas del mundo a mi disposición las pasaría escribiendo, qué se le va a hacer, cuando alguien me dice que se aburre siento envidia de todo su tiempo porque me serviría para escribir otro capítulo más y nada deseo más que eso. Terminar la novela que estoy escribiendo que me hace flotar en las nubes y sentirme una con el universo. Así es esta vocación, está hecha a medida.


El deseo de ser piel roja

Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.

Franz Kafka El deseo de ser piel roja

Es de las pocas cosas que aprendí de memoria en la escuela y que nunca se me olvidó. Me parece la imagen misma de la libertad y a día de hoy no se me ocurren más anchas praderas que la de todas las palabras que aún están por escribir. Todas alineadas en un ancho horizonte esperando ser rescatadas para volver a latir.

Para vivir




Que difícil es refugiarse del dolor cuando se muere cada noche de desamor, que difícil es dibujar ausencias de ti soñando con las sombras de ese tiempo feliz. Que difícil es escapar a mi soledad y a tantas ilusiones que no volverán, solo huellas del ayer, solo trazos de un querer al verte tan lejana y fría se muere el alma mía.
Para olvidar me falta tiempo, para llorar me sobra vida y no habrá dolor más grande que no volverte a ver. Para esperar me falta fuerza para intentar me sobra fe y se escapa de mis manos la mujer que tanto amé. Para volver me sobran ganas, para aceptar me falta el alma y se escapa entre las sombras quien me diera su luz. Me queda tanto para darte, mi corazón, mi juventud, pero a pesar de lo que tengo para vivir me faltas tú...

Alejandro Fernández

Para vivir

Como a estas horas ya se me conoce lo suficiente no necesito disimular, por eso diré que cuando esta canción suena en la radio cd del coche, en el equipo musical de casa o en el mp3, subo el volumen, porque espero que esta voz traspase las nubes y lleguen a quienes no están y no han faltado un solo día de mi vida. Por eso, porque a pesar de lo que tengo para vivir me faltas tú. Ese tú incluye a muchas personas.
Y si por algo cambiaría las horas de todos los relojes sería porque supieras hasta que punto te echo de menos y no sé si alguna vez supe decírtelo. Y porque no sé si habrá un cielo donde volver a estar juntos. Sé pocas cosas, pero sé que si hay algo capaz de consolarme es el modo de cantar de este solo cantante. Y ya es saber mucho; saber que tu día más pésimo él lo sacará adelante.




viernes, 21 de mayo de 2010

Campaña antitabaco



La única vez que fumé en mi vida le dí cuatro caladas a un cigarro, con la primera me hubiese bastado para saber que el humo sabe a humo, pero tanto me insistieron que lo intenté. Casi me ahogo porque a todo le pongo entusiasmo y me dije que nunca más. Pues eso, nunca más nadie logró convencerme para fumar porque además de quemarte los pulmones el humo sabe a rayos y más de una vez me miraron como si fuese insoportable, lo soy y mucho. Si algo no me gusta no me gusta y no hay nada que se pueda hacer porque siempre me guío por el instinto.
No me gusta fumar y no fumo, pero no me molesta que fumen junto a mí siempre que no me echen el humo a la cara, que es algo que nadie suele hacer porque la gente está bien educada. De modo que el tabaco sí tabaco no me preocupa, pero si hablamos de las campañas de sensibilización me pongo enferma, y me falta el aire, puesto que soy un efecto colateral dispuesto a activarse en cualquier momento, y es que las campañas de sensibilización son cualquier cosa menos sensibles y lo soy bastante, de ojos sobre todo. Una imagen puede perseguirme durante años, por eso todas esas fotografías y hologramas que traerán las cajetillas de tabaco me horrorizan, y creo lo que dice mi hijo que es un tío inteligente, algún pez gordo invierte en la fabricación de pitilleras y se está frotando las manos. Eso mismo dice cada vez que sale una nueva ley de algo, como la de obligar a circular con coches híbridos por las grandes ciudades, un pez gordo invirtió y ha de hacer rentable su inversión, no va a seguir siendo pobre como nosotros toda la vida.
No fumo, pero conozco mucha gente que fuma y que con esto del aumento del paro, la bajada de salarios, la subida de luz, agua, alimentos, viñetas, contribuciones, y de todo en general afirma que tendrá que dejar de comer para comprarse las cajetillas que fuma diariamente. Y eso es lo peor, que de verdad dejan de comer y se quedan en chasis. Su cuerpo mal alimentado y desnutrido no puede combatir las toxinas procedentes del tabaco y se quedan de color cetrino. Y eso sí que mata señores, mata más veces; mata de incomprensión, de fastidio, de hastío, de insolvencia, de inanición, de desesperanza y de muchas cosas más. Mata porque los que tengan posibles seguirán fumando todo cuanto les venga en gana porque pueden escoger morirse a gusto. Los que no tengan posibles se morirán de todos los males conocidos y por conocer porque los palos siempre van a dar al mismo burro. Esto lo tengo claro en cuanto sacan una nueva ley, ya sabemos quien va a llevarse los palos.
Y yo no fumo señores, pero esas imágenes me horripilan, porque no se crean que por no fumar me voy a librar de que me salgan todas esas enfermedades, y no porque alguien fume a mi alrededor, si no porque creo en la mala suerte. Demasiados cánceres he visto terminar con la vida de personas muy sanas, y demasiadas personas insanas siguen al pie del cañón para que vaya a creérmelo todo.