Powered By Blogger

domingo, 2 de mayo de 2010

Día de la madre




Tus hijos no son tus hijos

son hijos e hijas de la vida

deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti

Y aunque estén contigo

no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,

pero no tus pensamientos, pues,

ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos

pero no sus almas, porque ellas,

Viven en la casa del mañana,

que no pueden visitar

más que en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,

pero no procures hacerlos semejantes a ti

porque la vida no retrocede,

ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos

como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación

en tu mano de arquero

sea para la felicidad.

Khalil Gibran

Si un niño...



Si un niño vive criticado, aprender a condenar

Si un niño vive con hostilidad, aprende a pelear

Si un niño vive avergonzado, aprende a sentirse culpable

Si un niño vive con tolerancia, aprende a ser tolerante

Si un niño vive con estímulo, aprende a confiar

Si un niño vive apreciado, aprende a apreciar

Si un niño vive con equidad, aprende a ser justo

Si un niño vive con seguridad, aprende a tener fe

Si un niño vive con aprobación, aprende a quererse

Si un niño vive con aceptación y amistad, aprende a hallar amor en el mundo.


Esto lo copié del tablón de anuncios de la pediatra de mi hija hace unos cuatro años. Está claro que los buenos pediatras además de curar saben dar buenos consejos.

sábado, 1 de mayo de 2010

El cuidador de Iván




Verónica decide posponer lo que queda tiene pendiente y sale de casa para dar una caminata de una hora, el perro sabe donde va antes de que nadie se lo diga, tiene esa clarividencia, parece leerlo en su actitud en cuanto sale por la puerta y le ladra entusiasmado. Ella reconoce al instante su ladrido festivo y se agacha para acariciarle la cabeza y anunciarle que lo llevará si se porta bien; él se sienta sobre sus patas traseras y alza la cabeza, su pose es la de esas estatuas blancas que habitan en los jardines de la gente bien. Pero ella prefiere tener un perro de verdad, capaz de leer en ella como nadie sabría hacerlo. Mel sabe cuando está enfadada incluso antes que ella misma, se aparta de la escalera para dejarle paso, es un gesto instintivo que la hace detenerse un segundo y respirar, definitivamente no se puede andar con tantas prisas, eso lo que piensa, y tras esta primera reflexión llega la segunda, por aflojar un poco el ritmo el mundo no se acabará.

Hace ya muchos años que un coche rojo se detuvo en una zona de bosque y abrió la puerta trasera. Al instante un perro juguetón pisó el asfalto dispuesto a dar un paseo, aquella pareja joven le dejó correr libremente y después emprendieron la marcha a toda velocidad.

Verónica no daba crédito a lo que había visto. Ella se había empeñado en dar una vuelta en bici y Sergio la acompañó, él dijo de quedárselo desde el primer momento, pero ella repetía una y otra vez que ni hablar, eso hasta que llegaron al portón de la casa y no tuvo valor para cerrarle la puerta en las narices. Le puso un cuenco con leche y lo vio beber hasta saciarse, después levantó sus ojos negros hacia ella y le lamió la mano mientras quitaba unos hierbajos que habían caído dentro. Fue en ese instante cuando Verónica supo la verdad, no podía dejarlo vagar teniendo un hueco de escalera vacío donde improvisar una caseta. En cuanto miró a Sergio él lo supo, era esa comunicación que siempre se daba sin mediar palabra.

_ Creo que debajo de la escalera estaría bien_ ella asintió mientras él le explicaba lo contento que se pondría Iván con la sorpresa.

Sergio le hizo una caseta de hierro con unas chapas sobrantes y unos electrodos, por algo era soldador. Le puso una repisa en la parte alta para que le sirviera de cama en los días más fríos. Verónica pintó de rojo el tejado y de verde el resto, sobre la entrada escribió el nombre que su hijo había elegido para el perro, Mel.

Pareció gustarle su casa nueva desde el primer momento en que se guardó, y se diría que la consideró una casa sólida hasta que Iván se la volcó para que saliera de una vez. El perro se había guardado dentro huyendo de los cuarenta grados de calor a la sombra, y tardó varios días en volver a entrar.

Ellos no contaban tener perro, ni Mel contaba ser abandonado por sus primeros dueños, pero al quedárselo le dieron un compañero de juegos a su hijo, que era un niño inquieto y terrible en sus primeros años y le hacía cosas horribles como rodarlo por las escaleras como si fuese una pelota. Eso fue un día nada más y se zanjó cuando su madre lo rodó a él no las siete escaleras que había hasta el descansillo, si no dos, y haciendo trampa para que no se hiciera daño, pero con eso le bastó para no intentar repetirlo. Mel debió pasar en silencio por bastantes penalidades, pero si la cosa se ponía mal se resguardaba en el portal de la casa y arañaba con la pata tal y como hacía las noches de tormenta asustado por los truenos.

Pero una mañana de sábado en que Verónica horneaba una tarta le oyó chillar, era un chillido angustioso que llegaba desde el portal. Iván le había puesto muchas pinzas de la ropa en las orejas y las sacudía frenético sin poder quitárselas de encima, ella se las quitó y le puso una a Iván sin miramientos; a partir de aquel día tampoco volvió a hacerlo, en su disculpa dijo que no sabía que dolían tanto.

Otro día en que Mel ladró y ladró desde la carretera, Verónica se asomó a la ventana de la cocina y vio a su hijo plantado en medio de la carretera con su triciclo. El niño se había despistado de su padre y el perro no sabía como convencerle de que aquella no era tan buena idea. Verónica lo recogió a toda prisa del cambio de rasante y casi en cuanto lo quitó pasó un coche a suficiente velocidad para dejarla temblando.

Era un perro guardián sensato e inteligente, además de una alarma barata que libró de extraños y curiosos la puerta abierta de par en par típica de los pueblos en que más que entre vecinos se vive entre familia.

La mañana en que Verónica llevó a Mel a vacunar a la clínica veterinaria le anunciaron que era un Mz, ella tuvo que reírse a carcajadas porque le sonó a marca de coche.

_ Eso quiere decir que es mestizo _dijo el veterinario y ella pensó en un indio apache mezcla de muchas razas, ah, dijo ella, eso de la raza auténtica le parecía una chorrada como cualquier otra, una excusa para hacerse con algo exclusivo. ¿Mel por Mel Gibson? Le preguntó él con ojos chispeantes, ella negó con la cabeza y le explicó que el nombre lo escogió su hijo, él no la creyó y a ella le dio lo mismo. Decía la verdad y si no le creían no era su problema.

Al llegar a casa le dio la cartilla del perro al niño y le comunicó que el perro estaba a su nombre y que debía cuidarlo bien. A partir de entonces compartieron bocadillo, sentados en el primer peldaño de la escalera hombro con hombro como dos buenos amigos.

Frase


Odiar a alguien es darle demasiada importancia

viernes, 30 de abril de 2010

Mi deporte favorito



He aquí mi deporte favorito, si en la televisión ponen esto me pegaré a ella como una lapa, eso si es que me dejan tranquilidad suficiente para verlo. Me apasiona este deporte y me complace descubrir que se reinventa cada día, en los últimos juegos olímpicos quedó de manifiesto eso de más difícil todavía propio de los circos antiguos.

Es el deporte de la elegancia suprema, de la medición milimétrica, del esfuerzo personal y el buen gusto, un deporte donde cualquier mínimo error tiene fatales consecuencias. Prefiero verlos patinar en pareja donde la coordinación de movimientos se hace aún más exquisita y donde no deja de impresionarme la forma en que lanzan a las mujeres por el aire y vuelven a recogerlas, o muy poco pesan ellas o muy fuertes están ellos o mucho se compenetran ambos, no termino de decidirme.

Pero me gustaría ponerme un par de cuchillas en los pies y deslizarme como si cualquier cosa sobre una pista de hielo, como si no hiciese frío, como si los patines tuviesen freno, como si esos vestidos de ensueño le fuesen a sentar bien a cualquier mujer, como si al lanzarme por los aires fuesen a recogerme siempre a tiempo y no pudiese haber fallos. Como si esos cinco minutos que dura cualquier representación fuese la vida entera. Así, con ese entusiasmo quisiera patinarme la vida de principio a fin, y con esa elegancia que jamás pudiera darse al caminar.

jueves, 29 de abril de 2010

Las prisas para después

Cuando se dedica el tiempo a escribir una historia y esta historia tiene unas trescientas páginas es mucho el tiempo que se deja de vivir en el mundo real y se pasa a habitar un mundo paralelo que sigue estando ahí, ocupando una parte importante del pensamiento. Todo el tiempo disponible se lo dedicarás, y el que no tengas te hará andar a toda velocidad para que te quede un ratito diario que dedicarle. Es una adicción que en vez de matarte duplica tu vida, no en tiempo pero sí en vivencias, y además incurable.

Salí del supermercado con más prisas que entré porque en las diferentes colas que tuve que esperar perfilé el capítulo y quería llegar a casa y ponerme a él. Estaba guardando la compra en el maletero cuando alguien me llamó. Era Yoli, y hacía mucho tiempo que no nos veíamos, esta vez no aceptó un no y nos fuimos a tomar ese café que llevaba pendiente el tiempo suficiente para haber caducado. Con ella venía Marga, una amiga suya que me gustó al instante, tenía esa clase de elegancia que se da completa, educación, estilo, saber estar, inteligencia y belleza. Otras amigas de Yoli no tenían ni una sola de estas cualidades y se lo dije más de una vez, ella me respondía que ya lo sabía pero que no podía escoger porque su grupo de amigas era de viudas o separadas, las amigas casadas siempre llevaban prisas y casi nunca podías contar con ellas, fue lo que me dijo.

Hablamos de la vida en general y mi vida da para un resumen muy corto de modo que Marga me puso al día de la suya y me pareció de lo más interesante, es administrativa de un grupo de empresas gigantesco, gana un sueldazo, tiene dos hijos y está separada. Es una mujer de cincuenta años baja, un poco rellena, de pelo rubio al estilo Cleopatra y ojos expresivos, habla con una exquisita dicción y es suave pero convincente. Entre todo lo que hablamos destaco lo que más me impactó: La vida en pareja es la forma más feliz de existencia, con sus más y sus menos, pero la forma más plena de vivir. Yo alcé una ceja porque hay días en los que me gustaría ser monja de clausura, yo en mi paz en un monasterio, lejos del ruido de la adolescencia inconformista; pero Marga fue concluyente: si lo dudas búscate un espejo y mírate los ojos, no has dejado de reflejar felicidad desde que llegaste. Estaba feliz, es verdad, suelo estarlo porque he aprendido a valorar la felicidad de estar viva, de estar sana, de no tener mayormente motivo para quejarme, pero no le dije que en verdad estaba feliz porque había resuelto el casi final de una novela. Lo que no va a leerse nunca es inútil explicarlo, he llegado también a esa conclusión.

Marga me contó entre otras muchas cosas que su marido se pulía su sueldo entero, y que del suyo se pagaba la letra del piso, la del coche y los gastos de la casa. Se separó por eso, porque cobraba más del doble que su marido y se hartó de que su sueldo íntegro se fuese en gastos mientras él se divertía de lo lindo con el suyo. Intentó mantener el barco a flote hasta pagar la última letra que tenían pendiente, algo que confesó no fue sencillo, en cuanto se vio libre de pufos se lo dejó todo a su marido y se fue. Alquiló un piso y en cuanto sus hijos supieron que se iba en serio fueron detrás, me contó que a esas horas ellos tenían sus propias familias y ella dos nietos. Me recalcó lo difícil que fue verse sin nada catorce años atrás, y la sensación de haber dejado una casa entera puesta y tener que comprarlo de nuevo todo, plato, tenedor y cuchara si quieres comer. Fue la sensación más rara que tuve en mi vida, y la más desesperada pero a todo te terminas acostumbrando.

Pasados los años tiene su propio piso y todas las comodidades, pero está sola, y la soledad es muy, pero que muy difícil, porque es algo que no escoges es algo a lo que te obligan, al menos en mi caso ocurrió así. Cuando dijo esto entendí algo que no voy a decir, algo que se leía al fondo de sus ojos y le pertenece solo a ella.

Para terminar contaré algo que me hizo reírme de veras porque es algo que no me esperé en absoluto. A los dos meses de separarse el mismo marido que se quejaba de lo gastona que era, lo ineficiente, lo desastrosa…la llamó por teléfono para pedirle que volviera a casa. Ella se negó en rotundo y le aseguró que jamás volvería, entonces él le preguntó ¿Oye cómo lo hiciste para sacar la casa adelante todos estos años?, ella se descuadró ante esa pregunta desesperada y él le explicó: Sí, para pagar la casa, el coche, los estudios de los niños, la compra mensual, trabajar fuera de casa y tener la casa impoluta. Es que mira, de verdad, no se cómo lo hiciste. Ella le aseguró que no tuvo tiempo de pensarlo, lo hizo porque lo tuvo que hacer y punto. Y que eso ya no tenía importancia. A lo que él le respondió con todos los problemas domésticos que se encontraba a diario. Ella le contó que esos problemas que él apuntaba los enfrentaba ella en la actualidad multiplicados por tres, comida de tres, ropa de tres, plancha de tres…Ya, le dijo como si aún no hubiese llegado al verdadero motivo de su llamada, pero a mí no me llega el dinero, en serio ¿Cómo lo hiciste?

Marga me miró soportando estoicamente el ataque de risa que me entró al imaginarlo en medio de ese caos que nunca conoció. En serio, no saben vivir solos, me dijo, nosotras tampoco pero ellos lo llevan peor. Nunca quise un duro de manutención por mis hijos ni le pedí nada. Por no querer no quise ni volver a pisar la casa que era tan mía como suya y por teléfono le expliqué como tenía que poner la lavadora cuando a mí se me juntaban en la bañera pilas de ropa enormes para lavar a mano porque no podía ni soñar con comprarme una lavadora. Fueron tiempos muy malos, concluyó, pero señor, qué paz. No supe lo que era la palabra paz hasta que me fui.

martes, 27 de abril de 2010

Para reflexionar



De vez en cuando uno se encuentra con entrevistas que aportan puntos de vista interesantes, es el caso de Philip Roth, un escritor que afirma Solamente me siento joven cuando escribo. Un escritor que confiesa que en la vida real se le olvidan las palabras, pero jamás al escribir. Que siempre comienza a escribir después de un chispazo intuitivo tras el cual avanza para adentrarse en la historia.

Philip Roth asegura en esta entrevista que ocupa varias páginas que los lectores de novelas se van a reducir notablemente dentro de 25 años como si una epidemia los fuera matando, y la lectura va a caer en picado porque leer novelas será una especie de culto minoritario, como una secta distinguida porque vivimos en la era de las pantallas.

Especto al e-book lo tiene claro, porque estos ofrecen muchas otras opciones además de la lectura de un libro y la concentración necesaria para leer una novela se da en las circunstancias que no son las de hoy. Reitera que estamos en la era de los aparatos electrónicos.

Se le pregunta si como lector prefiere leer los diez últimos Pulitzer o los últimos diez premios Novel y responde tajante ¡Ninguno de ellos! También le preguntan cómo se siente al ser el eterno candidato al novel y responde No espero nada de la Academia Sueca; y ellos, cada año, satisfacen mis expectativas.

Asegura haberse hecho una lista de autores que piensa releer antes de irse de este mundo, que incluye a Dostoyevsky, Faulkner, Turguenev o Conrad.

Encontrarme con esta entrevista pone de manifiesto que hay algo en lo que jamás pensé, que la era electrónica terminaría matando el libro de papel. Y que pertenezco a esa secta minoritaria y distinguida que siempre estará dispuesta a concentrarse en la lectura de un libro encuadernado. El olor del papel, el placer de pasar las páginas y usar marca páginas es un lujo del que no tengo pensado privarme. Es un lujo mucho más barato que cualquier clase de terapia, y una terapia en sí mismo, ¿alguien podría decir que no?.