Powered By Blogger

viernes, 6 de marzo de 2015

Reflexión en voz alta

Escribir significa verter el alma, dejarte un trozo de la misma y compartirla con el mundo. Escribir exige desnudarte ante ojos curiosos y perder el miedo, aunque éste nunca se pierda . Escribir es el acto más profundo de confesión que pueda existir. 


Miguel Ángel Moreno



Comparto esas palabras al cien por cien. Se puede decir más alto pero no más claro. Escribir, para quienes hemos adquirido el vicio es irnos dejando jirones de piel. A veces es extenuante. Agota hasta los límites de uno mismo. Pero no sabríamos vivir sin escribir.

A veces, si se es lo suficientemente bueno y constante se obtiene un premio. Pero para poder llegar a eso lo primero de todo hay que saber concluir. Sin concluir una obra no podría presentarse ante el mundo. No obtendría ni un solo lector. Son los lectores quienes obran la otra parte del milagro necesario para que se conozca la obra de cualquier autor.

Si quieres saber lo que cuenta y como lo cuenta, aquí te dejo una invitación a su Blog


lunes, 2 de marzo de 2015

Mamá, ¿Por qué hablas tanto?

Paso a paso se acerca la primavera
traviesa cual niña que estrena nuevo vestido
o relucientes zapatos de domingo.


Ayer durante el día, la luz tenía ese matiz de los días de primavera que aún estar por venir. 
La tarde alcanzó ese brillo que filtrado desde las ramas de los árboles daba constancia de un cielo claro.
La noche un cielo estrellado en que -de conocerlas- habrías nombrado, una por una, las estrellas.

Y pese a todo la muerte siguió haciendo de las suyas: Los silenciosos cementerios volvieron a sumar. 
Respondiendo al ciclo de la vida, inagotable en su eternidad.

Uno no termina de explicarse de qué va este cuento que nadie sabe contar. De dónde venimos, hacia dónde vamos. Solo podemos saber a que dedicamos nuestro tiempo mientras somos. 
Por eso es preciso llenarlo de aquello que nos hace sentirnos vivos, para muertos ya tenemos ese tiempo que nos espera más allá del silencio. Ese silencio que un día nos sumirá...tal vez es por eso que hablo tanto. Quizá hablo para que no me callen. Para no callar mientras siga a tiempo.

sábado, 28 de febrero de 2015

El abrazo del boxeador, de Francisco Ignacio del valle

Este libro obtuvo el Premio Asturias Joven de Narrativa, 2000. Un libro que había intentado leer otras veces, pero que solo puede comenzar y concluir, leyendo desde una cierta distancia. El tema central versa sobre las drogas y la amistad, va de un grupo de amigos que se reúnen en un bar y viven una serie de peripecias que son contadas por un narrador que va poniendo todo lo que ocurre ante tus ojos -aquí es donde me hizo falta guardar una cierta distancia con lo que contaba, para poder quedarme hasta el final-, hay escenas crudas que cuentan una parte de ese submundo que permanece despierto en cualquier ciudad, mientras su otra mitad, duerme su sueño tranquilo. 

El libro es un libro rico en detalles y matices, que cuenta muchas cosas y todas diferentes, pero que sigue de cerca a Bosco, el amigo en torno al que sin saberlo muy bien, todos se reúnen. Y es así como asisten a su día a día cada paso más cerca de los infiernos y de los cielos también; porque como escritor también tiene sus momentos de gloria.

Debo disculparme porque había conseguido una entrada mejor que la presente y la perdí. A veces los ordenadores fallan y nos pierden cosas, que como podemos intentamos reponer. En un momento del libro le hacen una entrevista a Bosco donde le preguntan si cree que el dinero da la felicidad, él responde que no, pero que la imita demasiado bien. 

En esa afirmación no puedo estar más de acuerdo. Conocemos a mucha gente con problemas que el dinero siempre podría arreglar; nos los encontramos a diario de un tiempo a esta parte: en cada desahucio por ejemplo...

martes, 24 de febrero de 2015

Se estiman olas de 15 metros en el litoral

Esta mañana me acerqué al litoral para ver ese mar, a menudo calmo, que hoy acumulaba olas exageradas. Tomé algunas fotografías, que no reflejaban para nada la belleza de ese momento en que amanece y el gris del cielo es idéntico al de la marea, solo desteñido por el blanco cordón de espuma que deja su cresta atrás.

Hoy la iglesia aguantaba bien esa bajamar, que desde una cierta distancia cavaba la arena de sus orillas, dejando pequeños socavones, desde la distancia, la fuerza de la construcción añeja era tan imponente como siempre. El dique viejo recibía olas tan altas que a momentos desaparecía, entre esos caballos desbocados con sus crines echadas al viento. 

Por el momento nada hay que lamentar, tal parece que las fuerzas naturales se revelan ante lo que está pasando en nuestros juzgados. Si se tuviese la suficiente imaginación nos estarían diciendo que hay que erguirse sobre nosotros mismos para que algunas situaciones desaparezcan de una vez de nuestros horizontes. E indagaríamos en el origen de aquello que con su presencia parecen haber venido a contar.

Eran impresionantes el viento, la lluvia intensa y el mar crispado. Así como el cielo calmo, lleno de nubes, donde un sol tímido lidiaba por filtrar sus rayos; sin conseguirlo. Una estampa de un gris plomizo saludaba al día en que se han calculado olas de 15 metros en el litoral.

jueves, 19 de febrero de 2015

Verbo corregir

Cuando digo que sigo inmersa en la eterna corrección de mis novelas, en realidad estoy intentando lidiar con algunos conceptos que me resultan complicados. O lo que estoy es eliminando, añadiendo o reconduciendo en un intento de formar algo global que tenga un principio y fin sin llevar al sueño profundo de por medio.

Creo que hallé una herramienta valiosa que desde aquí quiero compartir, aunque vaya muy escasa de tiempo. Elegí la página en la que siempre me tropiezo, todos esos conceptos son harto complicados para mí. Ahí os la dejo:

Sin borrones

miércoles, 18 de febrero de 2015

El increíble viaje de Mary Bryant

El otro día comencé a ver esta película y aunque al principio me interesó, en un momento dado me resultó tan cruda que cambié de canal...y nuevamente volví para quedarme hasta el final. Me impactó, mentiría si no dijese que me tocó las fibras. Destacaría ante todo la voluntad férrea de sus protagonistas para sobrevivir pese a todo y el amor; ese capaz de volver a darse todas las oportunidades precisas. Vamos, el verdadero, el que uno se lleva desde esta vida a la otra y quizá incluso allí vuelva a resucitar.

El fallo que le vi fue ya no tanto que la niña en la mayor parte de la película no crezca, sino que un bebé pueda sobrevivir con aparente tranquilidad cuando los mayores desfallecen de tal forma. Un niño más crecido lo haría más creíble, pero incluso a eso le doy un margen de benevolencia por el resultado global.

Parece que la historia real de Mary Bryant difiere en algún detalle, pero eso lo dejo para quién quiera indagar. Como no puede haber opiniones idénticas os aporto alguna más:


http://cronicasenferrocarril.blogspot.com.es/2012/03/el-increible-viaje-de-mary-bryant.html

viernes, 13 de febrero de 2015

Preguntas que me rondan

Hay una duda que de un tiempo a esta parte ronda por mi mente. Veréis, a lo largo de la historia de la escritura, no han sido pocos los autores que han pedido a su albacea literaria que destruya sus escritos tras su muerte. Creo que Kafka fue uno de ellos y que su albacea, en vez de destruirlos, los publicó. La pregunta es ¿que hace Google?, ¿los destruiría o seguirían pululando por ahí? Quien dice Google dice Amazon, etc.

Junto a esta cuestión hay otra que me ronda. Si yo tengo este blog y a partir de un día de estos decidiese publicar una novela con otro seudónimo y comenzar una andadura con mi otra identidad como escritora de novelas ¿Google respetaría mi decisión de comenzar de cero? ¿Me mantendría para siempre desvinculada de este blog? Sé que sobre el papel lo haría, pero ¿llegaría a comportarse -a su manera- como el albacea de Kafka?

No es por nada en particular, o sí; en todo caso es que de cuando en cuando me surgen preguntas acerca de ese monstruo al que nadie le conoce la cara, el monstruo de Google; o San Google, aquel que todo lo sabe. Y aquel al que todos recurren.