Existe un momento peligroso al comenzar a leer un escrito antiguo. Mirarlo desde el ahora. Y tener la tentación de cambiarlo por completo, porque ahora son otras cosas las que queremos contar. Ahora nuestra perspectiva es más amplia, y no es extraño, porque llevamos unos cuantos años buscando el significado que en esas cuartillas intentamos plasmar. Buscando el modo de hacerlo, captando el sentido, incluso preguntándonos sobre el trasfondo de esa necesidad.
Al revisar, se puede ver con claridad que falla en documentación, que a veces es lo que consigue compactar un escrito demasiado liviano. Y la pregunta eterna es si intentar arreglar lo antiguo, o comenzar lo nuevo. Coser sobre tela nueva o remendar la vieja, pudiera ser. La nueva es lisa y almidonada, pero la vieja es cómoda y adaptable, se deja hacer. Siempre hubo cierta reticencia por mi parte a descoser lo viejo para confeccionar lo nuevo, incluso en costura. Cuando descosí cortinas de otras ventanas para adaptarlas a nuevas medidas, hubo cierta desazón. Prefiero regalarlas a quien le sirvan tal como están. Hay algo en mí que grita que todo encuentra su sentido solo una vez.
De modo que corregiré con el ceño arrugado, intentando ser fiel a lo que hubo allí. Y cuando quiera rehacer de forma drástica, abriré un archivo y lo dejaré reflejado, quizá desde ahí partan nuevas historias que serán otras, pero aquella que conservo entre tantas dudas me importa demasiado para diseccionarla otra vez.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
lunes, 22 de octubre de 2012
sábado, 20 de octubre de 2012
Hoy te diría
Que con mis miedos
rompí tus sueños
Que con mis penas
marchité tus alegrías
Que con mis pesares
llenaría ríos
Que con mis culpas
esculpiría lápidas
Que si me callara
echaría en falta hablar
Que si hablé
quizá me equivoqué
Que por quererte tanto
quizá te arruiné la vida
Pero que como el primer día
en que te miré, sé que traje a la vida
desde mi propia vida; todo mi bien.
viernes, 19 de octubre de 2012
Todo está escrito
Es una frase que alguna vez repite un escritor de ahora, para explicar que los escritores clásicos ya trataron todos los temas que pueden tratarse hoy al escribir y que por lo tanto, no queda nada nuevo que decir. Hay ciertas frases con las que yo no puedo estar de acuerdo, porque si algo me gusta es la novedad, de modo que decir que ya todo está escrito me produce desazón. Quizá la misma que escuchar que nunca volveremos a nacer, o que los muertos se quedan encerrados tras una lápida y nunca más vuelven a sentir nada porque todo se acabó. Hay algo en el verbo acabar que no concuerda conmigo y que no acepto, es por eso que la frase Todo está escrito me provocaba desazón.
Esta temporada me encontré muchos escritores que cuentan la situación económica del momento yéndose lejos, es decir, contando una historia sucedida en el siglo XII, por poner un ejemplo, cuando pasó tal y tal cosa, y esto y aquello. Yo leía las entrevistas a estos escritores y me hacía una pregunta ¿tan peligroso es escribir sobre el ahora que todos conocemos? y mi respuesta era una duda, quizá sí. Quizá si te basas en la inmediatez para escribir sobre las tropelías que se están cometiendo te busques un problema con algún juez; improbable en apariencia, pero a saber. Y desde el fondo de mi conciencia surgía de nuevo la pregunta sin resolver ...¿y si ya todo estuviese escrito?... La respuesta la de siempre, si todo estuviese escrito qué cansino leerse un libro de casi quinientas páginas que no tuviese nada nuevo que decir.
Pues bien, ordenando viejas cajas me encontré un libro titulado El fantasma de Canterville y otros cuentos, de la colección Aula de literatura, editorial Vicens Vives, un libro de obligada lectura en el instituto. En él se hace un resumen de la vida y la obra de Oscar Wilde, también de su pensamiento y sentimiento respecto a los temas que le preocupaban. Se hace un análisis de lo que quiso significar a través de los cuentos que incluye el libro. Siempre que un crítico me cuenta el motivo que un escritor tuvo para escribir su libro, me pregunto si el crítico sería tan listo como el autor, o a la inversa, si el escritor sería tan listo como el crítico y si ambos, uno al escribir y otro al leer se estarían fijando en lo mismo. De lo que surge otra pregunta, ¿me gustaría a mí saber todo aquello que un tercero haya encontrado en mi obra?... Me refiero a todo eso que yo ni sé (:
Pues bien, si tenemos en cuenta que Todo está escrito, y que escritores actuales se van a siglos lejanos para contar el descalabro económico de ahora, os diré que Oscar Wilde lo retrató, en un cuento titulado El mejor amigo. De qué trata el cuento os preguntaréis, pues de un molinero vago que haciéndose pasar por el mejor amigo de un campesino trabajador, le arruina la vida; y de forma literal, no de un modo ficticio.
miércoles, 17 de octubre de 2012
Retazos...
Creo que un escritor es aquel que se cura con las palabras que otro escribió o con las que escribe él mismo. Quien cuando enferma sólo necesita palabras impresas para su curación.
lunes, 15 de octubre de 2012
domingo, 14 de octubre de 2012
jueves, 11 de octubre de 2012
Ir a la escuela, jugar, reír y cantar
Los padres occidentales somos felices cuando nuestros hijos van felices a la escuela, porque sabemos que en ella aprenderán a ser hombres y mujeres con criterio propio el día de mañana. Sabemos que al menos quienes pongan de su parte, aprenderán cuanto quieran, y que ni maestros ni padres podremos límites a su deseo de saber, a su sed de conocer y su voluntad de expresarse. Eso es todo cuanto los padres occidentales nos preciamos de saber; que jamás esperaremos nada malo de todo cuanto la escuela pueda enseñarles.
Eso, también lo sabía Malala y un día decidió abrirse un blog en internet para ir contando todo lo que pensaba, junto con lo que aprendía y lo que podía observar en su vida diaria. El valor de ello es que por entonces solo tenía once años y las cosas claras. Por desgracia supe de Malala el día en que le dieron dos disparos, uno en el hombro y otro en la cabeza. Y supe que le fueron dados por alguien que quiso acallarla. Por alguien que mientras la niña de 14 años se debate entre la vida y la muerte, vuelve a sentenciar que la matará si no desiste de ir a la escuela.
Otra mañana de tantas vuelvo a preguntar en voz alta qué clase de mundo es este, que insiste como tantas veces en llenarme de huecos por dentro. Huecos que nunca cerrarán, porque el mundo se vuelve loco y me encuentro dentro.Yo no quiero un mundo así. Me consuela que casi nadie quiere un mundo así, y también que somos muchos quienes intentamos cambiarlo. Y no solo desde occidente, sino desde todas partes, porque todos somos ciudadanos del mundo y tenemos derecho a intentarlo. A intentar que no sucedan hechos así, ni bajo el amparo de religiones, ni bajo el amparo de nada, porque el mundo es demasiado bonito para verter sobre él la sangre de inocentes.
Tengo pocos datos de esta noticia, y no necesito más, como siempre confío en que los ojos que leéis al otro lado tengáis la suficiente curiosidad para indagar por vosotros mismos, para sacar vuestras propias conclusiones, para saber responder qué clase de mundo queréis: imagino que Malala quiso hacer algo parecido al abrirse un blog.
En un telediario, vi un trozo de entrevista que le hicieron, en el que decía que solo reclamaba su derecho a asistir a la escuela, a jugar como es lo lógico en cualquier niño, a reír; y a cantar.
Desde aquí quiero expresar mi deseo de que Malala, como cualquier niño tenga ese derecho; porque el mundo es una esfera donde todos los niños se merecen estos derechos: ir a la escuela, jugar, reír y cantar.
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