Hace años para mí el día del padre era un día sobre todo comercial. Era ir a alguna parte a comprar algo material para tu padre, porque ya quedaban atrás los días de colegio en que una simple cartulina dirigida por tu profesor, reunía un compendio de letra y dibujo, para reunir en ella todo el cariño y la gratitud de que alguien -en quien apenas reparabas en todo el año; porque estaba ahí, al alcance de tu mano o de tu palabra- velase por ti las veinticuatro horas de cada día de tu vida. Alguien que un buen día te aceptó en su vida para darte lo mejor de si, para cuidarte y protegerte hasta que la muerte se lo llevara.
Durante muchos años de mi vida acepté con normalidad que mi padre nos buscase a todos los hijos por la casa para darnos un beso antes de acudir a su trabajo. Era una manía que tenía desde que vio a muchos amigos irse de casa a trabajar, y no volver. Nos buscaba para decirnos que durante su ausencia nos portáramos bien, que no volviésemos loca a nuestra madre, que estudiáramos mucho y que hiciéramos los deberes; y que no nos anduviésemos peleando entre nosotros. Que su futuro ya estaba hecho, que a él le tocaba irse muchas horas a trabajar y que cada uno de nosotros debía luchar para tener el día de mañana más suerte que la suya. Esta era una perorata que según el día se extendía más o menos, un pequeño ritual de irse de casa atajando a ese destino que quizá pudiese ser, no fuese a pillarle sin decirnos las cosas importantes. Creo que toda su vida estuvo preparado para los imprevistos, para los por si acaso, y no fuese a ser.
Como digo para mí el día del padre era un día meramente comercial. Pero me pillaba siempre en tránsito hacia aquello que le iba a regalar. Algo que nunca necesitaba, que casi te recriminaba, pero que aceptaba desde la gran satisfacción de que fuiste a alguna parte a por algo para él. Tras su muerte mi madre me entregó una colección de regalos que le di y que nunca usó, como si el hecho de usarlos fuese a estropearlos. Y que guardo en una parte de mi casa, al lado de la caja de todo cuanto escribí, como una especie de talismán sagrado.
Desde que no está, cada día del padre me recuerda que ya no puedo llegar hasta su casa cuando quiera para interrumpirle un quehacer. Era alguien que siempre que llegabas dejaba lo que estuviese haciendo, con cemento, con madera o con metal, te pedía opiniones sobre esto o sobre aquello y después de un tiempo te enviaba a buscar a tu madre. Si estabas de suerte dejaba lo que estuviese haciendo y se venía tras de ti en su busca, para no perderse ni una sola palabra que dijeras mientras estuvieses. Ese día sabías que estabas de suerte. Entonces ni sospechabas lo mucho que para él habías tardado en volver.
Ahora sabes que cada día del padre en su presencia te tocó la lotería. Le tenías allí para ti. Y era el mejor aconsejador de la tierra. Quien mejor supo encontrar las palabras para ti. Esas que desde su largo silencio aún resuenan.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
lunes, 7 de mayo de 2012
domingo, 6 de mayo de 2012
Día de la madre
En el día de la madre quiero brindar un pequeño homenaje a todas esas mujeres que han luchado como campeonas por serlo, y el mundo no les ha dejado. Que aunque no lo sepan son madres también, pues lo son de corazón aunque la vida en esto no les haya acompañado. Se que es muy fácil decirlo, pero no deben obsesionarse con ello, a veces las cosas no son, o no están de ser, o no hay respuesta. Pero el mundo está lleno de niños que tienen madre y nunca la tuvieron, porque no han sabido cuidarles; y de madres que aún nunca habiendo tenido hijos saben cuidarlos como nadie. Yo siempre pienso en esas mujeres trabajadoras que cada mañana dejan a sus retoños para ir al trabajo en manos de otros, y que lo hacen con el corazón encogido no sabiendo cómo tratarán a sus niños. Y me digo que si nunca hubiese tenido hijos propios que cuidar, sería cuidadora de otros niños a tiempo parcial. Que la vida no me quitaría el placer de sentirme madre real de todos los niños que se me cruzasen al pasar. Porque si algo vale la pena de este mundo son los niños. Los propios y los de los demás, son el futuro hacia el cual nunca se deja de avanzar.
En el día de la madre yo me he regalado Busca mi rostro, que es un libro recién salido a la venta, eso ya lo dije. Porque he llegado a la conclusión de que no siendo nada especial dentro del mundo, soy la única madre que parió a mis hijos. Y es un motivo que celebrar. Además soy la hija irrepetible que mi madre parió, y que rompió los moldes. Es su día, el día de mi madre también, un motivo más que importante que celebrar. En mi próxima vida repito padres, de modo que nadie se ilusione; son míos. Y repito a mi familia completita: queda dicho. De momento, para todas las mujeres, madres o no, dejo una canción cantada con tanto sentimiento que parece una oración.
Mujer
Mujer
sábado, 5 de mayo de 2012
Entre ganar o perder
Era una niña de catorce años que acaba de perder a su único hermano en un accidente de tráfico. Sus padres y el mundo eran un lugar lleno de lágrimas prestas a estallar por doquier. Su pretendiente un chico con aire distraído, que escondía sus ojos tras unas gruesas gafas, y las mejillas bajo una barba incipiente tan rala como él. Y ella misma una chica dispuesta a huir del mundo, que cuando le dio el sí que tanto ansiaba, en realidad ni lo había pensado bien. Después de ello estuvieron casi un año vagando por las calles de la ciudad, distraídos de todo y de todos, viendo pasar el tiempo desde su voluta de humo inconstante. Hasta que una prueba de embarazo dio positivo y pusieron en jaque mate los momentos dormidos en su vaivén.
Ella alegó que tenía solo catorce años. Él dijo que aún no había cumplido los dieciocho. Los padres de ella que habían perdido a un hijo y no estaban dispuestos a matar una vida. Los padres de él dijeron que a saber de quien era el niño. Que fue creciendo un día tras otro, un mes tras otro mes, y que finalmente abrió sus ojos al mundo para inundarlos a todos desde su iris azul.
Fue en ese momento en que lo contemplaron por primera vez que entendieron que hubiese llegado al mundo. Y que aquella opción que algunos pronunciaron en un principio como solución se les antojaba un crimen. Un crimen abortado desde el primer momento por quienes apostaron como único medio la posibilidad de nacer.
Ella alegó que tenía solo catorce años. Él dijo que aún no había cumplido los dieciocho. Los padres de ella que habían perdido a un hijo y no estaban dispuestos a matar una vida. Los padres de él dijeron que a saber de quien era el niño. Que fue creciendo un día tras otro, un mes tras otro mes, y que finalmente abrió sus ojos al mundo para inundarlos a todos desde su iris azul.
Fue en ese momento en que lo contemplaron por primera vez que entendieron que hubiese llegado al mundo. Y que aquella opción que algunos pronunciaron en un principio como solución se les antojaba un crimen. Un crimen abortado desde el primer momento por quienes apostaron como único medio la posibilidad de nacer.
viernes, 4 de mayo de 2012
Sueño de otoño
Entré en su blog y escuché esa melodía titulada Sueño de otoño. Pensé en lo que me gustaría crear mi propia melodía, cuando la única melodía que creo, se crea sola mientras preparo la comida. O mientras friego los chacharros con el ruido del agua al fondo, como si cayese de un manantial. O mientras mis pasos repiquetean por la casa, sigilosos o descarados, cuando me muevo de aquí hacia allá. Eso sin olvidar mientras tecleo, sueño o vigilia, entre estas letras que se deslizan a donde van.
Entré en su blog y leí esta entrada, y pensé que para crear, el único requisito que hace falta es ponerse a ello, no dejarlo estar.
Bien por TheBerthos
Entré en su blog y leí esta entrada, y pensé que para crear, el único requisito que hace falta es ponerse a ello, no dejarlo estar.
Bien por TheBerthos
jueves, 3 de mayo de 2012
Cuando todo es soledad, depresión y cansancio
Hay una parte de la sociedad que está desamparada. Que no tiene recursos económicos para salir adelante con lo necesario. Que cuando busca ayuda, se encuentra con que está inmerso sin saberlo, en algún agujero burocrático. Y se enfrenta a su día a día titánico. A su soledad, a su desbarajuste, a su necesidad de que le tiendan una mano; y así, en esa vida paralela a la muerte prematura, pasa los años.
Y un buen día la vecindad se despierta de su largo letargo. Se extienden los rumores, las hipótesis, el dolor, la tristeza, el desengaño. Todos estaban ahí y sin ser conscientes miraban para otro lado. Es así como se llega hasta el crimen de un cuidador que asesina a al ser cuidado en solitario, ahogado entre la espesa soledad en que le han dejado, primero todas las burocracias injustas, y después todos aquellos que miraban a otro lado.
Son crímenes no de maldad, sino de vacío y cansancio. De luchar contra todo y contra todos y de ya no poder más, dentro de un mundo macabro.
Y un buen día la vecindad se despierta de su largo letargo. Se extienden los rumores, las hipótesis, el dolor, la tristeza, el desengaño. Todos estaban ahí y sin ser conscientes miraban para otro lado. Es así como se llega hasta el crimen de un cuidador que asesina a al ser cuidado en solitario, ahogado entre la espesa soledad en que le han dejado, primero todas las burocracias injustas, y después todos aquellos que miraban a otro lado.
Son crímenes no de maldad, sino de vacío y cansancio. De luchar contra todo y contra todos y de ya no poder más, dentro de un mundo macabro.
martes, 1 de mayo de 2012
El derecho a cuidarse uno mismo
Hace un día radiante, se levantó apagado después de tantos días de dar la brasa con todos los planes a compartir. Desayunó sin ganas y le molestaba que le hablaran. Para comer se pidió un bocadillo de jamón y una botella de agua, repitiendo varias veces que nada más. Luego pidió un analgésico para el dolor de garganta y dejó caer que tenía fiebre. Pero con una madre tan persistente como la suya, lo contó como de pasada, no fuese a ser. Y se guardó otro analgésico que ella le dio, solo para callarla, escuchó sus consejos sabidos más que de memoria, arrancó su coche y se fue. El día recuerda los días de playa, el cielo despejado y alegre reluce al sol. La brisa apenas imperceptible mueve las hojas de los árboles y es verdad que es una jornada maravillosa para ir de excursión.
Antes de incorporarse a la carretera da marcha atrás, baja la ventanilla con gesto soso y hace una advertencia: solo te pido una cosa, que no me mandes mil mensajes preocupada, sé cuidarme solito; ya soy mayor. Su madre sonríe porque lo sabe, del modo en que sabe que sume los años que sume va a ser su hijo pequeño toda la vida. Ese que en cuanto sale por la puerta se lleva un pedazo de ella, como si fuese ese brazo amputado que aunque se pierda nunca faltó, que cuentan a veces quienes lo perdieron y aseguran que aún lo siguen sintiendo, con esa lógica extraña de neurotransmisor . Después que en verdad marchó, bajó el portón del garaje y fue directa a verificar una cosa, un termómetro con una cifra tan alta que así de primeras casi se asustó. Luego pensó que llega el día en que cada quien ha de cuidar de si mismo y que ya no vale poner la tirita antes que la herida, y se calmó. Alguien más tenía planes semejantes para ese día. Puso la radio muy alta con música de los 80 y se concentró, hubo un tiempo en que sus propios padres pasaron por lo mismo y no supo comprenderlos. El recuerdo de aquellos días fueron el bálsamo con el que preparó algo que aún sonaba extraño, comida para dos.
Antes de incorporarse a la carretera da marcha atrás, baja la ventanilla con gesto soso y hace una advertencia: solo te pido una cosa, que no me mandes mil mensajes preocupada, sé cuidarme solito; ya soy mayor. Su madre sonríe porque lo sabe, del modo en que sabe que sume los años que sume va a ser su hijo pequeño toda la vida. Ese que en cuanto sale por la puerta se lleva un pedazo de ella, como si fuese ese brazo amputado que aunque se pierda nunca faltó, que cuentan a veces quienes lo perdieron y aseguran que aún lo siguen sintiendo, con esa lógica extraña de neurotransmisor . Después que en verdad marchó, bajó el portón del garaje y fue directa a verificar una cosa, un termómetro con una cifra tan alta que así de primeras casi se asustó. Luego pensó que llega el día en que cada quien ha de cuidar de si mismo y que ya no vale poner la tirita antes que la herida, y se calmó. Alguien más tenía planes semejantes para ese día. Puso la radio muy alta con música de los 80 y se concentró, hubo un tiempo en que sus propios padres pasaron por lo mismo y no supo comprenderlos. El recuerdo de aquellos días fueron el bálsamo con el que preparó algo que aún sonaba extraño, comida para dos.
lunes, 30 de abril de 2012
Más apuntes sobre escritura
Sin saberlo, siempre ando recopilando información sobre escritura, lea lo que quiera que lea, incluso en la red. Me intriga todo lo que tenga que ver con el hecho de contar con palabras, o cómo contar. A menudo echo de menos una persona cercana, de carne y hueso, con la que compartir esta búsqueda, alguien tan inquieto como yo, o un profesor en la materia a quien recurrir cargando con mis manuscritos secretos. Alguien que quiera leer y colaborar en esos escritos que de verdad quisiera exponer a la luz. Es curioso porque mientras esos esperan ver la luz, todo aquello que no quiero escribir está siendo publicado aquí. Algo que me lleva de vez en cuando a volcar mi saco de interrogantes y quedar sumergida en ese mar de dudas que no resolveré, que quizá solo Ágata Christie con su cordura lógica podría resolver. O aquellos que leéis detrás de esta pantalla y que nunca hablaréis, pero que fruncís el ceño y sacudís la cabeza de espanto, como quien no se lo consigue creer, y al final resolvéis con un simple: es que hay gente para todo. Así es. Cada quien lleva sus propios interrogantes cargados, aquellos que quizá nunca conseguirá resolver.
Os dejo un enlace interesante aquí.
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