Hay una parte de la sociedad que está desamparada. Que no tiene recursos económicos para salir adelante con lo necesario. Que cuando busca ayuda, se encuentra con que está inmerso sin saberlo, en algún agujero burocrático. Y se enfrenta a su día a día titánico. A su soledad, a su desbarajuste, a su necesidad de que le tiendan una mano; y así, en esa vida paralela a la muerte prematura, pasa los años.
Y un buen día la vecindad se despierta de su largo letargo. Se extienden los rumores, las hipótesis, el dolor, la tristeza, el desengaño. Todos estaban ahí y sin ser conscientes miraban para otro lado. Es así como se llega hasta el crimen de un cuidador que asesina a al ser cuidado en solitario, ahogado entre la espesa soledad en que le han dejado, primero todas las burocracias injustas, y después todos aquellos que miraban a otro lado.
Son crímenes no de maldad, sino de vacío y cansancio. De luchar contra todo y contra todos y de ya no poder más, dentro de un mundo macabro.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
jueves, 3 de mayo de 2012
martes, 1 de mayo de 2012
El derecho a cuidarse uno mismo
Hace un día radiante, se levantó apagado después de tantos días de dar la brasa con todos los planes a compartir. Desayunó sin ganas y le molestaba que le hablaran. Para comer se pidió un bocadillo de jamón y una botella de agua, repitiendo varias veces que nada más. Luego pidió un analgésico para el dolor de garganta y dejó caer que tenía fiebre. Pero con una madre tan persistente como la suya, lo contó como de pasada, no fuese a ser. Y se guardó otro analgésico que ella le dio, solo para callarla, escuchó sus consejos sabidos más que de memoria, arrancó su coche y se fue. El día recuerda los días de playa, el cielo despejado y alegre reluce al sol. La brisa apenas imperceptible mueve las hojas de los árboles y es verdad que es una jornada maravillosa para ir de excursión.
Antes de incorporarse a la carretera da marcha atrás, baja la ventanilla con gesto soso y hace una advertencia: solo te pido una cosa, que no me mandes mil mensajes preocupada, sé cuidarme solito; ya soy mayor. Su madre sonríe porque lo sabe, del modo en que sabe que sume los años que sume va a ser su hijo pequeño toda la vida. Ese que en cuanto sale por la puerta se lleva un pedazo de ella, como si fuese ese brazo amputado que aunque se pierda nunca faltó, que cuentan a veces quienes lo perdieron y aseguran que aún lo siguen sintiendo, con esa lógica extraña de neurotransmisor . Después que en verdad marchó, bajó el portón del garaje y fue directa a verificar una cosa, un termómetro con una cifra tan alta que así de primeras casi se asustó. Luego pensó que llega el día en que cada quien ha de cuidar de si mismo y que ya no vale poner la tirita antes que la herida, y se calmó. Alguien más tenía planes semejantes para ese día. Puso la radio muy alta con música de los 80 y se concentró, hubo un tiempo en que sus propios padres pasaron por lo mismo y no supo comprenderlos. El recuerdo de aquellos días fueron el bálsamo con el que preparó algo que aún sonaba extraño, comida para dos.
Antes de incorporarse a la carretera da marcha atrás, baja la ventanilla con gesto soso y hace una advertencia: solo te pido una cosa, que no me mandes mil mensajes preocupada, sé cuidarme solito; ya soy mayor. Su madre sonríe porque lo sabe, del modo en que sabe que sume los años que sume va a ser su hijo pequeño toda la vida. Ese que en cuanto sale por la puerta se lleva un pedazo de ella, como si fuese ese brazo amputado que aunque se pierda nunca faltó, que cuentan a veces quienes lo perdieron y aseguran que aún lo siguen sintiendo, con esa lógica extraña de neurotransmisor . Después que en verdad marchó, bajó el portón del garaje y fue directa a verificar una cosa, un termómetro con una cifra tan alta que así de primeras casi se asustó. Luego pensó que llega el día en que cada quien ha de cuidar de si mismo y que ya no vale poner la tirita antes que la herida, y se calmó. Alguien más tenía planes semejantes para ese día. Puso la radio muy alta con música de los 80 y se concentró, hubo un tiempo en que sus propios padres pasaron por lo mismo y no supo comprenderlos. El recuerdo de aquellos días fueron el bálsamo con el que preparó algo que aún sonaba extraño, comida para dos.
lunes, 30 de abril de 2012
Más apuntes sobre escritura
Sin saberlo, siempre ando recopilando información sobre escritura, lea lo que quiera que lea, incluso en la red. Me intriga todo lo que tenga que ver con el hecho de contar con palabras, o cómo contar. A menudo echo de menos una persona cercana, de carne y hueso, con la que compartir esta búsqueda, alguien tan inquieto como yo, o un profesor en la materia a quien recurrir cargando con mis manuscritos secretos. Alguien que quiera leer y colaborar en esos escritos que de verdad quisiera exponer a la luz. Es curioso porque mientras esos esperan ver la luz, todo aquello que no quiero escribir está siendo publicado aquí. Algo que me lleva de vez en cuando a volcar mi saco de interrogantes y quedar sumergida en ese mar de dudas que no resolveré, que quizá solo Ágata Christie con su cordura lógica podría resolver. O aquellos que leéis detrás de esta pantalla y que nunca hablaréis, pero que fruncís el ceño y sacudís la cabeza de espanto, como quien no se lo consigue creer, y al final resolvéis con un simple: es que hay gente para todo. Así es. Cada quien lleva sus propios interrogantes cargados, aquellos que quizá nunca conseguirá resolver.
Os dejo un enlace interesante aquí.
Os dejo un enlace interesante aquí.
domingo, 29 de abril de 2012
Respuestas al cuestionario de Proust
Acabo de leer unas respuestas que me reconcilian con los humanos. Que me resurgen de mucha tristeza y mucha depresión. Y lo comparto desde aquí.
http://sololiteratura.com/bol/bolamisccuestionario.htm
http://sololiteratura.com/bol/bolamisccuestionario.htm
sábado, 28 de abril de 2012
Cuando no pasa nada y estás perdiendo a tu hijo
Ayer una madre primeriza cruzaba el aséptico hospital para llegar hasta la matrona y contarle que estaba muy preocupada. Que había unas manchas de sangre que no le cuadraban con su embarazo. Tras la amplia mesa se encontró una mujer enjuta que la subió a una camilla y le hizo una exploración rápida, muy dolorosa y vacía de humanidad. De la que solo extrajo dos palabras: yo aquí no veo nada. Acto seguido la envió a trabajar como cualquier mañana, le dijo que no le diese importancia alguna y cuando salía por la puerta le espetó un haber si se logra. Que a la madre humillada, angustiada y desorientada por ese trato que no esperó, la dejó preguntándose qué cosa había querido decir. Algo se contradecía en el fondo, si podía acudir a su trabajo con normalidad, significaba que su criatura no corría peligro. Pero si se decía a una futura mamá haber si se logra, algo andaba muy mal, y entonces no debería ir a trabajar, debería ponerse remedio para que una criatura que estaba empezando a estar mal obtuviese una especie de socorro; el que ella había ido a buscar.
Y regresó a su trabajo, y se quiso concentrar. Pero aquello solo empeoraba y estaba en un trabajo que no podía dejar, ni seguirlo adelante. No había mujer que pudiese trabajar con normalidad cuando su hijo daba unas señales de alarma que no se podían obviar. Fue a comentarlo a la encargada, que la envió a su casa rápidamente, le aseguró que ya se arreglarían entre todos y que lo primero era su hijo. De vuelta a casa conduciendo montones de kilómetros pensó en las palabras de aquella mujer, que dijo que volviese el lunes y que a no ser que las pérdidas fuesen muy muy grandes no se alarmase, que era un proceso normal. Como si fuese lo normal para una mañana de viernes...¿Volver el lunes? se preguntaba ¿un proceso normal? Nunca había pasado por aquello y entonces llamó a una mujer de confianza para comentarle aquello. La mujer fue muy sincera y la envió a toda prisa de nuevo al hospital. Le parecerá normal a ella, le dijo, pero a mí no me parece normal. Tienen todas las máquinas del mundo para saber cómo está tu hijo, dales la paliza sin temor alguno, asegúrate de que se encuentra bien y entonces vuelve a casa tranquila. Es para eso para lo que pagas rigurosamente mes tras mes tu seguridad social; para cuando necesitas un médico que revise aquello que consideras anormal.
Se fue con remordimiento de molestarles. Entró por urgencias y contó su caso. El celador movió la cabeza y dijo que a veces los embriones no llegan a buen término, que la enviarían de nuevo a la matrona y que no se preocupase. Allí la mujer le preguntó que qué esperaba, que ya se lo había dicho por la mañana. ¿Decirme qué?, le preguntó ella, me dijiste que no pasaba nada y que me fuese al trabajo. Por respuesta le dijo que las mujeres de hoy en día como estaban a todo, se enteraban de su embarazo en cuanto aparecía y que claro, después pasaban esas cosas y se disgustaban. Las mujeres de antes pasaban infinidad de veces por aquello y ni se enteraban. Fue así como supo que no tendría niño. El primer hijo que tanto la ilusionaba. Que tantos planes le había hecho hacer en aquella semana. Solo tuvo ánimo para replicar que ella no había esperado eso, que como le dijo que todo estaba bien y que se fuese a trabajar, en verdad pensó que no pasaba nada.
El llanto le asaltó de golpe y buscó comprensión. Al otro lado de la mesa había una mujer con cara de perro que no quería ser molestada, que incluso la hizo sentir estúpida y no digna de estar allí. Una mujer cansada e irritable que solo esperaba a que se fuese por la puerta llevándose su enorme disgusto, su sentimiento de haber sido tratada peor que un animal y de haber sido insultada; para así descansar todo el tiempo posible hasta la siguiente que entrase por la puerta trayendo un problema.
La hasta entonces mamá feliz abandonó los pasillos llorando. La persona de confianza que le había aconsejado ir al hospital llegaba sin resuello y se la encontró. Así a primeras no imaginó que estaba perdiendo a su niño. Porque ninguna madre que estuviese perdiendo a su niño tendría esa tranquilidad. Y no era eso, había sido tratada con tanta frialdad y despotismo que no lograba hacerse a la idea de que lo estuviese perdiendo. Fue la persona de confianza quien en verdad tuvo que buscar palabras para explicarle por qué proceso había perdido a ese niño, sin tener ni idea del proceso. Quien tuvo que buscar palabras para consolarla. Para decirle que eso no tenía por qué repetirse de nuevo. Quien tuvo que aparentar calma, dar cobijo, quitarle importancia al asunto, sembrar esperanza. Estar a su lado mientras comunicaba la pérdida a unos y otros. Ver de cerca su llanto, sentir su dolor, decirle que ella hizo todo cuanto estuvo en su mano. Y aguantarse su propio llanto toda la noche y soltarlo poco a poco en la nueva mañana. Frente a una pantalla de ordenador.
Y regresó a su trabajo, y se quiso concentrar. Pero aquello solo empeoraba y estaba en un trabajo que no podía dejar, ni seguirlo adelante. No había mujer que pudiese trabajar con normalidad cuando su hijo daba unas señales de alarma que no se podían obviar. Fue a comentarlo a la encargada, que la envió a su casa rápidamente, le aseguró que ya se arreglarían entre todos y que lo primero era su hijo. De vuelta a casa conduciendo montones de kilómetros pensó en las palabras de aquella mujer, que dijo que volviese el lunes y que a no ser que las pérdidas fuesen muy muy grandes no se alarmase, que era un proceso normal. Como si fuese lo normal para una mañana de viernes...¿Volver el lunes? se preguntaba ¿un proceso normal? Nunca había pasado por aquello y entonces llamó a una mujer de confianza para comentarle aquello. La mujer fue muy sincera y la envió a toda prisa de nuevo al hospital. Le parecerá normal a ella, le dijo, pero a mí no me parece normal. Tienen todas las máquinas del mundo para saber cómo está tu hijo, dales la paliza sin temor alguno, asegúrate de que se encuentra bien y entonces vuelve a casa tranquila. Es para eso para lo que pagas rigurosamente mes tras mes tu seguridad social; para cuando necesitas un médico que revise aquello que consideras anormal.
Se fue con remordimiento de molestarles. Entró por urgencias y contó su caso. El celador movió la cabeza y dijo que a veces los embriones no llegan a buen término, que la enviarían de nuevo a la matrona y que no se preocupase. Allí la mujer le preguntó que qué esperaba, que ya se lo había dicho por la mañana. ¿Decirme qué?, le preguntó ella, me dijiste que no pasaba nada y que me fuese al trabajo. Por respuesta le dijo que las mujeres de hoy en día como estaban a todo, se enteraban de su embarazo en cuanto aparecía y que claro, después pasaban esas cosas y se disgustaban. Las mujeres de antes pasaban infinidad de veces por aquello y ni se enteraban. Fue así como supo que no tendría niño. El primer hijo que tanto la ilusionaba. Que tantos planes le había hecho hacer en aquella semana. Solo tuvo ánimo para replicar que ella no había esperado eso, que como le dijo que todo estaba bien y que se fuese a trabajar, en verdad pensó que no pasaba nada.
El llanto le asaltó de golpe y buscó comprensión. Al otro lado de la mesa había una mujer con cara de perro que no quería ser molestada, que incluso la hizo sentir estúpida y no digna de estar allí. Una mujer cansada e irritable que solo esperaba a que se fuese por la puerta llevándose su enorme disgusto, su sentimiento de haber sido tratada peor que un animal y de haber sido insultada; para así descansar todo el tiempo posible hasta la siguiente que entrase por la puerta trayendo un problema.
La hasta entonces mamá feliz abandonó los pasillos llorando. La persona de confianza que le había aconsejado ir al hospital llegaba sin resuello y se la encontró. Así a primeras no imaginó que estaba perdiendo a su niño. Porque ninguna madre que estuviese perdiendo a su niño tendría esa tranquilidad. Y no era eso, había sido tratada con tanta frialdad y despotismo que no lograba hacerse a la idea de que lo estuviese perdiendo. Fue la persona de confianza quien en verdad tuvo que buscar palabras para explicarle por qué proceso había perdido a ese niño, sin tener ni idea del proceso. Quien tuvo que buscar palabras para consolarla. Para decirle que eso no tenía por qué repetirse de nuevo. Quien tuvo que aparentar calma, dar cobijo, quitarle importancia al asunto, sembrar esperanza. Estar a su lado mientras comunicaba la pérdida a unos y otros. Ver de cerca su llanto, sentir su dolor, decirle que ella hizo todo cuanto estuvo en su mano. Y aguantarse su propio llanto toda la noche y soltarlo poco a poco en la nueva mañana. Frente a una pantalla de ordenador.
Una canción dedicada
Es una canción que vale por toda una vida. Quizá por eso cuando uno tenga que dedicar una canción no está de más que se esmere mucho en que esa canción refleje todo aquello que quiera reflejar. Cuando alguien escoge de entre todas una canción para dedicar a una persona, está diciendo con ella todo lo que esa persona significa. Marca el tiempo de una vida. Porque el tiempo de una vida es un tiempo de marcas. La huella de los pasos que en un tiempo se dio.
Y en el contenido exacto de esa canción siempre queda implícito aquello que la persona en concreto encontró en esa otra a la que su canción dedicó. A veces letra y sonido conforman un mensaje donde cabe el amor. Uno que quedará para siempre impreso en esa letra, aunque haya adiós.
http://www.youtube.com/watch?v=V7zK2qaP4iE&ob=av2n
Y en el contenido exacto de esa canción siempre queda implícito aquello que la persona en concreto encontró en esa otra a la que su canción dedicó. A veces letra y sonido conforman un mensaje donde cabe el amor. Uno que quedará para siempre impreso en esa letra, aunque haya adiós.
http://www.youtube.com/watch?v=V7zK2qaP4iE&ob=av2n
viernes, 27 de abril de 2012
Contar al amor cantando
Hay canciones que reúnen la esencia de toda una vida. Que cuando se escucharon por primera vez contenían un mensaje cifrado que habría de durar en un para siempre que conformaría todo cuanto ahora es. Que no era otra cosa que el poder de la imagen, el sonido y la letra, en esa otra forma de contar. Intuí de alguna forma imprecisa que esa canción venía del mundo al que pertenecía desde mucho antes de llegar. Fue en ese mismo momento en que yo encontré mi sitio. Supe que desde entonces en adelante inventaría mi propia forma de contar.
Creo que se ha contado de mil formas distintas como llega el amor, pero nunca de una forma tan sublime. Tuve esta cinta en casette hasta que rayada dejó de caminar. Lo tengo en CD ahora mismo perdido por algún lugar de la casa donde guardo tesoros que de tan guardados no consigo encontrar. Y lo tengo en You Tube, donde con tan solo con un clic lo puedo rescatar...y compartir con el mundo. Ahí va... Ese jazmín tumbado al sol, y esos pasos en la hierba salpicados por el calor, y todo ese conjunto armonioso ¿acaso se podrá superar? Y esa voz suave y melodiosa ¿acaso se puede imitar?, ¿O superar incluso? -yo creo que no-.
Fue tal que así, la primera vez que escuché esta canción tuve una impresión que no pude explicar. La conciencia de que de alguna forma yo pertenecía a ese mundo del que provenía algo tan hermoso que ni supe relacionar. Una especie de submundo donde se puede conjugar la realidad que todos conocemos para volverla a conformar. Hubo un quiebro en la forma en que había conocido todo cuanto me rodeaba hasta entonces, y un encontrar mi lugar en un mismo compás. El compás de espera en que nace algo nuevo, aunque no se tenga conciencia de donde está.
http://www.youtube.com/watch?v=qGpxmpUsZyo&feature=related
Creo que se ha contado de mil formas distintas como llega el amor, pero nunca de una forma tan sublime. Tuve esta cinta en casette hasta que rayada dejó de caminar. Lo tengo en CD ahora mismo perdido por algún lugar de la casa donde guardo tesoros que de tan guardados no consigo encontrar. Y lo tengo en You Tube, donde con tan solo con un clic lo puedo rescatar...y compartir con el mundo. Ahí va... Ese jazmín tumbado al sol, y esos pasos en la hierba salpicados por el calor, y todo ese conjunto armonioso ¿acaso se podrá superar? Y esa voz suave y melodiosa ¿acaso se puede imitar?, ¿O superar incluso? -yo creo que no-.
Fue tal que así, la primera vez que escuché esta canción tuve una impresión que no pude explicar. La conciencia de que de alguna forma yo pertenecía a ese mundo del que provenía algo tan hermoso que ni supe relacionar. Una especie de submundo donde se puede conjugar la realidad que todos conocemos para volverla a conformar. Hubo un quiebro en la forma en que había conocido todo cuanto me rodeaba hasta entonces, y un encontrar mi lugar en un mismo compás. El compás de espera en que nace algo nuevo, aunque no se tenga conciencia de donde está.
http://www.youtube.com/watch?v=qGpxmpUsZyo&feature=related
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