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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Quiero ser feliz siendo yo misma

Estaba pensando en todas las mujeres víctimas de la violencia machista que no comenzarán nuevo año porque la persona a la que más amaban les segó la vida. Al respecto tengo una opinión: que le amaban más allá de sí mismas, de todo lo conocido y lo desconocido, de todo lo conveniente e incluso de lo inconveniente y olvidándose de ellas mismas comenzaron a descender los peldaños a otra estancia que ya no era amor, sino posesión, sin advertirlo siquiera, quizá en espera de ganarse de nuevo ese otro que sí era amor y que vieron en otro tiempo en los ojos de su captor, ese mismo que terminó finalmente siendo su verdugo.

Creo que una mujer es blanco de ese tipo de violencia cuando deja de quererse a sí misma, cuando deja de confiar en ella, cuando deja que su hombre decida por ella, cuando deja que delimite su territorio, un territorio que a posta cada vez le hace más pequeño, cuando sin saberlo cede a un nuevo tipo de trampa, que lleva a otra, y a otra más, y se ve inmersa en esa rueda que gira y gira sobre la oscuridad, que lleva a más oscuridad y a ese túnel donde no se ve el final.

Es así como lo imagino. En ocasiones uno sólo puede imaginar. Cientos de veces imaginé que es imposible no advertir que se está frente a una mujer que sufre hasta esos límites insospechados sin detectarlo. Siempre pienso que me hubiese gustado estar allí y echarle una mano. Raptarla quizá, y convencerla de que al contrario de todo cuanto nos han enseñado hay amores que no valen la pena.

Esta mañana encontré uno de esos textos que haría aprenderse de memoria a cualquier mujer y recitarlo de memoria cada mañana al levantarse y contemplar el día nuevo. Es cierto, tengo tendencia a querer muchas cosas que ya no pueden ser, pero igualmente las querría. Del modo en que hay textos que no sé cómo escribir pero igualmente escribo, este es una muestra.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Una lágrima en el corazón

Sigo desde hace tiempo el blog Escrito en el viento, y en estas semanas he visto reflejadas muchas palabras que yo misma he venido escribiendo aquí. Las que quedan cuando la muerte te pilla muy de cerca y tienes constancia de que has estado a su lado, de que has sentido su aliento en el rostro y te ha calado su frío glacial por cada poro de piel. Es una sensación de morirte también que dura mucho tiempo, de la que no sabrás zafarte, y un vivir tu tiempo de un modo urgente que conlleva una cierta pérdida de pudor tal vez. Ahora sabes que quizá no te lleguen los días para exprimir en palabras lo que no querrías llevarte cuanto tus labios se sellen por última vez.

Si te sucede que no terminas de pertenecer a las palabras habladas, escribirás hasta dejarte los dedos sobre el teclado una y otra vez, y dejarás montones de letras secas que le servirán de pasto a cada rincón de tu casa, hasta que buscando y buscando encuentres el lugar donde dejarlas sin que nadie tenga que cargar con ellas sin estar preparado. Sin que supongan un rompecabezas a quienes te hereden, y donde puedan servir para algo, aunque sigas sin tener idea de para qué, ese lugar puede ser un blog, porque un blog es un lugar donde uno entra buscando algo, y donde suele terminar hallando lo que buscó.

A veces todas las palabras del mundo se quedan rotas y el silencio se hace tan denso que podría ahogar. Un desierto silencioso se te ha engullido y en cuanto salgas, todas las palabras guardadas se escaparán, y correrán veloces a ocupar su sitio sin rubor alguno, pues ya saben lo que pesan, a su pesar.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Un deseo

Hace mucho tiempo que encontré este árbol, pero no me gusta adelantar la Navidad, es más aún cuando no ha llegado ya quiero que pase, son fechas llenas de recuerdos hermosos que no quiero olvidar, ni recordar tampoco. Intento que sean como los demás días del año, o que todos los días del año sean Navidad.
En estas fechas los blog se llenan de mensajes preciosos, de adornos entrañables, de eso y mucho más, pero este lugar sigue siendo el mismo de siempre, quien entra lo sabe, sabe que hay cosas que no van a cambiar. Aún me sigue extrañando que se sumen las visitas, me extraña y me acompaña.

Hay algo que quiero dejaros para todos los años de vuestra vida. Lo dejo aquí, para que nunca os falte este árbol... y tampoco a mí.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Se rebajan las penas

Es algo que se acaba de decir en el telediario: se rebajan las penas para los pequeños narcotraficantes. Lo sentí como un puñetazo en la boca del estómago, se me revuelven las tripas, es mi afrenta personal contra todas las sustancias que restan a las personas en vez de sumarlas, que les promete el cielo y les condena al infierno eterno, tan desolador para ellos como para quienes de verdad los quieren.
Este gobierno tiene la virtud de crisparme los nervios cada mañana, de sumirme en la desesperación con esa costumbre tan suya de aprobar todo cuanto le viene en gana. Tengo la impresión de que algunos - entre los que me encuentro- salimos más desfavorecidos que otros con su mandato y que se dedica a repartir los palos entre aquellos a quienes asegura defender.

Me parece incongruente que la ley anti tabaco se asevere de tal forma con la conciencia de que fumar mata. Y no se castigue con más ahínco traficar con drogas. O dedicarse al menudeo, sabiendo a ciencia cierta que tal menudeo pulula para enganchar a los niños inocentes. Está en cada salida de clase, en cada recreo, en cada parque, en cada entrada a la discoteca, en los lugares más insospechados...por todas partes, y tal parece que no quiere advertirse.
Mi cruzada contra las drogas tiene caras, caras de mucho sufrimiento detrás de cada enganchado y caras de felicidad en cada camello que vive a cuerpo de rey a costa de la salud física y moral de cada cliente.

Escribo estas palabras llena de indignación, me molesta profundamente que el mundo se empeñe en funcionar alrevés. En todo caso debería rebajarse las penas de los enganchados, facilitarles terapeutas que les ayuden a salir del pozo en el que se encuentran. O garantizar que no compran cal de pared, ácidos, amoniacos, o demás fórmulas demoníacas a cambio de su dinero. Debería de rebajarse la hipocresía y aumentar las penas de quienes trapichean con la salud de los demás, y no dejarles campar a sus anchas y crecer como el musgo por todas las esquinas. En nombre de todas las familias que he visto sufrir no puedo callarme, en nombre de todos los jóvenes que he visto envejer prematuramente y después morir no puedo conformarme, y a mi modo desde aquí doy rienda suelta a mi decepción de que todo funcione alrevés de como quisiera.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

No existe el adiós

No existe el adiós para la gente que ha sido nuestra. Existe tan solo un sigues aquí al que hemos de enfrentarnos cada segundo de nuestra existencia.
Tal vez por eso escribimos, para darles la vida que aún se merecen, para dejarles latir aunque sea en papel, para hacerlos nuestros de otra manera.

Fumar mata...

Y quedarse al paro sin posibilidad de encontrar un nuevo trabajo
y comenzar a bajar los peldaños del mal vivir
y mirar la cuenta del banco que baja y baja sin remedio
y descubrir que tu despido se abarata cada vez más
y ver que las ayudas del paro aún son más canijas
y ver que los precios de todo suben más y más
y ver que los impuestos se duplican sin medida
y ver que los gasoleos cada vez son más caros,
ver que entre ricos y pobres cada vez hay más brecha
y que son los primeros quienes tienen poder.
Mata saber que las empresas se llenan enchufados,
que no saben hacer su trabajo y se quedan lo bueno,
gente joven a trabajar, pero lo malo es del viejo.
Mata tanto como el tabaco la realidad,
pero claro, de esa ni hablamos, la pasamos por alto,
no se hace estadística, no interesa mirar,
ponemos el foco más grande allí donde interesa,
nos llenamos de ruido, repeticiones, intenciones varias
y seguimos adelante a como de lugar.
Todo lo que importa es seguir estando donde estamos
aunque estemos en el lodo, eso no importa,
siempre podremos disimular, hacer como si nada,
ruido, ruido, ruido, mucho ruido de fondo
para que no se escuche el desastre final.


Nota: esta es una de tantas entradas que podría ahorrarme, pero lo siento, no soy de ahorrar ;)

martes, 21 de diciembre de 2010

Frase

El hombre vale tanto cuanto él se estima.

Rabelais