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viernes, 1 de octubre de 2010

Escribir una novela

Sigo recopilando libros acerca del mundo de la escritura en un momento en que decido no escribir. Muy congruente, como todo lo mío, pero es que tal y como apunta el libro El secreto, pide al universo y él te concederá. Todo lo que he recopilado meses atrás llevo años buscándolo, casualidad o no, creo que tengo suficientes libros para apañarme, pero cuanto más leo sobre el tema más me paralizo a sabiendas que necesitaría estar a punto de cumplir los quince para comenzar y tal vez conseguir hilar una buena historia. O una historia suficientemente buena.

Escribir una novela que atrape al lector, es un libro de Silvia Adela Kohan que estuve ojeando estos días, y tiene todas las claves para conseguir escribir una historia. Aunque reconozco que yo lo veía más fácil cuando escribía al tuntún, a mi aire, con total libertad y sin pensar en un lector, un jurado, una estantería de biblioteca, librería...etc. Escribía por el placer de escribir, tal y como escribo en este blog, porque sí, sin objeto alguno, tal vez por eso hace tiempo que solo escribo aquí, con el autismo que caracterizaba antes mi escritura, y con el ánimo también, porque no decirlo de que a alguien le sirva para algo esta exposición de pensamientos hilarantes.

Este libro es una guía completa que abarca todos los vértices de la escritura de una novela. Espero que me sirva para finalizar de una vez por todas mi mejor historia, una que se desinfló por lo de siempre, lo mucho que me cuesta despedir ese espacio intemporal donde las cosas suceden. Justo cuando estoy llegando al final tomo distancia, dejo reposar, dejo que los personajes hablen, y que escojan su final, el final tarda apenas un mes en estar claro, pero no quiero finiquitarlos. Quiero que me sigan hablando, arropando, haciendo compañía...y claro, así no hay modo de acabar. Así que espero que al menos cuatro finales sucedan de una vez en la temporada 2010-2011, serán un total de 120 páginas a lo sumo, y no es tanto. Después reposo de textos y quizá un nuevo principio. Hay otras historias que no reescribiré, que mantendré tal y como están, puesto que en algún manual leí que hay que aceptar que nuestras primeras historias se queden al fondo de un cajón, como parte del aprendizaje. Al intentar retomarlas perdían su ingenuidad, su frescura desbordante, su imperfección de bebés recién nacidos. Y me gustan tal cual están, recuerdo todo lo que ocurría de fondo mientras aporreaba el teclado y sé su porqué, con ello es suficiente.

Finalizo con un párrafo sublime que viene en este libro:
"Yo veo a los personajes y los oigo desde antes de escribirlos; sin embargo, mientas los escribo veo cómo se convierten en seres vivos, con los que soy capaz de dormir y a los que recurro mucho tiempo después cuando necesito consuelo y quiero reírme o me urge alguien con quien echarme a llorar".
Ángeles Mastretta

Suscribo punto por punto este párrafo final. En un momento en que no escribo por decisión propia, mis personajes me siguen acompañando donde quiera que voy. Su fuerza vital se me contagia, y me cuentan sus vidas. Esas que ni sé si quiero contar, pero que son un pilar fundamental de mi vida.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Lección para hoy

Se cumple el cincuenta aniversario de Los Picapiedra, una serie de dibujos animados que no tiene edad, porque en la foto de Google de hoy, se ven radiantes. Siempre me gustó su ingenio aplicado a las tareas domésticas, con esas aspiradoras, lavaplatos, lavadoras y demás electrodomésticos tan ecológicos que algunos a día de hoy, ya quisieran para sí.
Estoy segura de que todos conocemos personajes como ellos, un Pedro, una Vilma, una Betty, o un Pablo; tal que así como ellos son. Y es que los personajes bien construidos son lapidarios.

Esta mañana volví a decirlo, son mis dibujos animados favoritos, y dos pares de ojos parpadearon hacia mí, con la misma incredulidad con que yo misma parpadeé alguna vez ante mis padres. La vida nos devuelve todo lo que arrojamos alguna vez, eso fue todo lo que pensé, antes de volver a reiterarlo. De nuevo toda la incredulidad fija en mí unos instantes, y después en su desayuno. Entonces volví a pensar en lo poco que llegan a saber de nosotros algunas veces quienes nos heredan, a pesar de estar rallados de escucharnos desde que nacen. Lo dejo aquí, casi a modo de testigo de que lo dije alguna vez: me encantan Los picapiedra.

Me gustan todo aquello que es nacido para no dañar. Aquello que es inventado para recrear, para acentuar lo positivo, para instruir desde algún lugar. Lo que no guarda rencores ni aviva resquemores. Me gusta la inocencia desde la que cabe contar. Por eso y muchas otras cosas me gustan, me gusta soñar con la posibilidad de crear algo así, algo que ayude a entender que a veces una concha encontrada en el mar tiene mayor valor que un diamante bien guardado en una urna de cristal.


martes, 28 de septiembre de 2010

¿Porque tengo que parar yo?

Esta pregunta me la hacía esta mañana un autónomo indignado, el panadero, que junto con el pan de hoy me dejó el de mañana también.

-¿Mañana es fiesta?_ pregunté.
-Mañana hay huelga. Lo que no sé es porque tengo que parar yo, que soy autónomo. ¿Alguien defiende a los autónomos?
- Lo vuestro es mucho peor_ fue todo cuanto se me ocurrió decir...
-Pues ya estuvieron allí los piquetes amenazando con rajarme las ruedas y romperme todos los cristales de la furgoneta si mañana salgo a repartir... ¿Y qué hago me peleo con todos los que haya por la carretera mañana? ¿Quien me paga los destrozos?...no tengo más remedio que dejar la furgoneta en el garaje y no cobro un duro, a ver quien va a venir a defender mis derechos de trabajador...

Moraleja del cuento, trabajador en defensa de salario digno convoca huelga y chafa el sueldo a trabajador autónomo.

Hay algún programa de televisión que reconozco que no suelo ver a menos que me pille desprevenida, que dedica su tiempo de programación a lo que yo llamaría casos imposibles. Que son las familias en las que se junta el hambre con las ganas de comer, y todos están parados, y se van a vivir con sus hijos a casa de sus padres, donde ya están sus hermanos con los suyos, y todos tienen que vivir con la pensión del matrimonio mayor bajo el lema de pan para hoy y hambre para mañana.

De eso saben mucho los asistentes sociales por desgracia, y aunque nunca quieren hablar de su trabajo están tan quemados que crujen a poco que se les toque. Conozco una que no deja de hacer cursillos con la esperanza de salir de ese pozo sin fondo donde todo el mundo llega en busca de ayudas que no hay. Donde todo el mundo llega desesperado de no hallar solución y hay que hacerles entrar en razón para que entiendan de una vez por todas que no encuentran solución a lo suyo, no porque sean lerdos, que tal parece que llevasen a cuestas este convencimiento acerca de sí mismos; sino porque no existe.

Ella me confesaba hace meses, ante un caso que era como para rajarse las venas y no echar gota, que muchas veces lo único que hace es disimular su llanto, y decirles con el corazón por corbata que la única salida a lo suyo es irse a casa de sus padres una temporada en espera de que todo mejore. A sabiendas de que muchas veces no soportan la presión y acaban separados. O juntos, pero cada uno con sus padres respectivos y los niños divididos.

Dicen que cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana. No cabe la menor duda de que en esta frase aparentemente tan nimia se encierra una gran verdad.


lunes, 27 de septiembre de 2010

Huelga general

Sobre la huelga convocada en estos días he leído de todo, gente a favor y gente en contra. Vaya por delante que las amas de casa no hacemos huelga nunca, al menos aquellas que tenemos muy claro que no tendremos ayuda de nadie, y que por lo tanto no hay excusa para dejar nuestras tareas sin hacer, ya que tenerlas pendientes nos agria el carácter... y no hay cosa como empezar el día de buen humor, ya que predispone a pasarse de buen humor todo el día.

Pero mi jefe si hará huelga, por causa mayor, y es que planean bajar el salario mínimo interprofesional de una empresa que si consigue hacerlo, hará que a su vez la empresa para la que él trabaja baje también su salario mínimo interprofesional. Y resulta que esto sucede en una época en que todo sube, el pan, la gasolina, los impuestos, la luz, el teléfono y podría seguir así hasta mañana...pero resumo, no tiene lógica. De modo que unirse a la huelga es la única opción para no ponernos peor, por lo tanto mi jefe va a la huelga para defender su derecho a un salario digno. Nuestro derecho a mantener al menos nuestro salario actual.

Desde que comenzó la crisis hay sectores que están sufriendo más que otros, y tengo la sospecha de que se han ido rebajando los derechos de los trabajadores a pasos agigantados, y que hay mucho listo haciendo su agosto con eso. Es más, yo creo que ciertas empresas pagarían por seguir teniendo la disculpa de la crisis para seguir afilando sus lápices y sumando ganancias, y eso es algo con lo que se debe acabar en beneficio de toda la sociedad, ya que tener trabajo es sinónimo de prosperidad y eficacia, de estabilidad y rentabilidad. Cualidades que hacen mejor el país.

Leía hace unos días que el salario de la felicidad está estipulado en 60.000 euros anuales. Y me dije que es cierto que un salario así debe hacer a la gente muy feliz, porque no llegar ni a la mitad de la mitad le hace a uno bastante irritable a fin de mes todos los meses de su vida. Firmo por ese salario para toda la gente de todo el mundo y no digo que por ello todos vayamos a ser felices de verdad, algo que en verdad no creo. No creo que la felicidad la dé el dinero, creo que la felicidad es algo interior y que tiene mucho que ver con la buena conciencia. Pero no dudo que con un salario de 60.000 euros anuales al menos tendríamos más posibilidades de hacer felices a los demás; y encontraríamos la manera de conseguirlo, porque todos sabemos que la felicidad viene de compartir, y para poder compartir es necesario tener con que hacerlo.

viernes, 24 de septiembre de 2010

El eco

No todos los niños tienen la suerte de hacer de los alrededores de la iglesia su zona de juegos, ni de vivir en un pueblo tan fructífero que reúna a diario unos veinte niños que se llevan tan bien que solo se pelean codo a codo por demostrar quien es mejor en cada competición olímpica que se inventan. Quizá haber competido tantas veces y lograr demostrar su rapidez le haya servido a Ella durante toda la vida para no rendirse, para perseverar, para buscar nuevas formas de diversión que conlleven la cercanía a otras metas que la sumen a sí misma como persona, para alentar a otros a trazar sus propias metas y avanzar hacia ellas.
Tal vez le haya servido para sentir como nadie la soledad en las tardes en que ella sola rondaba la iglesia, y para retar al eco, que desde los prados de la parte norte, ladera abajo mostraba tímidamente el mar, allá al fondo, ese eco que resonaba como la voz de un dios que siempre contesta.
Aquel a quien el eco contestó, sabe que no está solo.


jueves, 23 de septiembre de 2010

El otoño

Se desmelena de hojas secas
se sacude los calores de encima
cierra antes sus pestañas
de luz diurna.

Riza y oscurece los mares
pliega las flores del campo
hasta la primavera,
agita los vientos.

Acorta las tardes,
le pone gafas oscuras al sol
suma las horas de la ropa
en el tendedero.

Me vuelve paso a paso
toda mi melancolía,
agitando las hojas de escritos
prestos a corregir

señalando sus mil una faltas,
enfocando las hojas blancas
que aún tengo que rellenar
en el tiempo de una vida.

El otoño siempre exigente
devuelve a su sitio
al verano arrollador
como un hermano

disciplinado que después
de sus largas vacaciones
regresa a casa
imponiendo orden.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Rizando el rizo

Presentarse a un concurso literario es sencillo, presentarlo debidamente corregido ya es otra cosa. Enviarlo a corregir es sencillo, tener el ánimo de que alguien muy profesional te lo revise, es algo bien distinto. Tener la conciencia de que algo que has escrito es muy bueno en el sentido en que ha influido positivamente sobre ti suele ser algo obvio, el modo en que pueda influir en el ánimo de los demás en todo caso dudoso. Saber que has puesto a su disposición todo cuanto has podido es indiscutible, pero subyace así y todo el convencimiento que pasado el tiempo puede mejorar, y eso hace que no te lances a decidir nada, en espera que se cumpla ese margen de confianza que te has dado a ti mismo.

Todo esto lo sabe muy bien Silvia Adela Kohan, y lo deja muy claro en el último libro que he adquirido a precio de café con leche de cualquier cafetería de hoy: Claves para publicar tu libro. Lo encontré en un hipermercado dispuesto a eliminar libros sueltos de sus estanterías, y resume lo que puedes hacer con tu relato, sea del tipo que sea, para intentar publicarlo.

Siempre me traigo a casa lo que estuve buscando durante mucho tiempo, el único requisito es hacerlo a un precio que no me deje remordimientos, porque ante todo una ama de casa si algo sabe de la vida es que su oficio es únicamente ese, gastar en sí misma lo imprescindible, ya que el mantenimiento de una casa y los imprevistos son exigentes de por sí. Y además no todo lo que parece necesario realmente lo es, así que los muchos años de su oficio hacen que sea eficaz, entre otras cosas porque no tiene más remedio. En este libro se aconseja eliminar todo lo que no aporte nada al conjunto del escrito, pero este inciso que hago voy a dejarlo aquí a modo de reflexión en voz alta, porque es tan importante un sueño como una realidad, y ni uno ni otro deben volvernos locos.

En Claves para publicar tu libro se encuentra todo lo que una vez intenté reunir, información sobre concursos literarios- apunta que si se quiere ganar algo al comenzar que se apunte bajo; a ver quien puede- la información que se debe presentar, direcciones de editoriales, de agentes literarios, asociaciones de escritores, autoedición, fraudes frecuentes, donde registrar tu obra, modo de corregirla, fallos frecuentes en la unidad del escrito, condiciones que debe reunir un buen manuscrito, la importancia de un buen título...resumiendo, cualquier duda que se plantee se resuelve aquí con una claridad digna de elogio.

Y apunta lo que me ha espoleado para hablar de este libro aquí, un método casero para demostrar la autoría de una obra, y quede claro que lo apunto tal cual:

Se introduce el manuscrito en un sobre y lo enviamos a nuestro nombre y a nuestra dirección postal por correo certificado. Una vez recibido el sobre, no abrirlo y conservarlo. En caso de plagio y juicio, la fecha de envío demostrará que nuestra obra es anterior a la registrada por el plagiador.

La pregunta es donde mantener a salvo de curiosos nuestros sobres cerrados, y adelanto que es el único detalle que no aporta, o al menos que no he encontrado :(