Espero acordarme cuando lo busque de que lo he dejado impreso aquí. Me parece lo nunca visto, o lo nunca leído. Además me gusta como lo cuentan:
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
viernes, 20 de agosto de 2010
Interesante
Me apunto una película para ver. Por ahora no tengo tiempo para nada, la realidad es demasiado interesante para dejar que se esfume sin haberla exprimido debidamente. No quiero que nada me distraiga, no quiero que ningún tipo de sueño se interponga, ninguna aspiración por mundana que sea. Estoy llevando a cabo una documentación férrea que no requiere de anotaciones, y sí en cambio de muchos ajustes interiores. La vida es lo que sucede mientras uno intenta hacer otra cosa. No me quejo, me siento una persona muy afortunada. Y sé que lo soy.
jueves, 19 de agosto de 2010
¿Cómo se deja de ser tu sombra?
Desde que comenzaste a caminar nuestras sombras iban juntas a todos lados, extendiéndose a medida que caminábamos como si fuesen una sola, una minúscula y otra gigantesca en los cálidos veranos, siempre bien visibles. Mi sombra jamás te molestó, pero ya empieza a incomodarte, aunque no tanto como a otros les pueda incomodar, que al teléfono preguntan recelosos ¿está tu madre contigo? Por respuesta un seco sí. Es entonces cuando te miro y sonrío, y desaparezco cerrando la puerta tras de mí y me vuelvo a preguntar ¿cómo se deja definitivamente de ser tu sombra?
martes, 17 de agosto de 2010
Tiempos de ayer y de hoy
Durante el día de ayer podían contarse, eso sí, siendo lo suficientemente paciente miles de personas en la playa y cientos en sus alrededores. Soy Mari-me-agobia-la-multitud, eso ya lo he dicho mil veces, o eso creía sinceramente, pero resulta que solo me agobia un tipo de multitud, la ruidosa en todas sus formas, tanto más cuanta más agresividad desborde.
Esta temporada estoy más susceptible de lo normal por ciertos cambios que no tenía previstos para esta época de mi vida aún, en la parte de la que suceden. Y eso conlleva que intente dirigir a los míos como personajes de mis propios escritos, condenados a hacer de sí lo que yo quiera. Esto es: esta tarde yo te pongo en la terraza, a la sombra del gazebo, si quieres con el ordenador conectado a Internet y te hago de asistente, pero quédate; a sabiendas que si me obedeces no te dejaré moverte de mi lado ni un día más. De este humor estoy, insoportable incluso para mí misma porque mis hijos crecen y se hacen independientes, y piensan y deciden por sí mismos... Por ello - para encajarlo de un modo eficaz para todos- me concedo largos paseos en solitario por los alrededores del mar, que me devuelve las neuronas a su sitio, si las mías como las de todo el mundo alguna vez tuvieron su lugar de un modo exacto.
Ayer volví a recordar esas tardes de mi niñez en que iba a la playa, y volví a echar de menos el detalle más precioso, y me volvió a crujir por dentro lo distinto de esos tiempos y los de ahora, recordando las palabras de khalil Gibran en Tus hijos, que el pasado día de las madres puse en este blog, y que son para mí una guía imprescindible, ya que el pasado nunca vuelve ni se detiene en el ayer.
En un escrito de ciento y tantas páginas que nunca será publicado en editorial alguna,- porque he desistido de publicar, de concursar, y de intentar ser lo que no soy-, reflejo algo que a Carlota le impactó, porque creyó sacado literalmente de mi imaginación y nada más lejos:
Las ancianas que iban con sus nietos a la playa, todas vestidas de luto, con su pañoleta negra bien atada y su labor de punto. Por entonces el dique tenía una base de hormigón de extremo a extremo en forma de banco, y sentadas unas al lado de otras tejían camisitas de bebé que eran verdaderas obras de arte, patucos, gorritos y demás preciosidades que yo me detenía a contemplar. Si tuviese que decir qué parte echo más de menos de todo aquel tiempo de playa y de vida, sería eso. Las mujeres de hoy en día no tienen abuelas capaces de tal maestría digna de contemplar, ni quizá posibilidad de pillarlas un poco distraídas en su labor, para hábilmente someterlas a un interrogatorio exhaustivo de la época en que ellas mismas fueron jóvenes. Cuando estas abuelas estaban distraídas tejiendo bajo un sol espectacular y te pedías tus agujas y tu hilo para imitarlas les dabas tal satisfacción que te hacían un hueco en medio de todas y te respondían a todo. Te hablaban de la siega, y de la siembra, del sayado y el trillado, y años después de su primer amor, que fue el último también y de las trifulcas paternas que se fueron acompasando con el tiempo y derivando en una vida más o menos feliz, con la crianza de muchos hijos que a su vez les dieron nietos. La estampa de la playa de hoy es otra cosa, la verdad, Miami beach en todas sus vertientes, dichosa tele.
Por último apuntar que de mi abuela materna nunca obtuve más que un ceño bien fruncido y un eterno silencio ante mi sarta de preguntas, un silencio sospechoso la verdad, que pagué con idéntica moneda. De este modo se perdió las risas provocadas por mis desventuras del momento, mis reflexiones aventuradas y mi pragmatismo. Para quien no lo sepa aún ahí va mi única certeza, la vida es una balanza que tiende siempre al equilibrio y por ello siempre recibes lo que das. No hay concesiones.
domingo, 15 de agosto de 2010
De nuevo las baldosas
Pues era algo que se me había quedado pendiente, hablar con el alcalde y transmitirle de modo directo la frustración que el hombre de la silla de ruedas y yo sentimos en el momento en que nuestras miradas se cruzaron. A través de la ventanilla del coche en que yo viajaba. Fue una escena que nunca podré olvidar, porque a menudo olvidamos lo difícil que puede ser para otros lo que a nosotros nos resulta tan sencillo.
Y en honor a la verdad he de decir que esta mañana y sin saber cómo fue, todas las baldosas estaban puestas en su lugar pertinente. Todas y cada una de las que faltaban desde hacía ya muchos meses. De modo que ya no tendré que esperar a que las ilustres personas que acompañan siempre al señor alcalde me dejen un hueco para hablarle de tú a tú. Y me alegro por ello porque a menudo me ha costado contenerme. Y arrancarme también, soy dual para todo.
Me alegro de que al fin se haya arreglado, porque me gusta la justicia en todas sus formas, y también la sencillez. Lo más simple puede conseguir hacerme muy feliz, feliz de veras. Por eso tenía que decirlo.
sábado, 14 de agosto de 2010
Recordando
No soy de números, ni de letras tan siquiera, las fechas se me escapan, se me confunden los meses y los días porque la vida como ama de casa es monótona, dentro de su vorágine cambiante casi a cada minuto. Por eso no sé el tiempo que ha pasado desde aquellos primeros testimonios, porque ya desde sus cinco primeros segundos supe que era demasiado tiempo para permitir que una vida humana dejase de latir pudiendo evitarlo. Prevenir, lo mío siempre ha sido intentar prevenir, más que andar con tiritas, atajar más que escoger el camino largo que lleva a casa de la abuelita de Caperucita. Tal vez por eso hay cosas que ni entiendo ni me molesto en entender, tal vez por eso sé que hay cosas que solo me sirven del modo en que yo las quiero, y nada más. Y si no son posibles me da igual que pasen dos segundos que una eternidad entera, jamás acabo de aceptar que sean, en espera de que lo que pido sea posible siquiera de casualidad antes de morirme.
Ante aquel telediario que desató la noticia de la guerra de Irak me pregunté porqué los españoles habrían de ser diferentes a los irakies, y me pregunté también quienes se ocuparían de rescatarles a ellos de la misma barbarie. Me sentí molesta, infinitamente molesta porque todas las personas sean del lugar que sean merecen vivir tranquilas y en paz. No me importa lo cerca o lejos que quede un país del mismo centro de mi ombligo, pido para todos la paz, y las mismas oportunidades. Me cruje cada día que pasa en esta situación, porque me digan lo que me digan Irak sigue siendo el mismo infierno de sus primeros días. Aunque se silencie rellenando espacios de telediarios que más que telediarios parecen cabarets, aunque no tenga fechas ni datos. Me sigue doliendo cada día que el sol despunta y la situación sigue igual, y el mundo sigue mirando para otro lado, ebrio de girar y girar sobre un punto descentrado.
viernes, 13 de agosto de 2010
Pide al universo y él te concederá
Cuando leí el libro del secreto, recomendado por una amiga, encontré que mucha de mi filosofía de vida ( si la tuviere) está expuesta en ese libro. Yo lo resumo diciendo que hay una realidad otra entre el punto en que nuestra realidad y nuestros pensamientos se tocan, todo es de alguna forma antes de materializarse, o aunque jamás se materialice, algo por el hecho de existir incluso en pensamiento recurrente ya está siendo. La cosa podría ser así.
De un tiempo a esta parte me maravilla el modo en que el universo se empeña en complacernos. No puedo poner el ejemplo real, pero es para troncharse de la risa, aunque claro, quizá para verle la gracia haya que ser un iluso total, cuando lo cuento no todo el mundo lo interpreta como un intento del universo por ofrecer aquello se le pide con intrépida vehemencia.
Si bien es cierto que una cosa es conseguir algo que se ha estado anhelando durante mucho tiempo y otra muy distinta que el hecho de alcanzarlo no resulte pernicioso. Esperemos que no, porque el fracaso de un hijo es peor que el de uno mismo. Mil veces peor. En cualquier caso os dejo un aviso, cuidado con lo que pedís porque se os podría conceder. Y aquí no hay nada gratuito, pagaremos el precio de todo, incluso de nuestras ilusiones.
jueves, 12 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)