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miércoles, 18 de febrero de 2015

El increíble viaje de Mary Bryant

El otro día comencé a ver esta película y aunque al principio me interesó, en un momento dado me resultó tan cruda que cambié de canal...y nuevamente volví para quedarme hasta el final. Me impactó, mentiría si no dijese que me tocó las fibras. Destacaría ante todo la voluntad férrea de sus protagonistas para sobrevivir pese a todo y el amor; ese capaz de volver a darse todas las oportunidades precisas. Vamos, el verdadero, el que uno se lleva desde esta vida a la otra y quizá incluso allí vuelva a resucitar.

El fallo que le vi fue ya no tanto que la niña en la mayor parte de la película no crezca, sino que un bebé pueda sobrevivir con aparente tranquilidad cuando los mayores desfallecen de tal forma. Un niño más crecido lo haría más creíble, pero incluso a eso le doy un margen de benevolencia por el resultado global.

Parece que la historia real de Mary Bryant difiere en algún detalle, pero eso lo dejo para quién quiera indagar. Como no puede haber opiniones idénticas os aporto alguna más:


http://cronicasenferrocarril.blogspot.com.es/2012/03/el-increible-viaje-de-mary-bryant.html

viernes, 13 de febrero de 2015

Preguntas que me rondan

Hay una duda que de un tiempo a esta parte ronda por mi mente. Veréis, a lo largo de la historia de la escritura, no han sido pocos los autores que han pedido a su albacea literaria que destruya sus escritos tras su muerte. Creo que Kafka fue uno de ellos y que su albacea, en vez de destruirlos, los publicó. La pregunta es ¿que hace Google?, ¿los destruiría o seguirían pululando por ahí? Quien dice Google dice Amazon, etc.

Junto a esta cuestión hay otra que me ronda. Si yo tengo este blog y a partir de un día de estos decidiese publicar una novela con otro seudónimo y comenzar una andadura con mi otra identidad como escritora de novelas ¿Google respetaría mi decisión de comenzar de cero? ¿Me mantendría para siempre desvinculada de este blog? Sé que sobre el papel lo haría, pero ¿llegaría a comportarse -a su manera- como el albacea de Kafka?

No es por nada en particular, o sí; en todo caso es que de cuando en cuando me surgen preguntas acerca de ese monstruo al que nadie le conoce la cara, el monstruo de Google; o San Google, aquel que todo lo sabe. Y aquel al que todos recurren.

lunes, 9 de febrero de 2015

Un sueño nace porque nace, de ahí en adelante vive. Esto es así

Hace días me regalé un portátil viejísimo para usar solo con el word. El chico que me lo vendió se volvió loco para demostrarme que servía para navegar por Internet, y aunque servía de muy poco y muy mal, se quedó de una pieza cuando sin regatear tan siquiera acepté su precio.
De una pieza se quedó la chica de la tienda de informática, cuando llegué con él y le dije que solucionara algunos problemas que tenía y le instalase un word, el que pudiera. Me comentó que esperaba que no hubiese pagado mucho por él porque era más o menos de la era de los dinosaurios. Sonreí con mi sueño entre los labios y el secreto anhelo de que el ordenador estuviese bien dispuesto a cumplir con su parte, porque yo pondría mucho empeño en cumplir con la mía. Cuando la chica de la tienda me lo devolvió dijo que navegaba sin problemas, no la creí, no navegaría ni para atrás, pero no le dije que solo lo quería para el word. O sí, se lo dije y la verdad, tampoco me entendió. Volvió a insistir en que navegaba bien y que sin Internet ningún ordenador servía para nada.¿¿¿...???
Ahora mismo lo iba a arrancar, pero antes debo hacer anotaciones, tengo ante mí un archivo de word de seiscientas y algo páginas a doble espacio. Cargadas de errores gramaticales y demás y sé que alguien tendrá que echarme una mano si en algún momento quiero subirlo a Amazon. Me han mandado tutoriales de cómo hacerlo, pero son demasiado complicados para mí como concepto. Y tampoco es el momento. Por ahora me queda elaborar un croquis en papel. Es decir, resumir la historia ya pasada a word, a papel, y leerla toda de principio a fin sin cambiar una palabra. Sudo de solo pensarlo, pero una escritora extranjera dice que en el momento en el que está mi escrito se debe obrar así; asegura que es inútil corregir palabra por palabra algo que sin duda volverá a cambiar en el proceso.(Parece poca cosa, pero es una exigencia que no sé si podré cumplir. Espero adquirir la disciplina necesaria en el trayecto).
Ya ni quiero contar el momento en que traje mi viejo portátil azul a casa y las risas y desconfianzas que desató. "No sirve para nada" fue lo primero que escuchó, después me tocó a mí "Tu sueño de escribir tampoco sirve para nada". No respondí. No voy a decirles nunca que mi sueño de escribir me salvó la vida hace tanto tiempo. No voy a admitirlo ni ante mí. ¿Cuánto vale este deseo de encaminar mis historias de principio a fin?, más que el concepto que tengo de mí misma, eso seguro. Y más que la realidad absurda que como país nos toca vivir. Por valer, vale más que todas las fortunas que ahora algunos no saben ni explicar de dónde salieron, o cómo crecieron hasta volverse desorbitadas.
Cuánto vale el sueño de encender un portátil viejo tiene una respuesta sencilla, con la casa a quince o dieciocho grados da gusto escribir. Es mejor que hacerlo desde otro ordenador con torre y monitor en el helado desván que en esta época no sube de los tres grados. 
Cuánto vale el sueño personal de cada uno es incalculable, aunque siempre lo pongamos en duda: Un sueño vale más que un tesoro; porque a poco que lo cuides se convierte en un valioso motivo por el cual vivir.

martes, 3 de febrero de 2015

Seguiremos viviendo, de Elisabeth Pedrosa

Se dice que Internet ha cambiado nuestra forma de leer, puede que sí, a mi parecer algunos buscábamos en los libros lo que ahora encontramos de otro modo más directo, sino mejor. Ayer mismo, viendo por casualidad una entrevista en televisión, sin saber absolutamente nada de una mujer a la que entrevistaban, con solo un clic llegué hasta el resto de la cuestión.

 Esa mujer es Elisabet Pedrosa, una madre que escribió un libro titulado Seguiremos viviendo. Un libro que comenzó a escribir dos días después de la muerte de Gina, su hija de 11 años. Si bien es madre de otros dos.

Con este libro quiere contribuir a que los cuidados paliativos pediátricos sean una opción disponible a todo aquel que los pida. Para su familia en esos momentos tan complicados, según cuenta, fueron una bendición.

Como decía, siguiendo al detalle la entrevista, con solo un clic, pude ampliar la información acerca de quién es y qué hace Elisabeth Pedrosa. Esto hace años sería impensable, nos volveríamos locos intentando recabar información. No voy a negar que esto ha cambiado mi forma de leer, me ha hecho mucho más selectiva, y como ser humano -quisiera pensar- mucho mejor. Es imposible que leyendo a personas tan especiales como ella (por el momento a través de su blog) uno no aspire a colaborar en cierta forma a llevar mucho más lejos el eco de su voz.



lunes, 2 de febrero de 2015

Desapego y orden, puzzle vital

Intento desapegarme de objetos viejos que hasta hace muy poco poseían vida. Si nos atenemos a la realidad, no, no la tenían, pero estaba tan conectada a ellos que durante mucho tiempo obré como si en vez de cosas fuesen personitas. Está bien recordar los pasos que dimos para llegar donde estamos, pero igual de importante es soltar lastre. Duele deshacernos de aquello que forma parte de nuestro pasado, pero que solo ocupa espacio y ya no necesitamos. Es un proceso lento que un día se empieza y se hace rutina. 

Hay que simplificar. Es menos costoso y más natural. Solo al restar lo que sobra uno se queda con lo necesario de verdad. A pasito lento de tortuga me voy desprendiendo de lo no tan necesario y voy guardando lo vital. 

Desapego, desapego, desapego. Verbo desapegar. 

Intento también cambiar mi relación con este espacio sin cambiar su significado. He aprendido a pasar días sin añadir una palabra. Al principio me ha costado casi tanto como dejar de respirar. Sin embargo he respirado. 

Intento encajar mis universos para que en vez de restar, se sumen. Para ello ha sido y es necesario desapegarme de todo lo que estorba a mi proyecto -dichoso proyecto-, la última corrección que vuelve pidiendo paso.

Empezar de cero. Siempre empezar de cero. Sabiendo de dónde se viene, pero ignorando dónde se va. Es necesario crear espacios donde vivir y soñar encajen dentro de un puzzle que no moleste, que se pueda conservar. Desapego y orden para no terminar más loco de lo que ya se está.

viernes, 30 de enero de 2015

Día de la Paz

Unicef nos aporta datos para la reflexión: Uno de cada diez niños está en peligro de muerte inminente porque vive en una zona de conflicto armado.

Estas cifras escalofriantes dejan claro que aún estamos muy lejos de haber conseguido toda la Paz que necesitamos. Queremos más.

Sin olvidar aquello de que la paz mundial empieza dentro de nuestras casas. En esto como en todo es necesario sembrar.


lunes, 26 de enero de 2015

Lo difícil es concluir y mantener con vida lo escrito

Lo difícil no es escribir, es hacerlo con mesura. Dominando el tiempo que le puedes dedicar. Conducir la historia en la forma en que quieres ordenarla.

Lo difícil, después de haberla concluido es no volver a empezar. No repasar hasta el infinito en busca de los gazapos o palabras que no cuadran donde están. Lo complicado es sacarla de tu cabeza y dejar espacio para recordar dónde guardaste las cosas, o los recados urgentes que tienes que llevar a cabo en su correspondiente horario. Cumplir los demás horarios y tareas es lo que no te encaja dentro del plan.

Lo casi imposible es que cuando le das espacio a una novela ella tenga la deferencia de dejarte ser tan eficiente en el resto de facetas imprescindibles en tu vida, esas que atañen a los demás. Son a su manera como la hiedra, primero asoman una hoja, y después sin saber cómo, te van enredando en ella y se van estirando sin ton ni son, reclamando el espacio de las rosas, de los geranios, de los gladiolos...hasta que armado y tijera en mano comienza la danza de la poda. Siempre lo complicado es podar.

Si ha ido creciendo demasiado tiempo a su antojo, sangra cuando la recortas. Y tal como la hiedra, en algún momento ramas y hojas van quedando muertas. Odias ese sentimiento de haber matado sin saber ni cómo lo que estaba vivo. 

Lo difícil pues no es escribir, es mantener con vida lo escrito el tiempo suficiente para concluirlo.