Este libro de Markus Zusak me ha sorprendido. Está ambientado en la Alemania Nazi y escrito con un estilo fresco y desenfadado, casi amoroso. La protagonista es Liesel, una niña de diez años que acaba de perder a su hermano pequeño y que antes que pueda hacerse a la idea de ello es "abandonada" por su madre, que la deja al cuidado de unos padres adoptivos por razones que ella no acierta a entender. Liesel es una niña huesuda, casi cadavérica, que a veces no entiende nada, y que intenta acostumbrarse a una nueva ciudad y una nueva vida.
Hasta aquí tal vez nada de especial, lo especial es el modo en que está escrito. Se dice que un escritor ha de leer todo lo posible de todos los estilos, sobre todo historias que tengan que ver con su forma de escribir y lo que quiere contarle al mundo, además de clásicos de la literatura y toda la variedad de libros que pueda encajar entre ceja y ceja. A veces es muy difícil encontrar libros al estilo de uno. Pues bien, para bien o para mal en este libro me encuentro con mi estilo de escribir y de hilar, o si no es eso, me encuentro con la clase de libros que me gratifican y que me hacen amena su lectura desde el principio hasta el final. ( Aún lo estoy leyendo, aunque apunto que con este libro conseguiré llegar hasta el final porque está lleno de frases, pensamientos, planteamientos y pistas, que además de sorprenderme me pueden).
La ladrona de libros de Markus Zusak relata una historia infinidad de veces contada: el holocausto nazi, y lo hace con buen gusto, originalidad, sencillez, profundidad y amor, un inmenso amor por la naturaleza de lo cotidiano. Todo el libro es un juego de palabras, un juego de contenidos, un juego de desafíos narrativos; y de sus letras emana la sensación de que escribirlo ha sido un juego también, un juego que Markus Zusak ha disfrutado enormemente, y que por eso al leerlo queda esa sensación de saborearlo como uno de esos platos que nuestras abuelas preparaban con tesón y que nos dejaban tan buen sabor de boca, y tan gratos recuerdos imborrables al tiempo.
Anoto lo que viene en la contraportada de un libro que me quiero comprar, que me compraré ya, un libro que sin duda hará menos dramático que nunca llegue a publicar, porque al tomarlo entre las manos sentiré que el tipo de literatura que me gustaría escribir ya está en el mercado, y que puede leerse y disfrutarse sin necesidad de que llegue a ninguna parte. Cuando leo libros como éste tengo esa sensación, de que al fin como lectora ya puedo disfrutar; son muchos libros los que comienzo y abandono en unas semanas porque aún siendo muy recomendados me aburren de muerte porque cuentan lo mismo página tras página hasta completar 500.
La narradora de esta historia es la muerte, quizá la mejor narradora para poner ante los ojos del lector una etapa cruenta. Este libro me deja una sensación que mil veces antes he tenido: para hablar de una etapa de muerte y destrucción no hace falta acuchillar al lector, salpicarle de sangre en cada párrafo, o desangrar su ánimo línea tras línea. Para hablar de una etapa cruda en la historia también puede usarse la imaginación de recrear escenarios y personajes desde el infinito amor. Esto es lo que logra Markus Zusak, engarzar hermosas sensaciones al ritmo de un teclado poseído de armonía y buen gusto. La originalidad es algo que valoro por encima de todo, y es lo que destacaría de este libro, una palpitante destreza e imaginación.