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viernes, 7 de octubre de 2011

Tienen que encontrar eso que aman

Así se titula el discurso que Steve Jobs pronunció en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford el 12 de Junio de 2005. Y es en sí mismo una lección de vida que vale la pena leer, una que ha sido escrita sin fecha de caducidad, que emociona y hace pensar, porque las palabras que uno consigue entender tienen esa virtud, a uno le sirven. Y le sirven de por vida.


El hombre muere, pero aquello que aporta al mundo vive para siempre.


jueves, 6 de octubre de 2011

Yukio Mishima

He aquí mi candidato a premio Nobel. Un hombre que durante años ha sido amenazado por su propio padre para que no escriba, y que aún así no deja de escribir se merece todos mis respetos. Si además escribe bien, -me gusta mucho su forma de escribir; es prístina como la luz de cada día, aunque hasta ahora he leído muy poco, porque poco hay en las bibliotecas que visito y he de buscar en otras- y cuenta cosas que hasta ahora nadie ha contado en la forma en que él las cuenta, mejor que mejor.

De su obra conozco muy poco, pero su vida me parece tan interesante, que sólo por conseguir publicar tanto como ha publicado en las precarias condiciones en que podía escribir, ya se merece el premio, se lee mucha verdad entre sus frases. Quien quiera conocer algo de su vida y de su obra tiene lo que yo encontré, y lo que después de leído me parece impresionante. A veces las circunstancias más adversas logran lo que no logra el mayor de los acomodos, y no es casualidad.


miércoles, 5 de octubre de 2011

Por si alguien no lo sabe:

Cuando intentes escribir sobre la verdad lo sabrás: la verdad es demasiado dolorosa para ser escrita.

lunes, 3 de octubre de 2011

Lejos de derrumbarse

Extendió su mano
cuando le necesitaron
abrió su corazón
cuando le necesitaron
estuvo siempre ahí
cuando le necesitaron
dio todo lo que tenía
cuando le necesitaron

Y nunca estuvieron
cuando les necesitó
cerraron su corazón
cuando les necesitó
nunca estuvieron
cuando les necesitó
no dieron lo que tenían
cuando les necesitó

y lejos de derrumbarse
se hizo más fuerte.


domingo, 2 de octubre de 2011

Voz libre

Creo que a diario nos seguimos sorprendiendo de esos lugares que están llenos de originalidad y de sentimiento. Lugares a los que llegas por casualidad y te da la sensación de que los llevas buscando durante tiempo. Eso fue lo que ocurrió cuando entré en este blog por casualidad y leí esta entrada. Me ganó con la estampa de verdor que desprende, y con esa voz llena de exquisita sensibilidad. Fue entonces que un eco de voces reverberaron en alguna cavidad desconocida, y en ese instante supe que era algo que quería compartir. Aquí lo dejo.


viernes, 30 de septiembre de 2011

Mi rechazo


Vas a sentir mi rechazo
desde arriba y hasta abajo
de tu cuerpo traicionero
aunque esquives mi mirada
no te servirá de nada
no lo podrás evitar.

Vas a saber que se siente
tener la sangre caliente
y frío el corazón
vas a saber cuanto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión.
Y más de lo que te di
le daré a quien lo merece
porque exactamente a ti
es a quien no se parece
vas a sentir mi rechazo
no lo podrás evitar
desde arriba y hasta abajo
luego en el mismo lugar.

Vas a encontrarme en los labios
de quien le niegue a los tuyos
la sinceridad de un beso
y en la sonrisa forzada
de quien comparte tu almohada
también me vas a encontrar
vas a saber qué se siente
tener la sangre caliente
y frío el corazón
vas a saber cuanto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión...


Alejandro Fernández (Dos mundos)



Lo mismo cantado suena tal que así:


Personalmente no entiendo cómo las grandes amistades que son los grandes amores pueden terminar así. Supongo que hay cosas que si no has pasado por ellas no puedes entenderlas. Ni aunque te las expliquen mil veces...siempre vuelves a insistir. Insistir en ello siembra mucho dolor a su paso, porque hay cosas que no saben explicarte sin dejarse un trozo de corazón en el intento: un corazón curado que vuelve a abrir. El verbo rechazar existe, y aunque no sepan contarlo, se cuenta así.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La ladrona de libros

Este libro de Markus Zusak me ha sorprendido. Está ambientado en la Alemania Nazi y escrito con un estilo fresco y desenfadado, casi amoroso. La protagonista es Liesel, una niña de diez años que acaba de perder a su hermano pequeño y que antes que pueda hacerse a la idea de ello es "abandonada" por su madre, que la deja al cuidado de unos padres adoptivos por razones que ella no acierta a entender. Liesel es una niña huesuda, casi cadavérica, que a veces no entiende nada, y que intenta acostumbrarse a una nueva ciudad y una nueva vida.

Hasta aquí tal vez nada de especial, lo especial es el modo en que está escrito. Se dice que un escritor ha de leer todo lo posible de todos los estilos, sobre todo historias que tengan que ver con su forma de escribir y lo que quiere contarle al mundo, además de clásicos de la literatura y toda la variedad de libros que pueda encajar entre ceja y ceja. A veces es muy difícil encontrar libros al estilo de uno. Pues bien, para bien o para mal en este libro me encuentro con mi estilo de escribir y de hilar, o si no es eso, me encuentro con la clase de libros que me gratifican y que me hacen amena su lectura desde el principio hasta el final. ( Aún lo estoy leyendo, aunque apunto que con este libro conseguiré llegar hasta el final porque está lleno de frases, pensamientos, planteamientos y pistas, que además de sorprenderme me pueden).

La ladrona de libros de Markus Zusak relata una historia infinidad de veces contada: el holocausto nazi, y lo hace con buen gusto, originalidad, sencillez, profundidad y amor, un inmenso amor por la naturaleza de lo cotidiano. Todo el libro es un juego de palabras, un juego de contenidos, un juego de desafíos narrativos; y de sus letras emana la sensación de que escribirlo ha sido un juego también, un juego que Markus Zusak ha disfrutado enormemente, y que por eso al leerlo queda esa sensación de saborearlo como uno de esos platos que nuestras abuelas preparaban con tesón y que nos dejaban tan buen sabor de boca, y tan gratos recuerdos imborrables al tiempo.

Anoto lo que viene en la contraportada de un libro que me quiero comprar, que me compraré ya, un libro que sin duda hará menos dramático que nunca llegue a publicar, porque al tomarlo entre las manos sentiré que el tipo de literatura que me gustaría escribir ya está en el mercado, y que puede leerse y disfrutarse sin necesidad de que llegue a ninguna parte. Cuando leo libros como éste tengo esa sensación, de que al fin como lectora ya puedo disfrutar; son muchos libros los que comienzo y abandono en unas semanas porque aún siendo muy recomendados me aburren de muerte porque cuentan lo mismo página tras página hasta completar 500.

La narradora de esta historia es la muerte, quizá la mejor narradora para poner ante los ojos del lector una etapa cruenta. Este libro me deja una sensación que mil veces antes he tenido: para hablar de una etapa de muerte y destrucción no hace falta acuchillar al lector, salpicarle de sangre en cada párrafo, o desangrar su ánimo línea tras línea. Para hablar de una etapa cruda en la historia también puede usarse la imaginación de recrear escenarios y personajes desde el infinito amor. Esto es lo que logra Markus Zusak, engarzar hermosas sensaciones al ritmo de un teclado poseído de armonía y buen gusto. La originalidad es algo que valoro por encima de todo, y es lo que destacaría de este libro, una palpitante destreza e imaginación.