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sábado, 15 de mayo de 2010

Notición


Hay una persona en este país a la que le salen las cuentas. Dicen las malas lenguas que además de salirle se le multiplican, de tal manera que cantará incluso en el juzgado y eso que lo suyo es cantar de toda la vida de Dios sobre un escenario. El porqué sigue teniendo público es algo que no me explico, pero bueno, tampoco me expliqué qué veía en ese hombre del que no se despegaba ni a sol ni a sombra, y hace años que lo tengo claro. Una que es Caperucita roja pero se va pispando.

Al ser preguntada en plena calle por su rotundo éxito solo se dignó a responder Que ella es muy ahorradora. Al escuchar esta solemne estupidez sufrí una crisis entre la risa y el enfado, a veces me hallo entre dos corrientes que tiran de mí y me quedo de piedra; tan de piedra como el morro de algunas.

...¿Qué es muy ahorradora?... ¿Que si eres ahorradora se te multiplica el dinero? Me pierde la memoria porque en ese momento me vino a la mente una imagen con la que no se puede jugar. No se puede jugar con el honor de las personas, que se juegue con tal trivialidad de veras me revienta.

Hay viejecitas que a penas si tienen fuerza para manejarse y van a la compra, que a penas se entienden con los euros y hacen sus cuentas, que apenas pueden ver y descifran en silencio lo que hay bajo las sombras. Cuando dudan suelen quedarse tan quietas como una estatua de cera. Siempre las detecto, tengo ese poder, un poder que me hace sentirme muy bien conmigo misma porque me gusta ser útil. Ellas están esperando pacientes a que aparezca alguien dispuesto a ayudar, y en cuanto me miran saben que yo soy yo. Ayer mismo me topé con una.

_ ¿Por favor me puede usted decir si es tan amable que precio pone aquí?, es que me dejé las gafas en casa y por no volver…

_ Un euro cincuenta.

Veo su cara de decepción cuando vuelven a dejar lo que querían llevarse en la estantería. Cuando me dicen el dinero que cobran y la cantidad de dinero diaria que no pueden rebasar. Y cuando me cuentan lo que hoy necesitan llevar: un litro de leche, un litro de aceite, un kilo de azúcar y una docena de huevos, y cuando me aseguran que para todo no les va a llegar. Incluso cuando se quedan en silencio decidiendo de todo eso qué es lo que dejarán, algo bien difícil cuando en casa ya se ha hecho un resumen del resumen y más ya no se puede resumir.

No soy de números pero ser pobre te hace de números aunque no quieras, y te hace más humano y más comprensivo con el mundo en el que estás, por eso tal vez no me conformo. Porque no puedo conformarme con que cinco míseros euros sean lo único que puedas gastarte al día cuando llegas a su misma edad. Una edad a la que quizá no llegaron las estadísticas cuando se hicieron y por eso se tienes que chinchar, dicho en plata, que a esa hora se esperaba que estuvieses muerta y descansando la eternidad. Y eso sí que me revienta.

Suelo tomar la iniciativa y buscar y rebuscar, sumo, resto y voy y vengo y si consigo no dejar ni una sola cosa me doy con un canto en los dientes. Es el momento de enseñarle la cesta con sus víveres y verla sonreír, ser la nieta perfecta, la nuera deseada o la amiga más ansiada. Todo eso cabe cuando no queda nada más. Allí donde no hay luz un rayo de luz es toda la claridad, ciega de verlo, llena por dentro y no sale jamás. Todo eso es lo que siento, y ahora a esperar.

Estoy feliz, porque al fin sabré cómo tengo que hacer para que el dinero se doble del modo en que nos doblan los espejos y seré la portadora mayor del reino de todas las viejecitas que dudan molestar. Cuando ellas sepan el secreto lo que nos vamos a reír.

¿Nos reiremos?, me surge otra duda, ¿Por qué no nos tendremos que cabrear verdad? Ando que no puedo con la vida y mira que si me tengo que cabrear…


jueves, 13 de mayo de 2010

Dato curioso




En un libro cuyo título no recuerdo pero que era algo de flor de loto se decía que en China no puedes decirle a un niño pequeño que es guapo, siempre tienes que hablar de él como si fuese feo, porque si no las hadas sentirán envidia y se lo llevarán al otro mundo. No creo que dijese las hadas, pero bueno era un tipo de deidad quien se llevaba a las criaturas cuya belleza causaba admiración. Este libro del que hablo no lo pude terminar de leer porque la mujer contaba cómo de niña le ataban los pies para formar esa flor. Los huesos se partían y los músculos se retorcían creando un dolor horrible. Además contaba cómo su vida entera estaba programada por otros y a mí se me hizo insoportable leerlo como me sucedió con otros libros. Hace poco alguien me contaba que los libros bien escritos se hacen muy difíciles de leer cuando tratan un tema penoso, como pueda ser una guerra. Es cierto. Es injusto no ser capaz de leer una historia que ha sido tan verdad que duele y espero algún día retomarlos y disfrutarlos como merecen. Más que nada porque ese día me seré más útil a mí misma y por ende al mundo en que vivo.

lunes, 10 de mayo de 2010

Salud mental a capítulo



La programación televisiva de las noches se llena de mujeres que adivinan el futuro y de concursos donde hacen una pregunta trampa y quien la acierta se lleva x cantidad de dinero. Últimamente ponen mujeres con do de pecho e imágenes de culos de féminas en tanga supongo que para animar a los hombres a llamar y supongo que si ponen esa imagen es porque les da resultado, a saber.

Con esto del sueño estoy sufriendo lo que jamás de la vida, duermo tan profundamente que no me entero de nada pero si el televisor de la salita se queda encendido y ronca lo suficientemente alto a las tantas de la madrugada me toca apagarlo. Una ama de casa tiene ese trabajo también, que su marido la despierte para ir a apagarlo, y ella va. Pero ella tiene una curiosidad a veces insana y está un ratito viendo aquello y preguntándose porqué un país cuida en tantos aspectos a sus ciudadanos a base de leyes y sanciones y no cuida su salud mental.

¿Será porque pasé una gran depresión cuando apenas era una niña debido a todas mis dudas sobre la muerte y me quedé en un ay? ¿Será eso lo que me hace darle tanta importancia a la salud mental de un país? No lo sé, pero lo que sé es que soy como una pila alcalina, tengo un lado exageradamente positivo y uno negativo, y no tengo término medio, o algo me hace tremendamente feliz, o desgraciada. Y esto ni tiene cura ni la necesito, aunque me gustaría ser un término medio de poder elegir, pero entonces ni me conocería. Y haberme conocido me ha dado la oportunidad de conocer el mundo, de ver el sol y sus paisajes, el ancho mar y el horizonte infinito, no voy a renegar de eso ni tan siquiera por tener que ser yo todo el tiempo. De eso ni hablar.

Pues eso, que me parecía ya deprimente que en la televisión de las noches pongan tanta cutredad dispuesta a saquear bolsillos. Y dudé que alguien llamase a esos programas pero he ahí que entonces me entero de que el abuelo de una amiga de mi hija perdió 300 euros en una de esas llamadas. Un hombre de ochenta años solo y deprimido que llamó para ganarse unos dineros y estuvo retenido tanto tiempo al teléfono que además de no acertar (apuesto la cabeza a que si alguien acierta es alguien del equipo haciéndose pasar por espectador) recibió una factura telefónica astronómica, de la que 300 euros fueron para pagar esa llamada donde ponen un cartel de un culo en tanga y dos pechugas bien infladas. Lo dicho es deprimente, porque deberían erradicar esa mafia televisiva que nos asalta a los mayores con nocturnidad y alevosía y que va destinada a atrapar a las personas con ningún recurso que prueban suerte. Esto como otras cosas me toca mucho la moral y me deprimo. Antes abría el Word y patinaba un rato sobre el teclado, ahora patino aquí que es lo más parecido a una pista de hielo olímpica. Me gusta dar piruetas, girarme sobre mí misma, avanzar a toda velocidad, retroceder sobre mis patines de cuchilla y sentirme una con el universo mientras giro y giro hasta que la música se extingue y suenan los aplausos. Solo que no todo es perfecto, desde aquí no oigo los aplausos, estoy de suerte, tampoco llegan los tomates :P

domingo, 9 de mayo de 2010

Lejana agonía





Este hombre me regaló una de mis agonías de muchos años, aunque eso es muy pretencioso; la agonía ya la tenía yo, sólo que después de leer esta frase suya que ya no recuerdo literalmente porque hace un siglo de eso me llené de angustias porque supo verbalizar mi miedo mayúsculo. Un miedo no por mí porque eso no me preocupa por mí misma a no ser que se trate de una enfermedad lenta; sino por toda la gente que comparte mi vida y late por mis venas.

William Hurt decía:

En ocasiones me angustia pensar que un solo latido nos separa de la muerte.

Es sin duda una frase hermosa, pero también angustiosa y sobre todo después de haber escuchado por teléfono que tu padre ha dejado de respirar y los médicos que están en casa no saben qué va a pasar. Veintitantos años después toda esa angustia que me embargó al leerla tomó forma. Siempre que me invade una angustia que no tiene sentido alguno en mi actualidad me da un vértigo espantoso porque sé que en algún momento será sin que pueda evitarlo. Un infarto es lo más parecido a esto que este hombre dijo y me persiguió años y paños. Tremendo pensar que siempre era mi padre quien me llevaba al médico de guardia que me diagnosticaba ansiedad después de escucharme y decirme que tener miedo a la muerte era algo humano y que era un proceso que se terminaría pasando. Se me pasó, es verdad, la suma de la gente que me espera al otro lado lo hace menos trágico. Si nunca pierdo las esperanzas, ¿por qué iba a perder la esperanza de abrazarles después de cruzar el túnel? Piénsalo un momento, si la eternidad fuese cierta al otro lado se estaría echando mortalmente de menos a los que ahora están vivos: luego no sería posible esa paz inmensa que nos retrataron desde niños. Parece que no hay verdad en la que creer y si es así ¿por qué no creer en las mentiras que nos hacemos a nosotros mismos como un traje a medida? ¿porqué no?

Eugenia Rico





La muerte blanca, premio Azorín 2002 editado por planeta. Al comenzar a leer este libro te das cuenta de que esta muerte es verdad, de que ese muchacho de dieciséis años de quien habla murió y de que todas esas sensaciones fueron verdad alguna vez en algún lugar. Creo que nadie que no haya pasado por algo así sería capaz de escribir este libro de la forma en que está escrito. Es sencillo, pero tan real que cala por dentro como la lluvia procedente de un aguacero que se extiende de principio a fin. Es una escritura bella y valiente, limpia y nítida, preciosa y punzante. Para mí es una de las mejores escritoras del momento, con una voz propia que traspasa todo lo conocido, precisa como el cristal que deja ver lo que ocurre al otro lado de la ventana. No puedes leerla sin disfrutarla, sin aprender a escribir, sin verlo todo claro. Todo esto y mucho más se desprende de este libro, creo que nadie que quiera aprender a escribir de verdad debe perdérselo. Y digo más, creo que nadie que intente entender la muerte debe renunciar a leerlo. Tiene frases preciosas que no lo fueron por casualidad, lo fueron porque latieron, porque se hundieron, porque resurgieron del fondo de la nada absoluta y se hicieron palabra. Es un libro que me emocionó como pocos, que se me hizo muy sencillo de leer pero inolvidable. Es un libro que ella nunca querría escribir y que desde luego aún con todo lo que digo de él yo preferiría que no hubiese escrito. Ella perdió un hermano de dieciséis años.

Eugenia Rico es una de las mejores escritoras de hoy, un regalo que me hizo la revista biblioasturias que le dedicó una entrevista preciosa que me llevó hasta ella cuando no sabía que existía alguien capaz de escribir así. La revista está también en Internet y animo a quien quiera a leer esa entrevista porque no tiene desperdicio. Os dejo un apunte: Escribo para el mismo ser al que escriben los enamorados cuando escriben sus nombres en la arena de la playa. Sólo que yo escribo en la arena de un desierto. Leer y escribir es el oficio de no conformarse nunca.



sábado, 8 de mayo de 2010

Ángeles Caso



Conocí a Ángeles Caso presentando el telediario regional hace muchos años, se veía una sensibilidad especial en ella a la hora de dar las noticias, no las leía, te las contaba como si te estuviese hablando de algo real, algo que podía sentir y solo después de sentirlo podía contar del modo en que se cuenta algo que se sabe. Sus ojos transmiten y su lenguaje corporal habla de franqueza, por eso me gusta.

Ángeles Caso es licenciada en Historia del arte, periodista y traductora además de escritora, y es hija del fallecido catedrático de literatura José Miguel Caso González. Todo esto no lo sabía.

En la revista biblioasturias que ha cambiado a un formato tipo libro mucho más práctico, y que también se puede leer en la red, viene una entrevista a Ángeles Caso, reciente ganadora del premio Planeta con su obra Contra el viento, que es algo que pienso leer y será lo primero que leo de ella como escritora dicho sea de paso, me interesa mucho el tema que se trata en esta novela.

De toda esta entrevista destaco lo que ella piensa sobre los premios literarios: siempre me han parecido muy buenos para nosotros. Los escritores ganamos muy poco dinero con nuestras obras – solo el 5% o el 10% de cada libro que se vende-, y los premios nos permiten seguir escribiendo con tranquilidad una temporada. Creo que eso no es sólo estupendo sino incluso justo: la inmensa mayoría de los artistas de otros campos pueden permitirse vivir de su trabajo. La única excepción somos nosotros.

Al preguntarle sobre la llamada literatura femenina, se queja de que a los hombres no se les aplique el término masculino para definir sus obras, dice: a través de la historia siempre se da por supuesto que lo que han hecho los hombres es lo más valioso, porque es lo que ha organizado la sociedad durante siglos y siglos. Nosotras seguimos siendo para muchos las hermanas pequeñas, simpáticas, pero menores…

Dice que nunca se ha sentido periodista y que no cree que vuelva a ejercer esa profesión. Para el premio de las letras 2010 propone a Ana María Matute, y también para el Cervantes, pero dice que el problema es que los premios más prestigiosos suelen ser para los hombres.

Le preguntan si ya sabe cual será su próxima historia y dice que sí, pero que a veces las novelas se atascan, y por si acaso suele tener siempre otra idea.

Personalmente estoy de acuerdo en su opinión sobre la literatura femenina, a mí me parece un insulto a la inteligencia humana ponerle sexo a la escritura pese a que está claro que la visión de un hombre y la de una mujer no suele ser la misma. Y es porque no tiene que ser la misma, las vivencias marcan la obra de un escritor, eso es lo que opino. Cada escritor escribe de lo que le apetece, motiva, o siente y la calidad si es buena es la misma. Ni más ni menos.

Yo suelo leer a mujeres porque son las que reflejan mis inquietudes por lo general, pero hay hombres que escriben como mujeres porque tienen sensibilidad, del modo en que hay mujeres que escriben como hombres. Cada quien escoge lo que quiere leer o lo que compra, con eso es suficiente. Pero es un hecho que las mujeres escritoras son menos valoradas. Hay escritores que jamás recomiendan la lectura de libros escritos por mujeres, en las escuelas suelen ser libros escritos por hombres los recomendados, los más premiados, los más escuchados y los más destacados siempre a todas horas.

Lo de presentarse a premios literarios lo veo bien, aunque creo que eso va en detrimento de los noveles que se presentan y no tienen su talento, pero en todo caso no es culpa suya. Un escritor a quien sigo y a quien admiro recalcaba la necesidad de enviar a un corrector todo lo que se envíe a concurso. Quizá sería el modo de salvar esta diferencia, al menos yo me convenciendo de ello. O pienso que tal vez podrían hacerse más premios dedicados exclusivamente a descubrir nuevas voces narrativas si en verdad desean encontrarse. En todo caso quiero pensar y pienso que el que es bueno llega y el que es malo siempre tiene el recurso de mejorar si le sobra empeño. Sigo diciendo que en cualquier caso lo difícil no es llegar, lo difícil es mantenerse, en esta carrera como en todas, todo se logra con esfuerzo y a costa de trabajar y trabajar. Aquí como en todo nadie regala nada y si se está o lo vales o se te borra de un plumazo, y nunca mejor dicho.

viernes, 7 de mayo de 2010

La senda del oso



Hay muchas rutas en Asturias, algunas no las conozco y que nadie se ponga bravo porque si hay algo que me gusta es la humildad, no puedo estar en todas partes ni animar a todo el mundo a caminar veinte kilómetros; y tampoco puedo dejarles plantados y recorrerlos yo solita porque ya lo intenté y me lleno de angustia. Otra vez será.

Esta ruta es preciosa, como toda la tierra asturiana, de color verde rabioso coronado de azul, creo que aquí las nubes son más originales que en sitio alguno y el sol cuando sale brilla más, que los ríos están mejor afinados y las montañas mejor acabadas, claro que pudiera ser impresión mía. Lo que está claro es que los osos pardos están aquí, y en peligro de extinción, y que al verlos de cerca apetece saltarse el cerrado y darles un achuchón; me encantaban Jackie y Nuca, así que cómo no iban a gustarme estos que además son de verdad y se dejan ver y fotografiar como si tal locura de gente fuese normal.

En la foto no sale el oso Furaco que se esperaba que las enamorase para lograrle un hijo a cada una, y confieso que en pleno trayecto de autobús una mañana me ruboricé escuchando a un cuidador contar los pormenores de seducción del cachorro atormentado. Lo siento pero el día que fuimos a verlo fue eso lo que me pareció, un cachorro atormentado, tal vez por la presión de estar entre dos hembras que no le hacían ni caso, aunque pudo ser por el bochorno aplastante de ese día en que la sombra no era sombra, sino una boca de horno traicionera que daba más calor que el sol mismo. A ellos les habían puesto una piscina de agua pequeña aunque hubo quien lo confundió con un bebedero, no creo que en los bebederos de osos tengan que caber enteros, aunque no sé si nos ponemos a pensar la cabeza puede dar para todas las opciones que se nos antojen, pero insisto, aquello era una piscina y no les sobraba.

En aquellos meses se contó que algo hubo entre Furaco y las osas, pero que no hubo preñez y que en breve será llevado de nuevo al cercado a que cumpla con su misión. Sí, después de tanto adornar su relato erótico de la situación el cuidador que habló en la radio lo estropeó así: cumplir con su misión. Sonó a sumisión, sumisión de los tres imagino, y claro, la naturaleza es sabia y si algo quiere es pasión.