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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Mis palabras improvisadas, para ti, pequeña flor

Y la vida, inteligente se renueva
gobierne quien gobierne
en un país venido a menos
por errores fácilmente
evitables, incluso.

Se abre paso aunque
sea madrugada y unos
duerman el sueño cansado
del trabajo mal pagado
y la crisis constante.

Porque la vida, inteligente
lucha contra un final derrotado
que ni merece ni quiere
y de forma constante se renueva
esperando los rayos felices
de nuevos y prósperos días.

Llegaste a la vida en un eco
entrecortado por las risas
de quienes te mimaron nueve meses
desde el centro de tus latidos
planeada y ansiada como fuiste.

Vienes a un mundo lleno de injusticias
para otros a quienes tal vez no cuidarán,
pero a buen seguro te enseñarán 
a no quedarte de brazos cruzados,
es una lección de familia. 
De tu familia.

Bienvenida, bien hallada, bien querida.
Hermosa tú como solo saben serlo 
las flores primorosas del mañana, 
estas son solo palabras improvisadas
de una tía feliz, radiante y alocada =)

martes, 10 de diciembre de 2013

Verbo retuitear

Hay cosas que se compran con dinero y cosas que el dinero nunca podría comprar; las segundas siempre serán mejores.

...Como el deseo de aprender, o la ilusión por mejorar, o el sueño de formar parte de algo importante que no tenga precio...

No dejéis de verlo


ESTE VIDEO DEMUESTRA DOS COSAS, 1ª.- HAY GENTE QUE POR MAL QUE TU VIVAS VIVE PEOR QUE TU 2ª.- EL SER HUMANO ES...




lunes, 9 de diciembre de 2013

El diario de Ma Yan, de Pierre Haski


Hace días terminé de leer El diario de Ma Yan, y lo siento por quienes me leen, pero es uno de esos libros que no se puede resumir, porque es un libro que se debería leer. Solo diré que pese a que fue publicado en el año 2002, escrito sobre una historia reciente en el que la niña cuenta sus impresiones sobre el día a día, asemejan hechos relatados hace un siglo aquí, con sus diferencias, claro. Esto es algo que me sigue chocando de una forma que ni acierto a describir. Ma Yan acude a clase tras una caminata de tres o seis horas, según el estado del camino de barro que debe transitar por un lugar desértico y peligroso, en el que pueden salirle al paso ladrones que intentan llevarse el dinero que pueda llevar. Solo durante el fin de semana puede ir a su casa, el resto del tiempo queda interna allí, pasando mucha hambre y calamidades para subsistir. Va calzada con unos zapatos de tela confeccionados por su madre, con ellos debe sortear todas las inclemencias surgidas durante el año entero. A clase debe llevar el arroz que le servirán para comer, el pan lo cuece su madre, y lo lleva fresco cada semana, si quiere verduras debe pagarlas con su dinero, que no tiene, con lo cual solo las come cuando alguna amiga comparte las suyas con ella. Si quiere viajar en tractor debe pagar un yuan, ella prefiere caminar y guardarse las monedas que pueda llevar alguna vez, para comprarse libretas y material escolar. Todo lo que tiene le ha costado un esfuerzo enorme conseguirlo, a ella o a sus padres, sin embargo a su clase acuden niños que pueden gastarse dinero en chucherías, algo que ella nunca podría hacer. El primer bolígrafo que compró le costó el precio desorbitado de pasar hambre y penalidades durante tres meses, si recuerdo bien, ese pasaje en este momento no lo pude encontrar. Ella lo cuenta con la total normalidad de su día a día, en el que vive en constante preocupación por la salud de su madre, que sufre terribles dolores de estómago y se ve obligada a de cuando en cuando hacer cuatrocientos quilometros para recoger fa cai. El deterioro que le causa este trabajo es notable cuando vuelve a la casa después de la crudeza de dormir a la intemperie y subsistir casi sin comer, algo que acrecienta los contínuos remordimientos de Ma Yan, cuyas notas no reflejan los resultados esperados. A clase con ella también acude su hermano, con lo cual los gastos de la escuela se duplican. 

Al diario escrito por Ma Yan se van sumando las aclaraciones de Pierre Haski, que da cuenta de las diferencias entre la China rica y la pobre, que es a la que pertenece la niña. Por eso terminas sabiendo que los mandatarios del país han descuidado a los campesinos de su región hasta tal punto que a penas consiguen subsistir entre mil calamidades; y cuando llega la solución, es trasladarlos a otro lugar, algo que no a todos les sirve. Algunos quieren permanecer en el lugar que eligieron sus antepasados para vivir, por muchas que sean las dificultades a sortear. El libro incluye fotografías de la familia de Ma Yan, y debo confesar que mi imaginación, quizá escasa, no les configuró así, ni a ellos ni a su casa, aunque es posible que esas fotografías fuesen hechas tiempo después a la publicación de este libro, casi diría que sí. Porque todo comenzó cuando el periódico Libération llegó a la región de Ningxia para cubrir un reportaje sobre aquellas tierras, y cuando ya se iban de allí, en algo que Pierre Haski califica de un esfuerzo de extraordinaria intuición, la madre de Ma Yan, le entrega tres libretas marrones, en las que la niña relataba los sucesos diarios. La madre que nunca tuvo la oportunidad de aprender a leer o escribir, desconoce lo que se esconde en el interior de esos cuadernos, pero entiende que si algo puede cambiar en la vida de su hija será solo a través de lo que ella misma fue relatando en ellos. Pierre Haski atiende a su ruego y se los lleva, ya en casa los lee con detenimiento y con gente de su equipo regresa al pueblo de nuevo para ampliar su información. Así se entera de que el padre de Ma Yan liaba sus cigarrillos con las hojas de las libretas que sus hijos dejan atrás, y se ha fumado uno de los diarios que completaban esta historia desconociendo el hecho por completo. A partir de entonces Ma Yan seguirá escribiendo a diario, pero sabiendo que sus escritos serán publicados pierde frescura, es por eso que Pierre Haski solo incluirá en el libro los entregados por la madre de la niña.

A partir del artículo publicado en el periódico Libération el 11 de enero de 2002, muchos lectores quieren colaborar en que Ma Yan pueda terminar sus estudios. También se alzan muchas voces en contra de lo que se pretende hacer, considerando que otras niñas no podrán conseguirlo y opinando que es inútil intentar cambiar algo que nunca cambiará. Por medio de los muchos donativos inesperados se forma una fundación que puede hacerse cargo de los estudios de otros muchos niños de la región. Pero que de cualquier forma siempre resultarán escasos para todos los niños que hay que ayudar a salir de la situación en que se encuentran. Al final del libro Pierre Haski cuenta que se ve en la necesidad de llevar a la madre de Ma Yan, por su propia cuenta, a un hospital lejano para diagnosticar el sufrimiento que padece, que es una úlcera. Allí madre e hija verán por primera vez ciertos lujos imprensables, como el prodigio que supone ver manar agua caliente de un grifo, algo que les parece una bendición.
Es un libro que aunque resulte a veces duro se debería leer, porque son lecturas como estas las que nos llevan a concienciarnos de todo lo que, si queremos, podemos hacer por niños como Ma Yan. Ellos que luchan a diario contra todas las adversidades con una sonrisa, porque tienen la posibilidad de estudiar, bien se merecen que quienes hemos estudiado (a veces a disgusto porque ni queríamos ni le veíamos la necesidad y además con todas las comodidades) luchemos por sus derechos, por la dignidad de sus vidas, y les ayudemos cuanto nos sea posible. Porque para eso pertenecemos a este lado del mundo que lo tiene todo, aunque a veces, de tan acostumbrados, se nos olvide. Alguien me dijo hace unos días una frase que cabe aquí:

Hacen más muchos pocos que pocos muchos.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Punto y seguido

Está muy cerca el final del año y aunque no se quiera se hace un balance sobre lo que planeamos cuando estaba a punto de comenzar, ahora, casi acaba. No puedo decir que fuese un año malo para mí, pero sí fue un año en el que no avancé casi nada en los proyectos que quise concluir. Reflexionando sobre ello podría decirse que de alguna forma, no creo en mí. No es un llanto ni una queja, algo se rompió entre ese intervalo en que soñaba con publicar las historias que tejí, y este ahora después de tanto espacio, y sé justamente lo que ocurre. Leo más y leo mejor. Ahora sé lo que es escribir con calidad, es lo que sucede por tener un vicio enorme a las bibliotecas, donde si buscas de verdad encontrarás aquello que te apasione. 

Como lectores tenemos nuestras preferencias, y sucede que leyendo mucho, encuentras todos esos libros que una vez quisiste escribir. Esas historias que para ti nadie había escrito, y que resulta que sí, algunas estaban relatadas desde antes que tú nacieras. Las lees y ya no las necesitas escribir porque están escritas tan bien que no se dejan nada fuera, y de tal modo que no se superarán a tu ver; eso sin pretenderlo te frena. Lo que aprendí este año es que hay mucho por aprender, y que la vida de las personas tiene mucho que ver con la del fruto que está en el árbol, todo está en su punto cuando madura. 

Quizá sea cobardía, quizá el deseo de vivir este momento que no se repetirá, pero siento que debo dedicar este tiempo al presente, en que ocurren tantas cosas que no volverán atrás. Después de pasarme tantos años confeccionando cientos de páginas que ahora leo, tacho y borro, necesito quedarme en la realidad de este blog como lo único construido que vale la pena. Quizá por respeto al lector, o porque es que lo único que cuando leo dejo tal cual, para bien o para mal. O tal vez porque será el cimiento sobre el que se sustente lo futuro, a la espera de esa obra que se deje finalizar. 

De momento se antoja lejos. Resta mucho por leer para acoplar las herramientas que necesito en su ejecución. Esa, sigue siendo la intuición que se escucha al fondo. No sirve apurar.

viernes, 6 de diciembre de 2013

A la espera de olvido

Anteayer estuve en el primer entierro en el que alguien fue enterrado, ante mis ojos, en una de esas tumbas que semejan una cama grande, cubierta con lápida blanca. Aún no superé la sensación que me produjo tanto silencio y tantas flores alrededor. Tantas vidas pasadas de las que nada sé, cada cual en su escondrijo, custodiado por alguna figura de mármol y algunas letras que resume su tiempo con brevedad.

Tampoco superé un sueño inquietante, que tuve al respecto, en la noche. Hay sueños que dan para historias cortas que nunca querré escribir. Que pese a ser magníficos en su forma serían harto angustiosos en su ejecución, por eso quedan ahí a la espera de ese olvido, que  a su tiempo, llegará o no. Mientras tanto sigo encerrada en esa sensación que te hace mirar la vida con ojos nuevos y al tiempo te recuerda que en algún momento será tu fin. 

Ya no sé si quiero que me pongan en un nicho o que me quemen o que me tiren al río. Pero no, yo no quiero descansar en una cama cubierta con lápida blanca. Al sol sin poder ver el sol, a la lluvia sin que me cale los huesos, a la noche que sin verla se hará eterna.

...Sigo sin pretenderlo envuelta en la sensación...

martes, 3 de diciembre de 2013

Alto y claro

Si hay algo que me pone de mal humor es que en la televisión hay programas idiotas, hechos para volver a la gente eso mismo; idiota. Son quienes luego salen a la calle y justifican ante tu cara de póker que todo vaya como va. Los que te dicen que todo esto es normal y no solo eso, sino que ya se veía venir y bla bla bla. Ya no intento llevarles la contraria, porque ya sé que son de quienes se pasan horas y vidas delante del televisor viendo programas idiotas, hechos con el presupuesto necesario para eso justamente, volver a la gente idiota. Lo peor es que lo consiguen.

Hace años, muchos años, yo me hice oyente fiel de Onda Cero, en ese momento era una cadena recién estrenada, que después descubrí que mi padre tenía puesta a todas horas en el taller en el que aprendía a soldar, ya después de retirado. Desde mi casa y su casa había ese nexo común, y cuando nos veíamos hablábamos de alguna anécdota de aquellos programas, que escuchábamos sin saber de la coincidencia, hasta un día en que en una conversación lo supimos; así por casualidad. Quizá los padres sin ser conscientes transmiten a los hijos un hilo común, que después estén donde estén, encontrarán. Lo que ocurre es que cuando te acostumbras a que hable la gente con criterio, no soportas a los conformistas, que quieren las cosas como están.

Cómo me gustan los textos de quienes saben pensar. Y cómo los agradezco. Esta entrada es solo una excusa para dejaros esto:

No os lo perdáis

domingo, 1 de diciembre de 2013

La vida se va en un segundo

No acabaré de acostumbrarme nunca. La vida se escapa en un segundo sin que nada la detenga aquí. Y sin saberlo tendré que acostumbrarme a que seas pasado, cuando hasta hace solo un minuto eras no solo presente, sino futuro.

Al final te venció tu larga enfermedad, voy a intentar no gritar, pero prometo dejar escapar todas las lágrimas que quiera. La muerte me parece tan injusta que nunca me terminaré de acostumbrar. Es un largo partido en el que al final no quedará ni un ganador. D.E.P