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miércoles, 15 de mayo de 2013

Verbo seleccionar

Se dice que las bibliotecas ya no recibirán tantos libros por falta de fondos. Es curioso, ayer me paseaba por un hipermercado y los libros ocupaban un espacio enorme, estaban tirados de precio y sólo paseé admirándolos a cierta distancia, porque tampoco es una buena época para comprar libros. Es lo que tiene la situación presente, que ni viven ni dejan vivir. Que las malas decisiones de unos nos encierran a todos y que en definitiva no son buenos tiempos para la literatura, ni para escribir esperando rentabilidad. Aunque confieso que sigo dedicando el mismo tiempo a escribir y corregir lejos de aquí, es un bálsamo del que no puedo prescindir y menos en estos tiempos en que un sueño mantenido a lo largo del tiempo no tiene precio, porque es la riqueza en sí.

En estos días, como sucede en este mundo de la red, me topé con un libro que quisiera tener, -por querer quisiera tenerlos todos-, pero hablo de un libro que me apunté para leer, porque su temática me interesa sobremanera. No son buenos tiempos para que los chicos lean, andan demasiado enfrascados en las historias que les cuentan los amigos de todas partes y en las que ellos les cuentan a su vez, escribiendo en un teclado, eso sí. Diría que escriben más que nunca pero que les cuesta leer, lo digo por la cantidad de libros que amontonan por todas partes y que al final son devueltos sin leer. No creo que sean buenos tiempos para los escritores. Paseando por el pasillo del hipermercado atestado de libros a un mínimo precio y en el que nadie los hojeaba, lo constaté. A día de hoy los pasillos que se llenan son los de comida, como en los abastecimientos masivos a la espera de una guerra, la de las carteras vacías, no hace falta más que ver a la gente que busca y rebusca en la suya antes de pagar la cuenta y ese susto final al advertir lo que queda al fondo, sabiendo lo fácil que se irá.

Pues bien, he aquí un libro que espero leer, en un momento en que corrijo y escribo en todos mis ratos libros y leo muy poco. Un tiempo en que selecciono mucho las lecturas, porque hay mucho libro editado que ni atrapa ni engancha, ni entretiene ni instruye, ni divierte ni enseña. Malos tiempos quizá, pero más selectivos, menos complacientes, más eficaces en cierta forma, por eso de que de todo lo malo algo bueno quedará.

El libro del que os hablo es este. No dejo el enlace directo por la mucha publicidad que lo rodea, se siente:

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/26/actualidad/1366997359_478050.html


lunes, 13 de mayo de 2013

Caminemos en la misma dirección

Os cuento algo estupendo que me pasó anteayer, mi hijo me dijo una frase simple: Te pasé un vídeo a tu tableta - lector electrónico que pensaba usar sólo para leer-, que quiero que veas cuando tengas tiempo, te gustará. Suelen gustarme mucho sus recomendaciones, de modo que busqué un hueco para verlo...y me encantó.

Ese vídeo pertenecía a un programa que nunca se pierde porque le encanta, y que a mí me gusta, pero que a esas horas ando tan atareada por la casa que casi nunca veo, craso error que a partir de ahora ya sé solucionar; pasándolo a la tableta como él me enseñó a hacer. Y es que los hijos terminan siendo nuestros mejores maestros porque nos conocen como si hubiéramos compartido un mismo cuerpo alguna vez. En ese vídeo, se conjugaban juventud y ancianidad, deseo de aprender y deseo de enseñar, y quizá algo más, quizá se recogía en cierta forma el testigo en valores para generaciones futuras, me gustaría que sí. Ese vídeo reunía a una persona que mi hijo admira muchísimo y otra que admiro yo, a mí la muerte no me aleja de aquello admiré alguna vez; lo que admiro se hace eterno.

En una parte de la grabación el hombre de mayor edad hace una referencia a Internet muy positiva, viene a decir que es un lugar que aún está por construir y que desde aquí se puede dar un salto importante para defender los valores sociales que hoy faltan en las capas del poder. También casi a lo último de esta maravillosa entrevista que todos debiéramos ver se establece el compromiso de volver a charlar dentro de cincuenta años. Los dos están de acuerdo en hacerlo, de modo que yo les propongo que mantengamos viva esta entrevista durante al menos cincuenta años, viéndola de vez en cuando. Es una petición saludable cuando a diario estamos sometidos a tanta manipulación.

Os dejo ese vídeo aquí, disfrutadlo AQUÍ

sábado, 11 de mayo de 2013

Unos mueren, otros se enriquecen

Aprendí a coser y fue algo de lo más apasionante que aprendí nunca, mirar una revista, ver un vestido bonito y confeccionar los patrones, salir a comprar la tela y coser durante noches enteras mientras mi casa dormía, porque eran las horas en que había tranquilidad y el trabajo que aún tenía pendiente no me dejaba dormir.

Hasta que sin saber cómo, un día de pronto la tela comenzó a ser mucho más cara que la ropa ya hecha. Y dejé que coser mi propia ropa como un método de ahorro eficaz.

Ahora sé que hubo millones de muertos de por medio. Os dejo la explicación AQUÍ

viernes, 10 de mayo de 2013

Cifras escandalosas

Se cifra en 33.490 las viviendas que han sido embargadas durante el año pasado en España. Si he anotado bien el número que acaban de dar en la emisora de radio que hay de fondo mientras me ocupo en montones de cosas a la vez es ese, 33.490 personas que han tenido que dejar el sueño de tener su propia vivienda, que es algo así como intentar mantenerse  a salvo de cualquier inclemencia.

Quiero dejar por escrito mi enorme dolor ante este duro golpe que les ha dado la vida, la crisis, la economía y las decisiones tomadas por un gobierno al que a veces no entiendo,           - nada raro, tampoco vamos a engañarnos, a veces no entiendo nada-. También quiero dejar la esperanza en que algo comience a cambiar para que después de todo lo malo que esto les ha supuesto, puedan comenzar de nuevo con mucha suerte y mucha ilusión. Que nadie les quite el sueño de un mundo mejor.

Dejo las cifras para la reflexión de quienes toman las decisiones que afectan a todos.


jueves, 9 de mayo de 2013

Me dejé secuestrar

Sí, fue eso, me dejé secuestrar una y mil veces, he ahí la razón del comienzo de este blog, fue un secuestro ya desde el principio. Eso me disculpará en el momento final en que me recriminen por abrirlo alguna vez. Fui secuestrada por la rabia de que ciertas cosas no se puedan decir, ni siquiera pensar, sin que alguien te digan que estás loca, que has llegado desde marte o que acabarás viviendo en el manicomio. Me rebelé contra eso y estoy aquí, capitana de un barco a la deriva que flota para existir. Fui secuestrada, sí.

También lo fui como madre a la hora inesperada de un primer amor, que sé que frustré, siendo un muerto que llevaré siempre sobre mi conciencia a la espera de haber tenido la razón. De momento me lo niegan todo el tiempo, me dicen que me creo tan importante que me echo la culpa de ese adiós, que en parte sólo aplacé. Me da igual, es un muerto que le sigue pesando mucho a mi conciencia, y una vacuna para aprender a quedarme a un lado y dejar a mis hijos crecer, lejos de mis manías y de mi forma de verlo todo, esa que a veces me me complica la existencia incluso a mí. Es muy sano aprender de los errores para no repetir, para aprender a decir aquello tan repetido de: "es tu vida y dependiendo de lo que consigas hacer con ella serás feliz o infeliz, allá tú". Que es un modo de hacerles saber que en realidad no sabes tanto como creen, y que por eso deben estar siempre ojo avizor, para superarte en todo y hacerlo mejor que tú, que a su lado a veces llegas a sentirte tan pequeña.

Ya lo dije, fui secuestrada una y mil veces, quizá por eso ahora me siento tan libre. Quizá por eso voy aprendiendo a disfrutar tanto esta libertad que es escribir, otra forma y quizá más fuerte de esclavitud.

El secuestro al que me refiero os lo dejo AQUÍ

martes, 7 de mayo de 2013

La potra con su potranco



El día de la madre iba recorriendo una senda con la persona que ha supuesto mi otra mitad entera en un cuarto de siglo largo, contenta de que últimamente asuma caminar durante ocho kilómetros a mi lado por lugares remotos donde sólo el bosque o los acantilados nos salgan al paso. Él es más de barullo y ruido de gente, yo de silencios y espacios anchos. En una parte del camino decidimos torcer por un nuevo atajo. Al pasar junto a una capilla, en el prado contiguo a ella, una yegua menuda pastaba junto a su potranco. Era menudo y sigiloso, de pelaje oscuro y ojos inquietos, entonces reaccioné de la forma en que siempre reacciono frente a todos los mamíferos recién nacidos, con esa sarta de cursiladas que enferman a mis hijos, que en ese momento no estaban; por eso me crecí. Acto seguido saqué el teléfono móvil y les fotografié.

El potro con tanta fiesta vino hacia mí y se me quedó mirando como si fuese consciente de lo que le decía. Después se volvió junto a su madre y siguió probando la hierba, en ese instante su dueño apareció de la nada y vino a informarnos de que era hijo de un caballo de salto y llevaba once días nacido. Fue entonces cuando supimos que acababa de llevarlos desde el pueblo gitano a ese solar y que siempre los tiene custodiados por perros.

Fue una advertencia exacta, de quien sabe que en estos tiempos se roban muchos caballos para venderles la carne. De alguien que desde lejos nos vino a observar, para decirnos sin agraviar que él era dueño de madre e hijo, que no estaban abandonados a su suerte y que los sabía cuidar. Yo volví a repetirle que era un potro precioso y que a lo sumo le eché dos días, él sonrió, con la sonrisa de quien sabe que se encuentra ante una ignorante sobre animales. En los prados siguientes había tres caballos más y un camino que iba directo hacia aquel poblado gitano desde el que vino el chico. Se me hizo raro que pasaran la crudeza del invierno en aquellas casitas destartaladas, a cobijo de eucaliptos altos y espesos pinos, pero en derredor estaba tan cuidada la vegetación que también tendría su encanto vivir allí, ajenos al consumismo demoledor, que en la actualidad hace tanto daño. 

lunes, 6 de mayo de 2013

Sobre editoriales diversas

Con su permiso voy a fantasear un ratito. Imaginemos que yo escribo porque me gusta escribir, hilar historias aunque no sepa hacerlo, componer novelas aunque nadie me haya enseñado y lo tenga todo en contra, a veces incluso hasta mí.

Supongamos que no quiero pasar por los pormenores de una editorial de toda la vida, porque me gusta más la opción de ir por libre, porque busco otro perfil de lectores distintos a los que gustan de leer libros serios de escritores de alta talla intelectual. Pongamos que yo no soy nada de eso y sólo busco lectores tan comunes y corrientes como yo; ni yo sería una escritora promedio ni lo sería mi lector, que ya en la primera página podría imaginar quién soy. Si la compra es en Amazon, puede devolver ya mismo ese libro. Quizá sea esa la diferencia, que si sigue leyendo y le engaño es menos engañado que si compra un libro en librería tradicional, que si al final no le gusta sólo podrá regalárselo a un mal amigo, si tiene, mejor que no.

Bien, sigamos suponiendo. Al final, yo, que voy por libre, publico mi libro en Amazon porque es la opción que yo elijo. Cada mes recibiré en mi buzón una carta con lo que he vendido. Ya no se trata de presentarse ante gente a la que no le importas nada y opinan que el libro que te compraron es una plasta, se trata de que tu familia, osease, la gente que más te importa en el mundo abrirá esa carta, solo por mortificarte y después se mofará de ti, de tu libro y de tu sueño de ser escritor. Aunque sea escritor de gente tan normal y corriente, tan poco exigente si se quiere, como tú. Para mí y ya no sería fantasía, supondría el momento peor. Ese que hace que escriba y reescriba, ordene y desordene, deshaga y comience, hasta el punto de no terminarme de decidir. Sobre todo algo que ya he dejado dicho: compongo novelas sin que nadie me haya enseñado y lo tengo todo en contra, a veces incluso hasta mí.

Pero estoy segura de algún día hacerlo por ver cómo sale la cosa, cuando ya no me importe tanto estrellarme en mis propios sueños y quedarme para siempre ahí.

Todo esto viene a cuento porque me leí esta entrada que dejo AQUÍ, llena de reflexiones interesantes que me harían desistir. Algo que de momento no quiero.