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domingo, 25 de noviembre de 2012

Pequeños oasis de sabiduría

Mi reto era no publicar otra entrada, ese es siempre mi reto, desde que nació este blog. Intento no escribir, creo que para mí eso es lo verdaderamente importante de cada día, y a todas horas me contradigo, no puedo no escribir a cada momento. Algunas notas las tiro y otras las conservo. Después de esto que digo supongo que me odio de alguna manera y trato de martirizarme haciendo lo contrario a lo que pienso =), vamos que estoy incluso más loca de lo que creo o no me tomo en serio para nada; yo que sé y acaso qué importa. Vivo. Eso es lo mejor de todo, que estoy viva haga lo que haga y pese a mí. Creo que hoy me levanté guasona y positiva por los planes que otros han hecho para mí y lo que me emocionan.

Os dejo el enlace a un blog que encontré hoy.

 El motivo es que me encantó. Una aclaración: el título hace referencia a ese blog.


jueves, 22 de noviembre de 2012

Caminar más rápido que tu enfermedad

Todos los días la dichosa crisis nos hace enterarnos de casos dramáticos de gente que conocemos. Personas que un día iban viento en popa y ahora van a la deriva. Es algo que todos esperamos que sea momentáneo  pero después algún analista económico viene a decirnos que 2013 será aún peor. Entonces nos preguntamos si es que todo puede ir peor, y recordamos otros países, mejor dicho, los vemos a diario, y sí, sabemos que todo puede empeorar. Se comienza cayendo todo por un lado, como una pieza de dominó que arrastra a otras, y después a otras más y puede que otras muchas queden en pie, pero las que se caen son tan importante como las que permanecen. Tienen su historia detrás, una historia que se quiebra con toda su gravedad, como una enfermedad más susceptible o menos de ser curada.

Hace días mi hijo me contó que llegó un hombre musulmán cargado con papeles de sanidad, explicándose como pudo en un idioma que no era el suyo, le dijo que tenía que pagarse una operación de cáncer y que iba caminando de casa en casa para recaudar la suma que le exigían  Levantó el pantalón y le enseñó un bulto violáceo lleno de nudos que tenía en la pantorrilla, le enseñó papeles de las empresas en las que había trabajado durante famoso boom inmobiliario, pero ahora estaba en paro y no llevaba forma de encontrar trabajo, no tenía de qué vivir ni cómo pagar su operación. Mi hijo entró en casa a buscar 20 euros que tenía en su cartera y se los dio. Entonces el hombre comenzó a llorar como un niño y a besarle las manos con una gratitud tan enorme que le partió el corazón. Sacó un papel y un bolígrafo, apuntó su nombre y su código postal y después de darle las gracias nuevamente, sorprendido quizá por haberse hecho comprender, se fue caminando hacia la siguiente casa. ¿Cuánto tiempo tardaría ese hombre joven en recaudar el dinero para su operación?, ¿Cuánto tiempo conseguirá mantenerse en pie dado lo avanzado de su enfermedad? Preguntas como esta se quedaron en el aire con que me recibió cuando llegué a casa, pues mi hijo estaba solo en ese momento.

En cuanto me vio llegar vino corriendo hacia mí y con toda la angustia de que alguien es capaz me contó lo que sucedió aquella mañana. Me dijo que le había quedado muy mala conciencia porque en principio creyó que ese hombre podría estarle mintiendo, pero que al ver la forma en que rompió a llorar y la devoción con que le besó las manos, supo que todo lo que le había contado era verdad; sus lágrimas no eran de sal. Mi hijo trabajó en ese boom inmobiliario junto a gente de todas las nacionalidades, y compartió muchas horas con gente con historias terribles detrás y grandes sonrisas y mucha generosidad; se sintió siempre entre todos ellos como uno más, no como un trabajador español, sino como un ciudadano del mundo. Alguna vez desde algún alto estrado se dijo que todos los inmigrantes eran necesarios para levantar nuestro país, y se provechó hasta la última gota de su sudor, pero ¿qué les dimos a cambio?

A diario me afano por escribir muchas historias que tengo pendientes, pero no tengo tiempo ni tranquilidad, porque la realidad me asalta a cada paso y le dedico mi tiempo y mis pensamientos desde aquí, porque desde aquí llego más lejos. Quizá si el destino existe esté destinada a contar solo esto, y solo desde aquí. Si es así me siento orgullosa de hacerlo porque lo hago con todo el esmero de que soy capaz. No me extiendo más, solo dejo aquí las preguntas que mi hijo me hizo: ¿En qué clase de mundo vivimos?, ¿Cuánto tiempo tardaremos en estar igual que ese hombre que intentaba caminar más rápido que su enfermedad?

Ojalá sus 20 euros colaboren a salvarlo. Ojalá.


Os recomiendo una entrada que vale la pena leer, respecto al mismo tema.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Seguir para conseguir

En estos días tuve que enfrentarme al dilema de si arreglar o no el ordenador que tengo para mis escritos, es ese el único uso que se le da, lo cual me llevó a hablar con mi hijo, que es el único que siempre me escucha respecto a escritura. Incluso cuando se aburre mucho revuelve entre los archivos y me deja algún mensaje que encuentro al corregir: esto es una ñoñez, o demasiado predecible, cosas de ese tipo. Nada que me anime a seguir dedicando mi tiempo a ese viejo ordenador que de vez en cuando se atraganta y hace de las suyas. No obstante es quien más se ha molestado en explicarme que esto que yo hago no tiene utilidad, y no lo hace por herirme, sino por despertarme, por bajarme a la tierra de nuevo y hacerme ver que soy una mujer normal que cuida de su casa; punto final.

Sin embargo yo defiendo lo que hago porque me gusta. Suelo recordarle que solo con eso ya tiene utilidad, me gusta, me llena, me quita los sinsabores y acrecienta lo bueno, me hace mejor persona y me une al resto del mundo. Cuando escribo pertenezco no a un mundo establecido, sino al que quiero, y eso no hay nada en el mundo que lo pueda pagar. Total, que llevándole la contraria pagué la factura de arreglo de mi viejo ordenador porque a fin de cuentas no era tan cara y me lo merezco por el empeño que le pongo a un sueño de siempre: sentir que escribo lo que quiero, solo porque quiero; porque para mí tiene su valor.

La historia de Guille es distinta. Hace tiempo quiso abandonar la escritura de una novela - no sé si ésta u otra-, porque un día de pronto no le vio el sentido. Y otro día lo pensó de forma distinta y siguió adelante. Pues bien, acabo de leer su última entrada y acabo de enterarme de que le dieron un premio de escritura. Un premio que le está diciendo que escribir tiene mucho sentido si se escribe como él. No está mal saberlo.



Os dejo aquí la entrada de Guille

martes, 20 de noviembre de 2012

Un país desconocido

De un tiempo a esta parte, desde que aumentan los impuestos y se dan tijeretazos con recortes, éste viene siendo un país desconocido en el que cada día nos sorprende una realidad que antes sería impensable como ficción. La crisis ha terminado por dar la razón a una de las frases más repetidas por nuestros mayores "La necesidad obliga". Es una frase que me ha sido recordada muchas veces, mientras me iba haciendo mayor, y no porque alguien me la dijera, sino porque yo solita le fui encontrando significado a lo largo del tiempo; como hoy.

Esta mañana, mientras preparaba desayunos, el telediario me dio la noticia del día, mostrándome en imágenes a unas madres que posaban semidesnudas para un calendario erótico, con el que financiarán el autobús del colegio de sus hijos. Pensé en que lo más probable es que ninguna de esas madres hubiese pensado jamás hacer algo así, y de ese modo me hallé de nuevo ante aquello de que la necesidad obliga. Cada calendario será vendido a 5 euros, y durante un año al menos estarán en cada hogar que decida adquirirlo.

Otro efecto colateral de los famosos recortes. Suma y sigue. De nuevo la necesidad de escribir un libro sobre ello para quitarme todo el coraje que me da. En España quizá no tengamos demasiados políticos que estén a la altura de las circunstancias, pero lo que es su población tiene el suficiente arrojo para salir de esta como sea, aunque sea en paños menores, porque es tal que así como la están dejando. Olé por estas madres que quieren que sus hijos sigan acudiendo a la escuela bien atechados, calentitos y sentados en la seguridad inconfundible de un autobús.

La noticia viene detallada aquí

lunes, 19 de noviembre de 2012

Sin amor la vida no sería nada

El amor es la esencia que mueve el mundo. Sin amor no hay nada. Todo a nuestro alrededor es amor, sí, también destrucción, pero el amor tiene la virtud de hacernos renacer una y otra vez. Incluso tras el más estrepitoso fracaso se deja mucho amor detrás que una vez hubo y estuvo; que de alguna manera permanecerá, digo yo. El amor es esa rosa con espinas que nos demuestra que está vivo, que necesita que le rieguen y le mimen para lucir con esplendor.

Sin amor la vida no sería nada.

Me asomé para dejaros un poema precioso al amor.

sábado, 17 de noviembre de 2012

En la cuenta atrás

Me pregunto en que momento este país comenzó a contar hacia atrás. Cuando intento pensar en todo lo que marchaba de una forma cuasi perfecta me veo haciendo memoria y mirando atrás. 

Es un sentimiento que no me gusta, porque el buen camino se hace hacia adelante.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El ordenador de libertad

De nuevo su ordenador se saturó de tanto corregir sobre lo escrito. Se negó a encenderse con normalidad y de buenas a primeras perdió el archivo que le obligaba a arrancar. Al principio Ella peleó con nerviosismo, después con vaga esperanza, después con resignación. Y pasado el tiempo se recriminó no haber invertido ni un euro en tinta para imprimir las miles de páginas que ahora quedaron en suspenso otra vez más. Quizá sobre el halo de indignación flotase la seguridad de tenerlo todo distribuido en disquetes y la tranquilidad de poderse dar unos días de verdadero descanso.

De nuevo lo realmente fastidioso era llevar el ordenador a la tienda de arreglo. Exponerse a que cualquier ojo indiscreto rondase por allí. Por ese mundo imaginario tan sublime y tan secreto.

Por ese lugar del mundo sujeto a sus propias normas.