Sobre el escritorio desde el que escribo ahora mismo. Tuve que reírme al encontrarla, porque no puedo estar de acuerdo. Es cierto que tu necesidad de orden en la casa, es solo proporcional a mi necesidad de escribir, de decir en voz alta lo que pienso, de buscar la información que me falta, de comunicar lo que me cruje por dentro, de salir de mí para retornarme con la paz que anhelo. La nota rezaba así:
Perseverancia, constancia, dedicación y esfuerzo; cosas que tú no conoces. (Te corrijo, ese tú lleva acento).
Vamos a llevarnos bien, ahora que estás al paro. Ahora que has llegado hasta aquí. Ahora que quizá has descubierto que aún soy más patética de todo cuanto imaginaste. Sé cuánto te hastía este sueño; quizá en la misma medida en que me apasiona a mí. Déjame un espacio de libertad, ese espacio de libertad en el que yo soy solo yo. Ni esposa, ni madre, ni ama de casa, ni todo lo que se quiere de mí; solo yo, lo que quiera que eso sea puesto que lo desconozco. Es eso lo que he salido a descubrir, y no me alcanzará la vida entera para descubrirlo. Tampoco me importa, si el camino se compone de palabras estoy incluso dispuesta solamente a caminar. Necesito la palabra escrita para apuntalar todo aquello que me mantiene erguida, lo que me ayuda a caminar. Sé cuanto odias que escriba, lo lejos que te queda; pero sé también que solo tú has querido comprenderme, me has dado pautas y consejos, has ido leyendo mis relatos y novelones y me has aportado luz. Esa luz, que en el fondo alumbra tu camino y no el mío, porque yo necesito de otra luz, esa que de momento tan solo puedo intuir, equivocada o no. No es la misma materia la que nos compone, aunque a través de mí hayas llegado a la vida. Aunque te hayas hecho tan igual a mí, no sé si por influencia o genética. Eres un chico inteligente, algo que yo no soy, por eso velas por mí desde el silencio, cuando todo lo que debería importante es tu vida, y sobre todo a tu edad. Eres perfecto, y no sé si la vida admite tanta perfección: arriesga, busca, intenta, juega, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, y ve en busca de tu camino sin detenerte. No vivas a la sombra de los demás, deja que tus pies hagan su camino. No intentes contentar a todos, porque ese es el camino que lleva hacia el fracaso personal.
Sé que no necesitas mis consejos, porque tú eres más lúcido que yo, pero ya que estoy aquí, lo digo. A veces siento que intento atrapar un pedacito de cielo, para demostraros que puede traerse un trocito de universo a casa; y quizá lo siento porque mientras os contemplo a ti y a tu hermana, sé que en efecto es así, que sois un pedazo de soles que iluminan mi existir. Pero no es mi vida la que importa ahora, es la vuestra; que apenas comienza y debe subsistir. Vamos a llevarnos bien, respeta mi espacio, no cortes el vuelo de mis alas, y si eres paciente verás que termino despegando al fin. Tengo todo el combustible que necesito, eso es seguro, no llevo brújula ni mapas, sigo esa luz, esa que desde alguna parte alumbra para mí. Jamás lo dudes.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
miércoles, 11 de julio de 2012
martes, 10 de julio de 2012
Retazos...
Escribir es mantener una llama encendida en el corazón. Una llama que jamás se consume, puesto que arde con algo parecido al amor.
lunes, 9 de julio de 2012
Quiero una bandera
viernes, 6 de julio de 2012
Algo a tener en cuenta
Es un peligro leer, pero leer de verdad. Leer de verdad lo tiene todo de riesgo, el riesgo entero, el riesgo de la valentía.
Blumm
Este texto, lo extraje de esta entrada de blog:
jueves, 5 de julio de 2012
Algunas veces
Necesito añadir pocas palabras a las entradas que encuentro y quiero compartir con vosotros. Los que de una forma intuitiva -desde este lado- estáis ahí. Aquellos que solo estando hacéis posible que siga aquí.
No añado palabras a esta entrada que os dejo. No es necesario. Todo lo importante está aquí:
http://silencioeslodemas.blogspot.com.es/2012/07/escribir-por-que-para-que-sobre-que.html
No añado palabras a esta entrada que os dejo. No es necesario. Todo lo importante está aquí:
http://silencioeslodemas.blogspot.com.es/2012/07/escribir-por-que-para-que-sobre-que.html
A tres metros sobre el cielo (película).
No leí el libro de Federico Moccia, ninguno de los suyos por ahora. Desde las páginas de escritores se refieren a él como un escritor de los que no hay que leer. La razón, como siempre se me escapa, aunque si algo hay, es que es uno de los escritores que más venden actualmente. Yo creo que su éxito se basa en que guste o no guste, retrata la realidad de los adolescentes de hoy. No maquilla, no exagera y no se miente. Pasea mucho por las calles y capta aquello que muchos escritores prefieren omitir. Como digo no he leído nada suyo, pero tengo amigas que me han contado más o menos sus tramas. Y de ellas me he forjado esta opinión.
Pues bien, ayer, no tenía pensado ver esta película. Porque siendo sincera no esperaba gran cosa, como a veces no espero nada, del cine español. Se ha basado durante muchos años en argumentos idiotas, con dos carretas en primer plano como único tirón. Vi alguna película pasable, e incluso buena, y por supuesto no vi todas. Pero solo Te doy mis ojos, de verdad de la buena me gustó, tenía una historia de fondo y supo encararla y retratarla a la perfección, e incluso dejó su lección. Sus protagonistas estuvieron a la altura, supieron contarla y darle vida, dejando su mensaje claro, y dando cuenta de que en una película todo suma o resta; tanto el escenario, como el guión.
En A tres metros sobre el cielo, todos los personajes hicieron creíble su papel. Le dotaron de vida, de consistencia, y todos juntos fueron contando una historia, que después de terminar, me advirtieron, no es la de papel. La película cambia cosas a su antojo, por otra parte como suele suceder, puesto que escritor y director a veces, no tienen la misma visión. Y el director puede ir más lejos, sobre esa superficie que otro ya le pulió.
Creo que cuenta con el mismo acierto la intranquilidad de los padres y los sueños de sus hijos. Los temores de unos y los amores de otros. El deseo de los mayores a que sus eternos niños sigan dormidos, y las ansias de ellos por despertar. El encontronazo a todas las esferas que les supone salir al mundo y seguir sus instintos. Allá donde unos triunfarán y otros no.
Me gustó sobre todo que deja muy claro, algo que hasta hace poco desconocía: que puede el amor romperse aunque sobre amor.Que a veces pesan las circunstancias más que las personas. O el entorno. O el modo de vida. E incluso la reacción inamovible que se tiene en el día a día, tan reacia a cambiar. Como también pesa, y mucho, el modo en que uno ha sido educado, aquello sobre lo que no pasa, sino que retrocede, para desde ahí volver a empezar.
Pues bien, ayer, no tenía pensado ver esta película. Porque siendo sincera no esperaba gran cosa, como a veces no espero nada, del cine español. Se ha basado durante muchos años en argumentos idiotas, con dos carretas en primer plano como único tirón. Vi alguna película pasable, e incluso buena, y por supuesto no vi todas. Pero solo Te doy mis ojos, de verdad de la buena me gustó, tenía una historia de fondo y supo encararla y retratarla a la perfección, e incluso dejó su lección. Sus protagonistas estuvieron a la altura, supieron contarla y darle vida, dejando su mensaje claro, y dando cuenta de que en una película todo suma o resta; tanto el escenario, como el guión.
En A tres metros sobre el cielo, todos los personajes hicieron creíble su papel. Le dotaron de vida, de consistencia, y todos juntos fueron contando una historia, que después de terminar, me advirtieron, no es la de papel. La película cambia cosas a su antojo, por otra parte como suele suceder, puesto que escritor y director a veces, no tienen la misma visión. Y el director puede ir más lejos, sobre esa superficie que otro ya le pulió.
Creo que cuenta con el mismo acierto la intranquilidad de los padres y los sueños de sus hijos. Los temores de unos y los amores de otros. El deseo de los mayores a que sus eternos niños sigan dormidos, y las ansias de ellos por despertar. El encontronazo a todas las esferas que les supone salir al mundo y seguir sus instintos. Allá donde unos triunfarán y otros no.
Me gustó sobre todo que deja muy claro, algo que hasta hace poco desconocía: que puede el amor romperse aunque sobre amor.Que a veces pesan las circunstancias más que las personas. O el entorno. O el modo de vida. E incluso la reacción inamovible que se tiene en el día a día, tan reacia a cambiar. Como también pesa, y mucho, el modo en que uno ha sido educado, aquello sobre lo que no pasa, sino que retrocede, para desde ahí volver a empezar.
miércoles, 4 de julio de 2012
Verbo escribir
El mundo de los blog ha desatado la fiebre por escribir. Sería sencillo pensarlo así, aunque quizá no sea cierto. Quizá lo cierto sería decir que quienes escribían de siempre, y de siempre lo guardaban para sí mismos, (porque cuando intentaban compartirlo con otros se encontraban lectores que no querían, que no entendían, que no valoraban, o que no aportaban lo que ellos querrían...), ahora pueden compartirlo con otros desde su blog. La pregunta sería por qué lo hacen. Y la respuesta es que cada quien tiene sus propias razones, quizá muy distintas, como en todas las esferas de la vida.
En el mundo de la blogsfera se encuentra de todo, como en todos los mundos. Y supongo que cada quién juzga por su propio criterio lo que le sirve y lo que no. Es cada quién quien ha de seleccionar lo que le sirve en su día a día y lo que no le sirve, como en todas las facetas que le ocupan. Sin más sustos ni aspavientos. Quizá por eso no me asusto de todo cuanto puedo encontrarme en un blog cuando entro, siempre siento como si entrara en un campo privado de su autor. En una estancia de su casa. Y soy yo quien decide si quedarse o no.
Después puedo hacerme todas las valoraciones que yo quiera. Pero sé que cada quien tiene sus propios motivos, que quizá sean muy distintos de los que pudiera pensar yo. A fin de cuentas todos somos distintos, y cada quien es movido por su propia razón. Si nos ponemos tiquismiquis, incluso por su sinrazón.
Al leer esta entrada yo pensaba en un libro que hasta ahora leí hasta la mitad. Me resultó tan duro, que decidí leerlo en dos partes, o en tres, o en cuatro; pero leerlo hasta el final. El libro se titula "Ven, sé mi luz", y su autora es Madre Teresa de Calcuta. Que no escribió un libro, sino cartas. Cartas que fueron dirigidas a su gente de confianza. En ellas resume dudas, certezas, miedos, valentía, fe, dolor, pesadumbre, aflicción...Son el testimonio de una parte de su vida y de su obra, que quiso alejar de los ojos de quienes no entendieran. Por eso pidió reiteradamente una vez y otra que todas sus cartas fuesen quemadas. Que no alcanzasen a ser vistas por los ojos del mundo. Y mientras iba leyendo pude entenderla. Y admirarla, y llorar junto a ella. Y sentirla a mi lado, y compadecerla... Eran cartas llenas de sentimientos, que retrataban la pura verdad, esa verdad de un tiempo que pasó por ella.
Desde entonces en todos los momentos insoportables de mi vida (pues como todo ser humano los tengo), pienso en ella, y puedo sentirla a mi lado; tal es su fuerza.
Creo que todo escrito es un escrito. Sin más. Pero que dependiendo de quien escribe y de quien lee, se encuentra una cosa u otra. Que a fin de cuentas cada materia que nos compone decide qué es para nosotros lo que leemos; menos o más. Pero no independiente de quienes somos. Ese que somos, mientras leemos también está. Y puede hacer que en vez de una cosa leamos otra.
Incluso una que ni está.
http://mortizjacinto.blogspot.com.es/2012/04/pornografia-emocional.html
En el mundo de la blogsfera se encuentra de todo, como en todos los mundos. Y supongo que cada quién juzga por su propio criterio lo que le sirve y lo que no. Es cada quién quien ha de seleccionar lo que le sirve en su día a día y lo que no le sirve, como en todas las facetas que le ocupan. Sin más sustos ni aspavientos. Quizá por eso no me asusto de todo cuanto puedo encontrarme en un blog cuando entro, siempre siento como si entrara en un campo privado de su autor. En una estancia de su casa. Y soy yo quien decide si quedarse o no.
Después puedo hacerme todas las valoraciones que yo quiera. Pero sé que cada quien tiene sus propios motivos, que quizá sean muy distintos de los que pudiera pensar yo. A fin de cuentas todos somos distintos, y cada quien es movido por su propia razón. Si nos ponemos tiquismiquis, incluso por su sinrazón.
Al leer esta entrada yo pensaba en un libro que hasta ahora leí hasta la mitad. Me resultó tan duro, que decidí leerlo en dos partes, o en tres, o en cuatro; pero leerlo hasta el final. El libro se titula "Ven, sé mi luz", y su autora es Madre Teresa de Calcuta. Que no escribió un libro, sino cartas. Cartas que fueron dirigidas a su gente de confianza. En ellas resume dudas, certezas, miedos, valentía, fe, dolor, pesadumbre, aflicción...Son el testimonio de una parte de su vida y de su obra, que quiso alejar de los ojos de quienes no entendieran. Por eso pidió reiteradamente una vez y otra que todas sus cartas fuesen quemadas. Que no alcanzasen a ser vistas por los ojos del mundo. Y mientras iba leyendo pude entenderla. Y admirarla, y llorar junto a ella. Y sentirla a mi lado, y compadecerla... Eran cartas llenas de sentimientos, que retrataban la pura verdad, esa verdad de un tiempo que pasó por ella.
Desde entonces en todos los momentos insoportables de mi vida (pues como todo ser humano los tengo), pienso en ella, y puedo sentirla a mi lado; tal es su fuerza.
Creo que todo escrito es un escrito. Sin más. Pero que dependiendo de quien escribe y de quien lee, se encuentra una cosa u otra. Que a fin de cuentas cada materia que nos compone decide qué es para nosotros lo que leemos; menos o más. Pero no independiente de quienes somos. Ese que somos, mientras leemos también está. Y puede hacer que en vez de una cosa leamos otra.
Incluso una que ni está.
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