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lunes, 21 de mayo de 2012

Mamá Tunza

La historia de Mamá Tunza es una de esas historias que te reconcilian con la vida, a veces tan injusta. Es una historia de nace de mucho dolor, pues todo niño que vague abandonado por las calles, contiene dentro de sí todo el dolor que pueda el mundo albergar. Sin embargo, el hecho de que una mujer, analfabeta, que ha trabajado 19 años como criada, y que traído al mundo 4 hijos propios, termine convertida en la madre que cuida a 350 niños abandonados en las calles; es la demostración de que hace más quien quiere que quien puede.

La vida de Mamá Tunza cambió el día que encontró en la basura a una niña casi recién nacida abandonada, y sin pensárselo dos veces se la llevó a casa, y la amamantó. Desde ese mismo día de hace 14 años ha ido encontrando niños abandonados y se los ha ido llevando a casa. Ya tiene 350. En su lengua, Mamá Tunza, significa La madre que te cuida. Eso es para esos 350 niños esta mujer, la madre que ha cuidado que no les falte de nada.

Desde toda la tristeza que encierra esta historia, está la gratificación de conocer a gente capaz de llevar a cabo una labor como la suya. A veces me pregunto para qué tengo blog, y no hallo la respuesta. Quizá tenga blog para encontrar a personas como ella y darles personalmente mi gratitud desde aquí. Porque el mayor lujo del mundo es que exista personas como ella. Aparentemente normales, pero fuera de toda normalidad; gente extraordinaria de extraordinaria grandeza. Gentes que no tienen nada y son capaces de brindar hasta lo que no tienen a los demás.

A muchos dirigentes de la tierra, que hacen todo lo contrario: tienen todo lo que les damos y se lo quedan. Debería caérseles la cara de vergüenza. Yo me quedo con la pena de que todo nuestro dinero no llegue directamente a las manos de personas como ella: Mamá Tunza. Quién sabe todos los milagros que haría ella.

Os invito a ver los 11 minutos que dura este vídeo. Os aseguro que pocas cosas en esta vida valen tanto la pena.

La historia de Mamá Tunza

Junto al vídeo de Mamá Tunza, dejo el de otra madre coraje, que han titulado:

 La mujer más bella del mundo

sábado, 19 de mayo de 2012

Democracia sin libertad

A veces uno se levanta tan gris como el día, y mientras desayuna, ojea un periódico que hasta entonces no ha tenido tiempo de mirar. Uno del que destacaría muy pocas cosas quizá. Pero en el que de pronto encuentra algo que vale la pena recortar, para leer de cuando en cuando, y no olvidar.

Aquello que se ha pensado tantas veces y no se supo contar, está ahí, tan impecablemente contado, que solo queda disfrutarlo para después compartirlo.

viernes, 18 de mayo de 2012

Trabajo y placer

Hace unos días leía una entrada de blog que resolvió por si sola un conflicto interno que yo albergaba, desde hace años. Desde entonces he ido haciendo una serie de ajustes, que hasta el momento no han dado resultado. Uno no se pone a escribir cuando lo programa, sino cuando surge, al menos en mi caso. Además no me gusta releerme, es por eso que cuando intento corregir viejas obras, me sucede lo mismo que cuando intento releer un libro: ya me sé la historia y como no puedo sorprenderme párrafo a párrafo me aburro, y como me aburro, lo dejo. De modo que así es imposible aprender.

Suelo ser muy lenta leyendo, porque ahora no solo leo, sino que además cuestiono, memorizo estructuras, tiro de hilos, descubro costuras, deshago entuertos. Ya no puedo envolverme en la magia aparente de todo libro, sino que anticipo hechos; cuando encuentro un pequeño guijarro sé que no es por casualidad, sino un efecto, que me anticipa lo que dará la vuelta, de modo que aunque aparentemente vamos hacia adelante, ya sé que volveremos hacia atrás. Leer sigue siendo placentero, pero ya no tan sorprendente, ya no tan perfecto.  Eso hace que abandone varias lecturas durante todo el año, pues cualquier libro predecible me aburre de forma mortal, a no ser que esté escrito con una prosa que distraiga mi atención, que me atrape como no supo hacerlo el libro. Ahora estoy leyendo Busca mi rostro, sorprendida porque me parece un libro redondo. Lleno de prosa poética, imprevistos, idas y venidas que no te esperas, sucesos que escapan a toda premeditación; frases de nota. Y si soy lenta leyendo un libro que me gusta un poco, aún soy más lenta leyendo uno que me atrapa de lleno. Lo leo como una clase de literatura en vivo y en directo, porque cada autor se conforma de todos los autores que ha leído, y cada voz suena según sus libros preferidos. Si algo de uno u otro es afín, la lectura se hace música en los oídos.

Pues bien, en esta entrada de blog, se cuenta algo en lo que quizá nunca, de una forma consciente había reparado. Que quizá me explique el porqué de un tiempo a esta parte apenas avanzo con mis relatos. El otro motivo supongo que es porque mis relatos siempre terminan saliendo de algo que me ha llamado la atención de los sucesos diarios. Y esos puedo abordarlos directamente desde aquí, dedicarles una entrada de blog, acertada o no, y quitarme los reconcomios para que dejen de herir, al menos en la superficie, y que adormilados se dejen almacenar en mí, para quizá regresar envueltos en otros personajes e historias. Porque un escritor se forja en ese día a día que le va viendo crecer.

jueves, 17 de mayo de 2012

Retazos...

Hay momentos que estando o no en fotografías serán siempre nuestros. Y nadie nos los podrá robar. Ni tan siquiera la muerte.

He aprendido que no importa tanto lo que se mira, sino la forma de mirar. Si se mira la vida con ojos dulces, la vida es dulce; aún con toda la amargura que nos venga a dejar.

El peso de la ley

Ayer, siguiendo la noticia de la niña dejada a las puertas de una guardería, me inquietó escuchar que se está buscando a la madre para imputarle un delito de abandono. Que ya hay alguna pista y que se hará caer sobre ella todo el peso de la ley, bueno, al menos yo lo traduje así a mi escaso cerebro apolillado. Y me inquieté. Me pregunté porqué debía ser esa la fórmula y no otra. Porqué en el comienzo del año 2012, las instituciones siguen midiendo con diferente rasero a quienes tienen un sueldo de 4.000 euros ( bueno, en realidad no sé lo que cobra un ministro al mes; pongamos ahí la cantidad correspondiente) y a quienes tienen un sueldo 0 para pasar de a mes todo el año.

Por la nota que la mujer dejó escrita a mano, no tiene trabajo, ni casa. Empecemos por ahí, criar a un recién nacido en la calle es exponerlo a una muerte segura, por frío, por la imposibilidad de aseo que un bebé y una madre lactante, en caso de poder serlo, necesita. Ya no pensemos en si hay que alimentarlo con biberones. Es imposible cuidar de un bebé sin dormir, tan imposible como poder dormir en plena calle con un bebé; porque mientras la madre duerme, alguien puede robárselo con idéntica facilidad con que le robaría el monedero en caso de que tuviese. Eso en un principio, después tener un niño de meses es peor, y tener un niño de años ya no digamos. Un niño que tome conciencia del lugar que ocupa en la sociedad, un lugar tan diferente al que ocupan el resto de los niños que ve a diario. Echarle encima todo el peso de la ley a una mujer u hombre que no tiene nada es muy sencillo, porque no tiene donde esconderse. Echarlo encima de quienes desfalcan cantidades industriales de dinero, lo vemos a diario; eso ya es otra cosa, y a veces hasta ilusorio. Porque nos guste o no, el amparo de la ley también se compra, en esta sociedad de 2012 que a veces se me antoja tan arcaica.

Yo me pregunto, porqué siempre hay que seguir las fórmulas rígidas, porque a una mujer a la que se reprocha no haber buscado ayuda, porque quizá no creyó en la ayuda; no se le puede tender una mano al tiempo en que se presenta a su bebé desde todos los televisores del país, diciendo algo tan sencillo como: se ruega a la madre de este bebé, que se persone en la comisaría más cercana para estudiar su caso. Que no tenga miedo, que si quiere quedarse al niño la ayudaremos. Nos sobran recursos para hacerlo. Apuesto, del verbo apostar que en cuanto escuchase el mensaje llegaría hasta ellos y entre otras cosas se ahorrarían buscar.

Se reprocha que no haya buscado ayuda, al tiempo en que se demuestra que aún vivimos en una sociedad que está más preparada para cargar todo el peso de la ley, que para tender una mano a según quien. Desde las altas esferas todos deberían saber que cuando un hombre o mujer pierde su trabajo, no ingresa un euro; y en esta sociedad sin un euro todo cuanto te queda es vivir en la calle. Y en la calle nos guste o no nos guste saberlo, no se puede vivir. Malvivir todo cuanto se quiera; pero no vivir. Y ya sabemos en que consiste la diferencia.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Defender una vida

Una niña de seis horas de vida fue hallada dentro de una bolsa de deporte, acondicionada con una manta, que fue dejada a las puertas de una guardería. En una nota escrita por su madre se rogaba que la niña fuese llevada al hospital porque solo tenía seis horas de horas de vida. Y explicaba que no tenía trabajo, ni vivienda, y que fue abandonada por el padre de la niña en cuanto supo de su embarazo. Por último rogaba: No me juzguen, esto es lo más duro que he hecho en mi vida.

Al escuchar la noticia me puse a llorar. Porque las imágenes del telediario matinal mostraban a una niña rolliza y risueña, vestida de blanco y azul, que estaba feliz junto a una serie de personas que no sé bien quienes eran, por esa manía de los diarios de dar las noticias a saltos para que te quedes a verlo hasta después; y después no pude verlo ni ampliarlo, porque para ellos hay otras noticias machaconas que tienen más interés. Para mí no, para mí esta es la noticia del día.

No solo no te juzgo, puesto que yo no sé cuales son tus circunstancias. Sé algunos datos, como que en cuanto quedaste embarazada te abandonaron, en una sociedad que no suele afear esta conducta en un hombre, y sí destroza en cambio a la mujer que es madre sin tener pareja, ya menos por fortuna, pero aún. Al tiempo en que te recuerdo algo que quizá olvidaste: a tu hija le eras imprescindible para vivir mientras se formaba en tu vientre, y necesitaba de tu sangre y tu alimento para formarse y tener la oportunidad de ser. En esos meses quizá te tocó alimentarla como describía Miguel Hernández en la Nana de la cebolla, quién sabe, pero estuviste ahí al pie del cañón librando la batalla más dura de tu vida. Sacando adelante lo mejor de ti para traerlo al mundo y darle oportunidad de nacer. Por lo que parece pariste sola, y te aseguraste de que la niña estuviese bien en sus primeras horas de vida. Te imagino con la oreja pegada a su corazón escuchando cada latido, con toda la angustia de que se te fuese de las manos, pensando en cómo harías para cuidarla debidamente las próximas horas, los próximos días, los próximos meses... los próximos años. Y quizá ante una realidad más delicada aún de todo cuanto esperaste, la dejaste en manos de quien pudiese ofrecerle no solo un ahora, sino un futuro digno de ser vivido en las mejores condiciones. Pediste un médico urgente para tu niña, pero no para ti, que te mereces una vida tan buena como la que quieres para ella: la que saliste a buscar a las mismas puertas de la guardería en que seguramente encontraste, cada día , niños bien nutridos y juguetones, compartiendo todas las horas felices de su infancia. Niños con padres y madres que a diario los iban a dejar y a recoger con un cálido abrazo, y unos besos más dulces que la miel. Fue ese futuro de risas y alegrías lo que seguramente te llevó a dejarla allí, y seguramente esperar a que alguien la encontrase y se la llevase de ti.

No solo no te juzgo sino que me parece el gesto de amor más grande que una madre pueda dar. Saber diferenciar entre lo que conviene o no conviene a sus hijos. Apostar por su bien antes que por el propio. Defender su vida pese a la más terrible adversidad. A estas horas ya sabrás que hay muchos padres esperando poder adoptarla. Padres que podrán cuidarla con todo ese amor que tú quisiste para ella.

A estas horas sabes que quizá te hayas quedado sin ella para siempre, pero que siempre estará en ti, en el hueco de tu vientre, en los restos de tu sangre, en el latir de tu oído, en espacio de tu abrazo. Sabes que al fondo de tu conciencia siempre quedará ese amargo remordimiento, ese crujir, por no tenerla cada segundo de su vida junto a ti. Sabes que tendrás que convivir con ello y que no será fácil, esas razones girando al fondo de tu conciencia una y otra vez. Que irán y volverán al compás de los vientos sin previo aviso.

Pero cada día de tu vida deberías sentirte satisfecha por haber ganado esa guerra que otros pierden, dejando una bolsa cerrada con un niño recién nacido muerto, en el fondo más oculto de un sucio contenedor.

Te recuerdo algo que no quiero que olvides nunca. Esta mañana una niña rolliza y risueña ha saludado al mundo desde su bolsa de deporte. Ha podido hacerlo porque mientras te necesitó, SOLO A TI, para estar viva, estuviste ahí. A cada latido de vida, como un reloj.

La noticia se detalla aquí

martes, 15 de mayo de 2012

El lugar donde estoy, es aquí

De un tiempo a esta parte, con la comodidad del día a día y esa confianza relajada que al final nos terminará matando, ando hilando todo el día. Recién me han devuelto a la vida el ordenador desvencijado de todas mis pesadillas, ese que quizá por hacerme un bien y dejarme respirar un día se apagó, ese que nunca se conectó a internet y que jamás lo hará, para eso ya tengo los otros. Hace que se apagó más o menos el tiempo que lleva abierto este blog. El ordenador, seguramente harto de esa constancia que no se me puede negar, se atragantó de buenas a primeras y sufrió un shok, dijo hasta aquí llegamos y aunque así de primeras casi me muero con él, decidí que no iba a morirme por algo de lo que había hecho copias y recopias que guardaba en algún lugar difuso de un empotrado; donde están los scaners que ya ni miro, de lo que soy.

Pues eso, que con la comodidad de poder decir desde aquí de buenas a primeras lo que me venga en gana, sin que nadie me replique de malos modos o me recuerde lo loca que estoy, suelo andar por la casa sin saberlo, recogiendo al vuelo todo cuanto entra por mis audios. Porque aunque es algo que hasta hace relativamente poco no sabía, soy más auditiva que otra cosa, y ahí estoy, en cuanto oigo algo que cruje por dentro, salgo al paso de lo que escucho y doy mi opinión. Que muchas veces es un resumen novelado, o un ejemplo de ejemplos, o algo tan subjetivo y de corte personal que ya sean mis hijos o mi marido, se quedan parados frente a mí y me replican que estoy fatal. Que me dan unos arrebatos que antes no me daban y que digo cosas que no se pueden decir. Ya, ya sé que de modo literal no se puede decir a tus hijos que si siguen arrancándose por cualquier tontería con ese genio un día saldrán volando por la ventana de buenas a primeras y ya no volverán. Que les quedaría gasolina suficiente para llegar a Saturno y allí explotar. Sé que eso no puedo decirlo sin que se haga un silencio eterno y me miren como si mi última neurona diese vueltas y más vueltas sobre un eje difuso. Pero es que me gusta causar ese efecto, que nadie más pudiera lograr. Además de que a veces digo cosas tan metafóricas y coherentes en el modo y la forma, que es un ejercicio que no me puedo negar.
Y bien, todo esto bajo el cobijo de intimidad de la casa.

Ahora pensemos que un día de pronto tuviesen acceso a todo lo que hay aquí. Que entrasen por todas las casualidades que tiene el destino y se pusieran a leer este blog de principio a fin. Me imagino todos los reproches que tendría que oír, todas las alusiones a manicomios y zapatillas blancas. Amén de todos los extraños a quienes cuento mi vida sin que venga a cuento y bla bla bla. A veces lo pienso, y creo que es tan inevitable lo uno como lo otro; que me explaye aquí, y que algún día habrán de encontrarme. No en vano ellos tienen su sitio, uno mientras está en el trabajo y en la parada a tomarse un algo al salir. Y otros su grupo de amigos, su trabajo, sus idas y venidas; el instituto, sus lugares virtuales, sus salidas a discotecas y demás. Ellos tienen ocupaciones que facilitan su charleta diaria sin trascendencia, yo entre mi trabajo en la casa, y mi vicio de leer y escribir sin pausa ni prisa, vivo muchísimas horas diarias "encerrada" aquí, y disfruto como una enana en estos espacios virtuales donde reunidos estamos tantos a los que nos gusta escribir. En mi vida real es muy raro poder acceder al tipo de informaciones exquisitas que me encuentro por aquí. Afinidades, preocupaciones, risas, locuras, coherencias, y ese batiburrillo que se forma entre conexiones de aquí y allá.

Y es cierto, puede que un día me reprochen este sitio, les sobrarían razones: porque soy una cutre, por estoy medio loca, porque con una casa tan enorme y todo lo que tengo que hacer, porque además los animales, y esto y lo otro...y yo perdiendo el tiempo por aquí...Todo eso puedo comprenderlo, pero tendría bastante que decir en mi favor, esto es mi terapia contra todos mis males. El potaje de mis sabores y sinsabores. Mi línea de meta que comienza más allá del horizonte y llega hasta el último confín. El lugar donde nadie que me conozca tiene que aguantarme, mi forma de huir de todos y llegar a mí. No me sirve de excusa, pero es que a mi edad si algo ya no necesito son excusas. Estoy aquí porque la vida me permite estar viva, y porque esto es vivir para mí. Poner en palabras todo cuanto se me ocurra; incluso aquello que nunca se me debió ocurrir ;)

Él tiene más suerte, porque es más inteligente y mucho más coherente. Espero que me perdone por traerlo aquí, pero es que me ha parecido de nota.