Powered By Blogger

miércoles, 12 de enero de 2011

Números fríos como el hielo

Esta mañana decían en un medio de comunicación que sólo el 20% donado a Haití llegó realmente para cubrir todas las necesidades del pueblo haitiano. Me parece vergonzoso que algo así siga sucediendo en el siglo en que estamos, me crispa la corrupción que campa tan ancha por todos lados. Creo en la justicia poética o divina, creo que quien la hace la paga de un modo u otro, lo creo, porque de otra forma me sumiría en una depresión interminable.
A veces uno se encuentra con que hay gente miserable por todas partes, gente que es capaz de comerse la comida de un hambriento, de negarle la curación a un enfermo de enfermedad mortal, o de negarle el futuro a un niño pequeño e indefenso.

Es triste pensar en la gente que ha mandado su granito de ayuda con la esperanza de que sirviese allí donde más se precisaba. Pensar en las pequeñas necesidades que tal vez se hayan negado en esperanza de lograr un bien común, y tan necesario como sentir que somos parte de un universo que cuando camina hacia el mismo lado logra lo imposible. Es triste saber que se siguen poniendo zancadillas al avance de todos junto a todos por aquello en lo que aún creemos: un mundo justo para todos, con las mismas oportunidades y derechos. Pero quizá lo más triste de todo es que tal vez en la próxima catástrofe nos crucemos de brazos por el miedo a que alguien se enriquezca con lo que enviamos. Entonces será cuando de verdad unos pocos nos hayan coaccionado.

Quiero pensar que haya un modo de saber donde se esconde todo ese dinero, y un modo de enviarlo allá donde aún hace tanta falta, el lugar donde tantas almas ya han dejado de latir solamente por no tenerlo a tiempo.

martes, 11 de enero de 2011

Muy personal

Cuando escucho a un ministro de economía, hablar de economía, tengo la sensación de que un aviador me está hablando de conducir un barco. O que un montañero me está describiendo una llanura. O que un profesor de gimnasia me está hablando de parálisis. O que un médico me está contando cómo late un corazón enamorado. O que un loquero me está contando lo fácil que es mantenerse cuerdo dentro de un mundo de locos.

En cualquier caso tengo algo muy claro, que cuando a él le llegue el agua al cuello, algunos ya nos habremos escurrido por el desagüe.

lunes, 10 de enero de 2011

La alargada sombra del amor

Esta mañana recuperaba de la biblioteca uno de los tantos libros que abandoné el año pasado con la intención de leerlo como se merece. La chica cuñó la fecha en que he de entregarlo y de repente la portada de este libro, La alargada sombra del amor me hizo saber que es otro libro de Mathias Malzieu. Y ante la alegría de saber que podría traerlo a casa, la chica me confesó que no pudo con La mecánica del corazón, que no entendió para nada con que objeto o necesidad habría sido escrito y que por más que lo intentó lo abandonó a media lectura. En cambio yo le dije que para mí fue el mejor libro que leí el año pasado, aunque conozco a más gente a la que le sucedió lo que a ella.
Pude decirlo pero me callé, un libro es como un tipo de alimento y no todos perseguimos un mismo sabor. O es un cargador de pilas, y cada uno de nosotros funciona con distinto tipo de energía. Me callé porque una cosa es leer esto y otra muy distinta escucharlo, lectura y escritura viven en distintos tiempos.
He leído la primera página de La alargada sombra del amor, el primer libro que leeré este año y me ha embargado la intensa emoción de quien después de mucho tiempo ha encontrado algo que siempre quiso leer. Es el libro que llevo buscando desde siempre. Desde qué tipo de siempre no sabría, pero uno muy lejano.
Lleva una dedicatoria:
Para mi padre y mi hermana en recuerdo de mi madre.
Y una cita:
Os diré algo sobre la cuestión de las historias. No son únicamente un entretenimiento, no os engañéis. Son todo lo que sabemos, daos cuenta, todo lo que sabemos para combatir la enfermedad y la muerte. Si no tenéis historias, no tenéis nada.
Leslie M. Silko

viernes, 7 de enero de 2011

Sobre Internet

El tiempo va tan deprisa y la vida intelectual se desborda dondequiera con tanto ímpetu, que muchas ideas ya han envejecido, han sido comprendidas y divulgadas mientras el autor imprimía su libro.

Honoré De Balzac


Nota: Creo que en la era de Internet estas palabras triplican su valor.

jueves, 6 de enero de 2011

No hubo regalos de Reyes

Ni kilómetros de guirnaldas

Ni papás Noeles en las ventanas

Ni cenas, ni comidas, ni cotillones

Ni brindaron con sidra y con cava


No hubo mazapanes ni turrones

Ni uvas ni polvorones

No hubo mesas ni manteles

Ni brillos ni oropeles


Por no haber no hubo nada.


Nada distinto a otros días

Que ahora nos puedan contar

No hubo regalos de Reyes

Volvimos a fracasar


Seguimos igual que siempre

No aprenderemos jamás,

Y digan lo que nos digan

Tampoco fue Navidad.




miércoles, 5 de enero de 2011

Cadena Perpetua

Despierta la mañana de otro día en que no pensaba crear entrada alguna. Como tantas. Y la realidad me presenta en bandeja una noticia desgraciada, la de un hombre Cornelio Dupree, un hombre de 51 años que pasó 30 años en prisión siendo inocente. Mirando los números fríos que dejo a la izquierda queda claro que casi la mitad de su vida la pasó entre rejas por error. Unas pruebas de ADN constataron su inocencia. El hombre cuenta que no hay palabras para explicar lo que sufrió, y señala que sus padres murieron mientras estuvo en prisión. Es todo cuanto dice por ahora. Suficiente para quien quiera entender. Más que suficiente.

Hace tiempo que mi hijo me insistió en que viese la película Titulada Cadena Perpetua, protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Me negué en rotundo cabezonamente justamente por eso, por toda la gente que a día de hoy está en prisión. Después de insistirme durante semanas accedí a verla, y tuvo que sujetarme al sillón la primera media hora porque me era del todo insoportable quedarme frente a la pantalla. Únicamente me quedé porque cuando mi hijo, que me conoce mejor que nadie, me hace una recomendación sé que me está brindando algo que puede servirme para ambientar una historia. Una historia que late en paralelo con algo que escribo, o con el hilo que contiene.

Cadena Perpetua pasó a ser desde entonces una de las mejores películas que haya visto. Por la lección de vida que representa sin dejar de lado la crudeza. Mientras la veía no podía olvidar que a esa hora y en algún lugar alguien estaría siendo protagonista de una historia como esa, sin esa suerte final. No podía olvidarlo y un escalofrío intenso me sacudía de vez en cuando. El mismo escalofrío que esta mañana sentí al ver a Cornelio Dupree en televisión. El escalofrío de saber que a esta hora y en algún lugar alguien está siendo protagonista de su misma historia, sin la misma suerte... eso si en algún momento pudiera considerarse suerte a pasar 30 años de tu vida en la cárcel siendo inocente.

martes, 4 de enero de 2011

Crecer

Ella comenzó a crecer cuando vislumbró por primera vez esa gran pizarra verde de la escuela de verano a la que acudían sus hermanos y otros niños del pueblo. Junto a la planta verde que trepaba hasta el techo, adivinó un jeroglífico en tiza que le sonó a un idioma aprendido en otra vida, y se soltó de la mano de su abuelo para estudiarlo más de cerca, e intentar interpretarlo. Fue entonces cuando la maestra tradujo para ella lo que decía ese conjunto de letras blancas entrelazadas que destacaban sobre el verde oscuro. La frase resonó dentro de su cabeza de tal forma que nada volvió a ser igual desde entonces, quedó fascinada por otra especie de mundo cifrado al que desde ese mismo instante perteneció. Y quiso saber de que modo podían nombrarse otras cosas que le fascinaban, como estrella, mar, cielo, sol o arena, la maestra con gesto sonriente las escribió en la parte superior de la pizarra. Entonces Ella le rogó a su abuelo que la dejase quedarse esas dos horas para saborearlas como si de un plato exquisito se tratase, y su abuelo accedió, porque siempre la había entendido como nadie. Sobre la pizarra la maestra escribió números toda la mañana, pero los números no representaron nada para Ella que seguía sumida en la fascinación de todas las estrellas, mares, cielos, soles y arenas conjugados en la enorme pantalla. Y finalmente Ella decidió que ese mismo verano aprendería a leer, para poder entender el concepto de todo cuanto alguien hubiese escrito alguna vez. Y aprendió a leer ese mismo verano y leyó y leyó, pero años más tarde de la nada surgió otro férreo propósito igual de cabezón, escribir sus propias palabras para que cobrasen vida en otros lugares del planeta. Palabras que una vez sembradas pudiesen crecer y enredarse en otras, dando forma a todos los sueños, porque un sueño escrito siempre es más sencillo de recordar, de afianzar y de llevar a buen término. En medio de un mundo que Ella a veces no entiende sigue encontrando maravillosas noticias que la hacen creer, y ya se sabe, creer es crecer.