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martes, 5 de octubre de 2010

Destrastear el desván

A Ella le pueden los caserones grandes, solitarios, quejumbrosos, medio derruidos quizá, porque le recuerdan otras épocas que su abuela le contó una vez, y que leyó en algunos libros, otras formas de vida para las que cree que estaría mejor preparada que estas épocas que le toca vivir, donde a veces no entiende nada. Ella tiene esta percepción que sabe errónea, pero de cuando en cuando la saborea y le gusta ese sabor, un sabor salado, casi marino.
Estaba celebrando con su familia las bodas de plata de su hermana, abstraída en melancólicos sucesos escapados por completo a su control, novedades ante las cuales solo cabe tomar aire y esperar un plazo de años para hacer balance de resultados. Eso y nomás. Ella no puede con la incertidumbre, y estaba en uno de esos momentos en que le gustaría ser bruja y mirar al fondo de su bola de cristal, para saber el futuro ya mismo, ese futuro que mientras pasa no se ve, y cuando se vuelve a mirar ya queda tan lejos. En eso estaba esa tarde plena de sol, a comienzos de verano.
Entonces su madre, desde el otro lado de la mesa le anunció que había destrasteado el desván y habían aparecido algunas cosas suyas, por si se las quería llevar. Ella, alzó las cejas un tanto enjutas y la acompañó a la bodega, miró la caja llena de libros y libretas del colegio y rescató un manual que había comprado en la feria del libro a un precio irrisorio, porque a nadie le suele interesar un libro de horóscopos del año anterior, salvo a Ella, que no se lo pensó y como siempre quiso indagar algo más acerca de sí misma y de su dichoso futuro.
Al recordarlo sonrió y se lo llevó al coche para que no se le olvidara llevarlo a casa, para leerlo con morosidad y contrastar con veintimuchos años de posteridad todo lo que esa previsión para el año xxxx preveía. Recordaba la risa que le daban esos pronósticos trasnochados que traerían un gran amor a su vida. Y muchos cambios. Cambios tan drásticos que después de leídos en los meses siguientes le hicieron enterrar todas esas páginas junto a esos trastos que ya no quería para nada. Y allí permaneció hasta ese momento en que lo retomó para contrastar ese -por entonces- futuro, que hoy a tiempo real ya es pasado.
Y casualidad o no, todo estaba allí, en ese pronóstico que anunciaba el cierre de una vida y el comienzo de otra muy fructífera. Una brecha que marcaba un antes y un después; un por siempre y para siempre lleno de compromiso.
Lo único que desde entonces no ha cambiado es que Ella sigue riendo a más no poder mientras lee ese cúmulo de páginas. Ver el futuro comprimido le sigue haciendo reír. La balanza sigue pesando lo mismo de un lado que del otro, creer y no creer siguen estando al mismo nivel de kilogramo casi para todo. Y es que pase lo que pase, siempre hay algo que no cambia.

lunes, 4 de octubre de 2010

La política actual

Se me antoja a una de esas amas de casa que se gasta el presupuesto que tiene y el que no tiene en aparentar. Lo importante es salir siempre de punta en blanco, bien perfumada, calzada, vestida, conjuntada y maquillada para aparentar que todo marcha sobre ruedas. Escoger para sentarse el amplio ventanal de la cafetería y sonreír y reír mucho, media mañana a ser posible siendo el total centro de atención. Es una escena que me admira y me repele todo al mismo tiempo. El mayor engaño a que uno mismo puede someterse en bien de no se sabe qué, en todo caso algo muy superficial que termina por hundirse al fondo de un pozo de negra amargura. Se puede engañar a todo el mundo, pero ni un segundo uno se puede engañar a sí mismo. Y ya se sabe que aunque la mona se vista de seda, mona se queda... a esto añadiría que la eficacia vive siempre reñida con el ego.

Esa imagen de ama de casa puliéndose el sueldo en bagatelas se antepone cuando desde cualquier telediario el Señor X intenta convencerme de que todo va a mejorar en lo social. Por tanto vamos a ser más mejores y tocar a más, vamos a olvidarnos del paro y la precariedad. De la ineficacia y las malas artes...

Y de nuevo en medio del silencio surge el trozo de estribillo de una canción:
A mí me suena el run run de mi corazón...doble ración de realidad común...

viernes, 1 de octubre de 2010

Yo no se olvidar

Creo que esta es una de las mejores canciones que alguien ha escrito, cantado, creado, interpretado. Yo no se olvidar, Alejandro Fernández. Si alguien no la escuchó jamás, debería hacerlo. Es la segunda que aparece en este vídeo, si bien la primera tampoco está nada pero que nada mal. Se titula Si tu supieras.

Me gustan los directos cuando son buenos, y sin duda este lo es. Pero en el disco ambas suenan mejor, más ricas en matices. Es lo que hay.



Escribir una novela

Sigo recopilando libros acerca del mundo de la escritura en un momento en que decido no escribir. Muy congruente, como todo lo mío, pero es que tal y como apunta el libro El secreto, pide al universo y él te concederá. Todo lo que he recopilado meses atrás llevo años buscándolo, casualidad o no, creo que tengo suficientes libros para apañarme, pero cuanto más leo sobre el tema más me paralizo a sabiendas que necesitaría estar a punto de cumplir los quince para comenzar y tal vez conseguir hilar una buena historia. O una historia suficientemente buena.

Escribir una novela que atrape al lector, es un libro de Silvia Adela Kohan que estuve ojeando estos días, y tiene todas las claves para conseguir escribir una historia. Aunque reconozco que yo lo veía más fácil cuando escribía al tuntún, a mi aire, con total libertad y sin pensar en un lector, un jurado, una estantería de biblioteca, librería...etc. Escribía por el placer de escribir, tal y como escribo en este blog, porque sí, sin objeto alguno, tal vez por eso hace tiempo que solo escribo aquí, con el autismo que caracterizaba antes mi escritura, y con el ánimo también, porque no decirlo de que a alguien le sirva para algo esta exposición de pensamientos hilarantes.

Este libro es una guía completa que abarca todos los vértices de la escritura de una novela. Espero que me sirva para finalizar de una vez por todas mi mejor historia, una que se desinfló por lo de siempre, lo mucho que me cuesta despedir ese espacio intemporal donde las cosas suceden. Justo cuando estoy llegando al final tomo distancia, dejo reposar, dejo que los personajes hablen, y que escojan su final, el final tarda apenas un mes en estar claro, pero no quiero finiquitarlos. Quiero que me sigan hablando, arropando, haciendo compañía...y claro, así no hay modo de acabar. Así que espero que al menos cuatro finales sucedan de una vez en la temporada 2010-2011, serán un total de 120 páginas a lo sumo, y no es tanto. Después reposo de textos y quizá un nuevo principio. Hay otras historias que no reescribiré, que mantendré tal y como están, puesto que en algún manual leí que hay que aceptar que nuestras primeras historias se queden al fondo de un cajón, como parte del aprendizaje. Al intentar retomarlas perdían su ingenuidad, su frescura desbordante, su imperfección de bebés recién nacidos. Y me gustan tal cual están, recuerdo todo lo que ocurría de fondo mientras aporreaba el teclado y sé su porqué, con ello es suficiente.

Finalizo con un párrafo sublime que viene en este libro:
"Yo veo a los personajes y los oigo desde antes de escribirlos; sin embargo, mientas los escribo veo cómo se convierten en seres vivos, con los que soy capaz de dormir y a los que recurro mucho tiempo después cuando necesito consuelo y quiero reírme o me urge alguien con quien echarme a llorar".
Ángeles Mastretta

Suscribo punto por punto este párrafo final. En un momento en que no escribo por decisión propia, mis personajes me siguen acompañando donde quiera que voy. Su fuerza vital se me contagia, y me cuentan sus vidas. Esas que ni sé si quiero contar, pero que son un pilar fundamental de mi vida.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Lección para hoy

Se cumple el cincuenta aniversario de Los Picapiedra, una serie de dibujos animados que no tiene edad, porque en la foto de Google de hoy, se ven radiantes. Siempre me gustó su ingenio aplicado a las tareas domésticas, con esas aspiradoras, lavaplatos, lavadoras y demás electrodomésticos tan ecológicos que algunos a día de hoy, ya quisieran para sí.
Estoy segura de que todos conocemos personajes como ellos, un Pedro, una Vilma, una Betty, o un Pablo; tal que así como ellos son. Y es que los personajes bien construidos son lapidarios.

Esta mañana volví a decirlo, son mis dibujos animados favoritos, y dos pares de ojos parpadearon hacia mí, con la misma incredulidad con que yo misma parpadeé alguna vez ante mis padres. La vida nos devuelve todo lo que arrojamos alguna vez, eso fue todo lo que pensé, antes de volver a reiterarlo. De nuevo toda la incredulidad fija en mí unos instantes, y después en su desayuno. Entonces volví a pensar en lo poco que llegan a saber de nosotros algunas veces quienes nos heredan, a pesar de estar rallados de escucharnos desde que nacen. Lo dejo aquí, casi a modo de testigo de que lo dije alguna vez: me encantan Los picapiedra.

Me gustan todo aquello que es nacido para no dañar. Aquello que es inventado para recrear, para acentuar lo positivo, para instruir desde algún lugar. Lo que no guarda rencores ni aviva resquemores. Me gusta la inocencia desde la que cabe contar. Por eso y muchas otras cosas me gustan, me gusta soñar con la posibilidad de crear algo así, algo que ayude a entender que a veces una concha encontrada en el mar tiene mayor valor que un diamante bien guardado en una urna de cristal.


martes, 28 de septiembre de 2010

¿Porque tengo que parar yo?

Esta pregunta me la hacía esta mañana un autónomo indignado, el panadero, que junto con el pan de hoy me dejó el de mañana también.

-¿Mañana es fiesta?_ pregunté.
-Mañana hay huelga. Lo que no sé es porque tengo que parar yo, que soy autónomo. ¿Alguien defiende a los autónomos?
- Lo vuestro es mucho peor_ fue todo cuanto se me ocurrió decir...
-Pues ya estuvieron allí los piquetes amenazando con rajarme las ruedas y romperme todos los cristales de la furgoneta si mañana salgo a repartir... ¿Y qué hago me peleo con todos los que haya por la carretera mañana? ¿Quien me paga los destrozos?...no tengo más remedio que dejar la furgoneta en el garaje y no cobro un duro, a ver quien va a venir a defender mis derechos de trabajador...

Moraleja del cuento, trabajador en defensa de salario digno convoca huelga y chafa el sueldo a trabajador autónomo.

Hay algún programa de televisión que reconozco que no suelo ver a menos que me pille desprevenida, que dedica su tiempo de programación a lo que yo llamaría casos imposibles. Que son las familias en las que se junta el hambre con las ganas de comer, y todos están parados, y se van a vivir con sus hijos a casa de sus padres, donde ya están sus hermanos con los suyos, y todos tienen que vivir con la pensión del matrimonio mayor bajo el lema de pan para hoy y hambre para mañana.

De eso saben mucho los asistentes sociales por desgracia, y aunque nunca quieren hablar de su trabajo están tan quemados que crujen a poco que se les toque. Conozco una que no deja de hacer cursillos con la esperanza de salir de ese pozo sin fondo donde todo el mundo llega en busca de ayudas que no hay. Donde todo el mundo llega desesperado de no hallar solución y hay que hacerles entrar en razón para que entiendan de una vez por todas que no encuentran solución a lo suyo, no porque sean lerdos, que tal parece que llevasen a cuestas este convencimiento acerca de sí mismos; sino porque no existe.

Ella me confesaba hace meses, ante un caso que era como para rajarse las venas y no echar gota, que muchas veces lo único que hace es disimular su llanto, y decirles con el corazón por corbata que la única salida a lo suyo es irse a casa de sus padres una temporada en espera de que todo mejore. A sabiendas de que muchas veces no soportan la presión y acaban separados. O juntos, pero cada uno con sus padres respectivos y los niños divididos.

Dicen que cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana. No cabe la menor duda de que en esta frase aparentemente tan nimia se encierra una gran verdad.


lunes, 27 de septiembre de 2010

Huelga general

Sobre la huelga convocada en estos días he leído de todo, gente a favor y gente en contra. Vaya por delante que las amas de casa no hacemos huelga nunca, al menos aquellas que tenemos muy claro que no tendremos ayuda de nadie, y que por lo tanto no hay excusa para dejar nuestras tareas sin hacer, ya que tenerlas pendientes nos agria el carácter... y no hay cosa como empezar el día de buen humor, ya que predispone a pasarse de buen humor todo el día.

Pero mi jefe si hará huelga, por causa mayor, y es que planean bajar el salario mínimo interprofesional de una empresa que si consigue hacerlo, hará que a su vez la empresa para la que él trabaja baje también su salario mínimo interprofesional. Y resulta que esto sucede en una época en que todo sube, el pan, la gasolina, los impuestos, la luz, el teléfono y podría seguir así hasta mañana...pero resumo, no tiene lógica. De modo que unirse a la huelga es la única opción para no ponernos peor, por lo tanto mi jefe va a la huelga para defender su derecho a un salario digno. Nuestro derecho a mantener al menos nuestro salario actual.

Desde que comenzó la crisis hay sectores que están sufriendo más que otros, y tengo la sospecha de que se han ido rebajando los derechos de los trabajadores a pasos agigantados, y que hay mucho listo haciendo su agosto con eso. Es más, yo creo que ciertas empresas pagarían por seguir teniendo la disculpa de la crisis para seguir afilando sus lápices y sumando ganancias, y eso es algo con lo que se debe acabar en beneficio de toda la sociedad, ya que tener trabajo es sinónimo de prosperidad y eficacia, de estabilidad y rentabilidad. Cualidades que hacen mejor el país.

Leía hace unos días que el salario de la felicidad está estipulado en 60.000 euros anuales. Y me dije que es cierto que un salario así debe hacer a la gente muy feliz, porque no llegar ni a la mitad de la mitad le hace a uno bastante irritable a fin de mes todos los meses de su vida. Firmo por ese salario para toda la gente de todo el mundo y no digo que por ello todos vayamos a ser felices de verdad, algo que en verdad no creo. No creo que la felicidad la dé el dinero, creo que la felicidad es algo interior y que tiene mucho que ver con la buena conciencia. Pero no dudo que con un salario de 60.000 euros anuales al menos tendríamos más posibilidades de hacer felices a los demás; y encontraríamos la manera de conseguirlo, porque todos sabemos que la felicidad viene de compartir, y para poder compartir es necesario tener con que hacerlo.