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lunes, 31 de mayo de 2010

Sueños

Hay días en que mis sueños se me antojan un borrón

o ese puente infranqueable que jamás podré cruzar,

son esos días en los que me miro al espejo

y solo estoy yo, y sé lo poco que me soporto

porque sin mis sueños no soy nada.

Y no me gusta ser nada,

quiero ser yo.

Begoña

Una norma nueva y terrible

En el blog de Gonzalo Moure, sección artículos he encontrado este título "Una norma nueva y terrible" y lo he leído. Ando yo desde que abrí el blog pensando seriamente si exponer aquí algún escrito mío y ando con la duda del sí o del no por muchos motivos distintos. Entre ellos está el más poderoso: Para publicar es necesario ganar premios literarios, nadie te publica si no has ganado alguno.
Me agota de solo pensarlo, volver a estar tres meses en suspenso, en igual sí, pero igual no, me gusta, no me gusta en absoluto. Sufro tanto al pensar en ganar como en perder, esa es la verdad, ambas sentencias me parecen igual de terribles porque si gano no estoy preparada para salir de mi paz y comenzar la guerra, y si pierdo no estoy preparada para dejar la guerra y comenzar la paz.
Esta mañana estoy espesa y desanimada, son los días de lluvia, qué le vamos a hacer, o de cielos plomizos y encapotados los que me ponen así, y ahora tengo un blog y puedo quejarme más lejos. Esto es lo malo de ser yo y abrir un blog, pero tiene cura y es que los que podáis os mantengáis lejos, yo ya no puedo, es demasiado tarde para mí.
Leía yo este artículo de Gonzalo Moure y pensaba que tal vez sí, tal vez algún día decida compartir a alguno de mis personajes. Les quiero tanto que no sé si podré dejarles ir. Aún les siento como tiernos hijos que he de proteger.
Una norma nueva y terrible es un artículo que considero que hay que leer. Aquí os dejo la nota.

Qué voy a hacer con mi amor

Me desanimo. Creo que jamás lograré escribir sin faltas de ortografía, sin discordancias, con absoluta perfección. Creo que el editor que busco para mis novelas aún no ha nacido, y que me pillará ya demasiado mayor para querer editarme, con un pie en la tumba.
Creo que no quiero dejar a mis hijos mis desastres escritos, no les quiero seguir preocupando, angustiando, o dando la murga después de muerta.
No quiero quemarlo todo antes de morir, para eso prefiero no escribirlo, ¿para qué pelearme con las palabras si al final lo voy a destruir? ¿Si no sé lo que quiero para qué seguir? ¿Y si no estoy dispuesta a seguir escribiendo qué sentido tendría mi vida?
Cuando toda esta negrura me invade entro en youtube y pongo este vídeo. Y me digo que quiero ese escenario en que AF está. Quiero ese escenario para mis novelas y sé que no voy a parar hasta tener ese escenario íntimo donde el público apenas se intuye, donde todo lo que cuenta es contar, donde todo es sentimiento y desgarro. Después de verlo un rato sé que debajo de mis pies está la línea de salida y que aún no me tengo que preocupar; me digo que todo se andará.

Es el vídeo oficial de la canción.

Lo veo, y después sonrío porque la escritura es un amor no correspondido, uno que me va a matar, pero al menos ya sé que no soy la única. Ya somos dos los que nos sentimos así, y no estoy sola en el mundo, AF me entiende, qué enorme felicidad.
Si es que estoy enloqueciendo, por favor, nadie me lo venga a decir. Ya no. No quiero saberlo.

Mi miedo mayúsculo

Hay dos cosas que no me gustan de este blog:
La primera que hablo demasiado de mí y no me gusta porque soy la misma petarda que no deja hablar a sus amigas, la que envía emails pesadísimos que no hay quien descifre, la que es capaz de reírse de todo y hace que a veces la miren como si en verdad no mereciese amistad ninguna y después les hace reír porque es mejor reír que llorar. En definitiva que de este blog no me gusta lo esencial: Lo abrí intentando librarme de mí y no llevo forma, de modo que si un día dejo de escribir en él que sepáis que no me soporté. Porque es que no me soporto y aquí ando erre que erre.
La segunda cosa que no me gusta es que NADIE comenta, -sálvese rodericus y algunos comentarios más que son verdaderas joyas- y lo que yo intento al abrirme un blog después de escribirme a mí misma durante quince años es saber si escribo bien o mal. Si en verdad no valdría más que me vuelva lectora únicamente y me deje de leches. Porque antes me sobraba tiempo y ahora me falta, y me lleva faltando hace ya quince largos años en que yo no parezco yo. Y yo quiero ser otra cosa, ya desde que me conozco y no llevo forma. ¡Y eso ni lo cambia un blog!

Bueno, dicho esto voy a hablar de mi miedo mayúsculo durante muchos años, que me asaltó a los ocho años en medio de misa con un sermón dedicado a la eternidad. Mientras el cura hablaba, que no recuerdo ni que cura era yo me imaginaba en la eternidad, allí en medio de un cielo desierto y sin nada que hacer, porque todo el mundo sabe que el cielo es un montón de nubes y nada más. Allí no tienen libros, ni libretas, ni lápices, ni televisión, ni nada de nada. Aquello está vacío y toda la eternidad es no morirte nunca. No morirte nunca significa vivir aunque tu vida sea lo más angustioso que puedas imaginar y lo más angustioso es la soledad, todos lo sabemos. Y el estómago se me empezó a retorcer y miré a mi hermana Tere y ella me dijo que no con la cabeza, estaba harta de mí y de mis chorradas así que no me lo iba a permitir. Entonces comenzó a faltarme el aire y creí morir, y Tere diciendo que no con la cabeza una y otra vez con su cara de mal humor bien dibujada y yo con aquella imagen de mi propia eternidad como una diapositiva que no me podía borrar. Y que me acompañó todo el día entre las risas de todos, porque tuve que contárselo a todo el mundo y cuando se hizo de noche tuve que irme a dormir. Solo que mi eternidad se hizo de veras gigantesca y creí morir, pero morir era entrar de lleno en la odiosa eternidad, así que no podía morirme y debían ser las dos de la madrugada aún.
Y salí de la habitación a oscuras porque despertar a Tere era aún peor que morir, y bajé a oscuras las escaleras del desván, y busqué a tientas la puerta de la habitación de mis padres, y le llamé a él que siempre estaba despierto. Él me dijo que en dos horas entraba a trabajar y que se moría de sueño, pero que me haría un sitio a su lado si prometía no acostumbrarme a dar la lata por las noches, y yo lo prometí porque el suelo estaba congelado y yo descalza, y porque el camisón abrigaba muy poco, y porque la oscuridad hacía la eternidad de veras insoportable.
Me dejó hablar mucho tiempo, debió de ser mucho tiempo porque ya no tenía absolutamente nada más que añadir. Y me preguntó:
_¿Tú crees que Dios existe de verdad?_ asentí_ ¿Todo lo que el cura cuenta en misa te cuadra?
Uy, puestos a sacar tachas la verdad que tenía unas pocas y las enumeré una a una y me llevó bastante tiempo pero acabé. Y debió de llevarme bastante tiempo.
_ ¿Después de todas esas dudas puedes decir de veras que crees en Dios? Piénsalo bien porque si dices mentiras vas a tener que confesarte.
_ Del todo del todo igual no_ le dije después de pensarlo un rato.
_ Mira, ahora tengo que vestirme para ir a trabajar, pero te cedo mi sitio. Y piensa solo una cosa que te digo, si Dios existe de veras el día en que te mueras lo verás, y puedes tratar con él directamente todo el tema de la eternidad. Y si no existe piénsalo, ¿Porqué te ibas a preocupar?
_ ¿Cómo que porque me iba a preocupar? Porque voy a quedarme en esqueleto toda la vida dentro de un cementerio. ¿Te imaginas? En esqueleto lo mismo que llueva que haga calor, y entonces si no hay eternidad no siento nada. Y no quiero no sentir nada la eternidad entera.

No, no se lo quería ni imaginar. Me dio un beso en la frente y sonrió, era misma sonrisa extraña con que me miró la última vez que le vi, cuando le dije que tenía muy mala cara y que le llevaría al médico, cuando me preguntó el médico qué podría hacer. Cuando yo dije que curarle, cuando me respondió que jamás se había encontrado mejor, y tuvo que repetírmelo mil veces para que me fuese a mi casa y dejase de importunarlo. Esa sonrisa extraña quería decirme que no hay quien pueda conmigo y es verdad. Porque han pasado treinta y dos largos años y no quiero eternidad, ni ser un montón de huesos que no sienten nada dentro de un frío cementerio, ni me quiero incinerar...

PD: No voy a corregir, si corrigiera me censuraría, y si me censurara no diría exactamente toda la verdad. Y si no fuese a decir toda la verdad no escribiría esta entrada.





domingo, 30 de mayo de 2010

Eurovisión

Tengo una enorme debilidad por los concursos de canción, de modo que ayer me pegué a la pantalla para ver Eurovisión, a la canción ganadora yo le había dado un 7. Me desquito dejando esto de hace muchos años,la ganadora en 1986....total ayer mismo...

Sandra Kim ganadora en 1986, genial.

viernes, 28 de mayo de 2010

Te sigo amando

Cuando Alejandro Fernández cantó en Gijón ante 17.000 personas un periodista escribió: Lo más impresionante fue estar entre el público y observar que cada mujer de las que había en el estadio estaba convencida de que le cantaba únicamente a ella.

En este vídeo de homenaje a Juan Gabriel, cantando Te sigo amando se ve claramente que eso
no solo pasa en Gijón :)

jueves, 27 de mayo de 2010

Gonzalo Moure


Premio Gran Angular 2003

El verdadero talento no necesita público. Casi al comienzo del libro esta frase me atrapó, y supe que este libro estaba escrito para mí. Que era uno de esos libros que disfrutaría de principio a fin, y lo fue. Los protagonistas fueron personas desde el primer instante, algo que considero fundamental para disfrutar de la lectura. Y toda la historia se desplegó ante mí como si la estuviese viviendo desde dentro, algo que no siempre me sucede porque desde que hilo mis propias historias les veo más el cartón a los libros, este libro no tiene cartón, es todo pasión.

A través de sus páginas me encontré con la tierra asturiana, sus olores, sus colores, todas sus texturas, sus casas de campo, sus bosques frondosos, sus contradicciones y al tiempo todas las contradicciones del ser humano. Son ciento setenta páginas llenas de verdad, es un libro que late y que trata del talento musical de un muchacho capaz de reproducir a la perfección cualquier pieza musical que escuche, y eso sin haber aprendido más música de la que aprendió en la escuela. Es el suyo un talento musical que llena toda su vida, una vida sencilla como hecha a medida.

Creo que con eso está dicho todo, no me gusta desvelar los libros que leo porque cada lector hace su propia lectura. Siempre digo que los libros son como los zapatos, unos nos quedan grandes, otros pequeños, unos nos dejan rozaduras, otros nos incomodan y los apartamos...cuando encuentro un libro justo a mi medida me siento feliz, porque veo que aquello que escribo tendría cabida. Si fuese lo bastante buena habría un hueco también para mí, y saber que es posible es todo cuanto necesito saber para seguir escribiendo y corrigiendo, para seguir intentándolo. Con otros libros me encuentro con el sentimiento contrario, tal vez demasiado a menudo, de ahí mi sentimiento de plenitud en esta mañana en que el trabajo se me acumula y no tendré tiempo de escribir mucho más, algo que me frustra.

Frecuento muchísimo las bibliotecas y me traigo montones de libros a casa, pero en verdad no hay muchos que comprenda párrafo a párrafo desde el comienzo hasta el mismo final, porque no todos conservan mi atención página a página, algunos se inflan y desinflan, prometen y no conceden, desorientan y te pierden. Me gustan los libros que son como un largo paseo en el que sales de aventura y vuelves mirando el mundo con ojos nuevos, me gustan esa clase de libros porque son los libros que no lees, son los libros que vives del modo en que vives un capítulo de tu propia vida. Comparto con Irene, la chica de la portada una cualidad sorprendente, soy doña sí pero no, y me pasa lo que a ella, cuando tengo dudas serias es la vida quien toma la iniciativa y responde por sí sola a todas mis preguntas. A veces solo es necesario hacer la pregunta, y la respuesta llega sola, qué cierto.

Por último decir que Gonzalo Moure tiene un blog donde escribe del mismo modo en que lo hace en este libro, es un lugar donde escribe poco últimamente, se ve que otros personajes le mantienen atrapado dentro de su propio mundo precisamente por eso, porque el verdadero talento no necesita público. Se crea a sí mismo porque le es imposible no crearse y después busca un hueco en el mundo.