Es deprimente que la situación quiera resolverse así desde el gobierno de mi comunidad autónoma: Los 90 caballos que quedan estabulados en el Asturcon deben ser retirados de inmediato. Al gobierno de turno le urge que se vayan aunque no tengan ni donde irse, ni como sean cuidados, o incluso que tengan que ser sacrificados porque no es tan sencillo encontrar un lugar en el que tenerlos en óptimas condiciones según sus necesidades físicas y psíquicas. Se sabe los requisitos que se precisan para conservarlos en buen estado de salud y el problema es de quienes no tienen una nómina potente que les respalde. El problema es el de siempre, quienes no tienen dinero tienen menos oportunidades, y en ocasiones tal vez ninguna.
No me considero lista ni importante, pero escuchar cómo el mismo presidente asturiano dice "Que los caballos que este domingo sigan ocupando los boxes del Asturcon pasaran a ser ocupas" ...me produce la idea de que cada día que pasa nos tratan más como imbéciles. Lo que sucede, es que ellos dictan las normas, ponen las leyes a su comodidad y quienes no cumplan con ellas, pasan a ser delincuentes.
Ayer eran unos, hoy son otros y mañana serán otros; lease tanto quienes dictan las leyes como quienes seremos obligados a cumplirlas. Quienes seguimos sintiendo que el mundo que conocíamos se pone patas arriba o de lado, o con el culo por montera, según como se tercie el caso; perdemos fuelle, nos cuesta encontrar espacio, nos deprimimos y nos agotamos sabiendo que a los verdaderos culpables no les importará jamás.
Y esto sucede porque cada uno en particular está lo bastante enfrascado en resolver sus propios problemas -que en ocasiones se convierten en montaña complicada de escalar-, como para intentar ocuparse de los problemas de los demás. Y así no iremos a ninguna parte lejos de donde nos quieran encajar, si acaso no cabemos se nos pisa, que más da.
Lo queramos o no, quienes dictaminan, vencen.
Los caballos pueden ser los animales más hermosos, los animales mas fieles, los mejores amigos que te puedes encontrar, pero cuidado; ya ni en las montañas del Sueve tienen permitido mezclarse de cualquier forma a la hora de reproducirse porque se pierde la raza autóctona. Sacan leyes y dictámenes que los acotan por todas partes, tal vez porque hasta ahora camparon libres y a sus anchas, y pueden convertirse en el ejemplo de lo que algún día pretendamos ser los demás. Y ya se sabe que cada vez nos quieren mejor atados, por supuesto, atados bien en corto, que así siempre se nos puede dominar.
El amor a los animales podría salvarnos en estos tiempos en que deberíamos aprender más de la naturaleza que se ensancha como puede para acogernos a todos. Esa naturaleza que cada vez se respeta menos, triste que así sea, y que no hagamos lo posible por cambiar.
No me considero lista ni importante, pero escuchar cómo el mismo presidente asturiano dice "Que los caballos que este domingo sigan ocupando los boxes del Asturcon pasaran a ser ocupas" ...me produce la idea de que cada día que pasa nos tratan más como imbéciles. Lo que sucede, es que ellos dictan las normas, ponen las leyes a su comodidad y quienes no cumplan con ellas, pasan a ser delincuentes.
Ayer eran unos, hoy son otros y mañana serán otros; lease tanto quienes dictan las leyes como quienes seremos obligados a cumplirlas. Quienes seguimos sintiendo que el mundo que conocíamos se pone patas arriba o de lado, o con el culo por montera, según como se tercie el caso; perdemos fuelle, nos cuesta encontrar espacio, nos deprimimos y nos agotamos sabiendo que a los verdaderos culpables no les importará jamás.
Y esto sucede porque cada uno en particular está lo bastante enfrascado en resolver sus propios problemas -que en ocasiones se convierten en montaña complicada de escalar-, como para intentar ocuparse de los problemas de los demás. Y así no iremos a ninguna parte lejos de donde nos quieran encajar, si acaso no cabemos se nos pisa, que más da.
Lo queramos o no, quienes dictaminan, vencen.
Los caballos pueden ser los animales más hermosos, los animales mas fieles, los mejores amigos que te puedes encontrar, pero cuidado; ya ni en las montañas del Sueve tienen permitido mezclarse de cualquier forma a la hora de reproducirse porque se pierde la raza autóctona. Sacan leyes y dictámenes que los acotan por todas partes, tal vez porque hasta ahora camparon libres y a sus anchas, y pueden convertirse en el ejemplo de lo que algún día pretendamos ser los demás. Y ya se sabe que cada vez nos quieren mejor atados, por supuesto, atados bien en corto, que así siempre se nos puede dominar.
El amor a los animales podría salvarnos en estos tiempos en que deberíamos aprender más de la naturaleza que se ensancha como puede para acogernos a todos. Esa naturaleza que cada vez se respeta menos, triste que así sea, y que no hagamos lo posible por cambiar.
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