Al teclado del ordenador se le estropearon los acentos. Tal vez sea casualidad, o un grito mudo. Poco a poco me voy envolviendo en el silencio. No me gusta nada la realidad global, no me gusta la brecha que crece entre los poderosos y los carentes de poder. Voy enmudeciendo en un recoger las fuerzas que me quedan para los trajines diarios. Los sueños subyacen aparcados a la espera de que vuelvan a tener sentido alguna vez o a que se acomoden para dejar paso a la cotidianidad. Es cierto que antes escribía para rellenar algunos huecos y que ahora las palabras escritas se han quedado al margen para dejar paso a las palabras dichas. Y que lo dicho con delicadeza extrema ha surtido efecto. Dicho efecto ha movido montañas de nubarrones negros que no dejaban apenas asomar la luz. Y ahora la luz es tan diáfana que escribir es casi innecesario. También es cierto que en el fondo nunca deje de luchar contra esta necesidad de escribir en la que lo escrito necesitaba de otra corrección y luego otra, y otra mas. Había mucho desgaste en ello que acabo matando la ilusión.
El presente necesita tanto esfuerzo que siempre me pareció que iba perdiendo fuerzas que necesitaría después para algo importante de verdad. ¿Que es importante se dirá? La casa y su mantenimiento, la familia, los amigos, los animales que tenemos, el confort. Ver atardecer desde la terraza sabiendo que cada día nace y muere, que cada instante es irrepetible y que es sano no desear nada mas que ser y estar sin que nos falten aquellos que tenemos y consideramos nuestros. Es prodigioso rodearnos de ellos y saberlos nuestros, mientras ellos viven su vida intentando dejarnos atrás.
Estoy -estamos- en ese momento en que nuestros hijos miran hacia otros horizontes y quiero acaparar cada momento. No quiero perderme ese momento en el que me miren a los ojos y me noten ausente mientras pienso en un comienzo de relato o un final. Ya hubo mucho de eso. Quiero estar en el presente de sus vidas, de mi vida, sabiendo que no preciso nada mas que verlos felices con sus sueños mientras velo que les lleven a buen puerto. A días felices donde salgan fortalecidos de cada dificultad.
Son días sin sobresaltos, sin prisas, sin pausas, días de planes por proyectar. De noches con sus estrellas, de grandes heladas que preceden mañanas bien soleadas. Días que se viven sin presenciar las horas del minutero. Sabiendo que el pasado ya no retorna y que este presente privilegiado, sin que nos demos cuenta se queda atrás.
Eso, que como canta Diego Torres, La vida es un vals
Una canción llena de alegría y mucha verdad. Que nos recuerda que llegan las votaciones y hay que salir a votar, para intentar cambiar todo aquello que nos gusta de esta sociedad. Por ejemplo que unos tengan tantos privilegios y otros tan pocos. Nos hace falta un poquito de equidad. Y dejar atrás pasados turbios de personas que usaron su poder para enriquecerse a costa de la pobreza de los demás. Unos pocos que dañaron a tantos y con tan poco escrúpulo.
Con ellos tolerancia 0
El presente necesita tanto esfuerzo que siempre me pareció que iba perdiendo fuerzas que necesitaría después para algo importante de verdad. ¿Que es importante se dirá? La casa y su mantenimiento, la familia, los amigos, los animales que tenemos, el confort. Ver atardecer desde la terraza sabiendo que cada día nace y muere, que cada instante es irrepetible y que es sano no desear nada mas que ser y estar sin que nos falten aquellos que tenemos y consideramos nuestros. Es prodigioso rodearnos de ellos y saberlos nuestros, mientras ellos viven su vida intentando dejarnos atrás.
Estoy -estamos- en ese momento en que nuestros hijos miran hacia otros horizontes y quiero acaparar cada momento. No quiero perderme ese momento en el que me miren a los ojos y me noten ausente mientras pienso en un comienzo de relato o un final. Ya hubo mucho de eso. Quiero estar en el presente de sus vidas, de mi vida, sabiendo que no preciso nada mas que verlos felices con sus sueños mientras velo que les lleven a buen puerto. A días felices donde salgan fortalecidos de cada dificultad.
Son días sin sobresaltos, sin prisas, sin pausas, días de planes por proyectar. De noches con sus estrellas, de grandes heladas que preceden mañanas bien soleadas. Días que se viven sin presenciar las horas del minutero. Sabiendo que el pasado ya no retorna y que este presente privilegiado, sin que nos demos cuenta se queda atrás.
Eso, que como canta Diego Torres, La vida es un vals
Una canción llena de alegría y mucha verdad. Que nos recuerda que llegan las votaciones y hay que salir a votar, para intentar cambiar todo aquello que nos gusta de esta sociedad. Por ejemplo que unos tengan tantos privilegios y otros tan pocos. Nos hace falta un poquito de equidad. Y dejar atrás pasados turbios de personas que usaron su poder para enriquecerse a costa de la pobreza de los demás. Unos pocos que dañaron a tantos y con tan poco escrúpulo.
Con ellos tolerancia 0
bravo
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