Powered By Blogger

viernes, 4 de febrero de 2011

A millones de kilómetros

Tu risa de mi risa
Tu ira de la mía
Mis manos de tus manos
Tu bronca de la mía

La distancia de unas horas
De un siglo se me encaprichan,
El silencio de un minuto
Se hace un lustro de agonía

Es ya tanta la costumbre
De la costumbre vacía
Que en el hueco de los años
Mi aliento ya no respira

No dejas de preguntarte
Y preguntar no es necesario
Me asfixio en cada costumbre
sol, mar, cielo; viento helado

No dejas de acongojarte
Pronosticando un desastre
En vez de reaccionar
Y volver a reinventarte

Me suenas a una canción
Que se repite cual eco
Pero es que mi corazón
No duda: late muy lento

Es firme como una vela
Que hace siglos llegó a puerto
No anda, no tiene pies
Se enreda en sus pensamientos


No dejas de preguntarte
No dejas de darle vueltas
Me gustan tus conclusiones,
Que se ovillan y se enredan

No me moveré del sitio
Quiero escuchar el final
Porque sé que cuando llegues
Lo vamos a celebrar

Entonces habrás aprendido
Que no viene mal pensar,
Aunque sea tan equivocadamente
Que pareciese de más.

El más no se viene a menos,
Eso no ocurre jamás
Y sin moverme del sitio
Te escucho, te escucho hilar

Absorta en la sutileza
Que destilas al hablar
Con esa voz masculina
Que ya sé a quien comparar.












miércoles, 2 de febrero de 2011

Más allá del dolor

"Mi hija Carlota era una mezcla apasionante de compasión y combatividad. Con ella toqué a menudo el cielo y su recuerdo me permitirá transitar el infierno que ahora vivo"

Tony Cantó


Estas palabras pronunciadas por un hombre cuya serenidad apabullaba, las escuché en un programa de televisión matinal con la fotografía de su hija Carlota detrás, una niña hermosa, cuya mirada transmitía un retazo del cielo en que ahora está y dejaba imaginar toda la paz que se hallaba en su interior. Uno se pregunta qué clase de cosa es la vida, que deja que este tipo de desgracias lleguen a pasar, y que pueden pasar a cualquiera. A veces sencillamente uno deja de creer, o se abraza a su credo para poder tirar hacia delante, o vive la cuenta de sus días hacia atrás, o lo hace como puede . Lo único cierto es que hay días que no serán nuevos ya, que hay recuerdos que acuchilla recordar y que es posible llegar a la ancianidad de un momento a otro, una ancianidad inesperada y prematura que no cabe soportar.

Tony Cantó no dejó de recordar en su comunicado de prensa, al hombre que ocasionó el desastre en una madrugada ebria de color, y del que resultó superviviente único. Le deseó una pronta recuperación y fuerza para superar el infierno en que desde ya mismo vivirá. Tuvo también palabras para la familia de este hombre, y para la familia del novio de su hija, fallecido en el mismo accidente mientras viajaban.

En una temporada en la que me quejo de las paranoias que tengo que oír desde el televisor, huecas palabras, necios insultos, maquilladas mentiras, vanas promesas, timos por soluciones, y triquiñuelas varias. Quisiera no haber tenido la oportunidad de haber escuchado la sobria intervención de un hombre sensato, porque algo que no debió suceder hubiese pasado. Un Tony Cantó destrozado y sereno, que hablaba ante la cámara haciendo gala de una excelente calidad humana, y un dolor inmenso. El dolor de quien sabe que nunca se podrá reponer de la injusta pérdida de lo mejor de sí. Y que por tanto jamás volverá a ser el ser completo que se sintió hasta entonces.

Como tantas veces quisiera tener el modo de borrar aquello que no ha debido suceder, del modo en que borro páginas y páginas que ya tengo escritas, y que no debí escribir. Hubiese preferido escuchar las mentiras de unos y de otros, sacadas de sus bajos fondos referentes a lo que fuere, tanto da; a escuchar una terrible verdad que me hace preguntarme de nuevo La vida qué será.

lunes, 31 de enero de 2011

Elegir las lecciones de vida

Es algo que se hace por voluntad propia, algo que se intuye, que se cuela por dentro y permanece para siempre. Puedes ser alguien hecho y derecho cuando tus hijos llegan al mundo, pero por mucho que tú sepas, ellos siempre te enseñarán y te sorprenderán, porque todo cuanto te señalen forma parte de ti como una nota forma parte de la música.

Es raro que a una niña pudiese gustarle Rocky, es raro que a mi edad accediese a ver por primera vez una película que se ha denostado de diversas maneras a lo largo de los años. Pero me convenció y vimos juntas algunas, y me sorprendí por la lección de vida que encierran, algo que jamás esperé. Tampoco imaginaba que Silverter Stallone había escrito, dirigido y protagonizado cada una de ellas. Rocky II me pareció tan espectacular como poética. Me gusta el coraje que transmite y lo que insta a luchar por aquello que uno quiere.

Entre risas he visto centenares de veces cómo una niña absorbe todo este diálogo entre Rocky y su hijo, como lo copia palabra por palabra y finalmente lo escribe en un folio de su puño y letra, y lo pega en una pared de su habitación para leerlo y releerlo una y otra vez. Mientras hago la limpieza leo el texto, que por muchas veces que lo lea me suena tan a nuevo y tan poético como la primera vez. Y tan cierto. Sobre todo tan cierto:

"Voy a decirte algo que tú ya sabes, el mundo no es todo de color rosa y arcoiris. El mundo es un lugar terrible, y por muy duro que seas, es capaz de arrodillarte a golpes y tenerte sometido permanentemente si tú no se lo impides. Ni tú, ni yo ni nadie golpea más fuerte que la vida, pero no importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte. Y lo aguantas mientras avanzas. Hay que soportar sin dejar de avanzar, así es como se gana. Si tú sabes lo que vales ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes. Y no podrás estar diciendo que no estas donde querías llegar por culpa de él, de ella ni de nadie, eso lo hacen los cobardes y tú no lo eres. ¡Tú eres mejor que eso!."

Lo lee y mira el vídeo una y otra vez. Y se me ocurre que uno es siempre lo que quiere ser.



viernes, 28 de enero de 2011

Pregunta:

¿Cumplir un sueño no será lo más semejante a volver a nacer?

Uno más uno dos

En palabras de Sonia Belloto, escritora y editora brasileña, la alegría es la misma al escribir un libro que al tener un hijo. Dice que quien haya tenido uno y haya publicado un libro sabe que la sensación es idéntica. Se trata de una mezcla de plenitud y éxtasis. Y que para los hombres escribir un libro es lo más cercano a la sensación de dar a luz.

Continúa diciendo El tiempo que se tarda en escribir un libro resulta semejante al periodo de gestación. Hasta las sensaciones son las mismas. El momento de la publicación, cuando el libro llega de la imprenta, constituye el nacimiento. La diferencia radica en que después de publicados los libros no suponen más gastos, hacen llegar todos los años un cheque por derechos de autor. Además no necesitas preocuparte por dónde está. De hecho cuanto más lejos vaya, mejor. Si tu libro viaja por todo el mundo, te hará todavía más feliz.

Lo he transcrito como las prisas me han dejado, eso por no variar, de su libro Cómo escribir un libro...y conseguir publicarlo. Que es una de esas joyas que me he comprado y que leo y releo feliz como cada libro que en verdad entiendo ( o que creo entender:)

No voy a extenderme más, solo a felicitar a un doble papá. O a un papá de mellizos...En esta como en tantas ocasiones no sabría concretar.



jueves, 27 de enero de 2011

Disco rallado

Una tarde de verano estábamos reunidos un montón de gente en una terraza. En el grupo había un niño de cuatro años, que es una de esas ricuras que más que niños parecen viejos prematuros, de ojos despiertos, tan vivaces como incorregibles, y tan nobles como pueda serlo lo más noble que habite el mundo. Estaba subido a una de esas motos en las que los niños no llevan pedales, y van impulsados por el empuje de sus pies, a lo Pedro Picapiedra. En una de estas sus padres se despistaron y fue a dar a la carretera, que estaba en línea recta muchos metros más allá, corrí hacia él dándome perfecta cuenta de que nadie más se temía lo mismo que yo me temí desde un principio; que la calle en cuesta abajo fuese más atrayente en un momento dado para él que quedarse quieto y parado alrededor de la fuente de agua, de la que se había llevado ya una leve pátina de agua que estancada en su frente y sus mejillas te hacía sonreír como un tonto frente a él.

_ Déjame en paz_ fue todo cuanto me dijo tan categórico como es, ofendido de que le hubiese agarrado del jersey, que es cuanto pude aferrar tan de repente. En ese instante pasó un coche delante mismo de nosotros.
_ La carretera es solo para los coches_ le dije del modo más tranquilo en que me pude manifestar_. Tú no puedes salir de este patio, y mira que hay sitio ¿eh?
_ ¿Qué dices?_ por su amorosa incredulidad dirías que no te había entendido. Por su inteligencia ni se te pasaba por la imaginación.
_ Que no puedes entrar en la carretera, es solo para los coches.
_ ¿Qué?
_ Que la carretera es para los coches y te pueden atropellar.
_ ¿Qué?
_ Que si un coche te atropella te vas al hospital con la cabeza rota, retorciéndote de dolores por todo el cuerpo y chorreando sangre. Después te dejan allí ingresado todo lleno de vendajes y papá y mamá llorarán, y el abuelo y la abuela, y el tío y la tía_ por respuesta la misma amorosa incredulidad.
_ ¿Qué?

Después de un rato en las mismas, y tratando de explicarle una y otra vez lo peligroso de adentrarse en la carretera, me encontré con su madre de frente, embelesada en nuestra conversación. Es una chica joven y despierta siempre más contundente en sus silencios, que en lo que habla.
_ ¡Qué cara tiene! Te entendió perfectamente a la primera. ¡Borja, como vuelvas a hacer lo mismo te castigo una semana sin salir de casa! ¿Me oyes bien?
_ ¿Qué?

Fue una escena simpatiquísima que jamás esperé encontrarme porque después llegaron su padre y sus tíos para darle los motivos por los que no debía repetir aquello, y por respuesta un simple ¿Qué? repetido una y otra vez primorosamente. Días más tarde hablando con una amiga común lo recordé de pronto y se lo conté muerta de la risa.

_ Qué bueno, te estaba haciendo la táctica del disco rallado_ me dijo sin mover una sola pestaña.
Me quedé a cuadros, porque jamás había escuchado tal cosa.
_ A nosotros nos piden que se lo hagamos a los clientes a los que no podemos darles una solución, ¿En serio que nunca te pasó?
_ ¿Pasarme qué?_ creí que se estaba quedando conmigo, la verdad.
_ Que cuando buscas solución para un problema, por ejemplo, en el centro comercial en que yo trabajo, y no se te puede dar solución alguna porque ese imprevisto no está estipulado, se te da una razón por la que no cabe reclamación alguna, tu objetas algo, yo repito las mismas palabras que ya te he dicho. Vuelves a dar otra razón, yo repito palabra por palabra lo mismo. Tu vuelves a explicarte, yo a repetir lo mismo, y así hasta que el cliente llega a sentirse tonto y se va. A veces hay que repetir lo mismo quince veces, pero no te queda solución que repetir lo mismo una y otra vez hasta cansarlo. Tenemos la norma de hacerlo así.
A veces se abre un espacio temporal en que parece que en vez de pisar tierra firme te deslizas en un tiempo árido que ni existe, esa sensación me embargó mientras intentaba asimilar que tal cosa pueda existir por normativa. Recordando recordando voy cayendo en la cuenta de que sí, que me ha pasado varias veces y me he terminado marchando con la sensación de que soy idiota, además obtusa profunda. Mi amiga que el fondo me ha tenido siempre por un ser bajado de otro planeta, y con razón, por lo muy ingenua que llego a ser, pese al genio que me gasto se ríe. Y no deja de repetir que no puede creerse que un niño de cuatro años sea más inteligente que yo, y se ríe y se ríe hasta cansarse, para dejar constancia de su incredulidad de que en pleno siglo dos mil siga existiendo gente como yo.

Pues bien, desde este blog siento que sin pretender tomar el pelo a nadie estoy haciendo el disco rallado desde que empecé. Que hay cuatro temas, creo que cinco a lo sumo, que acaparan toda mi atención, y que una y otra vez contado de distinta forma, si acaso, vuelvo a la carga. Observo no obstante que a más personas les viene sucediendo lo que a mí. Pero me frustra. Y al tiempo, una cuerda cuyo cabo no acierto a vislumbrar sigue tirando de mí con el objetivo de seguir avanzando porque justo en el avance se halla la solución. ¿O acaso el desastre?


Reflexión en voz alta

El precio de la fama no siempre es proporcional al talento, al esfuerzo, ni a la transmisión de valores positivos para una sociedad. En los pequeños detalles diarios podemos percibirlo, a veces desde un gesto tan nimio como encender el televisor.