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viernes, 19 de noviembre de 2010

Matemáticamente imposible

Las matemáticas no son lo mío, me hablan de números y solo si la cifra es pequeña la soy capaz de repetir, por eso cuando me encuentro frente a un matemático mi fascinación se hace inmensa. El otro día sucedía por casualidad, una de esas casualidades que te hacen encontrarte con gente interesante, que acapara tu atención de principio a fin porque su tema de conversación te parece lo nunca planteado, y su coherencia la que quisieras para aquellos que gobiernan. El tema que surgió de pronto fue Haití, nadie supo explicarse de donde lo sacó, pero está claro que llevaba meses rondando por su cabeza.

El hombre se hacía una pregunta muy concisa. ¿Donde está el dinero que cada haitiano debería tener en sus bolsillos en este preciso momento?
Arqueé las cejas porque era una pregunta dirigida a mí para la cual yo no tenía contestación, una pregunta que respondieron todos los presentes, que eran muchos y que apuntaron en la misma dirección, algunos con más ingenio que otros. Él siguió adelante con su obsesión, reconoces las obsesiones de los demás en el momento en que eres consciente de las tuyas.

_ Es que con el dinero que se donó a Haití_ nos dijo completamente en serio_ cada haitiano en este momento debería tener ( no recuerdo la cifra porque hubiese necesitado una buena pausa para poder asimilarla, o un lugar donde apuntar, pero sé que era una cifra capaz de resolver cualquier vida) y ya ves como están. Con la que está cayendo vuelven a estar igual sino peor. Yo no veo mejora alguna en sus condiciones de vida, y están muriéndose a centenares a día de hoy por beberse agua contaminada. ¿Es que no les quedó ni para agua embotellada? ¡Necesito que alguien me lo explique!...

Hay momentos en la vida que resultan impagables porque de pronto todo el ruido del mundo se apaga y puedes escuchar aquello que vale la pena escuchar. Por eso mismo cada resquicio de luz se oscurece y te das cuenta que a partir de entonces solo queda oscuridad. Oscuridad y silencio por todo aquello que jamás funcionará. Y aunque decidas callarte, las palabras que son como el viento se te escaparán, para dejar constancia de sí mismas, de que son, y de que están.



jueves, 18 de noviembre de 2010

Fuera de cobertura

En estos días una avería me mantuvo alejada de la red, y al volver me he encontrado muy pocas novedades. No es la primera vez que constato que nadie larga tanto como yo, y que por lo mismo nadie se equivoca tanto. Quizá hay que recuperar el silencio para ser consciente de su sabor, el sabor de ser únicamente tú quien sabe lo que estás pensando. Esta ha sido mi única reflexión en todos estos días con mi impertérrita superconcentración, a penas he abierto la boca, he andado sumida en divagaciones varias que han llegado a una sola conclusión: ando demasiado por la red.

El tiempo real tiene un sabor que casi se me había olvidado, y este presente es demasiado complicado y fascinante para andarme por las nubes. Recopilo información para un lugar que está lejos de los teclados, y está cerca de una certeza que es todo cuanto vengo a dejar hoy: La magia nos espera en cualquier lugar, cualquier día, cualquier minuto, cualquier segundo es el momento ideal, solo hay que dejar de soñar y vivir la realidad del momento. En todas partes hay gentes que vale la pena conocer, y para conocerles hay que caminar sin prisas, sin metas, sin condiciones. A veces desconectado de internet, es eso todo lo que sé, y si me veis en silencio que sepáis que soy de carreras cortas pero intensas, y que todo cuanto pudiera decir lo he dejado dicho ya en alguna página anterior. Aún me asombra haber podido decir todo lo que a veces ni me atreví a decir y que nadie me haya insultado. El único comentario malsonante lo dejó mi hijo un día que protestó y le dije que dejara constancia de su queja porque para eso están los comentarios. Comentó y repliqué su comentario, desde entonces si leyó se abstuvo de decir nada, es seguro que a través de estas páginas llegó a conocerme mejor que nunca. Los humanos somos raros, esa es la verdad, y ninguno tan raro como nos creemos, eso a juzgar por lo visto aquí. Creo que llega un tiempo de silencio y anuncio que lo pienso disfrutar. He decido disfrutar cada instante de mi vida venga como quiera venir, solo tengo esa certeza e incluso esa regalo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sobre la televisión actual

Hay algo que no consigo quitarme de la cabeza desde hace tiempo. Soy una turista y llego a un hotel español, me da por poner la tele, sencillamente por saber en que clase de país estoy, y me encuentro con lo que a diario soportan quienes decidan tener un rato la tele encendida en cualquier canal. Ya que estar viendo algo aceptable no significa que cuando se sucedan rápidamente los créditos finales no aparezca cualquier clase de cosa que quizá te cause repelús, ver la tele hoy en día es un deporte de riesgo y algunos programas deberían llevar en su comienzo la pantalla azul que sale cuando se habla de medicamentos y sus reacciones adversas.
Todos conocemos a personas sanas que se mueren de repente, casi que cada vez más, para cuya muerte nadie encuentra explicación y quizá la explicación estuviere en el tipo de televisión que consumían, suena a risa, pero estoy segura que si a diario siguiese muchos de los programas que ponen moriría. Es un hecho, me dan sudores, indignación, vergüenza ajena ( ya, ya sé que este blog debería dármela, pero aquí de momento no me da ;), y me crispo, me crispo mucho, tanto que en mucho tiempo no me consigo peinar, me miro al espejo y mi pelo se queda electrificado hasta que vuelvo a la calma. Ningún especialista me sabe curar.
Y aquí se me ocurre establecer comparaciones, porque lo mío de siempre es comparar. De un tiempo para acá nos preocupamos mucho de los conductores y les quitamos puntos por hacer maniobras arriesgadas, les multamos, les sisamos los bolsillos porque beben y conducen, se saltan semáforos en rojo, llevan los focos sucios, conducen como locos, salen al arcén sin su chaleco, se accidentan y olvidan poner los triangulitos mientras se curan del susto, llevan luces fundidas y no se pispan.... Se cuida el lenguaje escrito hasta el punto en que de buenas a primeras se cambian las normas aquí y allá volviendo locos a quienes escriben a diario, eternizando las correcciones de manuscritos dormidos en un cajón, catalogando de nuevo los nombres de ciudades, quitando acentos que ya no sabemos quitar, poniendo nombres ridículos a letras añejas ya... Y sin embargo dejamos que se nos llenen los canales de televisión con cualquier cosa, es más, se ha establecido una competición: La de a ver quien afilia a su programa al colaborador más cutre de entre los cutres a bordo. Eso no lo dicen, pero no hay más que verlo y escucharlo -eso si quieres-, pero si no quieres entre programa y programa te asaltarán y tendrás que oírles el intervalo de tiempo que te lleve rescatar el mando de la tele entre tu sarta de papeles y apuntar con el mando del revés, y luego del derecho, para enviarles a paseo; tiempo más que suficiente para llevar los pelos de punta el resto del día, eso sin que lo puedas evitar.
Pues eso, hemos quedado en que soy una turista que viene a España atraída por todo lo que tiene a descubrir, pongo la tele, evalúo unos segundos y voy cambiando de canal en canal, no es que sea muy estudiada - no vamos a complicarlo-, estoy muy cansada tras mis muchas horas de vuelo, tengo la maleta sin deshacer, me he gastado una parte importante de mi dinero en llegar volando, y estoy pensando. Sigo cambiando de canal a canal y sigue pasando el tiempo, luego sigo pensando. Finalmente lo tengo claro, recojo mi maleta, entro en el ascensor y explico en recepción que me ha surgido un imprevisto. Vuelvo al aeropuerto y evalúo a que país me quiero ir, visto lo visto, lo decido y me piro vampiro con una cruda determinación: No quiero conocer a los españoles porque a simple vista sé como son todos: gritones, maleducados, chismosos, estropajosos, piojosos, incultos, zafios, bordes, crápulas....( seguiría así todo el vuelo hasta aterrizar y empaparme de otro país que me temple los nervios...). Y nadie podría censurarme por hacerlo, porque quieras o no, la televisión es la carta de presentación de un país, y habla mucho de las cuestiones políticas y del estado. Es mi forma de entenderlo y contra eso nadie tiene nada que decir, soy una turista y como tal yo decido entre qué tipo de gente quiero convivir. Quizá no sea justa, pero no soy juez y nadie me condena, en uso de mi propia libertad te advierto una cosa: Tu país está tachado de la lista de países que me apetece conocer, y me horripila, aunque eso sí, te compadezco si te ves obligado a vivir en un sitio así, y si toda la gente que conoces es como la que aparece en tu televisor a ciertas horas, esas horas en que estuve viendo la televisión :S

Una historia que da que pensar

Nostalgias, diferentes modos de nostalgias nos asaltan y se nos hace raro que las nuevas tecnologías nos den para cosas inimaginables. Hay textos que te alegran la mañana y que te hacen pensar, en concreto este. Lo dejo aquí porque nada me gustaría más que descubrir un día alguna sorpresa como estas. Enhorabuena.





miércoles, 10 de noviembre de 2010

Un reflejo como un espejo

A veces alguien consigue dar una crónica de todo aquello que tú piensas, solo que tú no sabrías contarlo o sencillamente no tienes tiempo para hacerlo. Afortunadamente siempre tienes tiempo para leer y para compartir. Y para disfrutar de un escrito de esos que te descargan tu polo negativo, que a veces pesa.

martes, 9 de noviembre de 2010

Una propuesta

Me gusta que me hagan propuestas, quizá para la vida de una ama de casa no hay nada mejor que participar en algo que le gusta sin moverse de casa. Es fácil y sencillo poder soñar que se tiene una voz que llega muy alto para reclamar aquello en lo que se cree. A través de este blog intento reflejar, atrapar, retener, agrandar...todo aquello que me mueve y nada me mueve más que un sueño, un ideal, una esperanza, o algo complicado de lograr. Ya sabéis que nunca suelo pedir nada a los que estáis ahí, os sigo porque casi todos escribís textos que me hacen pensar o reír, textos que me hacen sentirme acompañada y arropada, y que alejan ese sentimiento antiguo de ser un bicho raro. No soy un bicho raro, soy una más, esa lección es la lección que he aprendido siguiendo vuestros escritos. Y también aprendí que todos sin excepción queremos un mundo más justo, un mundo mejor. ¿Pero como se construye? Es difícil construir un mundo mejor en un tiempo en que llegar a fin de mes es tan complicado ¿verdad que sí? Pues no nos quedemos parados, intentemos con nuestras palabras cambiarlo, tal vez no cambiará, pero al menos habrá un lugar donde quede reflejado. Esa es la propuesta que os hago. Que nos hacen. Yo ya me he apuntado, porque todos los pueblos de la tierra son el mío.




lunes, 8 de noviembre de 2010

Voy a escribirte un cuento

Cuando encuentre el modo y la forma, cuando encuentre la voz y la determinación, cuando encuentre el tiempo y la motivación, cuando encuentre las palabras y sepa atraparlas, cuando encuentre la adecuada estación. Cuando encuentre el tono y el pulso, cuando encuentre el escenario y los personajes secundarios, cuando encuentre las ganas de escribir. Voy a contarte el cuento de porqué mi no firme es un no tan firme y tan imposible de hacer variar, pero te lo advierto, tardarás muchos años en comprenderlo, tantos años como han de faltarte hasta que te halles en mi misma situación. Lo que el duele el corazón de una madre cuando dice no, solo el corazón de una madre lo sabe: duele por dos.