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lunes, 20 de septiembre de 2010

Ana de las tejas verdes

Es la historia de una niña huérfana llena de fantasías que un día abandona el orfanato para ir a vivir con Matthew y Marilla, dos hermanos solteros de avanzada edad que han decidido adoptar a un muchacho que les ayude en las agotadoras tareas de la granja. Anne se enamora de Avonlea nada más llegar y ante su radiante entusiasmo Matthew no puede hacer otra cosa que llevarla a casa y dejar para Marilla la parte cruda del asunto, decirle que ellos esperaban un chico, y que no hay lugar para ella en ese hogar.

Megan Follows borda el papel de Anne Shirley, pero los demás actores de esta serie no se quedan atrás. Los paisajes son desbordantes, lo mismo que el vestuario y la banda sonora, parece que ni un solo detalle se les haya escapado. Te sumerges en otra época tal como si formases parte de ella y por más veces que puedas verla no deja de sorprender ese mimo con que parece haber sido rodada.

Ahora sé que hay cuatro dvds de esta serie, me los encontré en la biblioteca revolviendo entre las películas - que las hay pésimas por cierto-, y que no tienen edad, porque siempre que las he recomendado a personas muy diferentes entre sí me han confirmado lo mismo que cuento. Que es una historia magistral, una de las que no se olvidan. Perfecta para una tarde cualquiera, pero si debiera escoger, una tarde de invierno de lluvia y viento, frío inmaculado y cierto desánimo; es ahí donde brilla más. En una tarde en familia donde todo lo que cabe es soñar.




viernes, 17 de septiembre de 2010

Que lástima

En el amor como en la ropa,
allí donde ya se ha remendado se vuelve a romper.

Begoña



Mi mucho desconocimiento del mundo de internet me lleva a temer bastante eso de enlazar, pero este vídeo me parece uno de los mejores que tiene Alejandro Fernández. Se cuenta que el rodaje estaba preparado en un bajo en obras, pero fue inevitable que se corriera la voz de que él estaba allí. La gente se arremolinó para verlo y el final de este vídeo nadie se lo esperaba. Les quedó genial
...eran otros tiempos...


jueves, 16 de septiembre de 2010

Un sueño de tantos

Cuando comencé a la escuela en serio, recuerdo que dibujaba casitas, flores, nubes, montañas, soles y lunas en los cuatro márgenes de las hojas de todas mis tareas. El profesor -que una vez me rescató in estremis de ser atropellada por un autobús cargado de escombro, evitando que mi vida finalizase a los siete años por jugar con mis amigos al pilla- pilla-, al principio se quedaba a mirar lo que había dibujado con cierto desconcierto, pero con el tiempo, tal vez porque la variedad de dibujos eran más bien repetitivos llegó a irritarse y a prohibirme esa manía que jamás había observado en alumno alguno. A partir de ahí me reservaba la página final para la ilustración, pero ya no tenía la misma gracia porque los consideraba parte de ese aprendizaje de números tan ajeno a mí, nunca me ha gustado la frialdad de los números en comparación a la inmensa calidez de los abecedarios repetidos hasta el infinito.

Como mala estudiante me arrepiento de todo aquello que no hice en su momento, porque hay una edad para aprender, para encauzar el futuro, para utilizar las energías innatas y para completar el proyecto vital. Ahora lo veo así, y aunque jamás volvería atrás los relojes para recuperar el tiempo pasado, sé, con la conciencia que otorgan los años que si ahora tuviese de nuevo siete intrépidos años me buscaría lugar en una clase de pintura para aprender a dibujar. ¿Porqué?, pues por todo lo que viene de un lugar que no se acierta a concretar, porque sí. Porque a día de hoy me gustaría haber aprendido más y haber retenido en la memoria todo aquello que olvidé porque jamás llegué a entender del todo a falta de motivación.

La vida me ha dado la posibilidad de traer al mundo a alguien con verdadero talento dibujante que jamás quiso desarrollar esa aptitud, pero que me ha dejado enmarcar muchos de sus trabajos de clase de dibujo. Ese es el premio con que me quedo, en espera que dentro de algunos años por un deseo interior decida dedicarle tiempo a su talento.

Sabiendo que la vida ofrece todo tipo de posibilidades para sustituir el "pudiera ser" por el "es ahora mismo" no voy a quejarme, porque quejarse solo aporta debilidad y el objeto de la vida es realizarse. A lo largo del tiempo he aprendido una sola cosa, todo está, solo hace falta buscarlo con fe y se encontrará. A veces cuando menos te lo esperas.

Si yo supiera dibujar tal vez jamás hubiese dibujado algo tan bonito como lo que aparece de principio a fin de este blog, pero me gustaría soñarlo. A fin de cuentas soñar es gratis, y la mayor riqueza que se puede atesorar. ¿O acaso no?


miércoles, 15 de septiembre de 2010

LLego tarde

Hace ya algunos años, en medio de un arrebato de estridencia a saber porqué, mi hijo me hizo una advertencia: a los cuarenta mi hermana y yo te meteremos en un asilo, porque no hay quien te soporte siempre a vueltas con la misma cantinela. En ese momento creo que enarqué mucho las cejas, llené de aire los pulmones y solté varias palabrotas malsonantes, convirtiéndome de pronto en el peor ejemplo de madre posible, cuando hasta ese instante llevaba un cuarto de hora siendo una madre paciente que pone los ejemplos de lo que sucedería si se hiciese tal o cual cosa. Creo que todas las madres del mundo ponemos mucho empeño en dar aquellos consejos que en su tiempo nos dieron y no quisimos escuchar. Pero que eran tan ciertos como que si metes los dedos en el enchufe te pega un calambrazo. A veces solo el calambrazo nos hace reaccionar, y no las largas conversaciones maternas que son un rollo y nos convierten las horas de paz en charlas cargantes acerca de la vida.

Cuando uno es joven la vida es un lugar llano donde no existen problemas, y nuestros padres son lo más pesimista que pisó el mundo. Lo único que recuerdo de mi adolescencia es lo poco que me parecería a mi madre cuando tuviese hijos. Yo iba a ser una madre supermegaguay de la muerte, y supermegacomprensiva. La única diferencia es que lo soy, cuando caigo en la cuenta de estoy haciendo aquello que odiaba tanto que me hiciesen a mí. Es entonces cuando cambio el chip y recuerdo que todos sus sobresalientes -esos que yo nunca tuve- habrán de servirles para algo, porque bien pensado aquello que les estaba diciendo es más o menos lo mismo que les suelo repetir. Y por eso ya ni me escuchan...

Pues bien, llevo ya casi un año de retraso en lo del asilo, y esta mañana a la hora del desayuno se lo he recordado a los dos, les he dicho: Quiero mi asilo ya, estoy harta de hacer camas y preparar comidas, de limpiar la casa y de intentar tenerlo todo bajo control. Vosotros repartiros este espacio y dejarme disfrutar de mi vejez. Ellos me miraron tan fijamente como si me hubiese dado algo de repente y me dejaron estar. Volví a repetirles que con una habitación su padre y yo tendremos más que suficiente, pero que yo quiero piscina y vistas al mar, son mis únicos requisitos.

-Pobre_ comentó alguna_ con tanto escribir se está volviendo tururata.
-Ya lo ves_ respondió el otro más ancho que pancho.

Y en mi cabeza estaba esa imagen idílica a la que ya me acostumbré, mi vejez en un asilo, con todo hecho, y con mucho tiempo para leer y escribir. A esta imagen hace unos meses le añadí un portátil y conexión a internet para seguir escribiendo en este blog. Aunque a veces me tiente la idea de abandonarlo a su suerte por caótico y termine retornando a él tan sedienta como si acabase de cruzar de extremo a extremo un desierto y me hubiese encontrado con un vaso de agua que beber.

Pues bien, el asilo idílico que hasta ahora solo estaba en mi cabeza, ya lo puedo concretar, es uno idéntico a este pero asturiano. Vivir para encontrar.


martes, 14 de septiembre de 2010

Algo precioso que leer

Lo dejo aquí para rebuscarlo cuando lo necesite, y para compartirlo porque me encantó.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¿Podemos cambiar?

En el magazine que nos regalan con el periódico del domingo viene una entrevista a Joe Dispenza, alguien de quien jamás oí hablar - y a quien seguiré la pista-, porque todas sus respuestas son una puerta a la esperanza. Sobre todo la que afirma que toda persona puede cambiar, al preguntarle de que forma responde:

Cambiando el pensamiento. El interruptor que activa el cambio es la voluntad, porque desencadenará una nueva información. Cambiar es pensar de forma más amplia, trascender tu propio entorno. Es conectarte a un sueño a una idea que existe ya en el campo cuántico de posibilidades. Es creer en ese futuro cuando todavía no se puede percibir con los sentidos.

La entrevista es tan extensa como interesante, no se sabe la cantidad de entrevistas como esta que tengo guardadas en espera de encuadernar, ni todas las que habré perdido entre la montaña de papeles que colecciono. Se me ocurre que este vicio de escribir debería servirme al menos para eso, para saber archivar debidamente aquello que me apasiona, por ejemplo las respuestas que me sirven en el día a día sin llevar acuñadas una fecha de caducidad. De entre todas sus enseñanzas apunto otra:

Primero hay que sentir amor por uno mismo y, en consecuencia, amamos todo lo demás. Si no nos gustan ciertas cosas, debemos eliminarlas antes en nosotros.

Me encanta porque no da respuestas facilonas o gratuitas ya que según él en cada momento se vive lo que uno ha creado con sus pensamientos. Ahí es nada.

viernes, 10 de septiembre de 2010

De bien en mejor

Hace unos días escuchaba un gran notición: después de las vacaciones los trabajadores regresan felices a su puesto de trabajo porque aún lo tienen, en una época en la que los despidos han sido nota dominante. Todos conocemos familias enteras que se han ido al paro, que se han quedado en llanta, que apenas asoman por ninguna parte y que han cambiado de forma de ser. Porque antes eran un número activo - para los gobernantes digo- y ahora son un número estanco, y nadie les ofrece una solución. Es más, en los nuevos despidos estos trabajadores a partir de ya tocan a menos. Nunca entendí de política y lo digo alto y muy claro, porque siempre entendí de política que los que menos tienen son los que se llevan todos los palos, y si acaso atisbo a entender algo, entiendo que pertenezco a ese grupo que jamás se ha sentido beneficiado por ella y que no espera de su parte solución verdadera. Podría apuntarse aquí una falta de fe total, me han influido las lecturas que leí de niña, solo creo en la política de Robin Hood y lo que es aquí -entiéndase mundo real- vienen funcionando a la inversa. Me crispan esas imágenes de reuniones de altos ejecutivos que se comportan como niños de parvulario, se acusan mutuamente, se echan los trastos a la cabeza y jamás rompen un plato, si alguno apareciese roto debajo de la alfombra apuntan con su dedo a quien tienen más cerca, y hacen mucho ruido para que esa bula pueda colar, esta imagen se sobrepone de continuo en mi cabeza a esa otra que se hacen en las escaleras de la Moncloa a principio de curso, todos tan repeinados y tan planchados que rezuman falsedad. Y mientras ellos se acusan y reacusan de lo pasado hace años, quienes esperen soluciones al ahora que se sienten a esperar porque o me lo parece o siempre andan enredados del pasado al futuro, en el presente está todo tan desmadrado que prefieren ni pensar. ¿O acaso me lo parece?...

Es cierto que esta sociedad ha visto demasiadas películas americanas y se ha creído que uno puede vivir a lo grande a fuerza de aplazarlo todo. Y ha venido consumiendo a más no poder sin el solo pensamiento de renunciar a ninguna de sus muchas pretensiones, casa, coche, vacaciones en el mar, ropitas de marca, mobiliario superguay, todo supermegasuper y montado sobre una nube que ahora navega a rastras en medio de un temporal. Ya nada es lo que era, y quienes mejor vivían en su apariencia peor malviven buscando trabajos extra, chollos aparte, trocando las horas de descanso por horas de malcobrar y todo por hacer frente a sus pagos. Y es que cuando firmaron sus abecedarios de letras en el fondo pensaron no pagar, es una nueva variante del tocomocho solo que quienes han vendido la parcela de felicidad se niegan a recogerla porque quieren la pasta y exprimen a quien pueden con tal de cobrar. Todos tenemos conocidos avocados al desastre y todos nos sorprendemos de que puedan capear el temporal. Nuevos héroes a la vista, porque lo suyo es heroico, aunque como a Supercoco nadie les quiera imitar.

Pues eso, que los trabajadores que sean despedidos de ahora en adelante se irán a casa un poco más machacados porque llevarán sus bolsillos aún mucho más vacíos, y con una perspectiva de encontrar un nuevo trabajo que mejor no pensar. España se nos ha ido llenando con gente de afuera y en proporción cada vez tenemos más trabajadores y menos trabajo, así que nos las tendremos que ingeniar. Quien más y quien menos sabe que su trabajo pende hoy de un hilo mucho más fracturado que ayer.