Al leer esta frase supe que yo también, y ya desde que era niña, siempre creí en el poder de la sonrisa de un niño; y también en la sonrisa de un mayor. El poder de la sonrisa -incluso cuando no se tienen muchas ganas de sonreír- es algo contagioso.
Estoy segura de que si todos pudiésemos comenzar la mañana con una sonrisa, que no perdiésemos hasta el segundo antes de quedarnos dormidos como troncos, la vida sería un lugar maravilloso para cada uno de nosotros.
Una sonrisa es el mejor regalo que puedes ofrecer y recibir. Y además es gratuita.