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jueves, 27 de febrero de 2014

Lo nuevo en entrevistas de trabajo

Acudes a una entrevista de trabajo con cierta esperanza de escuchar algo memorable, pese a que el trabajo en cuestión parezca deprimente. Siempre se te recibe con una amabilidad aprendida, con una sonrisa eficiente yo diría, mientras en el fondo solo se quiere saber el precio que estarías dispuesto a recibir. En ese momento no se te evalúa como persona, sino como número. En el fondo se quiere saber hasta donde se puede bajar la cifra sin que te des media vuelta, sonriendo también, y te vayas enfrascado en un no; que después de dicho no se pueda cambiar.

Durante esa entrevista hay un tiempo de esperanza en que crees que con suerte te hablarán de un salario digno. Después de ir sumándole más, dicha esperanza ya no alcanza ni para la primera sonrisa del saludo. Es la diferencia palpable entre el mitin de Ya salimos de la crisis y la cruda realidad que se pone ante tus ojos.

La entrevista de trabajo puede comenzar como se quiera, caminando sobre un lecho de gladiolos o sobre un empedrado imposible, da lo mismo, siempre termina con una frase locuaz del empresario o empresaria de turno:

- Ya. Pero hay gente que no puede elegir.

-Es cierto, ambos sabemos que hay gente que ya no puede elegir (dirías si esperaras cambiar en algo a ese empresario) y que estás esperando por ellos con toda la calma del mundo porque sabes que alguien llegará de un momento a otro dispuesto a aceptar lo que tengas a bien ofertar. 

Al salir de allí sabes que esa rueda seguirá girando, tú en busca de un salario adecuado al trabajo que se ofrece, ellos a la espera de la víctima que esperan atrapar en su telaraña de buenas maneras. Y el oportunista de turno hablando sobre el atril de todos los indicios de mejoras palpables que solo él ve, no ya porque las vea, sino porque le conviene ir contándolo así.



miércoles, 26 de febrero de 2014

Si tú me preguntaras

Qué es para mí lo más importante de la vida, te respondería sin dudarlo: los sueños que no se dejan morir.




sábado, 22 de febrero de 2014

Aviso: sobre tules de nubes no pongas ningún guijarro

En estos días preparo un relato corto para presentar a un concurso literario. La pregunta es ¿Creo que tengo alguna posibilidad de ganarlo?, el premio solo se lo lleva un ganador; eso limita mucho. En ediciones anteriores se presentaron 400 relatos. Me muero por participar, cómo no, pero los gastos en copias y envíos tal vez me terminen pareciendo del todo innecesarios dada la dificultad de reembolsarlos. La duda está, siempre se hace presente mientras el teclado avanza veloz. A fin de cuentas sigo escribiendo tenga objeto o no, porque parto de esa necesidad vital que no precisa motor, lo es en sí mismo.

Bien, hace tiempo que mi yo escritor (si lo hubiere) y mi yo lector no se distinguen mientras leo. Y lo que yo no pondría en un texto bajo ningún concepto me agrede de alguna forma. Lo explico a riesgo de parecer pedante, a veces lo soy; si tú eres escritor y durante 213 páginas me tienes maravillada con tu prosa elegante, inteligente, suave y delicada, y has conseguido con todo tu arte envolverme en tu libro como si ya no fuese un libro, sino una maravilla de la creación fabulada...¡cuidadito conmigo! No te atrevas sacarme de ese cielo estrellado en que me has metido con una palabra que lo contradiga, por ejemplo: puta.

Eso me sucedió en un libro que leí, y de pronto yo ya no estaba leyendo la historia, sino que "escuché" al autor o autora, que sin saber de dónde salió, se hizo presente ahí. Es una nimiedad, lo sé, pero la rotura de esa magia a veces se paga cara, quizás cerrando el libro y no volviendo a leer. Ahí ya no sé si es mi yo lector o escritor el que actúa. En este caso seguí leyendo porque el libro es muy bueno y el autor o autora alguien que con un virtuosismo atípico despliega ante tu mirada toda la maestría de nuestro lenguaje. En otros libros pudo ser un cagar o un mear donde no debieran tener cabida, puesto que si has conseguido elevar tu narrativa a un nivel excepcional -algo muy complicado de por sí- no puedes permitirte usar las palabras que usaría el mortal más vulgar. Es decir, no puedes llevarme caminando descalza sobre los cielos y dejar un guijarro afilado para destrozarme los pies. Intenta recordarlo la próxima vez. 

Lo dicho, en estos días escribo un relato corto que me entusiasma quizá hasta el punto de terminar convertido en un relato largo. Mientras tanto mi trabajo en la casa se vuelve un caos y soy la persona más inaguantable de la tierra. Lo menos que debería hacer es dejarlo en un relato corto y enviarlo a ese concurso a ver si gano algo, para al menos retribuir en cierta forma a quienes conviviendo conmigo, un día tras otro, me soportan. Pero en verdad, que a estas horas aunque intente verlo claro, no lo sé. Y tampoco sé si importa.


jueves, 20 de febrero de 2014

Desigualdad social


Hace unos días en el informativo de la Televisión del principado de Asturias, daban una noticia de la que no me recuperé a estas horas: a mismo cargo desempeñado y mismas horas de trabajo, la mujer necesita trabajar 84 días más para cobrar el mismo sueldo que el varón. 

Desde que lo escuché no he dejado de preguntarme ¿Y eso por qué? Si voy más lejos lo que me pregunto es, ¿por qué quienes lo regulan lo consienten?

Ayer, a eso de la media tarde me tocó hacer cola en la caja del supermercado, donde dos amigas conversaban sobre su trabajo. Una acababa de dejar el suyo, porque la habían contratado como ayudante de cocina en un restaurante, que además tiene apartamentos en una zona rural muy cercana a una zona de playa. Trabajaba sábados y domingos de chica para todo: mientras había apuro en la cocina, ayudaba a la cocinera; si el trabajo se formaba en el bar, de camarera; hacía camas, limpiaba apartamentos; y si entre el intervalo de las once de la mañana hasta las dos de la madrugada (15 horas después) en que solían cerrar, fallaba el plan principal, no pasaba nada. La dueña del restaurante tenía su casa allí, dentro del complejo hotelero y le tocaba ir a su casa a limpiar, sacudir, planchar...por 50 euros que cobraba al día, que multiplicado por 8 daban un total de 400 al mes. Sin seguros ni nada, porque allí los seguros eran un paripé.

Escuchándolas hablar, os lo digo de verdad, se me cayó el alma a los pies. La desigualdad social se abre paso un día tras otro ante nuestros ojos. Y una cosa es segura, a mayor crisis más rápido va.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Mientras unos divagan, otros trabajan

Acabo de llevarme una sorpresa inesperada. Hace meses le vi cambiar de identidad en el blog y pensé que algo había madurado, quizá una idea futura. La publicación de un libro, imaginé, y mientras yo solo divagaba, comenzaba y borraba historias, me atascaba y volvía a empezar, él pudo terminar un libro. Admiro esa frescura que tuve alguna vez de ponerme a escribir y no detenerme, no dudar, desde el principio hasta el final. Algo que ahora vuelvo a retomar, no pensar tanto en quienes leerán la historia sino escribirla tal y como se vaya presentando ante mis ojos. Y dejar que todo comience para que después alcance en libertad su propio final.

El título es inquietante, porque advierte que esconde alguna intriga interior, y la portada, en mi opinión, no podría ser más acertada. Combinar juventud, elegancia, sol y mar es un acierto seguro. Y lo dicho, mientras unos divagamos otros alcanzan a terminar un sueño, que no hace más que empezar. Me propuse no comprar más libros hasta que termine uno de los que tengo empezados, es una especie de castigo particular por tanto divagar. Pero entre nos, estoy deseando leerlo, y no sé lo que ocurrirá.


Os dejo un título Recuerda que yo no existo de Miguel Pascuau Liaño

...Y ahora decidme que no os intriga sumergiros en sus páginas para saber de qué va ;)

martes, 18 de febrero de 2014

Sobre escritura

Hace unos días leía este texto de Jordi Serra I Fabra. Llevo muchos años indagando sobre el proceso de la escritura y a veces cuando más leo, menos sé. Después de haber leído muchas entrevistas a escritores me quedo con algún detalle escaso de unos y otros. Y dos pilares fundamentales: el decálogo del escritor, de César Mallorquí y este texto de Jordi Serra I Fabra.

Encontré su twitter por casualidad, la "casualidad" que da seguir a otra escritora, en mi opinión los buenos te llevan a los buenos. Pero para eso necesitas que sean sinceros y Care lo es. Creo que ser escritor requiere de una soledad que a veces se hace tan espesa que es como ser pez, de cuando en cuando surge la necesidad de subir a la superficie y ensanchar bien los pulmones para oxigenarse. La diferencia entre ser un buen y un mal escritor, para mí, radica en esto: Un buen escritor no se conforma con que su oficio mejore su vida. El bueno de verdad hace todo lo posible por mejorar la vida de los demás. Si hay algo que crea que debe aportarte, lo aportará. El medio será lo de menos, lo encontrará.

Entre todos los métodos de escritura, lo tengo comprobado, a mí solo me funciona uno, el que menos vueltas da. El que enfrenta el papel en blanco y deja caer lo que sabe y lo que ignora de aquello que está escribiendo, sin mapas ni brújulas mentales. Intentar dirigirlo o remodelarlo lo lleva directo a la papelera de reciclaje, donde ya ni es; ni está. Si quiero que algo llegue de principio a fin debo tocarlo lo menos posible, porque llega envuelto en todos los ingredientes que sumados o restados a mi antojo solo conseguirá lo que no persigo, avinagrarlo todo :-s

Este es su método. Os recomiendo leerlo.




sábado, 15 de febrero de 2014

Así era hace un siglo la villa marinera

Siempre que en todo este blog me referí a la villa marinera, era esta. No se me ocurre un entorno mejor en que vivir. Máxime si para mí belleza equivale a riqueza. Creo que es imposible pasear por sus alrededores y que no te nazca desde adentro la ilusión de escribir. Plasmar todo lo que ves, imaginar lo que fue, e incluso soñar con lo que será. Lo digo en serio, si algún día tenéis la oportunidad no dejéis de visitar un lugar solitario en invierno y constante hormigueo durante el verano.

Cada vez que intento reflejar un olor, un color, un paisaje o un sentimiento, lo extraigo de la raíz de este pueblo. No se me ocurre nada tan bonito bajo el sol.

Hoy os regalo esta sensación, pertenece al ayer, el hoy está recogido en las imágenes de Google. Eso ya lo dejo a vuestra elección.

Mi pueblo