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jueves, 13 de febrero de 2014

Cuando la sanidad intenta ser negocio

Quizá no siempre tengamos claro cómo funciona el mundo, pero sabemos distinguir cuando los dulces corderitos que iban a salvarnos se quitan las máscaras y dejan asomar al lobo que llevaban dentro. Lo vemos todos los días, y de tan visto, hemos desarrollado la faceta de descubrirlo primero. Tal vez los embrollos que les cubren hasta el cuello lo pongan de manifiesto, hasta dar la impresión de que cada vez son más los que se ponen a la cabeza de un ministerio y lo van tiñendo con colores que pasan del blanco al negro. Aunque pudiera ser que atravieso una etapa gris y todo a mi paso va perdiendo lustre; que sea solo una impresión llegada de adentro.

En cualquier caso, sigo agradeciendo encontrarme con diversos escritos que me aportan claridad. Porque lo claro, de toda la vida, lo prefiero a lo opaco. Así como la inteligencia la prefiero a lo lerdo. Que me expliquen lo que está próximo a pasar me prepara para tomar partido e intentar remediarlo. En la medida en que una sola persona lo pueda lograr. Y es que tal vez por una persona tras otra se forman los más invencibles ejércitos; esos en los que vale tanto el último como el primero.

Hace días leía esta entrada sobre lo que está pasando en nuestra sanidad. Desde entonces no puedo dejar de pensar en ello. Tal vez porque hace poco leía Mujer en guerra de Maruja Torres, que dice durante todo el libro que lo importante para un pobre es tener salud. Mucha salud. Porque teniendo salud puede trabajar le paguen mucho o poco; y puede ir sobreviviendo.

¿Qué está pasando en la sanidad? Léanlo  Y después extraigan su conclusión.


martes, 11 de febrero de 2014

Nuevas formas de recortar derechos

Cada día al levantarnos, este país se va pareciendo más a otros países que antes criticábamos. Esos en los que la vida unos vale más que la de otros y por supuesto los más desfavorecidos siempre salen perdiendo. Lugares en los que la igualdad es imposible de llevarse a cabo o incluso imaginarse. Cada día lo impensable nos acorrala más, lo no imaginado, lo no querido, lo que nos envuelve más y más en la madeja de la indefensión. Nos dejan sin formas de defendernos, de rebelarnos, de luchar contra todo lo que ni podremos asumir, llegado el caso.

Creo que como madre de familia, si sucede, me dejaré morir. Y creo que esa será la forma en que lucharé contra lo impuesto. O quizá me cambie de país, prepare las maletas y me vaya a otro lugar en que mi vida se valore, como antes se valoraba en España.

Antes, vimos a gente enfermarse, a veces a personas que tenían toda la vida por delante.  Fue duro, demasiado duro y demasiado injusto, pero al menos sabíamos que costara lo que costase su tratamiento se haría y se lucharía hasta el final tuviese la familia pocos o muchos ingresos. A veces se logró la curación, a veces se negó, siendo igual de anhelada en todos los casos. Pero fue algo exterior a la pericia médica lo que lo decidió, unos culparon a los dioses, otros al destino, otros a la fatalidad...cada cual lo fue superando como pudo y algunos tendremos heridas que ya nunca cerrarán, se abrirán de cuando en cuando ante cualquier suceso, recuerdo desatado de origen desconocido o lo que fuere. Hay heridas que nunca curarán porque el cáncer es lo bastante duro para el paciente y el propio entorno, se encuentre o no se encuentre curación, siempre lo preferible es que nunca llegue.

Vaya por delante mi indignación. Mi pensamiento de que si el dinero de todos se hubiese administrado por otras gentes distintas a quienes lo tuvieron, este nuevo recorte no sería necesario y no solo eso, sino que a nadie se le hubiese pasado jamás por la imaginación. La rabia me consume en este momento, para qué negarlo, es una noticia que me duele y me duele demasiado. Me duele por quienes no superaron la enfermedad, por quienes tuvieron que luchar contra ella logrando la victoria, por quienes en este momento están enfermos; por quienes se enfermarán o nos enfermaremos. NO HAY DERECHO A ESTO.

La mala noticia AQUÍ

sábado, 8 de febrero de 2014

Soñar, y lograr un sueño

Hace unos días que se produjo algo bueno en mi entorno cercano. Desde ese momento me mantengo en una continua conversación conmigo misma -que raro-, porque me ha dado pie para creer en esos sueños que se proyectan, sin esperanza, pero que en cuanto se ponen en marcha se cumplen solos. La pregunta conmigo misma es ¿ fue el destino? o ¿fue la valentía? lo que hizo que Ella (llamémosle Ella, ?qué importa su nombre?), cumpliese su sueño.

Un sueño que no solo la beneficiará a ella, sino a toda su familia. Qué bueno :)

jueves, 6 de febrero de 2014

Cantar y alegrar el ánimo

Se dice que la piratería en Internet ha cambiado las situación de los cantantes, que tienen que hacer más giras para poder seguir ingresando dinero y dedicándose a su trabajo. Tal vez por eso sorprenden ciertas cifras, aunque está claro que yo no tengo ni la menor idea del dinero que han dejado de ingresar. Hay quien sostiene que estar las veinticuatro horas disponibles a través de Internet, incluso a algunos les ha favorecido porque antes nadie les conocía y ahora les conocen. A la vista está, a mí el nombre de muchos me sonaba, pero de encontrarlos en alguna parte ni hablar, hasta que un día probé en el mundo que une enlaces en la red y en un segundo no solo te muestra cómo son, sino cómo cantan. Para muestra un botón: el de la foto, claro.

A este lado de la crisis, mucha, cuando siguen quebrando empresas y no se encuentra dónde trabajar, o donde se trabaja lo mismo por la mitad que antes, se mira las cifras que alguien da y pudiera pensarse que no se está en crisis. Aunque solo cada uno de ellos podría decirnos después de restar los gastos, quizá ignorando cuándo volverán a ingresar, después de esto, si las veinticuatro horas en línea compensa o arruina. O si son ciertas esas cifras que se dan...

Cada loco con su tema

La crisis es menos crisis cantando o escuchando música, eso lo tengo claro.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Sobre operaciones urgentes y retuiteos

A veces las instituciones ¿más inteligentes? tardan en darse cuenta de lo que ocurre. Puede que para entonces la ciudadanía haya perdido su casa, haya visto cerrar la empresa en la que llevaba trabajando toda su vida -cincuenta años incluso-, y bajando en esa escala que lleva directo a la nada, haya perdido incluso el derecho a comer una vez al día. Los datos hablan de uno cada tres niños, y aunque nadie lo diga, eso incluye a su familia.

Cuando a alguien se le detecta un cáncer, se le pone inmediatamente en tratamiento. Conozco a una mujer a la que le salió un bulto en un pecho y fue al médico. El médico le extendió un volante para que se lo extrajeran inmediatamente, en cuanto llegase en ambulancia al hospital. Y ella no estuvo de acuerdo, pasó a enumerarle al hombre las cosas que tenía pendientes para las siguientes horas: atender a sus cuarenta vacas, hacer la comida, la limpieza de la casa y la colada, porque después de muchos días lloviendo hacía buen día. Consideraba que lavar y secar la ropa sucia era más importante que un simple bulto de nada. Esto sucedió en la consulta de la Seguridad Social. (Esa que ahora quieren quitarnos).

Me contó que el médico llamó desde el teléfono a la ambulancia, firmó el ingreso y le dijo que no existían más opciones, que se olvidara del ganado, de su familia, e incluso de ella misma y que hiciese el favor de acompañarle. Salió de la consulta y esperó junto a ella a que llegase la ambulancia, entregó el volante con las indicaciones a los operarios de la ambulancia y trató de tranquilizarla diciendo que la intervención sería un momento de nada. Ella no tuvo más remedio que acatar las órdenes que le daban y en menos de una hora estaba en el quirófano donde le extrajeron el tumor. La convalecencia no fue sencilla, pero sobrevivió. El tipo de cáncer que tenía confirmó la seriedad última del doctor: o te subes de una vez a esa ambulancia o harás que te suba yo. Será más cómodo, desde luego, que lo hagas por ti misma. Quizá tú no quieras vivir, pero yo sí quiero que vivas y todo lo que tienes que hacer puede esperar. Esto no.

Y bien, una vez dicho todo esto, solo una pregunta: ¿Para cuándo la operación que pueda quitarnos el tumor que está padeciendo el país entero:


 Retwitteado por 
HOY SERÉ UN REPRESALIADO POLÍTICO. La Comisión Europea señala a España como país con más corrupción vía

lunes, 3 de febrero de 2014

La insistencia de un sueño

Creo que la solución me ha llegado tarde. Es una sensación. La de llevar tanto tiempo buscando un lugar en el que publicar, que ahora que existe, lo que no termina de funcionar es lo escrito: la sensación de que no alcanza el nivel que le exiges.

A fin de cuentas es eso lo que me sucede, una especie de ¿bloqueo? No, porque me surgen infinidad de historias al teclado, de personajes, de situaciones que terminan siguiendo el orden establecido. Es más bien una pregunta al fondo de todo ese sueño, ¿Qué necesidad? Quizá hasta ahora no entendía que si encuentro un buen libro que me apasione me llena más leer que escribir. Y ahora me están cayendo en las manos libros que no puedo soltar. Y no tengo tiempo para ambas cosas, leer y escribir, porque ambas precisan de todo el tiempo disponible, tanto si lees como si escribes no puedes hacer otra cosa. Y leo mucho y escribo mucho y la casa y la familia se resienten: no estoy. Y después el resto del tiempo se lo dedico a ellos, en una contrarreloj de locos tan apasionante que los días no pasan, vuelan, como las hojas movidas por los huracanes. No es un reproche, es un simple análisis de mi realidad.

En este momento estoy leyendo La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, y con un libro así entre las manos ¿Quién puede volver a ese archivo apasionante a escribir?, de momento lo que es yo no puedo, y solo voy por la mitad del libro. Conmigo sucede así.

Ahora bien, el sueño recurrente ha encontrado el sitio. Lo del funcionamiento ni idea, lo mismo que cuando no tenía ni idea de cómo funciona un blog -quien entre a leerme se dará cuenta de que aún no lo entendí, de que voy a mi bola. Soy yo, conmigo todo es así. Estoy, luego existo-, y ahora me parece lo más sencillo del mundo. Administrarlo digo, el resto ya no depende de mí. Supongo que con eso de la autopublicación es lo mismo. Cada vez voy teniendo más claro que no tengo ganas de enviar mis escritos -si alguna vez terminase algo escrito- a una editorial tradicional. Por aquello de que autopublicar me daría la oportunidad de manejarlos de una forma directa, de comenzar desde abajo, de tener en todo momento la oportunidad de seguir adelante, tomarme un respiro o abandonar. La sensación de ser libre en todo momento. 

Desde luego que si se quiere, se puede, o si se tiene la valentía necesaria para ello. 

Ya existe el lugar

Ese es un gran consuelo, ahora solo me falta lo que antes sobraba, obra que en mi opinión alcance la calidad. No sé si en verdad avanzo o retrocedo. Y no es lo que importa ahora, al menos no de momento. 

domingo, 2 de febrero de 2014

Olas de nueve metros en el litoral

Esta madrugada la villa marinera se inundaba con agua de mar, caminabas por calles cercanas a tu antigua escuela y el agua te llegaba hasta los tobillos. Los marineros solo pensaban en ir a achicar el agua de su medio de vida: las barcas que se balanceaban en el puerto, pero no podían; las olas de nueve metros sobrepasaban el rompeolas. Y el riesgo de pasar andando, o en coche y terminar siendo arrastrado por ese golpe de mar, los terminó disuadiendo, incluso siendo conscientes de que si la barca se terminaba llenando de agua, se hundiría y su único medio de vida pasaría a engrosar el fondo del mar.

Hubo muchas historias entrecruzadas en ese momento en que las olas trepaban el muro de la iglesia también, llegando hasta sus cimientos de miles de años de antigüedad, todo es dramático mientras esperas que la sobrina del marinero se suba a tu coche para poder llevarla al fin a su casa y ponerla a salvo, de su intento desesperado de ir a achicar el agua ella sola, si nadie va.

En ese momento en que lo consigues, una estrella fugaz rompe la noche hacia donde estás, entonces les gritas a todos que pidan un deseo mientras pides el tuyo; la prisa hace que esta vez pidas un deseo imposible del todo, y no te importa. Esa noche el verdadero milagro es que las barcas saluden a la mañana íntegras, ¿Lo habrán conseguido?

Es todo lo que puedes preguntarte mientras despiertas de una noche larga, que será revivida durante mucho tiempo entre esa belleza, a veces dramática, que conforma lo que ahora eres; lo que serás.