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sábado, 20 de octubre de 2012

Hoy te diría

Que con mis miedos 
rompí tus sueños

Que con mis penas
marchité tus alegrías

Que con mis pesares
llenaría ríos

Que con mis culpas
esculpiría lápidas

Que si me callara
echaría en falta hablar

Que si hablé
quizá me equivoqué

Que por quererte tanto
quizá te arruiné la vida

Pero que como el primer día
en que te miré, sé que traje a la vida
desde mi propia vida; todo mi bien.

viernes, 19 de octubre de 2012

Todo está escrito

Es una frase que alguna vez repite un escritor de ahora, para explicar que los escritores clásicos ya trataron todos los temas que pueden tratarse hoy al escribir y que por lo tanto, no queda nada nuevo que decir. Hay ciertas frases con las que yo no puedo estar de acuerdo, porque si algo me gusta es la novedad, de modo que decir que ya todo está escrito me produce desazón. Quizá la misma que escuchar que nunca volveremos a nacer, o que los muertos se quedan encerrados tras una lápida y nunca más vuelven a sentir nada porque todo se acabó. Hay algo en el verbo acabar que no concuerda conmigo y que no acepto, es por eso que la frase Todo está escrito me provocaba desazón.

Esta temporada me encontré muchos escritores que cuentan la situación económica del momento yéndose lejos, es decir, contando una historia sucedida en el siglo XII, por poner un ejemplo, cuando pasó tal y tal cosa, y esto y aquello. Yo leía las entrevistas a estos escritores y me hacía una pregunta ¿tan peligroso es escribir sobre el ahora que todos conocemos? y mi respuesta era una duda, quizá sí. Quizá si te basas en la inmediatez para escribir sobre las tropelías que se están cometiendo te busques un problema con algún juez; improbable en apariencia, pero a saber. Y desde el fondo de mi conciencia surgía de nuevo la pregunta sin resolver ...¿y si ya todo estuviese escrito?... La respuesta la de siempre, si todo estuviese escrito qué cansino leerse un libro de casi quinientas páginas que no tuviese nada nuevo que decir.

Pues bien, ordenando viejas cajas me encontré un libro titulado El fantasma de Canterville y otros cuentos, de la colección Aula de literatura, editorial Vicens Vives, un libro de obligada lectura en el instituto. En él se hace un resumen de la vida y la obra de Oscar Wilde, también de su pensamiento y sentimiento respecto a los temas que le preocupaban. Se hace un análisis de lo que quiso significar a través de los cuentos que incluye el libro. Siempre que un crítico me cuenta el motivo que un escritor tuvo para escribir su libro, me pregunto si el crítico sería tan listo como el autor, o a la inversa, si el escritor sería tan listo como el crítico y si ambos, uno al escribir y otro al leer se estarían fijando en lo mismo. De lo que surge otra pregunta, ¿me gustaría a mí saber todo aquello que un tercero haya encontrado en mi obra?... Me refiero a todo eso que yo ni sé (:

Pues bien, si tenemos en cuenta que Todo está escrito, y que escritores actuales se van a siglos lejanos para contar el descalabro económico de ahora, os diré que Oscar Wilde lo retrató, en un cuento titulado El mejor amigo. De qué trata el cuento os preguntaréis, pues de un molinero vago que haciéndose pasar por el mejor amigo de un campesino trabajador, le arruina la vida; y de forma literal, no de un modo ficticio. 


miércoles, 17 de octubre de 2012

Retazos...

Creo que un escritor es aquel que se cura con las palabras que otro escribió o con las que escribe él mismo.  Quien cuando enferma sólo necesita palabras impresas para su curación.

lunes, 15 de octubre de 2012

Ingrato amor

El corazón no es de quien lo rompe, sino de quien lo repara.






domingo, 14 de octubre de 2012

Es un hecho

A veces tras una injusticia sientes que se paraliza la vida

jueves, 11 de octubre de 2012

Ir a la escuela, jugar, reír y cantar

Los padres occidentales somos felices cuando nuestros hijos van felices a la escuela, porque sabemos que en ella aprenderán a ser hombres y mujeres con criterio propio el día de mañana. Sabemos que al menos quienes pongan de su parte, aprenderán cuanto quieran, y que ni maestros ni padres podremos límites a su deseo de saber, a su sed de conocer y su voluntad de expresarse. Eso es todo cuanto los padres occidentales nos preciamos de saber; que jamás esperaremos nada malo de todo cuanto la escuela pueda enseñarles.

Eso, también lo sabía Malala y un día decidió abrirse un blog en internet para ir contando todo lo que pensaba, junto con lo que aprendía y lo que podía observar en su vida diaria. El valor de ello es que por entonces solo tenía once años y las cosas claras. Por desgracia supe de Malala el día en que le dieron dos disparos, uno en el hombro y otro en la cabeza. Y supe que le fueron dados por alguien que quiso acallarla. Por alguien que mientras la niña de 14 años se debate entre la vida y la muerte, vuelve a sentenciar que la matará si no desiste de ir a la escuela.

Otra mañana de tantas vuelvo a preguntar en voz alta qué clase de mundo es este, que insiste como tantas veces en llenarme de huecos por dentro. Huecos que nunca cerrarán, porque el mundo se vuelve loco y me encuentro dentro.Yo no quiero un mundo así. Me consuela que casi nadie quiere un mundo así, y también que somos muchos quienes intentamos cambiarlo. Y no solo desde occidente, sino desde todas partes, porque todos somos ciudadanos del mundo y tenemos derecho a intentarlo. A intentar que no sucedan hechos así, ni bajo el amparo de religiones, ni bajo el amparo de nada, porque el mundo es demasiado bonito para verter sobre él la sangre de inocentes.

Tengo pocos datos de esta noticia, y no necesito más, como siempre confío en que los ojos que leéis al otro lado tengáis la suficiente curiosidad para indagar por vosotros mismos, para sacar vuestras propias conclusiones, para saber responder qué clase de mundo queréis: imagino que Malala quiso hacer algo parecido al abrirse un blog. 

En un telediario, vi un trozo de entrevista que le hicieron, en el que decía que solo reclamaba su derecho a asistir a la escuela, a jugar como es lo lógico en cualquier niño, a reír; y a cantar.

Desde aquí quiero expresar mi deseo de que Malala, como cualquier niño tenga ese derecho; porque el mundo es una esfera donde todos los niños se merecen estos derechos: ir a la escuela, jugar, reír y cantar.



martes, 9 de octubre de 2012

Sin industria no hay futuro

Bajo este lema nos manifestamos ayer. Según la policía local había 8.000 personas caminando hombro con hombro por las calles principales de la ciudad, según los sindicatos el doble. Lo importante es que se quiso dejar claro que sin industria no hay futuro; no tenemos futuro, al menos quienes vivimos de ella no. Se explotaron petardos ensordecedores que tuvieron un leve rumor de muerte, nuestra industria se agrava por momentos y si alguien no empieza a tomar conciencia, pasará en nuestra región lo que pasó con la agricultura. En un reportaje de televisión que vi recientemente un ganadero daba datos escalofriantes, por cada litro de leche conseguido tiene una pérdida de seis céntimos; pero ni aún así se plantea rendirse, puesto que es lo único que sabe hacer y aquello de lo que quiere vivir. La subida del carburante hace que cosechar sea cada vez más caro, y al precio irrisorio que le pagan el litro de leche, lo tiene muy complicado para vivir; pero no está dispuesto a vengan desde otros países a derribar una tradición que en su familia fue pasando de una generación a la siguiente, y en eso está, como un Don Quijote que lucha contra molinos de viento. O como un ganadero negado a que la leche de vacas europeas sustituya a la española, porque también hay leche aquí y campos y gente dispuesta a defender su trabajo aunque lleve tiempo sufriendo pérdidas. Es esto lo que no se puede consentir.

Frente a lo que firman los gobiernos, quedan las consecuencias, que son esas. Frente a aquello que recortan, están los recortados que sufren y padecen en sus propias carnes cada desacierto. Se habla de recortar, precioso verbo, pero son tan desiguales los recortes que recortan siempre sobre los trozos pequeños, y así no se puede ya. Fue eso también lo que salimos a reivindicar, que ya no nos dejan vivir, cuando todo lo que pedimos es trabajar, y vivir de nuestro trabajo. No se pide nada regalado, eso también lo salimos a decir. Se pide que quien se presenta a un cargo de altura esté a la altura; eso y nada más. Y hay mucha gente que no lo está y todos pagamos las consecuencias.

En los últimos años se han perdido cada vez más empleos, han cerrado más empresas y se han sumado las familias que viven sin ningún recurso. Eso fue lo que salimos a gritar, que no podemos seguir así, y que como obreros que fuimos y seremos toda la vida solo queremos trabajo, porque venimos de generaciones anteriores donde aprendimos eso, que todo el que tiene trabajo y lo conserva, tiene dignidad. A fin de cuentas solo queremos ser dignos de tener trabajo y que se nos quiera escuchar.