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domingo, 30 de septiembre de 2012

Una muestra de talento

Recién acabo de leer esta entrada -que dirían en américa del sur- y ya tengo que compartir el sabor que me dejó: el sabor de lo que yo llamo talento. 

Las palabras son tan viejas como el tiempo, pero suenan como nuevas por una vez, cuando alguien las elige con intuición y talento. O con una mezcla de no se qué, que te araña un sentimiento. El sentimiento de leer las delicadas plumas de ave que agita el viento.


Cuando las maletas salen por la puerta

Esta historia uno la escucha alguna vez. Y se queda como si estuviese viviendo en otra realidad. A mí me sucedió con una amiga, a la que no veía en meses, tuvimos una reunión escolar y a la salida me invitó a un café; mientras los niños jugaban. La vi tan ausente de sí misma, que en un principio me asusté, después me lo aclaró en dos palabras: Me separé.

Mi respuesta fue sincera, como siempre. No sé tragarme lo que me pasa por la mente y por respuesta le dije la verdad: Él nunca me gustó para ti, y lo que no entiendo, es cómo le aguantaste tanto tiempo. Me miró sorprendida y respondió: Jamás pensé que fuese a divorciarme a los 40. ¿Te imaginas? Yo separada... Y sin saber lo que voy a hacer con mi vida. Nunca creí que en algún momento pudiera ser ese tipo de mujer que abandona a su marido.

Ella es una mujer de los pies a la cabeza y le respondí que viviría mucho mejor, porque es una mujer diez. Me callé que fue ella quien siempre sostuvo vivo ese matrimonio, y que era como el fontanero que arregla una profunda gotera; eso si hablamos de dinero. Él vivía una gran vida, mientras que ella reparaba los rotos, como una costurera que no deja de coser, y al final todo se le vuelven jirones. A día de hoy tiene un negocio, que le va muy bien, paso por allí de vez en cuando para verla y a penas intercambiamos cuatro palabras, porque la hostelería es lo que tiene. Él rehízo su vida con otra mujer, ella sigue sola con sus hijos, y cuando la miro tiene la misma expresión de aquel día en que hablamos. Va cumpliendo años, pero parece que sigue sin superar ese susto inicial de cuando formuló esa inquietud: ¿Te imaginas? Estoy sola con los niños. No me lo puedo creer, y eso que fui yo quien le puso las maletas en la puerta.


http://blghostil.blogspot.com.es/2012/09/primeras-notas-de-un-verano-negro.html

sábado, 29 de septiembre de 2012

Escrivivir

Siempre me ha gustado este término tan suyo, escrivivir. Que por lo que entiendo significa poner vida a lo que escribes. Escribir con vísceras que saquen adelante esa otra vida que fluye en papel, o en pantalla, no olvidemos que estamos en la era virtual.

Hay libros que tienen vida mientras son leídos, y curiosamente, esos son los que permanecen para siempre en la mente del lector. Por poner un ejemplo citaré dos que leí a los doce años, El diario de Ana Frank y Tom Sawyer. Después de leerlos, el mundo que había conocido hasta entonces, cobró un significado diferente para mí. A eso es a lo que yo llamo escrivivir: tener el don de adentrar a los lectores al mundo que se retrata allí. Ana Frank me transmitió para siempre el horror de las guerras, su incongruencia, su crueldad, su innecesario atropello. Y Tom Sawyer me hizo entender que puede lo sacado de la mente hacerte vivir una vida que no siendo vida, es tanta vida como la real.


Desde hace tiempo no puedo comentar en su blog, por algún error; pero sí que puedo -mientras no se enfade- acercaros una hermosa reflexión, que también comparto.

http://www.gonzalomouretrenor.es/2012/09/28/escrivivir/

viernes, 28 de septiembre de 2012

Quiero que mi país cambie

Si tuviese que elegir un país al que irme a vivir, elegiría uno semejante a mi pueblo, cuando yo era niña. Uno que tuviese vacas casi en cada trocito de prado, y burros que rebuznasen cuando les viniese bien, y gallos que cantasen puntuales al amanecer.

Con gente que generalmente iba o venía de su huerta, de la que casi obtenía suficiente materia prima para sobrevivir todo el año. Que criaba sus propios pollos, conejos, cerdos o terneros para llenar de carne el congelador; y en algunos casos salía de pesca, para tener congelados y a mano muchos pescados. Gente que se iba al monte a por leña para pasar el invierno junto a su cocina de carbón. Cocinas que olían a bizcocho recién horneado, a empanada, o bollos preñados (bollos rellenos de chorizo).

En el pueblo de mi infancia no había prisas. A veces se me antojaba un pueblo muerto. Si lo miro bien, me gusta más cómo funcionan las cosas ahora, pero cada día que compro el periódico y comienzo a leerlo, me entero de casos y más casos de corrupción por todas partes. Corrupción al por mayor. A mí me gusta el lugar donde vivo, el lugar donde crío a mis hijos, el lugar donde primero sueño y luego escribo, el lugar donde nací y crecí. Yo amo mis paisajes y creo que no sabría vivir sin ellos. Y creo que ellos tienen parte de mí. No quiero cambiar de país, quiero que mi país cambie. Que recobre su dignidad. Y no añado más porque para mí la palabra dignidad equivale a muchas otras; engloba una actitud vital, entre ellas la de no meter la mano en la caja y después marcharse silbando como si no pasara nada. Pasa, y vaya si pasa. Pasa que el dinero que ha volado, falta para lo que estaba. Porque un país no es un país; en el fondo es una casa. 

Y la verdad, que yo también estoy pensando que al final tendré que cambiar de país. Será más fácil cambiar de país que esperar que esto se arregle con las medidas que vienen. Vamos, que hacemos aguas.


http://fraternidadbabel.blogspot.com.es/2012/09/carnaza.html





jueves, 27 de septiembre de 2012

Tú, siempre tú: Una Estrella

Volver al tema que a uno le apasiona es volver a carecer de tiempo. Es volver a ver trabajo sin hacer, para el que uno ya no tiene fuerzas. Es volver a callar la explicación de por qué siempre se parece tan cansada. Tan subida en una nube. Tan etérea. Tan a punto de estallar. Tan dividida entre dos mundos de nuevo: el real y el ensoñado.

A estas alturas sé que no me puedo explicar más, que solo tengo que realizar mi trabajo, y punto. Pensar que debo ponerle a todo un punto y final, llevado de la mano de la mejor disposición y echarlo a andar, porque ello se explicará por sí mismo; Algún día. Alguna vez. Si estoy de suerte.

Y es muy obvio, porque nadie puede apreciar un trabajo que aún está por hacer. Es la parte más ingrata, ese proceso de años en que estás haciendo algo que siempre queda por mejorar, una mejora que a veces no se ve, pero que está, y debes creer en ella aunque no esté. Supongo que es a eso a lo que llaman constancia, o perseverancia, no lo sé. Creer en uno mismo. Tener fe. Tantas y tantas cosas que se hacen imprescindible en un escritor que solo intuye su oficio, porque saber, saber, sabe que nunca sabrá. Tuvo su ejemplo en la escuela.

Ayer me llegaba la carta del registro de la propiedad intelectual, apenas conseguí creer que diesen aquel cúmulo de sentimientos de paso. Tanto empeño puesto y tanta imperfección de vocablos, pero tanta perfección del corazón, aquello que dentro de uno tiene un significado. Para mí fue complicado dejarte allí. Y al tiempo un orgullo haber cruzado esa barrera de haber escrito tu historia para la posteridad. Para que aquellos que no te conocieron te conozcan a través de lo que vi en ti, Querida Estrella. Para tratar de recuperarte en esa vida que se te fue, siendo tan joven que apenas comenzabas a vivir.

No sé si tu historia saldrá a la luz. Pero ahora sé que aunque mi casa se queme, quedará a salvo. Que buena o mala se salvará: que es la única forma que tuve de salvarte. La mía. Aquella que no pude no intentar; como tantas veces.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Entrevista a Francisco Gijón

Para quien se pregunte si cobro por hacer promoción a otros escritores, la respuesta es no, y si cobrase por ello probablemente no actualizaría con tal asiduidad; nada es comparable a lo que nos provoca ilusión. Lo mío es movido por algo parecido a la alegría de encontrarme aquello que además de hacerme pensar, me trae alguna novedad y me aclara este oficio que me apasiona por algo que nadie conseguirá anudar: la diversidad de enfoques según vengan de uno u otro autor. Unido al trabajo orfebre de la palabra escrita.

martes, 25 de septiembre de 2012

10 consejos para jóvenes escritores por César Mallorquí

Ayer miraba este vídeo sin perder detalle. Y ello dio sus frutos. Llevo años, al menos desde que tengo Internet recopilando consejos y más consejos para ser un buen escritor. Peleándome con todas mis fuerzas por el último consejo anotado aquí y diciéndome que quizá la vida haya elegido una ruta distinta a la que elegí. Que no debo martirizarme por ello, que lo bueno de tener sueños es tenerlos, y punto. Después, con el tiempo, surge esa otra parte de mí que me recrimina por perezosa, y que me grita que uno solo logra aquello que intenta. Una parte y otra siempre están en guerra. Como una parte imprescindible del escribidor, aquel que escribe porque lo decidió...o porque intentaba dejarlo. Y que pasa por temporadas en que sueña con ponerse a escribir más que lo que escribe.

Ayer miraba este vídeo y accionó esa parte tan estancada que había en mí, ahora corrijo una antigua novela inconclusa mientras hilo un relato nuevo a ratitos. Creo que todo el secreto, el verdadero secreto se halla aquí y no en parte alguna. Tomad buena nota: