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viernes, 6 de julio de 2012

Algo a tener en cuenta

 Es un peligro leer, pero leer de verdad. Leer de verdad lo tiene todo de riesgo, el riesgo entero, el riesgo de la valentía.


Blumm


Este texto, lo extraje de esta entrada de blog:

jueves, 5 de julio de 2012

Algunas veces

Necesito añadir pocas palabras a las entradas que encuentro y quiero compartir con vosotros. Los que de una forma intuitiva -desde este lado- estáis ahí. Aquellos que solo estando hacéis posible que siga aquí.

No añado palabras a esta entrada que os dejo. No es necesario. Todo lo importante está aquí:

http://silencioeslodemas.blogspot.com.es/2012/07/escribir-por-que-para-que-sobre-que.html

A tres metros sobre el cielo (película).

No leí el libro de Federico Moccia, ninguno de los suyos por ahora. Desde las páginas de escritores se refieren a él como un escritor de los que no hay que leer. La razón, como siempre se me escapa, aunque si algo hay, es que es uno de los escritores que más venden actualmente. Yo creo que su éxito se basa en que guste o no guste, retrata la realidad de los adolescentes de hoy. No maquilla, no exagera y no se miente. Pasea mucho por las calles y capta aquello que muchos escritores prefieren omitir. Como digo no he leído nada suyo, pero tengo amigas que me han contado más o menos sus tramas. Y de ellas me he forjado esta opinión.

Pues bien, ayer, no tenía pensado ver esta película. Porque siendo sincera no esperaba gran cosa, como a veces no espero nada, del cine español. Se ha basado durante muchos años en argumentos idiotas, con dos carretas en primer plano como único tirón. Vi alguna película pasable, e incluso buena, y por supuesto no vi todas. Pero solo Te doy mis ojos, de verdad de la buena me gustó, tenía una historia de fondo y supo encararla y retratarla a la perfección, e incluso dejó su lección. Sus protagonistas estuvieron a la altura, supieron contarla y darle vida, dejando su mensaje claro, y dando cuenta de que en una película todo suma o resta; tanto el escenario, como el guión.

En A tres metros sobre el cielo, todos los personajes hicieron creíble su papel. Le dotaron de vida, de consistencia, y todos juntos fueron contando una historia, que después de terminar, me advirtieron, no es la de papel. La película cambia cosas a su antojo, por otra parte como suele suceder, puesto que escritor y director a veces, no tienen la misma visión. Y el director puede ir más lejos, sobre esa superficie que otro ya le pulió.

Creo que cuenta con el mismo acierto la intranquilidad de los padres y los sueños de sus hijos. Los temores de unos y los amores de otros. El deseo de los mayores a que sus eternos niños sigan dormidos, y las ansias de ellos por despertar. El encontronazo a todas las esferas que les supone salir al mundo y seguir sus instintos. Allá donde unos triunfarán y otros no.

Me gustó sobre todo que deja muy claro, algo que hasta hace poco desconocía: que puede el amor romperse aunque sobre amor.Que a veces pesan las circunstancias más que las personas. O el entorno. O el modo de vida. E incluso la reacción inamovible que se tiene en el día a día, tan reacia a cambiar. Como también pesa, y mucho, el modo en que uno ha sido educado, aquello sobre lo que no pasa, sino que retrocede, para desde ahí volver a empezar.

miércoles, 4 de julio de 2012

Verbo escribir

El mundo de los blog ha desatado la fiebre por escribir. Sería sencillo pensarlo así, aunque quizá no sea cierto. Quizá lo cierto sería decir que quienes escribían de siempre, y de siempre lo guardaban para sí mismos, (porque cuando intentaban compartirlo con otros se encontraban lectores que no querían, que no entendían, que no valoraban, o que no aportaban lo que ellos querrían...), ahora pueden compartirlo con otros desde su blog. La pregunta sería por qué lo hacen. Y la respuesta es que cada quien tiene sus propias razones, quizá muy distintas, como en todas las esferas de la vida.

En el mundo de la blogsfera se encuentra de todo, como en todos los mundos. Y supongo que cada quién juzga por su propio criterio lo que le sirve y lo que no. Es cada quién quien ha de seleccionar lo que le sirve en su día a día y lo que no le sirve, como en todas las facetas que le ocupan. Sin más sustos ni aspavientos. Quizá por eso no me asusto de todo cuanto puedo encontrarme en un blog cuando entro, siempre siento como si entrara en un campo privado de su autor. En una estancia de su casa. Y soy yo quien decide si quedarse o no.

Después puedo hacerme todas las valoraciones que yo quiera. Pero sé que cada quien tiene sus propios motivos, que quizá sean muy distintos de los que pudiera pensar yo. A fin de cuentas todos somos distintos, y cada quien es movido por su propia razón. Si nos ponemos tiquismiquis, incluso por su sinrazón.

Al leer esta entrada yo pensaba en un libro que hasta ahora  leí hasta la mitad. Me resultó tan duro, que decidí leerlo en dos partes, o en tres, o en cuatro; pero leerlo hasta el final. El libro se titula "Ven, sé mi luz", y su autora es Madre Teresa de Calcuta. Que no escribió un libro, sino cartas. Cartas que fueron dirigidas a su gente de confianza. En ellas resume dudas, certezas, miedos, valentía, fe, dolor, pesadumbre, aflicción...Son el testimonio de una parte de su vida y de su obra, que quiso alejar de los ojos de quienes no entendieran. Por eso pidió reiteradamente una vez y otra que todas sus cartas fuesen quemadas. Que no alcanzasen a ser vistas por los ojos del mundo. Y mientras iba leyendo pude entenderla. Y admirarla, y llorar junto a ella. Y sentirla a mi lado, y compadecerla... Eran cartas llenas de sentimientos, que retrataban la pura verdad, esa verdad de un tiempo que pasó por ella.

Desde entonces en todos los momentos insoportables de mi vida (pues como todo ser humano los tengo), pienso en ella, y puedo sentirla a mi lado; tal es su fuerza.

Creo que todo escrito es un escrito. Sin más. Pero que dependiendo de quien escribe y de quien lee, se encuentra una cosa u otra. Que a fin de cuentas cada materia que nos compone decide qué es para nosotros lo que leemos; menos o más. Pero no independiente de quienes somos. Ese que somos, mientras leemos también está. Y puede hacer que en vez de una cosa leamos otra.

Incluso una que ni está.

http://mortizjacinto.blogspot.com.es/2012/04/pornografia-emocional.html

Vicente Fernández

Acabo de leer una entrada que resume de forma breve y concisa su trayectoria. Y aunque tenía pensado escribir sobre otro tema, no puedo resistirme a contar algo que oí de su propia voz hace mucho tiempo. Vicente Fernández es uno de esos artistas que lo son por vocación. Y que paso a paso se ha ido haciendo a sí mismo. Que es lo que suele suceder con quienes parten de origen humilde. Yo supe su historia después de encontrarme con la voz de su hijo, Alejandro Fernández, si digo la verdad, ya no sé con qué canción; internet me ha dado la facilidad de escuchar toda su discografía, y de hacerme adicta a su timbre de voz. Creo que la voz de Alejandro supera a la de Vicente, (dicho con mil perdones) quizá porque desde que era muy niño recibió clases de canto, y tuvo en casa a un cantante que iba de un escenario a otro. Quizá eso influyó.
Pues bien, la historia que quería contar la escuché hace mucho tiempo en una entrevista que le hicieron a Vicente Fernández, y que para ser sincera no sé si se encuentra a día de hoy.

Cuando Vicente ya estaba en lo más alto, quiso devolverle a su pueblo lo que el pueblo le había dado. Puesto que eran ellos quienes compraban sus discos y salían corriendo a verlo cantar sobre cada escenario. Era tal su agradecimiento a todas las gentes humildes, que tuvo un deseo: Que no hubiese un solo niño, que por escasez de recursos se quedase sin su regalo de reyes. Se fue corriendo la voz, y ante la puerta de su rancho hubo cientos de niños que fueron a recoger su regalo. Se formó un caos enorme, más de lo que hubiera pensado, y para el año siguiente se puso en contacto con los comerciantes de la zona. Les encargó a ellos repartir los regalos, porque eran ellos quienes sabían de primera mano qué familias vivían con más aprieto. Ellos veían a diario a todas las gentes que iban a comprar a sus tiendas, y sabían de antemano qué familias no podían permitirse el lujo de gastar en juguetes para los niños.

Durante unos años esto se llevó a cabo, cada niño tuvo su juguete en la noche de reyes y Vicente Fernández se sintió feliz de haber logrado el milagro. Hasta que la avaricia de los comerciantes les llevó a vender esos juguetes en vez de regalarlos. Eso le enfadó mucho y quiso atajarlo, pero todas las fórmulas que intentó, fallaron. Cuando la entrevistadora le preguntó por ello pudo verse su decepción "de que unas gentes estropeen todo lo bonito que intentan hacer otras gentes, hasta el punto de verse obligados a dejarlo".

http://el-ser-bohemio.blogspot.com.es/2012/07/biografia-vicente-fernandez.html

martes, 3 de julio de 2012

Entendimiento nulo

Ayer, mientras escuchaba un telediario regional, seguí la noticia de la tan esperada reunión entre los mineros y los políticos. Reconozco que al igual que ellos, yo esperaba algún tipo de oxígeno. Con pocas esperanzas, dado que desde la política, en los últimos años, se apuesta por aquello que de vez en cuando dicen los niños cuando no están dispuestos a llegar a ningún tipo de acuerdo con sus contendientes: habla cucurucho que no te escucho.
En los niños, hablan de igual a igual. Pero en la reunión minera unos miran desde arriba a los que están situados a ras de suelo. En el cesto de arriba los políticos, y en el de abajo, a ras del suelo, los mineros. Los de arriba gobiernan, mientras que los de abajo no tienen posibilidad de no dejarse gobernar, aunque quisieran.

Era algo que yo sabía, aunque no quería saber. El asunto lo consideran ya más que despachado. Ya tienen un no, inamovible y autoritario. No hay nada que hacer. Les da lo mismo los kilómetros recorridos a pie por los angustiados mineros, que el encierro dentro de la mina, que lo que discurran hacer para ponerle voz a la injusticia por un futuro tan negro. Pero os juro que lo que no esperaba eran las palabras que dijo Javier Fernández tras la reunión: "Entendimiento nulo".

En ese momento recordé las palabras que le escuché hace días a un chico de 30 años: " Cuando pisé una discoteca por primera vez, entré en el baño y me encontré a unos viejos amigos metiéndose rayas de coca. Es algo que yo no hice en mi vida, ni haré, y te juro que estaba mirando y no me lo podía creer".

Pues eso, que ayer estaba oyendo y no daba crédito. Comparto la honda decepción de los mineros que se sintieron ante un habla cucurucho que no te escucho.

lunes, 2 de julio de 2012

Escribir, queriendo o sin querer

Mi objetivo es escribir
desde el principio
del día, hasta el fin.

Mentiría si digo que
es mi objetivo,
puesto que lo evito.

Me paso todo el día
evitando escribir,
como evito resfriarme.

Y surge cual estornudo,
escribo sin darme cuenta;
no podría no escribir
ni aunque quisiera.

A veces me irrita
ser dependiente
de algo que me controla...

A veces me enfada,
a veces me agrada,
a veces me descongestiona.

Es un llenarse de algo
que de pronto explota
inundando a su paso
todo cuanto toca.

Es un resfrío del alma
que sola brota
llenando de palabras
hojas y hojas.




Yo también suelo escribir de cara a la pared. Y en una buhardilla muy parecida a la suya. Casi copia =)

http://silencioeslodemas.blogspot.com.es/2012/07/de-cara-la-pared.html