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martes, 10 de enero de 2012

Descalabros varios

Hace unos días una empresa anunciaba a todos sus empleados que a partir de ya mismo comenzarán a cobrar 300 euros menos cada mes por mismo trabajo desempeñado. Preguntaron si alguien tenía algo que objetar, y claro que desde todos los puntos se objetó, sin embargo la sentencia fue la misma: 300 euros menos a cobrar con dos solas condiciones o sí o sí. Y sin más que hablar.

En ese momento callaron las escasas posibilidades de quedarse en paro y encontrar algo mejor, y si no mejor algo más justo. Se callaron los deseos de revelarse, de defenderse, e incluso de prosperar. Por la mente de Roberto se pasaron todos los casos de corrupción escuchados en los últimos tiempos, todos estancados como el agua podrida de un sucio estanque. Y sumó uno más a la lista de esos corruptos que le hacían día tras día la vida tan imposible, tan complicada y tan deprimente. Lo preocupante era la facilidad con que todos ellos se empezaban a sumar. Se le antojaban muy lejanos esos tiempos en los que era tan importante la honestidad. Tal pareciera que quienes no sacaran tajada bajo el cartel de la crisis fueran catalogados de idiotas y todos se apresuraran a bajar salarios en un pacto macabro para el descalabro de la sociedad.

lunes, 9 de enero de 2012

La pesadilla que no se cumplió

La pesadilla de Victoria era casi inenarrable, como el momento en que se encontró con que su hija de pronto se le hizo mayor. Fue en ese instante en que un chico, en medio de una fiesta se inclinó para darle un beso en la mejilla a Blanca, un beso tan limpio como el mismo resplandor de la luna junto a las estrellas, pero al fin y al cabo un beso que como madre nunca se esperó, al menos no tan pronto. Y entonces la llamó a gritos, y el chico dudó, Blanca también dudó; y él la dejo ir junto a su madre con el aliento contenido, mirando a su mejor amigo con gesto amargo. El gesto de quien piensa que van a apartarlo para siempre de su amor.
Victoria dibujó un no muy grande con su cabeza, que repitió varias veces. Los ojos de su hija brillaban tanto como pudiera haberlo hecho el mismo sol, su boca temblaba el llanto que contenía dentro de sí, y fue entonces cuando Victoria tuvo conciencia de la verdad de su sentimiento. Quiso apartarle un mechón de la frente, y Blanca esquivó lo que pensó sería un manotazo, pero Victoria insistió, y le apartó el cabello como si al apartarlo disipara de la frente de su hija cualquier tristeza futura. Se volvió para mirar al joven, y a una sola mirada vio que compartían por Blanca un idéntico amor, hizo un gesto con su cabeza para significar que si alguna vez le causaba algún daño se verían las caras, él respondió con un gesto de la suya para asegurarle que no lo haría nunca, y que estaba más que dispuesto a cumplir ese pacto hasta el final de sus días.

Desde ese momento la pesadilla de Victoria fue ver a su hija abandonada y sufriendo por amor. Pero fue una pesadilla que no se cumplió. Al menos no para Blanca.

http://www.youtube.com/watch?v=cHzEdkOTbNY&feature=related

sábado, 7 de enero de 2012

Incógnitas por resolver

Marta y Santiago acudieron a comisaría por un asunto rutinario, algo que tenía que ver con un accidente de tráfico leve. Allí, mientras rellenaban unos formularios (y les enviaban a otra oficina, que a su vez les desviaría a otra oficina, que les enviaría a otra oficina - a varios kilómetros de distancia las unas de las otras-, y después a una última oficina que les remitía a su médico de cabecera el próximo lunes para la elaboración de un informe, suscitando en ellos un cabreo infinito hacia el sistema y sus incongruencias sabidas...) se formó un pequeño jaleo, en el que un hombre esposado la emprendía a insultos con los agentes, y una mujer era conducida a la mesa de al lado, donde otro agente le tomaba declaración. Marta no pudo apartar la mirada de ella durante todo ese tiempo, era muy joven, unos veinticinco, y tenía dos hijos pequeños, venía acompañada de una vecina. Lloraba, e intentaba explicarse, lloraba, y escuchaba con atención y tras escuchar lloraba, estaba sumida en un llanto que no la dejaba hablar apenas, y en una desesperación tan grande que no podía dejar de repetir una y otra vez que no volvería a aquello de nuevo ni muerta. ¿Me están oyendo? No vuelvo ni muerta.
Escuchaba y repetía una y otra vez era que estaba harta de llevar palizas, y que no podía volver a su casa. Que no quería volver a su casa. Y suplicaba no tener que volver a su casa. Y se mesaba los lacios cabellos. Se apretaba la cara. Y por respuesta después de hablar y hablar obtenía la misma: debía volver a su casa de nuevo con sus dos hijos, para no perder sus derechos sobre la casa. Ella no daba crédito y volvía a decirlo, sólo llevaba una paliza tras otra por parte de su marido y en sus planes no estaba volver a esa casa. No podía volver, lo repetía y nadie la escuchaba. Y volvían a explicarle lo mismo de nuevo: que debía volver para conservar sus derechos sobre la casa. Era como un disco majadero repetido una y otra vez, en cuanto terminaba se accionaba de nuevo.
Marta miró a Santiago, y de pronto su formulario les pareció tan nimio que quisieron irse. Y miraron a los agentes que ahora eran dos, y que volvían a decirle a la mujer que tras esos trámites volviera a su casa para no perder sus derechos sobre ella. Ella lloraba y lloraba. Sus grandes ojeras surcaban dos ojos hundidos en vida. Su cuerpo en los huesos, sin apenas voz para hacerse oír en medio de esa locura. Sus manos sujetas la una a la otra como cuando ya no queda nada a lo que aferrarse, sólo un llanto eterno que no encuentra ayuda se dejaba oír en una sola sentencia: volver a su casa después de la denuncia.
Ella lloraba intuyendo aquello que le pasaría, pero a nadie parecía importarle, les importaba la casa ¿Qué casa? ¿Acaso aún tengo una casa a la que volver? ¿A la que llevar a mis hijos y que estén a salvo? ¡Que estemos a salvo! Esas preguntas de la joven, repetidas una y otra vez sin conseguir respuesta, siguieron los pasos de Marta y Santiago hasta el exterior. Y siguen dando vueltas a su cabeza muchos días después, mientras lo cuentan a quienes quieran escuchar, de la forma en que dan vueltas todos las incógnitas por resolver.

jueves, 5 de enero de 2012

Decidió irse de este mundo

Porque su presente era tan insoportable para sí mismo que ni le buscó explicación. Le pareció que le tomaban el pelo desde la política, durante tanto tiempo corrupta, durante tanto tiempo esquiva con la realidad del trabajador mileurista, aquel a quien se ha ido minando día tras día, haciéndole cuadrar las cuentas; esas cuentas que alguien por iniciativa propia desvió hacia su propia cartera en un suma y sigue repetido tantas veces desde todos los ángulos.
Miraba el mundo y el mundo se había vuelto loco. No quería pertenecer a el. Ya no quería, y en sus silencios era todo cuanto se repetía. En muchas ocasiones visitó las tumbas de los muertos, y pensó que ellos al menos estaban vivos y descansaban en paz. Él añoró esa forma de estar vivo y de estar en paz. Fue algo que no le dijo a nadie, porque simplemente no podía decirlo, se sabía querido, ese no era el problema, tenía una mujer e hijos, una madre, hermanos, amigos...mucha gente que de veras lo quería y lo hubiese detenido de su plan. Y lo sentía por ellos, de veras que sentía dejarles solos, pero no podía seguir participando de un mundo así. Ya no quería.
Estaba cansado de tanta corrupción política por todas partes. De tanta gente que moría de hambre y de penuria, mientras otros estrenaban trajes y daban conferencias llenas de mentiras. De tantas guerras que destruirían países levantados con el sudor mezclado de honestidad de tantas razas que sólo ansiaban vivir en paz. Y que nunca les dejaban, sólo porque la avaricia de algunos que disfrazaban de excusas entraría a saquearles bajo millones de excusas. Ya no podía seguir esperando que alguien viniese a arreglarlo, el mundo estaba más atado de pies y manos que nunca, bajo tratados y acuerdos, bajo firmas y apretones de manos, bajo una parafernalia imposible de desenmascarar. Es por eso mismo que se iba. No quería formar parte de este sistema, ya no, y gritarlo en voz alta o confesarlo en voz baja tendría el mismo efecto, no sería suficiente para nadie, no serviría de excusa; y les quería demasiado para dejarles en el recuerdo de ese dolor.
Había decidido despedirse entre sonrisas. Entre tardes gloriosas en su compañía como cualquier día más. Y esperaba que pudiesen perdonarle. Que supiesen vivir sin él hasta el fin de sus días. Y que no cambiasen nunca pese a ese abandono que decidió. Hubiese odiado contagiarles su desánimo, fue por eso que no lo pronunció, es por eso que ningún suicida intenta hacerse comprender, su decisión está tan firmemente decidida desde hace tanto tiempo y es tan inamovible que nada la podrá cambiar.
Lo único que esperaba era que no dejasen de quererle tal y como le habían querido. Que no se reprocharan no haber podido ayudarle: nadie podría. Que siguiesen con sus vidas tal y como si él estuviera, porque si algo tenía muy claro es que se quedaba. No como un proyecto futuro, sino como una realidad pasada. Con sus sonrisas, con sus palabras, con sus apretones de manos, sus bromas fáciles: todo quedaba. Esperaba en un último esperar quedarse con todos ellos hasta su último día, ese que nunca acaba.
Sé que cuando tu mejor amigo decide abandonar la vida por iniciativa propia no hay palabras que sirvan de consuelo. Hace años alguien a quien yo quería hizo lo mismo, y esto es todo cuanto saqué en conclusión: que se fue, es cierto que se fue, y que incluso en sus últimos días presentí su decisión, incluso tuve una visión y caí en una especie de trance que ni quiero recordar. Y no pude hacer nada. Nadie puede hacer nada. Salvo quererle por todo lo que fue. Eso es lo que se puede hacer, alegrarse porque una vez estuvo a nuestro lado siendo tan especial como aún lo es. Aunque ya no estando esté.
En este punto podría dejar un enlace a una hermosa entrada, pero no lo haré. En respeto a una privacidad privada. Hay escritos que duelen tanto al ser escritos como la sangre de uno cuando se derrama. En respeto a eso no lo haré. Desearía que mis palabras fueran el bálsamo mismo en que me curé. Aunque hay dolores que nunca acaban. Sólo acaban en el mismo instante en que uno deja de ser. Por eso es bueno que vivan muchos, muchos años, y es bueno tenerlos. Todo lo que duele, duele por lo importante que fue.

martes, 3 de enero de 2012

Reflexión editorial

Creo que vale la pena leer y reflexionar sobre todo lo que se apunta en esta entrada. Porque si algo está muy claro es que los tiempos comienzan a cambiar en el mundo editorial. El tema está en si conducir tu camino o dejar que te conduzcan, con sus pros y sus contras. Caminar cuando tú quieres y detenerte cuando te apetezca es la máxima expresión de libertad. Saber que pisas sobre el camino que eliges y que vas por donde quieres puede ser que en la balanza del menos sea más.


http://blancamiosiysumundo.blogspot.com/2011_12_01_archive.html#1767016968602201291

lunes, 2 de enero de 2012

Pienso, luego vivo

Desde que abrí este blog, mucha gente de mi alrededor se asusta, y es por algo simple. Nadie que me conozca en persona sabe que tengo este lugar del ciberespacio, y no les dije nada porque ellos ya me padecen en vivo y en directo, creo que con eso tienen de mí dosis suficiente, no necesitan sufrirme más. Soy la misma pesadilla de este lado que del otro, doy la misma brasa cuando algo me da vueltas en la cabeza, meto la patita para intentar obtener otro punto de vista distinto al mío para completar el mosaico de lo que intento analizar. Si bien ahora les hago una entrada expositiva sobre cada tema que me ocupa, de una extensión parecida a cada entrada de blog, y toda de improviso. Me escuchan, me miran, asienten y un poco azorados me dan sus respuestas.
Nada disfruto tanto como extrayendo de la gente su forma de enfocar, y hablo demasiado en todos los lugares en los que me siento en casa, en confianza, y en buena compañía. Ya en mis primeros años escolares me sacaban al pasillo por preguntarlo todo, por interrumpir la clase y no callar. Es un defecto penoso en compañía de según qué gente, pero hay una gran diferencia entre indagar en lo que piensa la gente, y vigilar lo que hace. A mí no me importa lo que cada quién haga con su tiempo, no critico a nadie por ir o volver de aquí o de allá, no me ocupo para nada si menganito o zutanita esto y aquello, ellos sabrán. Hablo con todo el mundo sobre todas sus conclusiones y las contrasto con las mías, me divierte ese juego en que pocas percepciones sobre lo mismo coinciden. Un idéntico hecho, según una u otra persona, puede ser muy distinto y lo mismo de cierto. Me divierte ese conocer al otro que tengo enfrente cuando hay un mínimo de conexión, o de mutuo respeto. A veces creo que soy un caso clínico o para someter a estudio, y quizá lo que sucede es que ejercito la mente, la lleno de contrastes, y los analizo como un pasatiempo divertido que no todo el mundo comprende; pienso, luego vivo.


http://blogs.elcomercio.es/psicologo-de-cabecera/2012/01/01/pereza-mental/

domingo, 1 de enero de 2012

Un segundo para mirar, y mirar bien

Mi único deseo para 2012 es que sea tan bueno conmigo como el 2011. Y que aquello que salió mal sirviese de aprendizaje para hacerlo mejor la próxima vez.
Feliz 2012 a todos. Que este año nos sirva para descubrir a esas personas maravillosas que tenemos alrededor, y a extraer lo mejor de cada una. Y que nos sirva para saber bajarnos de nuestro peldaño cuando los demás necesiten nuestra ayuda. Que veamos más y mejor y seamos más justos con la belleza que a diario nos rodea. Que sepamos valorar que estamos vivos para llevar en nosotros el latido de aquel que se marchó porque no tuvo posibilidad de seguir latiendo. 


En estos días una joven madre perdió la vida en un accidente de tráfico. En su maletero llevaba regalos para toda la gente que quería. Los bomberos partieron a contrareloj su coche por la mitad, los sanitarios corrieron veloces en la uvi móvil hacia el hospital. Los regalos se esparcieron por el asfalto ofreciendo una imagen inolvidable de por vida. La joven luchó con todas sus fuerzas por seguir siendo la persona que había sido toda su vida. El destino o la fatalidad desatendieron su ferviente deseo. En tan solo un segundo había cruzado la carretera, y sin saberlo, el vehículo que venía del otro lado le supuso la diferencia entre la vida y la muerte.


Por lo que más queráis, durante todo este año mirad mucho, y mirad bien, para que cada regalo llegue sin error alguno a su destinatario, para que le veáis sonreír y sintáis ese cálido abrazo que os hace de pronto seres tan especiales para él, y por contagio puro para vosotros mismos.