Pregunta de Remedios a su hijo de veintitantos años:
-¿Qué debería preocuparme más, que tu hermana salga con un chico de veinte años o con uno de su edad?
Su hijo, que la conoce demasiado bien arquea una ceja, y sigue leyendo el periódico dominical. En ese simple gesto le da a entender que ninguna respuesta le servirá jamás, de modo que intenta ser gráfico y responde como si tal cosa.
-Mamá, ¿Qué te parece más peligroso? ¿Caerte al mar y que te coma un tiburón, o caerte a un río y que te coma un cocodrilo?
Remedios no está dispuesta a obtener una respuesta semejante para una pregunta tan importante. Confía demasiado en él y su buen juicio para conformarse tan fácilmente.
- ¿En serio, qué opción de ambas te parecería menos problemática?
- ¿Y a ti, qué te gustaría más? ¿Caerte al mar y que un tiburón te parta por la mitad, o caerte a un río y que un cocodrilo te parta por la mitad? En serio, ¿qué te gustaría más?
Remedios se ríe por la forma tan válida en que su hijo es capaz de responder a sus preguntas de matriuska rusa. Sigue parada sobre la misma baldosa en que estaba cuando llegó de un modo urgente para resolver esa duda que pululaba por su cabeza desde hacía unos días.
- En serio- repite mientras dirige a ella sus ojos de color avellana redondos como botones- ¿No ves que tanto da que da lo mismo? Ale, déjame leer el periódico tranquilo y no te comas la cabeza. Acostúmbrate a no tener siempre la respuesta adecuada para todo. No la hay...en serio... no la busques porque no la hay. Así de simple.
Remedios entró en la habitación del fondo y puso en marcha la aspiradora. En las horas siguientes trató de imaginarse a sí misma cayéndose al mar y siendo engullida por un tiburón, o cayendo a un río y siendo engullida por un cocodrilo. Y lo dejó estar. Definitivamente tanto daba que daba lo mismo, el mundo llevaba girando durante miles de años sin su ayuda, y estaba claro que lo seguiría haciendo.