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jueves, 31 de marzo de 2011

Hace siete años

Que dejaste de respirar
pero no has dejado de estar un solo día
aquí, junto a mí guiando mis pasos
del modo en que siempre lo hacías

te escucho hablar como si estuvieras
en una voz que late desde dentro,
caminamos juntos, sin dejar de caminar
porque la muerte no es más que un pensamiento

la muerte solo sucede si la dejas suceder,
yo no he dejado que fuese
que vino a llevarte lo sé, pero no se te llevó
sigues estando a mi lado aunque no pueda verte

Aunque no recuerde cómo era tu voz,
aunque a veces no recuerde como eras
y me niegue a mirar las fotos que quedaron
como un otoño inmortal de hojas ya secas

aunque no haya hoy ni mañana contigo,
jamás habrá un ahora sin ti
desde el primer instante en que supe que no eras,
me aferré a que serás, por eso eres.

Eres y estás, aunque no seas ni estés
para otras gentes, yo decido cómo quiero que sea
y es así, sólo eres, eres y eres
y siempre serás porque yo no creo en la muerte.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Genio y figura

Si digo que hace más de tres años que me despedí de él, quizá me quede corta. Fue una charla muy breve, a pie de calle, cuando sus piernas y sus muletas a duras penas le sostenían. Intercambiamos muchas esperanzas en el futuro, una mirada brillante y una sonrisa franca, ambos nos deseamos mutuamente y de corazón lo mejor. Yo me subí al coche y dejé que todas las lágrimas que había contenido a duras penas afloraran en mi vuelta a casa, e hice una petición más allá de las nubes: que nadie me permitiese jamás ser tan dura ( tan resistente a una dura enfermedad incurable, quería decir) como él. A esas horas le llevaba viendo como cuatro años salir y regresar una vez y otra al hospital para someterse a duros tratamientos que lo mantenían en una vida pendiente de un hilo nada más. Y cuando parecía que ya no daba para más me lo encontraba cruzando la calzada, y le saludaba, aún sin poderme creer cómo había podido caminar de nuevo y mostrarse tan melancólicamente alegre al levantar su mano para saludarme con una sonrisa que tenía tanto de tristeza que jamás fui capaz de pararme para hablar con él. A veces soy consciente de que mi silencio es más valioso que todo cuanto pueda decir, sobre todo cuando no me salen las palabras.

Acaban de comunicarme que ya no está. Que ya no pudo soportar durante un segundo más la vida y se apagó, como se apagan las estrellas por la noche, pero ya para no volver. Rondaba más o menos los ochenta y me imagino que no estuvo mal, conozco casos peores la verdad. Y vuelvo a decir (ojalá el futuro no se encargue de decirme que me equivoco otra vez), que estos siete años de vida que consiguió aguantar, alguien me los ahorre. Vuelvo a pensar que a veces es mejor no resistir y que es preferible que se te lleven justo al instante de comenzar en esa lucha en la que a la larga jamás vencerás.

Este hombre llevaba el nombre del chico que una vez encontró un genio dentro de una lámpara. Y espero que siga brillando allá donde está, porque esa sonrisa con la que un día me despidió sigue ahí, como una estrella que nada apaga. Descanse en paz.

lunes, 28 de marzo de 2011

Buenas noticias

En la vida se suceden las buenas y malas noticias. Aparecen las dudas, la indecisión de quedarse quieto o seguir avanzando. Pero lo que nunca cambia es que uno siempre quiere aprender y compartir aquello que ha aprendido. Es este un sentimiento que mueve el mundo, y que precisamente debido a él sigue avanzando imparable mientras otros lo detienen. Si estos últimos no tuviesen tanto empeño en detenerlo ahora el mundo sería otro lugar donde las palabras de Gandhi resonarían cual eco: No hay camino para la paz, la paz es el camino.

Afortunadamente, aunque uno quiera detenerse y disfrutar únicamente del recorrido diario, que resulta apasionante si se sabe mirar, está esa otra mirada que mira un más allá, que se sostiene impertérrito. Este es mi gran descubrimiento de hoy, por él tuve que abrir las puertas de nuevo y darle un lugar; y compartirlo. Hacerme eco de lo difícil que es tener un sueño y conseguirlo. Para que nadie se engañe, lo que a veces llaman suerte es sólo trabajo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Perder la fe, y recuperarla si acaso

Perdió la fe en que escribir sirviera para algo. Volvió a perderla otra vez, es lo que le ocurre siempre, que el presente la reclama, que sus ocupaciones se suman y no llega, y pensó en abandonar, después dejó de pensar y decidió ir más despacio, pero sin dejar de avanzar. Pensar las cosas seriamente nunca le conduce a nada. Si tuviera que pensarlas detenidamente jamás actuaría, no nació para ser actriz, en realidad nunca supo para qué nació, ni le preocupa. Se nace para vivir, y esa es la única respuesta con que se cuenta durante todo el tiempo de una vida.




miércoles, 9 de febrero de 2011

Frase

El cerebro femenino, por sus dos hemisferios interconectados, funciona como un pulpo, y cada uno de sus tentáculos es una actividad diferente. El masculino, en cambio, cuyos hemisferios están separados, funciona como una cobra: sólo puede hacer una cosa a la vez.

Içami Tiba



martes, 8 de febrero de 2011

Centro multigeneracional

A veces uno piensa en nuevas fórmulas que cambien aquello que podría mejorarse. Fórmulas que incluso suena disparatado que alguna vez, una sociedad inmóvil se aventure a probar, porque para ello será imprescindible trepar sobre los prejuicios de una mayoría casi siempre inamovible.
Admito que nunca fui a visitar a alguien que estuviese internado en una residencia de la tercera edad, ya que en el entorno en el que me muevo, afortunadamente, los mayores son un ejemplo a seguir y se mantienen en sus casas llevando sus vidas con mucho atino y terquedad, hasta que ven que ya no pueden subsistir por sí mismos y se van a casa de algún hijo que se desvive en cuidarle hasta el final. No es en absoluto tarea sencilla convivir con esa morriña del viejo hogar, esos ojos tristes del encierro en un sitio donde el anciano no quiere estar. Hay muchos tiras y afloja, muchas costumbres que chocan, muchos dimes y diretes, mucho esfuerzo y acúmulo de paciencia por ambas partes, y con el paso del tiempo se establece una rutina en la que es posible respirar. Un cuidador es alguien dispuesto a completar una parte de sí mismo con la demanda de alguien más. Alguien capaz de renunciar a su vida establecida por una vida casi a inventar. Y sobre todo un ejemplo en estos nuestros días de prisa y comodidad.

Tengo una amiga que lleva más de veinte años cuidando a niños y ancianos en intervalos de cuatro a cinco años. Desde que el bebé recién nacido comienza al cole y se vale más o menos por sí mismo; y desde que el anciano comienza a necesitar ayuda, hasta que ya no necesita ninguna. Una vez coincidimos en un autobús, estaba agotada a muerte, y me sorprendió verla tan destrozada de moral, porque si algo le sobra a Ramona es mucha vitalidad. Me contó que estaba cuidando a un anciano en su fase final, y arrastraba todos los años de charlas compartidas, y todo el día a día de seis años atrás. Apenas le quedaban fuerzas para hablar, era una mañana de verano y acaba de salir del hospital, se iba a casa a dormir el sueño atrasado de meses.
_ En mi próximo trabajo quiero niños_ me dijo.
_ ¿Son mejores de cuidar?_ pregunté por curiosidad.
_ Son más o menos lo mismo. La diferencia radica en que los niños quieren que los dejes en paz, y los ancianos te absorben, no te dejan ni un minuto para ti. Quieren hablar todo el rato, te cuentan su vida, y dan menos trabajo, pero en estos momentos necesito cambiar de rutina. No puedo más.
_ ¿Ya no vas a cuidar de ese anciano?_ volvió sus ojos hacia mí y me miró un instante como si me odiase por hacerle formular aquella frase.
_ No saldrá del hospital.

Alguna vez he fantaseado con una residencia de ancianos con jóvenes por medio. Un centro multigeneracional donde todas las edades revueltas tuviesen cabida. Un lugar donde todos convivan y aprendan de todos. Pues bien, aquí está:


lunes, 7 de febrero de 2011

Lobo por cordero

La mamá dejó a las tiernas ovejitas al cuidado de un cordero sesudo. Una mamá siempre alberga todas las dudas en su interior, por eso no se fue muy confiada. Al cabo del tiempo volvió, escuchó, miró, se hizo la sueca, fue y regresó. Y supo que el cordero sesudo no era más que un lobo feroz vestido en piel de cordero. Le gustó descubrirlo y no le gustó. En cualquier caso jamás se lo esperó. Cabía la posibilidad pero tan mínima que en las horas creció y creció hasta hacerse de un tamaño normal y luego gigantesco.
La mamá sabe que las tiernas ovejitas deben aprender a cuidarse solas, pero para saber cuidarse adecuadamente antes deberán crecer, porque en el grueso rebaño hay más lobos disfrazados de corderos que ovejitas. Quizá sea este el cuento más viejo del mundo, pero es al tiempo el más actualizado.