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domingo, 9 de mayo de 2010

Lejana agonía





Este hombre me regaló una de mis agonías de muchos años, aunque eso es muy pretencioso; la agonía ya la tenía yo, sólo que después de leer esta frase suya que ya no recuerdo literalmente porque hace un siglo de eso me llené de angustias porque supo verbalizar mi miedo mayúsculo. Un miedo no por mí porque eso no me preocupa por mí misma a no ser que se trate de una enfermedad lenta; sino por toda la gente que comparte mi vida y late por mis venas.

William Hurt decía:

En ocasiones me angustia pensar que un solo latido nos separa de la muerte.

Es sin duda una frase hermosa, pero también angustiosa y sobre todo después de haber escuchado por teléfono que tu padre ha dejado de respirar y los médicos que están en casa no saben qué va a pasar. Veintitantos años después toda esa angustia que me embargó al leerla tomó forma. Siempre que me invade una angustia que no tiene sentido alguno en mi actualidad me da un vértigo espantoso porque sé que en algún momento será sin que pueda evitarlo. Un infarto es lo más parecido a esto que este hombre dijo y me persiguió años y paños. Tremendo pensar que siempre era mi padre quien me llevaba al médico de guardia que me diagnosticaba ansiedad después de escucharme y decirme que tener miedo a la muerte era algo humano y que era un proceso que se terminaría pasando. Se me pasó, es verdad, la suma de la gente que me espera al otro lado lo hace menos trágico. Si nunca pierdo las esperanzas, ¿por qué iba a perder la esperanza de abrazarles después de cruzar el túnel? Piénsalo un momento, si la eternidad fuese cierta al otro lado se estaría echando mortalmente de menos a los que ahora están vivos: luego no sería posible esa paz inmensa que nos retrataron desde niños. Parece que no hay verdad en la que creer y si es así ¿por qué no creer en las mentiras que nos hacemos a nosotros mismos como un traje a medida? ¿porqué no?

Eugenia Rico





La muerte blanca, premio Azorín 2002 editado por planeta. Al comenzar a leer este libro te das cuenta de que esta muerte es verdad, de que ese muchacho de dieciséis años de quien habla murió y de que todas esas sensaciones fueron verdad alguna vez en algún lugar. Creo que nadie que no haya pasado por algo así sería capaz de escribir este libro de la forma en que está escrito. Es sencillo, pero tan real que cala por dentro como la lluvia procedente de un aguacero que se extiende de principio a fin. Es una escritura bella y valiente, limpia y nítida, preciosa y punzante. Para mí es una de las mejores escritoras del momento, con una voz propia que traspasa todo lo conocido, precisa como el cristal que deja ver lo que ocurre al otro lado de la ventana. No puedes leerla sin disfrutarla, sin aprender a escribir, sin verlo todo claro. Todo esto y mucho más se desprende de este libro, creo que nadie que quiera aprender a escribir de verdad debe perdérselo. Y digo más, creo que nadie que intente entender la muerte debe renunciar a leerlo. Tiene frases preciosas que no lo fueron por casualidad, lo fueron porque latieron, porque se hundieron, porque resurgieron del fondo de la nada absoluta y se hicieron palabra. Es un libro que me emocionó como pocos, que se me hizo muy sencillo de leer pero inolvidable. Es un libro que ella nunca querría escribir y que desde luego aún con todo lo que digo de él yo preferiría que no hubiese escrito. Ella perdió un hermano de dieciséis años.

Eugenia Rico es una de las mejores escritoras de hoy, un regalo que me hizo la revista biblioasturias que le dedicó una entrevista preciosa que me llevó hasta ella cuando no sabía que existía alguien capaz de escribir así. La revista está también en Internet y animo a quien quiera a leer esa entrevista porque no tiene desperdicio. Os dejo un apunte: Escribo para el mismo ser al que escriben los enamorados cuando escriben sus nombres en la arena de la playa. Sólo que yo escribo en la arena de un desierto. Leer y escribir es el oficio de no conformarse nunca.



sábado, 8 de mayo de 2010

Ángeles Caso



Conocí a Ángeles Caso presentando el telediario regional hace muchos años, se veía una sensibilidad especial en ella a la hora de dar las noticias, no las leía, te las contaba como si te estuviese hablando de algo real, algo que podía sentir y solo después de sentirlo podía contar del modo en que se cuenta algo que se sabe. Sus ojos transmiten y su lenguaje corporal habla de franqueza, por eso me gusta.

Ángeles Caso es licenciada en Historia del arte, periodista y traductora además de escritora, y es hija del fallecido catedrático de literatura José Miguel Caso González. Todo esto no lo sabía.

En la revista biblioasturias que ha cambiado a un formato tipo libro mucho más práctico, y que también se puede leer en la red, viene una entrevista a Ángeles Caso, reciente ganadora del premio Planeta con su obra Contra el viento, que es algo que pienso leer y será lo primero que leo de ella como escritora dicho sea de paso, me interesa mucho el tema que se trata en esta novela.

De toda esta entrevista destaco lo que ella piensa sobre los premios literarios: siempre me han parecido muy buenos para nosotros. Los escritores ganamos muy poco dinero con nuestras obras – solo el 5% o el 10% de cada libro que se vende-, y los premios nos permiten seguir escribiendo con tranquilidad una temporada. Creo que eso no es sólo estupendo sino incluso justo: la inmensa mayoría de los artistas de otros campos pueden permitirse vivir de su trabajo. La única excepción somos nosotros.

Al preguntarle sobre la llamada literatura femenina, se queja de que a los hombres no se les aplique el término masculino para definir sus obras, dice: a través de la historia siempre se da por supuesto que lo que han hecho los hombres es lo más valioso, porque es lo que ha organizado la sociedad durante siglos y siglos. Nosotras seguimos siendo para muchos las hermanas pequeñas, simpáticas, pero menores…

Dice que nunca se ha sentido periodista y que no cree que vuelva a ejercer esa profesión. Para el premio de las letras 2010 propone a Ana María Matute, y también para el Cervantes, pero dice que el problema es que los premios más prestigiosos suelen ser para los hombres.

Le preguntan si ya sabe cual será su próxima historia y dice que sí, pero que a veces las novelas se atascan, y por si acaso suele tener siempre otra idea.

Personalmente estoy de acuerdo en su opinión sobre la literatura femenina, a mí me parece un insulto a la inteligencia humana ponerle sexo a la escritura pese a que está claro que la visión de un hombre y la de una mujer no suele ser la misma. Y es porque no tiene que ser la misma, las vivencias marcan la obra de un escritor, eso es lo que opino. Cada escritor escribe de lo que le apetece, motiva, o siente y la calidad si es buena es la misma. Ni más ni menos.

Yo suelo leer a mujeres porque son las que reflejan mis inquietudes por lo general, pero hay hombres que escriben como mujeres porque tienen sensibilidad, del modo en que hay mujeres que escriben como hombres. Cada quien escoge lo que quiere leer o lo que compra, con eso es suficiente. Pero es un hecho que las mujeres escritoras son menos valoradas. Hay escritores que jamás recomiendan la lectura de libros escritos por mujeres, en las escuelas suelen ser libros escritos por hombres los recomendados, los más premiados, los más escuchados y los más destacados siempre a todas horas.

Lo de presentarse a premios literarios lo veo bien, aunque creo que eso va en detrimento de los noveles que se presentan y no tienen su talento, pero en todo caso no es culpa suya. Un escritor a quien sigo y a quien admiro recalcaba la necesidad de enviar a un corrector todo lo que se envíe a concurso. Quizá sería el modo de salvar esta diferencia, al menos yo me convenciendo de ello. O pienso que tal vez podrían hacerse más premios dedicados exclusivamente a descubrir nuevas voces narrativas si en verdad desean encontrarse. En todo caso quiero pensar y pienso que el que es bueno llega y el que es malo siempre tiene el recurso de mejorar si le sobra empeño. Sigo diciendo que en cualquier caso lo difícil no es llegar, lo difícil es mantenerse, en esta carrera como en todas, todo se logra con esfuerzo y a costa de trabajar y trabajar. Aquí como en todo nadie regala nada y si se está o lo vales o se te borra de un plumazo, y nunca mejor dicho.

viernes, 7 de mayo de 2010

La senda del oso



Hay muchas rutas en Asturias, algunas no las conozco y que nadie se ponga bravo porque si hay algo que me gusta es la humildad, no puedo estar en todas partes ni animar a todo el mundo a caminar veinte kilómetros; y tampoco puedo dejarles plantados y recorrerlos yo solita porque ya lo intenté y me lleno de angustia. Otra vez será.

Esta ruta es preciosa, como toda la tierra asturiana, de color verde rabioso coronado de azul, creo que aquí las nubes son más originales que en sitio alguno y el sol cuando sale brilla más, que los ríos están mejor afinados y las montañas mejor acabadas, claro que pudiera ser impresión mía. Lo que está claro es que los osos pardos están aquí, y en peligro de extinción, y que al verlos de cerca apetece saltarse el cerrado y darles un achuchón; me encantaban Jackie y Nuca, así que cómo no iban a gustarme estos que además son de verdad y se dejan ver y fotografiar como si tal locura de gente fuese normal.

En la foto no sale el oso Furaco que se esperaba que las enamorase para lograrle un hijo a cada una, y confieso que en pleno trayecto de autobús una mañana me ruboricé escuchando a un cuidador contar los pormenores de seducción del cachorro atormentado. Lo siento pero el día que fuimos a verlo fue eso lo que me pareció, un cachorro atormentado, tal vez por la presión de estar entre dos hembras que no le hacían ni caso, aunque pudo ser por el bochorno aplastante de ese día en que la sombra no era sombra, sino una boca de horno traicionera que daba más calor que el sol mismo. A ellos les habían puesto una piscina de agua pequeña aunque hubo quien lo confundió con un bebedero, no creo que en los bebederos de osos tengan que caber enteros, aunque no sé si nos ponemos a pensar la cabeza puede dar para todas las opciones que se nos antojen, pero insisto, aquello era una piscina y no les sobraba.

En aquellos meses se contó que algo hubo entre Furaco y las osas, pero que no hubo preñez y que en breve será llevado de nuevo al cercado a que cumpla con su misión. Sí, después de tanto adornar su relato erótico de la situación el cuidador que habló en la radio lo estropeó así: cumplir con su misión. Sonó a sumisión, sumisión de los tres imagino, y claro, la naturaleza es sabia y si algo quiere es pasión.

Desajuste horario




Desde que comencé este blog tengo un desajuste horario bastante frustrante porque no se donde hay que poner la hora, y está en la hora de Vancouver, y sé que que no estoy en Canadá, aunque esas casas de allí y esos paisajes me encanten. Quienes me conocen saben que no doy demasiada importancia a las horas que marca el reloj, que me muevo más por el reloj intuitivo que por el de los minuteros y que soy odiosa en mi falta de puntualidad, si quedas conmigo que sepas que para mí siempre es temprano hasta que comienza a ser tarde. Y que si hay cosas que se necesitan dos días para hacer y me pillas con ánimo las hago en plís, me mueve lo vital y soy así para todo. Pero todo tiene un límite y precisamente por eso pido ayuda. Odio que las entradas de hoy lleven el día de ayer impreso al principio, o que los comentarios que me dejan, poquítos pero importantes para mí, lleven un desajuste horario de tamaña magnitud, porque he probado más horarios y ninguno me encaja. Ale, dispuesta a ser yo misma hasta la muerte dejo aquí esta petición de auxilio capaz de enmudecer al más coherente. Lo siento hay palabras que me encantan en el diccionario y son naturalidad y humildad, creo que son como esa vieja frase de todos los caminos conducen a roma.

jueves, 6 de mayo de 2010

Alejandro Fernández Tour Dos Mundos

En Mayo de 2008 cantó en Gijón ante 15.000 personas y no fui por mi terror a los espacios concurridos. Ahora comienza su gira Dos mundos en Oviedo el 15 de Julio en el estadio Carlos Tartiere y aunque el mundo se hunda yo estaré allí. No me gusta ser una cobarde y no lo seré por una vez, espero. Además necesito ese trabajo de documentación para algo importante, sin ir nada podrá ser igual porque hay cosas que no sirve imaginarlas hay que verlas con estos ojitos que se van a comer los gusanos. No puedo estar más contenta de que al fin Oviedo esté en esa gira y además para comenzar su gira mundial. Dios existe y si no existe que nadie me lo venga a decir porque a mi edad ya no sabría vivir sin él.
Por el momento nada más, pero si no lo soportas no te pases mucho por aquí porque su música suele sonar de fondo mientras camino, mientras conduzco y mientras vivo. Él no lo sabe aún, pero ya forma parte de mi familia. Sí, así de insoportable soy, pero como él canta Así como soy yo soy. Pues eso.

Mensaje en una botella




He aquí mi segunda película favorita. Y mi actor favorito. Historia escrita por uno de mis escritores favoritos también, aunque creo que vi antes la película y después leí el libro, no lo recuerdo; y si el libro me encantó la película me impresionó porque creo que retrata mejor que el propio libro toda la historia. Al menos esos cuadros de la fallecida son mucho mejores en la película de lo que lo fueron en mi imaginación. Creo que llevaba mucho tiempo sin llorar cuando la vi, porque lloré de lo lindo, y estuve una semana de un humor extraño. Cuando le conté a Carlota lo que esta película me removió por dentro se rió muchísimo y me dijo que a ella le encantaban ese tipo de finales que dejan a uno hecho una pena una semana entera.
Para mí esta película tiene un doble significado porque suelo enviar mensajes en botellas, es lo que sucede cuando envías un escrito a una editorial o a un concurso literario. Sabes que no habrá respuesta para ti, pero que aunque no la haya en el amplio infinito no dejarás jamás de intentarlo. Ese significado estuvo ahí, el dolor de todas las oportunidades que no fueron también y el hecho de que el amor te pudiera faltar algún día, también; era inevitable y al tiempo una bomba explosiva. La pena es tener un marido nada cinéfilo y unos hijos que parecen estar vacunados contra todo cuanto me apasiona, y que en cuanto la ponen por la tele me animan a verla, para intentar ser testigos de primera mano. Y es que a los hijos también les gusta sentirse protectores de los seres demasiado inocentes para un mundo tan cruel, eso lo digo para quien no se haya enterado aún, mis hijos a veces me cuidan como si fueran mis padres, sobre todo cuando vemos juntos una película que es demasiado real para mi gusto. O lo suficientemente real para acabar mal. Vamos, que soy de finales pastelosos aunque no los crea.