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domingo, 31 de marzo de 2013

Noveno aniversario

La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan. Si puedes recordarme siempre estaré contigo.



(Extraído del twitter de Mi abuela sabia)

Por eso estás

sábado, 30 de marzo de 2013

Gente Tóxica

Os hablaré del último libro que compré: Gente tóxica, de Bernardo Stamateas. Lo miré, lo remiré y lo entreleí, ya sabía el motivo por el que me parecía un libro importante de tener a mano a lo largo del trayecto de toda una vida, aunque admito sin embargo que no es tan sencillo como creía el hecho de saber utilizarlo bien.

Creo que la despolítica - palabro que acabo de inventarme para definir la mala política, que puede ser esa en la que los más desfavorecidos socialmente deben mantener los lujos de los más poderosos- hizo en parte que considerase necesario tener en casa, y a mano, el libro Gente tóxica. También fueron un motivo de peso esas conexiones, que parten de ese tipo de relaciones, que aunque uno lo quisiera no puede evadir. Y aunque lleva en casa cierto tiempo y lo leo y lo releo, aún no me lo sé de memoria, de modo que esta mañana tengo una clase intensiva con Bernardo Satamateas, a título póstumo podría decirse, porque el ciclón me ha superado, en cierta parte; porque si algo he aprendido es a distanciarme de estos desastres climáticos que todo lo arrasan y que no provoco yo. Líbreme Dios de las lluvias torrenciales, vientos huracanados, tormentas espeluznantes, truenos ensordecedores y demás climas enfurecidos que de pronto se inventan otros. Allá ellos con sus preferencias, que los disfruten y los doblen de intensidad si tanto los precisan, a mí que me den un sol tibio y nubes en paz. Por eso en cuanto me vi libre de las personas tóxicas que hoy me hacen recomendaros fervientemente este libro, recuperé al cien por cien la tranquilidad, que es un bien que cultivo como el bien más preciado, como el lujo mismo o como el verdadero arte del buen vivir.

Gente tóxica es un libro de amena y fácil lectura, que contiene quince capítulos dedicados a esos levantadores de vientos de distinta estrategia: El meteculpas, el envidioso, el descalificador, el agresivo verbal, el falso, el psicópata, el mediocre, el chismoso, el jefe autoritario, el neurótico, el manipulador, el orgulloso y el quejoso. Para finalizar haciendo hincapié en el poder de las palabras y la necesidad de que en nuestra vida diaria tengamos vínculos sanos. Si os sirve de algo desde este espacio virtual, en el que leo vuestros blogs, porque yo elijo leerlos por todo lo que me aportan; y desde el que leo las noticias, entrevistas...en definitiva todo lo que quiero indagar, de temáticas tan variadas como apasionantes, me encuentro libre de todo ese maremagnun de personas tóxicas. Eso anula por completo todo el efecto caótico que algunos personajes me puedan causar. 

Hace tiempo le contaba a una amiga de cuore a cuore lo más terrible que a alguien le pude contar en la vida, aún recuerdo las palabras y me estremezco. Supongo que el nivel de toxicidad me hacía insoportable hasta permanecer dentro de mí misma. Fueron palabras quizá terribles pero sanadoras, porque no se bajo qué clase de poder inconmensurable todo a mí alrededor y a Dios gracias comenzó a mejorar. A veces, se diría, necesitamos hablar con alguien a quien apreciamos de veras, para largarnos muy lejos toda esa toxicidad que alguien nos ha instaurado dentro.

El libro tiene muchas citas a modo de resumen de lo que abordará a continuación, os dejo una de las muchas que contiene, que esta mañana en mi propia cabeza cobra gran significación:

"Los seres más mediocres pueden ser grandes sólo por lo que destruyen".
                                                                                                             André Maurois








lunes, 25 de marzo de 2013

Sobre enmarañes mentales y otros desastres

Quienes me sigan leyendo, se habrán dado cuenta de que estoy como el protagonista de El túnel, de Ernesto Sabato, pero que mis patinazos mentales se encuentran de un tiempo a esta parte centradas en la rentabilidad de escribir. Todos sabemos que es justo que yo me pregunte a mí misma a todas horas si debo ponerme a escribir, para quien no lo imagine, mi vida es un caos porque mis obras no salen como yo quiero, es por eso que me lleva tanto tiempo escribir aquello que no presento. Sé que es injusto porque lo que estoy presentando hasta ahora es esto, precisamente lo que no me cuesta escribir, aunque supongo que a la larga tendrá un precio; el precio que pagaré por haber publicado aquello que en el fondo nunca me propuse escribir. Ya dije que estoy como el protagonista de El túnel, que es como decir que tengo un enmarañe mental.

Pues bien, nunca me gustó estudiar y me faltan estudios, pero de cuando en cuando encuentro a gente que sí los tiene y que además tiene blog y crea entradas con temas que me interesan y me dan respuestas, o en su defecto, me enmarañan más la madeja.

Os dejo una muestra, porque a lo largo y ancho de sus entradas me ha dado respuestas muy buenas.

sábado, 23 de marzo de 2013

El mar, hoy y siempre





A veces para crear una historia lo único que se necesita es silencio y el lugar adecuado. Retener en la memoria todo lo que un lugar evoca y así, un día en que se precise poder rescatarlo. 

A veces paseas por un lugar tan impresionante que aunque quieras, lo menos que necesitas es escribir, solo retener en tus sentidos que esta vida, por más que algunos se empeñen en organizarla de una forma equivocada, es algo que vale la pena vivir, todo en mayúsculas, como deberíamos escribir los verbos importantes.

Desde la cámara de mi teléfono móvil hasta aquí, nuevas tecnologías que hacen posible atrapar el instante en un infinito que es presente para siempre.

viernes, 22 de marzo de 2013

No saber, pero intentarlo de nuevo otra vez

Creo que algo distinto es querer hacer algo y saber hacerlo. Que existen muchas limitaciones entre lo que pretendes escribir y el resultado obtenido una vez que pasados meses vuelves a revisarlo. Pero que en cualquier caso se debe tener la paciencia de intentarlo. Que cuando no le estás dedicando el tiempo que sabes que necesita una vocecita interior no para de recriminarlo, que quizá, y solo quizá, por eso vuelves a la carga una vez más, que en definitiva es lo que hace que no dejes de intentarlo.

No es un oficio sencillo ese de escribir lo que aún no sabes que quieres escribir. Ese de hacer encajar con paciencia todas las piezas sin que sobren ni falten. Pero quizá lo más complicado es volver a revisar lo que ya sabes que sucede y admitir que ya no te puede sorprender como cuando lo dilucidaste por primera vez y se te antojó algo tan hermoso. Sabes que quizá tu problema es insistir de nuevo en lo mismo una vez más, pero cómo saber parar, cuando hay algo que crees saber mejorar si no tienes con quien discutirlo. O cuando sabes que no quieres compartirlo, esto es lo peor, la soledad absoluta del creador encerrado en su claustro, en lucha consigo mismo meses y años sin solución. Y quizá una parte del aprendizaje necesario, quién sabe.

Esta mañana leí esta entrada con atención y me dije nuevamente que esta vez sabré hacerlo. Sabré hacer aquello que aún ni sé. Entre sus palabras se desvela ese porqué.

jueves, 21 de marzo de 2013

Recordar qué es una buena historia

En estos días me dediqué a leer El túnel, de Ernesto Sabato y me sorprendió porque me esperaba una lectura más elaborada. Hacía tiempo que no leía un libro tan directo y tan poco complejo a la hora de leer, quizá porque solo trata un tema a un mismo tiempo. El libro comienza en las primeras líneas diciendo que es Pablo Castel y avisando de que mató a una mujer, María Iribarne, de ahí en adelante se dedica a exponer las razones que lo llevaron a ese asesinato, cuyas razones se parecen tanto a las que se dan en los crímenes pasionales, hay una sinrazón constante y una obsesión por el objeto perseguido que lleva a conjeturar más que a saber a ciencia cierta.

Es curioso que este libro, tan ameno de leer, que incluso yo leí en tiempo record, nos recuerde de golpe qué es escribir una historia. Es poner un principio, un medio y un final, tal que así, eso y nada más, pero entre medias elegir las palabras adecuadas y lograr el efecto perseguido. 

Mientras leía estas páginas leía una advertencia hecha en algunas páginas no sé si de Walter Riso: ese amor que parece más perfecto, es de todos los posibles el peor. Ese amor obsesivo que se afana en saber qué está haciendo en cada segundo la persona amada.

Pues bien, El túnel, ese amor obsesivo de Pablo Castel hacia María Iribarne trata. Y es ella quien lleva las de perder. Un libro recomendable sin duda.


miércoles, 20 de marzo de 2013

Verbo cobrar

Leo un titular en la prensa: Recoger setas en los montes públicos estará regulado con cotos y tasas.

Parece ser que los micólogos critican que "se cobre por recoger algo que silvestre que no sembró nadie".

Si nuestras generaciones pasadas levantasen la cabeza no se lo creerían.