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viernes, 30 de septiembre de 2011

Mi rechazo


Vas a sentir mi rechazo
desde arriba y hasta abajo
de tu cuerpo traicionero
aunque esquives mi mirada
no te servirá de nada
no lo podrás evitar.

Vas a saber que se siente
tener la sangre caliente
y frío el corazón
vas a saber cuanto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión.
Y más de lo que te di
le daré a quien lo merece
porque exactamente a ti
es a quien no se parece
vas a sentir mi rechazo
no lo podrás evitar
desde arriba y hasta abajo
luego en el mismo lugar.

Vas a encontrarme en los labios
de quien le niegue a los tuyos
la sinceridad de un beso
y en la sonrisa forzada
de quien comparte tu almohada
también me vas a encontrar
vas a saber qué se siente
tener la sangre caliente
y frío el corazón
vas a saber cuanto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión...


Alejandro Fernández (Dos mundos)



Lo mismo cantado suena tal que así:


Personalmente no entiendo cómo las grandes amistades que son los grandes amores pueden terminar así. Supongo que hay cosas que si no has pasado por ellas no puedes entenderlas. Ni aunque te las expliquen mil veces...siempre vuelves a insistir. Insistir en ello siembra mucho dolor a su paso, porque hay cosas que no saben explicarte sin dejarse un trozo de corazón en el intento: un corazón curado que vuelve a abrir. El verbo rechazar existe, y aunque no sepan contarlo, se cuenta así.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La ladrona de libros

Este libro de Markus Zusak me ha sorprendido. Está ambientado en la Alemania Nazi y escrito con un estilo fresco y desenfadado, casi amoroso. La protagonista es Liesel, una niña de diez años que acaba de perder a su hermano pequeño y que antes que pueda hacerse a la idea de ello es "abandonada" por su madre, que la deja al cuidado de unos padres adoptivos por razones que ella no acierta a entender. Liesel es una niña huesuda, casi cadavérica, que a veces no entiende nada, y que intenta acostumbrarse a una nueva ciudad y una nueva vida.

Hasta aquí tal vez nada de especial, lo especial es el modo en que está escrito. Se dice que un escritor ha de leer todo lo posible de todos los estilos, sobre todo historias que tengan que ver con su forma de escribir y lo que quiere contarle al mundo, además de clásicos de la literatura y toda la variedad de libros que pueda encajar entre ceja y ceja. A veces es muy difícil encontrar libros al estilo de uno. Pues bien, para bien o para mal en este libro me encuentro con mi estilo de escribir y de hilar, o si no es eso, me encuentro con la clase de libros que me gratifican y que me hacen amena su lectura desde el principio hasta el final. ( Aún lo estoy leyendo, aunque apunto que con este libro conseguiré llegar hasta el final porque está lleno de frases, pensamientos, planteamientos y pistas, que además de sorprenderme me pueden).

La ladrona de libros de Markus Zusak relata una historia infinidad de veces contada: el holocausto nazi, y lo hace con buen gusto, originalidad, sencillez, profundidad y amor, un inmenso amor por la naturaleza de lo cotidiano. Todo el libro es un juego de palabras, un juego de contenidos, un juego de desafíos narrativos; y de sus letras emana la sensación de que escribirlo ha sido un juego también, un juego que Markus Zusak ha disfrutado enormemente, y que por eso al leerlo queda esa sensación de saborearlo como uno de esos platos que nuestras abuelas preparaban con tesón y que nos dejaban tan buen sabor de boca, y tan gratos recuerdos imborrables al tiempo.

Anoto lo que viene en la contraportada de un libro que me quiero comprar, que me compraré ya, un libro que sin duda hará menos dramático que nunca llegue a publicar, porque al tomarlo entre las manos sentiré que el tipo de literatura que me gustaría escribir ya está en el mercado, y que puede leerse y disfrutarse sin necesidad de que llegue a ninguna parte. Cuando leo libros como éste tengo esa sensación, de que al fin como lectora ya puedo disfrutar; son muchos libros los que comienzo y abandono en unas semanas porque aún siendo muy recomendados me aburren de muerte porque cuentan lo mismo página tras página hasta completar 500.

La narradora de esta historia es la muerte, quizá la mejor narradora para poner ante los ojos del lector una etapa cruenta. Este libro me deja una sensación que mil veces antes he tenido: para hablar de una etapa de muerte y destrucción no hace falta acuchillar al lector, salpicarle de sangre en cada párrafo, o desangrar su ánimo línea tras línea. Para hablar de una etapa cruda en la historia también puede usarse la imaginación de recrear escenarios y personajes desde el infinito amor. Esto es lo que logra Markus Zusak, engarzar hermosas sensaciones al ritmo de un teclado poseído de armonía y buen gusto. La originalidad es algo que valoro por encima de todo, y es lo que destacaría de este libro, una palpitante destreza e imaginación.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Retazos...

Cuando se camina por la vida con una máscara es imposible que el otro te conozca y te valore por lo que eres. Por eso mismo no puede quererte por lo que eres, sino por lo que aparentas, es por eso que no puede llegar al fondo de tu corazón. Tú has cerrado la puerta y tienes la llave.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Pablo Alborán

En algún periódico leí que este cantante malagueño comenzó su carrera con unos vídeos que subió a You Tube. Y en estos días ha sido nominado a tres Grammy latinos: mejor artista revelación, mejor albúm vocal pop masculino, y mejor canción del año (solamente tú).

Si dijese que sé mucho más sobre Pablo Alborán mentiría, de modo que he copiado y pegado algo de lo que viene en su página oficial:

"A los 13 o 14 años me di cuenta que quería dedicarme a esto; fue un impulso, una metamorfosis. No me asusté ni me paralicé porque ya cantaba mis primeras canciones. Desencuentro la compuse a los 12 años".

"Hablo de amor y desamor sencillamente, sin ser rebuscado. Me gusta escribir de manera directa para transmitir lo que pienso. Lo bonito es ir enseñando, involucrar a la gente, que haga suyas las canciones, compartir el aprendizaje..."


Me alegra conocer historias como estas, porque enseñan que el arte está ahí y que responde únicamente a una especie de intuición, o devoción. Algo que aunque intente desoírse grita tanto que ha de ser. Historias como estas nos curan de toda la corrupción que hemos oído en los últimos meses, y de todas las noticias que nunca debieron suceder. Y de todos los males de los que aqueja el mundo, porque son las personas como él las que hacen que el mundo sea un lugar que vale la pena, y que aún tiene esperanza de cambiar. Las personas como él son como las pequeñas estrellas que alumbran la noche oscura y dan paso a los días de absoluta claridad.

Andalucía es una tierra de grandes artistas, he aquí la llegada de uno más, alguien que se ha hecho a sí mismo; la mejor manera de llegar.

Verbo reconciliar

Daniel y Clara son pareja desde hace muchos años, pero muchos, muchos. Ambos tienen mucho genio y cero problema en discutir, pero nunca se ponen de acuerdo, él sigue fiel a lo que piensa y ella más de lo mismo, de modo que no hay acuerdo y a la vez los hay todos; porque la base del respeto mutuo reside ahí, tú piensas distinto a mí pero tienes derecho, no me estorbas, no te estorbo y punto final donde empieza el principio. Son una pareja peculiar, eso nadie lo dude, pero se llevan bien y van juntos a todas partes, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

A veces discuten y parece que llega el fin del mundo, que todo terminó, que ya no hay más cuerda para sostener lo suyo, que mirándolo bien ya no vale la pena. Se quedan callados durante horas, se esquivan por la casa para no encontrarse ni mirarse a la cara, clandestinamente se odian de tal manera que no pueden soportarse. Ambos son muy distintos, él baja la persiana del salón y se queda viendo documentales durante horas enteras frente al televisor, ella busca algo para coser y cose durante horas enteras en el exterior sin perderse de vista el paisaje. Así ven pasar las horas hasta que de pronto,y sin saber muy bien por qué todo vuelve a la normalidad; vuelven a hablarse como si tal cosa. Pero nunca se dicen lo mucho que se han echado de menos mientras duraba su enfado, que en vez de horas se les antojó de lustros, porque sienten que han nacido para estar juntos y que nada ni nadie les logrará separar. También saben que su corazón canta al reencontrase con su otra parte; y canta de verdad.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Día mundial del Alzheimer

Mi abuela materna padeció esta enfermedad. Todos fuimos testigos de cómo volvía poco a poco a ser niña, una niña de pelo blanco y arrugas difusas, pies vacilantes, sonrisa beatífica y dependencia total. Había algo adorable en ella. Una inmensa paz. La paz de sentirse cuidada y protegida todo el tiempo por su única hija, mi madre, que mientras cuidó de ella me dio las mayores lecciones de vida que puedan darse, y también mi padre. Son esas lecciones que uno nunca olvida porque no están dadas con palabras, sino con sangre y sudor.

Estoy aquí para dejar un recuerdo escrito, allá voy:

Era un domingo por la tarde, mi madre debía ir al hospital a visitar a un enfermo del que también cuidaba. Me quedé en su casa con la abuela, que ya no conocía a nadie, ni tan siquiera a sí misma. Por entonces en la casa había un eco de tragedia por una muerte reciente, una de esas muertes que uno nunca supera. Faltaban apenas unos días para el cumpleaños de mi abuela, y decidí adelantarle el regalo que había comprado para ella. Era un dominó de madera, pintado con animales de muchos colores... gallinas, patos, ovejas, cerdos, caballos y vacas, era un dominó para niños, y tan alegre como ellos lo son. Ella era una niña-anciana a la que había que estimular la imaginación, y todo lo que fuesen puzzles o cosas de niños la entusiasmaba de veras.

_ Tenga abuela -le dije al darle el regalo- es para usted.

Me miró con un gesto de sorpresa que aún recuerdo y me dijo que no, que eso era mío. Pero había un gran entusiasmo en que hubiese venido a casa con un regalo para ella, y el envoltorio con el gran lazo le llamaba demasiado la atención, una risa traviesa se apoderaba de ella y le contagiaba nerviosismo.
Repetimos unas cuantas veces el Tenga abuela es para usted y el No, que eso es tuyo - que era un tú te lo mereces más que yo, que era todo ternura- hasta que lo desenvolví y pudo ver la caja de madera con todos los dibujos de animales por fuera.
En el instante en que pudo contemplarlos de cerca se rindió, le gustaron demasiado para negarse a tenerlos. La ayudé a abrirlo y le puse la mesa plegable ante el sillón, esparcí las piezas una por una y dejé que jugase con ellas. Fue un instante de mucha emoción y de mucha pena también, porque aquella niña que tanto se entusiasmaba era mi abuela. Y existía ahora un abismo insalvable entre las dos. Un abismo de palabras rotas y ayeres dormidos en su mente, tan despiertos en la mía, que necesitaría millones de palabras para ponerles voz.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las personas que ya no están en este mundo

No necesitan nuestro dolor por su ausencia.
Ni nuestro llanto, ni nuestras lágrimas.
O nuestra continua infelicidad.
No necesitan que las echemos de menos.
Siguen con nosotros de otra manera.
Siempre estuvieron ahí y siempre estarán.
Forman parte de nosotros como nosotros mismos.
No podemos renunciar a ellas como no renunciaríamos a nosotros.
Pero eso no significa que nuestro hondo pesar les sirva.
Ni que deban conformarse con ser la causa de nuestra agonía.
Ellos nunca quisieron vernos así.
No eligieron vernos así.
No quieren vernos así.
Y no se conforman con ello.
No podrían conformarse con ello.

Ellos, lo mismo que cuando estuvieron vivos
Sólo quieren nuestra felicidad.
Quieren que nos sobren fuerzas.
Que nos sobre el valor.
Que seamos justo lo que queramos ser.
Y que luchemos por ello cada día.
Sin perder la sonrisa. Sin perder la fe.
Sin perdernos en continuas lamentaciones.
Porque ellos hoy igual que ayer
Quieren lo mejor para nosotros.
Y lo mejor es sonreírle a la vida
Porque una sonrisa es mejor que mil lágrimas.
Las lágrimas sólo empañan los ojos del alma
Y sin los ojos del alma nada podremos ver.
Nada podremos sentir.
No seremos nada.
Y siendo nada estaremos muertos.
Muertos como ellos.
Y ellos llorarán por nosotros también.
Y todos lloraremos.