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lunes, 10 de enero de 2011

La alargada sombra del amor

Esta mañana recuperaba de la biblioteca uno de los tantos libros que abandoné el año pasado con la intención de leerlo como se merece. La chica cuñó la fecha en que he de entregarlo y de repente la portada de este libro, La alargada sombra del amor me hizo saber que es otro libro de Mathias Malzieu. Y ante la alegría de saber que podría traerlo a casa, la chica me confesó que no pudo con La mecánica del corazón, que no entendió para nada con que objeto o necesidad habría sido escrito y que por más que lo intentó lo abandonó a media lectura. En cambio yo le dije que para mí fue el mejor libro que leí el año pasado, aunque conozco a más gente a la que le sucedió lo que a ella.
Pude decirlo pero me callé, un libro es como un tipo de alimento y no todos perseguimos un mismo sabor. O es un cargador de pilas, y cada uno de nosotros funciona con distinto tipo de energía. Me callé porque una cosa es leer esto y otra muy distinta escucharlo, lectura y escritura viven en distintos tiempos.
He leído la primera página de La alargada sombra del amor, el primer libro que leeré este año y me ha embargado la intensa emoción de quien después de mucho tiempo ha encontrado algo que siempre quiso leer. Es el libro que llevo buscando desde siempre. Desde qué tipo de siempre no sabría, pero uno muy lejano.
Lleva una dedicatoria:
Para mi padre y mi hermana en recuerdo de mi madre.
Y una cita:
Os diré algo sobre la cuestión de las historias. No son únicamente un entretenimiento, no os engañéis. Son todo lo que sabemos, daos cuenta, todo lo que sabemos para combatir la enfermedad y la muerte. Si no tenéis historias, no tenéis nada.
Leslie M. Silko

viernes, 7 de enero de 2011

Sobre Internet

El tiempo va tan deprisa y la vida intelectual se desborda dondequiera con tanto ímpetu, que muchas ideas ya han envejecido, han sido comprendidas y divulgadas mientras el autor imprimía su libro.

Honoré De Balzac


Nota: Creo que en la era de Internet estas palabras triplican su valor.

jueves, 6 de enero de 2011

No hubo regalos de Reyes

Ni kilómetros de guirnaldas

Ni papás Noeles en las ventanas

Ni cenas, ni comidas, ni cotillones

Ni brindaron con sidra y con cava


No hubo mazapanes ni turrones

Ni uvas ni polvorones

No hubo mesas ni manteles

Ni brillos ni oropeles


Por no haber no hubo nada.


Nada distinto a otros días

Que ahora nos puedan contar

No hubo regalos de Reyes

Volvimos a fracasar


Seguimos igual que siempre

No aprenderemos jamás,

Y digan lo que nos digan

Tampoco fue Navidad.




miércoles, 5 de enero de 2011

Cadena Perpetua

Despierta la mañana de otro día en que no pensaba crear entrada alguna. Como tantas. Y la realidad me presenta en bandeja una noticia desgraciada, la de un hombre Cornelio Dupree, un hombre de 51 años que pasó 30 años en prisión siendo inocente. Mirando los números fríos que dejo a la izquierda queda claro que casi la mitad de su vida la pasó entre rejas por error. Unas pruebas de ADN constataron su inocencia. El hombre cuenta que no hay palabras para explicar lo que sufrió, y señala que sus padres murieron mientras estuvo en prisión. Es todo cuanto dice por ahora. Suficiente para quien quiera entender. Más que suficiente.

Hace tiempo que mi hijo me insistió en que viese la película Titulada Cadena Perpetua, protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Me negué en rotundo cabezonamente justamente por eso, por toda la gente que a día de hoy está en prisión. Después de insistirme durante semanas accedí a verla, y tuvo que sujetarme al sillón la primera media hora porque me era del todo insoportable quedarme frente a la pantalla. Únicamente me quedé porque cuando mi hijo, que me conoce mejor que nadie, me hace una recomendación sé que me está brindando algo que puede servirme para ambientar una historia. Una historia que late en paralelo con algo que escribo, o con el hilo que contiene.

Cadena Perpetua pasó a ser desde entonces una de las mejores películas que haya visto. Por la lección de vida que representa sin dejar de lado la crudeza. Mientras la veía no podía olvidar que a esa hora y en algún lugar alguien estaría siendo protagonista de una historia como esa, sin esa suerte final. No podía olvidarlo y un escalofrío intenso me sacudía de vez en cuando. El mismo escalofrío que esta mañana sentí al ver a Cornelio Dupree en televisión. El escalofrío de saber que a esta hora y en algún lugar alguien está siendo protagonista de su misma historia, sin la misma suerte... eso si en algún momento pudiera considerarse suerte a pasar 30 años de tu vida en la cárcel siendo inocente.

martes, 4 de enero de 2011

Crecer

Ella comenzó a crecer cuando vislumbró por primera vez esa gran pizarra verde de la escuela de verano a la que acudían sus hermanos y otros niños del pueblo. Junto a la planta verde que trepaba hasta el techo, adivinó un jeroglífico en tiza que le sonó a un idioma aprendido en otra vida, y se soltó de la mano de su abuelo para estudiarlo más de cerca, e intentar interpretarlo. Fue entonces cuando la maestra tradujo para ella lo que decía ese conjunto de letras blancas entrelazadas que destacaban sobre el verde oscuro. La frase resonó dentro de su cabeza de tal forma que nada volvió a ser igual desde entonces, quedó fascinada por otra especie de mundo cifrado al que desde ese mismo instante perteneció. Y quiso saber de que modo podían nombrarse otras cosas que le fascinaban, como estrella, mar, cielo, sol o arena, la maestra con gesto sonriente las escribió en la parte superior de la pizarra. Entonces Ella le rogó a su abuelo que la dejase quedarse esas dos horas para saborearlas como si de un plato exquisito se tratase, y su abuelo accedió, porque siempre la había entendido como nadie. Sobre la pizarra la maestra escribió números toda la mañana, pero los números no representaron nada para Ella que seguía sumida en la fascinación de todas las estrellas, mares, cielos, soles y arenas conjugados en la enorme pantalla. Y finalmente Ella decidió que ese mismo verano aprendería a leer, para poder entender el concepto de todo cuanto alguien hubiese escrito alguna vez. Y aprendió a leer ese mismo verano y leyó y leyó, pero años más tarde de la nada surgió otro férreo propósito igual de cabezón, escribir sus propias palabras para que cobrasen vida en otros lugares del planeta. Palabras que una vez sembradas pudiesen crecer y enredarse en otras, dando forma a todos los sueños, porque un sueño escrito siempre es más sencillo de recordar, de afianzar y de llevar a buen término. En medio de un mundo que Ella a veces no entiende sigue encontrando maravillosas noticias que la hacen creer, y ya se sabe, creer es crecer.

sábado, 1 de enero de 2011

Propósitos

A veces uno tiene propósitos que no se entienden, que quisiera no tener, pero que mantiene haciendo acopio de su cúmulo de energías, porque son necesarias muchas energías para convivir con ellos acomodados, sin que se enerven y se eleven continuamente, dispersándose por todas partes y sin dejarse plegar debidamente para guardarlos en un compartimento mínimo, donde no ocupen primero un poquíto espacio y después más y más, hasta hacerse con todo el espacio a su disposición y dejarnos apenas un huequito donde ser aquello que se supone que somos y no lo que siempre hemos querido ser, que surge y resurge una y otra vez de sus cenizas, después de haberlo quemado a sangre fría con nocturnidad y alevosía por enésima vez.

Hay escritores que tienen la habilidad de aportarnos todo el tiempo aquello que nos sirve. Lo que hemos de almacenar en bien de nuestro objetivo, ese que nos sobrevivirá - me temo- incluso cuando ya nos hayamos extinguido - que es lo que pasa con un escritor, sus escritos permanecerán y seguirán siendo cuando él no esté, eso los hace seguramente tan insistentes, su intención de ser inmortales y dejarse ser-.

Espero que a este escritor no le moleste que deje en lugar tan humilde este enlace, pero es que me lo quise traer, porque por algo es uno de los mejores escritores españoles, sino el mejor:

Frase

El comienzo de un año es como un libro por escribir.