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viernes, 29 de octubre de 2010

Normas de convivencia

No te estoy gritando
no me grites
No me enfado
no te enfades
No te insulto
no me insultes
No me crispo
no te crispes
No tengo problemas
no me los busques
No te ofendo
no me ofendas.


Vivo en esta casa
como pudiera vivir en cualquier lugar.
Si enteramente pertenezco a alguien
le pertenezco a la vida.
No soy de tu propiedad
Nadie es de mi propiedad
Nadie es propiedad de nadie
Y si no lo tienes claro
no hay nada más que hablar.



Así resumiría lo que se me ocurre tras la noticia que más me ha impactado en estos días, la de una mujer que mató a su marido en plena discusión. El testimonio de sus cinco hijos durante el juicio fue estremecedor, y también el suyo, en completo silencio, mientras escuchaba el resumen de esos 39 años de matrimonio.

Veredicto final: inocente, no quiso matarlo, solo empuñó el cuchillo para defenderse. A la salida del juicio todo son palabras de agradecimiento por lo bien que la han tratado TODOS desde el mismo instante de su detención. Es curioso: todo el mundo que pasa por la cárcel sale quejándose de ella; pero alguien que ya estaba dentro, cuando entra solo encuentra libertad y un trato amable. Aún parece extasiada de haberla encontrado en un lugar que imaginó inhóspito como la propia muerte.

...A veces nada tan inhóspito como un hogar, ni peor trato que aquel que se disfraza tras el amor.

jueves, 28 de octubre de 2010

Cuando las palabras gritan

De un tiempo a esta parte me cuestiono algo en lo que llevo creyendo muchos años: que la palabra escrita sirva para algo. Antes tenía una fe ciega en que las palabras cambiarían el mundo. Ahora dudo y la duda me detiene. Ya no sé que pensar. Supongo que mi llegada a la red con tantos textos llenos de vida me paralizó en cierta medida. Ser testigo de tanto movimiento en una única dirección que no siempre es la dirección hacia donde apuntan quienes nos gobiernan me tiene en un ay. No se en qué punto dejé de creer en mis propios escritos, pero en cierta medida dejé de creer en su validez para cambiar algo y ya no los puedo retomar, me aburren, les encuentro algo en falta que no sé lo que es, tal vez fe. La fe ciega que antes tenía en que los escritos podían cambiar el mundo, hacerlo avanzar del modo en que yo quiero. Sólo quiero el camino de la paz, la armonía y los estómagos satisfechos para todos los seres del planeta, y la tierra es rica en recursos, sé que no es tanto pedir.

A veces me siento nadando a contracorriente, fuera de lugar, como si perteneciese a otra especie venida de algún lugar que no puedo concretar. No podía. Ahora sé que es en esos espacios donde se mueve un escritor. El lugar donde las palabras se convierten en una plegaria. A veces lanzar plegarias es todo cuanto puede hacer un escritor.


Las palabras sensatas deberían cambiar el mundo. Ojalá pudieran.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Los nuevos proyectos

Nos emocionan a todos, son un principio en el cual todo pudiera ser, nos llenan de energía, de entusiasmo, de ideas, de vitalidad incontenible. Cualquier nuevo proyecto es una oportunidad de ser más y mejores. Un nuevo proyecto es una flecha lanzada al infinito en espera de al fin sea esta vez.

Nada me gusta más que un nuevo proyecto, sobre todo si resulta interesante. Si resulta interesante entonces sucede que lo quiero compartir. Esta entrevista es algo que todo aspirante a escritor debe leer, la dejo aquí:

martes, 26 de octubre de 2010

Frase

Hay momentos en que todas las palabras sobran, porque faltan las de un niño.

Palma

Esta hermosa frase la he sacado de un comentario que se encuentra aquí. Decir que me uno a ese dolor.

Reuniones para celebrar la edad

El centro social, que es también centro de día está situado en un lugar privilegiado de la pequeña villa marinera. Es un edificio blanco edificado sobre las rocas de la cordillera, alto, muy alto y lleno de alegres ventanales que de un lado miran a tierra y del otro al mar. Por un lado ves a la gente que sube por el paseo junto a la torre del reloj y por el otro el mar en toda su intensidad, y las barcas que se mecen al compás marcado por el ritmo de las olas que llegan a puerto.

Es el lugar donde siempre digo que quiero pasarme la vejez, allí jugando a las cartas con mis amigas, o al parchís, al bingo o al dominó, entre estanterías de libros infinitas y plantas verdísimas, entre la quietud de las tardes aburridas en las que no se tiene a quien esperar. No quiero esperar por nadie cuando llegue a la vejez, no quiero condicionar a nadie a llegar a mi casa para divertirme en las tardes de un día cualquiera, quiero tener la agenda bien ocupada y que acuerden conmigo cuando van a llegar, para no sentirme limitada ni que ellos se sientan obligados. Me gustaría ser una anciana sin vejez, sin amargura, sin quejas, sin reproches, una anciana de tantas que llegan a ese hogar del pensionista, que es a su vez centro de día.

Da gloria verlas llegar, con sus chaquetones largos, sus medias de seda, sus zapatos de tacón cuadrado, sus blusas blancas, sus faldas negras, su pelo blanco bien peinado, sus perfumes suaves, sus pendientes de oro y sus aros de casadas, dobles ya porque son viudas. Llegan en grupos de cuatro, con la actitud de los niños pequeños que van al cole, hablando entre murmullos y riendo en susurros. Al entrar dejan sus chaquetones en el perchero, buscan un sitio y se sientan junto al ventanal que da al mar, las saludan las nubes blancas, el sol diáfano a punto de extinguirse y el cielo rosado si están de suerte. Sino las saluda el temporal que azota fuertemente en los cristales, el viento ensordecedor, o las olas rugientes que baten sobre el roquedal asentado bajo el último piso. En ambos casos la vista es espectacular.

Puede verse la pantalla de algún ordenador portátil conectado a internet, por ahí andaré yo - me digo en silencio mientras camino- leyendo vuestros blogs y sonriendo con vuestras ocurrencias; me gusta pensar en mi vejez así. Una vejez que no cuente hacia atrás, que no se regodee en el pasado, que exprima el ahora y el aquí hasta su última gota. Eso es lo que veo cuando miro hacia el cristal y están allí comiéndose las fichas y contando veinte de casilla en casilla, muertas de la risa porque van a ganar. Es una de esas estampas que te insuflan vida, que te hacen reflexionar y que te gustaría saber plasmar en un escrito para que otros la disfruten y les haga pensar que la vejez depende mucho de quien la ostente. Puedes amargarte o disfrutar, como en todas las etapas de tu vida.

En estos días saltaba una noticia a los telediarios que me hizo pensar en ese grupo de hombres (que también los hay, solo que son más uniformes, es raro que uno destaque más que los demás, la diversidad de una mujer es siempre como la de las flores) y mujeres que juegan a las cartas allí, o al bingo, o al dominó. En sus caras de felicidad radiante, puede leerse que es el momento de reunión que han esperado todo el día, todo ha valido la pena por esperar a las cinco y media y poder estar todos juntos y muy bien avenidos hasta las diez. Sin que digan nada, puede leerse que ese es ya su único lujo, estar juntos y pasar una tarde divertida, charlar y reír hasta desgañitarse, antes de volver a la soledad de un hogar donde las horas se hacen interminables con el lento tic tac del viejo reloj de pared como único fondo. Un tic tac que mientras la casa estuvo llena jamás se oyó y que ahora resuena como un eco trágico que marca el fin de todas las horas que aún esperan a venir, todas esas que en llegando se descuentan.

(Es justo al llegar aquí cuando entiendo que mi hija diga siempre que todo cuanto escribo es de suicidio y que nadie me va a publicar, me ha costado, pero al fin ya lo he entendido. Nadie me publicará jamás, pero es tal que así como escribo váyase a saber porqué, seguramente porque no sé, y sinceramente me da lo mismo)

En los telediarios de los últimos días apareció esta noticia que me dejó un infinito sabor a hiel, y un desánimo sin límite por los absurdos días que vivimos. Yo no supe contarla, por eso no lo hice, pero alguien la contó por mí. Aquí os la dejo.


lunes, 25 de octubre de 2010

Frase

Ningún gran escritor es feliz

Vargas Llosa



Este titular encabeza la entrevista, aunque en el texto se lee con distinto matiz.
www.magazinedigital.com
Me cuenten lo que quieran, pero los escritos en papel son otra cosa. Traerte el periódico a casa y leerlo con absoluta tranquilidad, y pasar las hojas llenas de colorido del magazine y dejarlo bien a la vista en el revistero...

Correo no deseado

¿A quien no le llegó alguna vez el correo no deseado a la entrada de correos deseados o viceversa?, pues bien, eso me sucedió hace unos días. En el correo no deseado me entró un aviso de cambios con respecto al blog, unos cambios para pasarlo a wordpress si quiero que siga vivo a partir de Enero. Intenté leerlo pero la cosa era bastante complicada para el tiempo disponible que es como viene siendo, ando a todo a la vez, de modo que después de leerlo por alto lo pasé a borradores. La idea era no perderlo para dedicarle tiempo y hacer los cambios oportunos por no quedarme sin blog, porque este espacio me ilusiona lo ni cabe imaginar. Y a veces también me hace preguntarme qué cosa de mundo es este mundo virtual, es como volar sin alas y sin moverse del sitio pero llegar tan lejos como jamás llegarás, me apasiona, eso lo reconozco.

Y sucedió que al intentar pasarlo a borradores se esfumó sin dejar ni rastro, después recordé que debía haberlo marcado como correo deseado, algo que no hice. Y ahora no tengo ni idea de qué cosa era la que había que hacer, ni donde tengo que pedir que me lo expliquen porfa que es que ni me enteré. Hace tiempo que tengo claro que en este mundo virtual uno reproduce exactamente los mismos errores que suelen caracterizarle en el mundo real, vamos que al final se sigue siendo el mismo rollo de persona que se es por mucho que se evite. Ajo y agua, ahora a esperar a ver si vuelve esa información a mi correo de entrada o a investigar.