Powered By Blogger

jueves, 9 de septiembre de 2010

Libros que todo aspirante a escritor ha de leer

Llevo buscando la respuesta a esta pregunta desde hace un montón de años. Y puede que llegase tarde porque en esta etapa me está siendo casi imposible leer, lo cual me frustra bastante y compenso leyendo entradas de blog. Creo que me estoy acostumbrando a leer temas y opiniones muy variados del mundo actual, o es eso o que mi forma de novelar ha dejado los mundos de Yuppie y anhela reflejar la realidad, en cualquier caso ante este cambio drástico de rumbo comenzaré temas nuevos y hasta no concluirlos no volveré a corregir lo que tengo pendiente, o lo haré si estoy segura de no traicionar la idea que ya está hilada de principio a fin; me importa más que escribir el no traicionar la esencia de lo que quiero contar, ser fidedigna a aquello que ha hecho nacer la idea, aquello que surgió de la nada para tomar voz.

Llega Septiembre y comienza el curso para todos, en este curso se entremezclan vejez y adolescencia, la primera llega de dentro y la segunda del exterior, la primera era un tema aplazado que me reclama y la segunda una realidad que se muestra ante mis ojos y me sorprende, por lo tanto no me puedo aislar. Llega hasta mí y me reclama un espacio después de tantos años de repetirme a mí misma que no puedo escribir sobre la juventud actual porque me faltan datos. Estaba equivocada, no me faltan datos, la juventud que yo viví no ha desaparecido, sigue vigente porque sigue habiendo grupos, y dentro de esos grupos me sigue impactando ahora como antes el grupo de aquellos que no han perdido su dignidad. El grupo de quienes intentan mejorarse, tener su espacio, luchar por sus ideales, conseguir sus metas y mantenerse fuera de los submundos que les intentan colar por todas partes. En una edad crucial conseguir saber donde se va ya es una parte importante del camino. Esto también reclama su atención, de modo que como siempre trabajaré en dos historias que se irán hilando de forma paralela de extremo a extremo influyendo quizá la una en la otra y logrando el equilibrio que siempre necesito para trabajar.

Volverán a esperarme tareas pendientes, llamadas para ir o volver que denegaré, volverá a exasperarme la rapidez con que el reloj se come las horas mientras estoy al teclado, viviré inmersa en varios mundos que se suceden a la vez y me dan un aire de trasnochada, escucharé quejas, lamentos, acusaciones y volveré a repetir aquello que nadie entiende: Lo necesito. Necesito escribir porque si no voy a terminar loca. Sabiendo que la respuesta dependiendo de donde venga será más o menos afilada pero vendrá a decir lo mismo: ¿Más loca aún?, perdona pero creo que no es posible.

En una biblioteca a la que acudo de vez en cuando hay un hombre de unos cincuenta, que siempre sale de la pequeña oficina de atrás con aspavientos, coge tu carnet con cierto enfado, te acuña una fecha, desactiva la alarma y te despide apresurado como si hubieses llegado para fastidiarlo. Durante tiempo creí que era algo personal, porque al saludarlo por la calle reaccionaba de la misma manera, como si lo hubieses agraviado o apartado de algo importante de verdad. Hace unos meses en una revista local supe que es escritor, y que solo escribe en el interior de la biblioteca. Ahora sé como les despacho a todos, sé de la urgencia con que trato de quitármelos de encima mientras intento concluir algo (¿Y cuando no estoy intentando concluir algo que tengo emplazado...?). De un tiempo a esta parte les comprendo porque estoy y no estoy, vivo atrapada entre dos mundos que se suceden a la vez y se interponen el uno al otro en una partida de locos. Mi única disculpa es que a los cuatro años ya estaba ahí, y seguramente estuve ahí cuando solo era un proyecto de persona que flotaba entre líquido amniótico. Y tengo un compromiso adquirido conmigo misma que no puedo rechazar. Y me siento muy egoísta la mayor parte del tiempo si lo ejecuto, pero si lo mantengo aparcado sé que no estoy haciendo todo lo que debo hacer y me siento muy mal conmigo misma, de modo que comenzado el curso vuelvo a mis deberes con una condición, si envío algo a concurso lo mandaré a corregir. Debe ir impoluto porque si no no habrá una sola posibilidad de dejarlo concluido y estará inconcluso y pendiente de reforma, por lo tanto no habrá asiento valedero para la palabra fin.

Anoto aquí al final de todo un consejo de Pérez Reverte sobre todos aquellos libros que un aspirante a escritor español debe leer. Me agota la posibilidad de tanta tarea pendiente, de modo que no me comprometo a leerlos todos, pero sí a traérmelos a casa uno a uno desde la biblioteca e intentarlo, a sabiendas de que esta temporada no soy capaz de leer nada, todo aquello que tengo deshilachado me reclama a viva voz en cuanto intento leer algo y termino tomando notas, sumando capítulos o desechando datos... ¿Loca yo?

Carta a un joven escritor (II)


martes, 7 de septiembre de 2010

La simplicidad

Resulta complicado calcular el valor de las cosas, pero si hay un valor que por encima de todos valoro es la simplicidad. Creo que a los tontos en general nos va muy bien porque nos simplifica la vida, y seguramente se debe a ello. Puede haber mucha complicación en ella también, a veces cuando intento simplificar mucho termino complicándolo todo y aquí podría poner ejemplos para llorar de risa, pero me los reservo para el verdadero y único objetivo de mi escritura que ni sé si abordaré algún día, y si no lo abordo se terminarán conmigo con la conciencia feliz del haber sido.
Jamás me asomo para decir algo interesante, eso lo sé, o sabio, o concluyente o que pueda serviros para algo a los que podáis estar tras la pantalla, pero siempre que me asomo a decir algo hay una puerta cuyo interior no acierto a adivinar y que después de las horas o los días se abre. Es precisamente esto lo que tiene de especial y la verdadera razón de que aún proponiéndome seriamente estar en silencio termine hablando, me gusta la pronunciación escrita, es un vicio en sí misma y siempre me puede.
Me asomo porque acabo de encontrarme en la red una frase que intentaba concretarme a mí misma desde el principio de los tiempos, y nunca encontré la forma. Y no dejo de asombrarme cada vez que encuentro algo que llevo años intentando leer - podría decirse.

"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando"
Rabindranath Tagore


lunes, 6 de septiembre de 2010

Las muchas casualidades

Remolino de gente gritando que lo han matado, momento de incredulidad, uno cree que está soñando porque hay cosas que no pueden ser verdad, al menos no en un pueblo que ya estaba ahí desde que naciste. Un pueblo donde conoces a casi todo el mundo, más rumores de que lo han matado, no se mueve ni respira, y el nerviosismo te hace acercarte a ver si puedes hacer algo, y eso que sabes de antemano que todo lo que puedes es añadir más caos al caos presa de un ataque de nervios. Pero aún así quieres saber, puesto que en la suma del grupo hace tiempo que falta un chico y no vaya a ser.

Ves a un joven muy delgado y muy alto, moreno, tumbado boca abajo, todo está en semipenumbra y no consigues verle la cara, tan solo un leve perfil. Y te parece justamente el chico que falta y siguen diciendo una y otra vez que lo han matado, le han dado un golpe certero que lo ha tumbado y el chico no se ha metido con nadie. Entonces te fijas en la ropa, pantalón negro y camiseta blanca, pies grandes, vuelves a mirarlo y parece ser. Buscas datos en lo único a tu alcance, su pelo, y no ves sus rizos, buscas sus rizos y no están ahí, no hay forma de saber si sí o si no, se ha formado un barullo de gente a tu espalda, y han llamado a la ambulancia que es todo cuanto podrías hacer. Piensas en los padres de ese chico que conoces, en su hermano, en su novia, un solo minuto te basta para pensar. Piensas tanto que te mareas y no te dejan salir de allí, te han encerrado en ese corro improvisado de incredulidad y aunque no has visto un solo rizo de los muchos que tienes te ahoga la sola posibilidad de que aún no pareciéndote, sea. La gente sigue gritando que no se mueve, que lo han matado y que el pobre chico no hizo nada, que han venido por detrás y le han dado tal golpe que lo fulminaron.

-Por favor, déjenme salir de aquí, que me está dando mal_ en ese instante se clavan cuatro pares de ojos masculinos en mí y sin decir nada le piden a la gente que dejen paso, una sonrisa que es una línea recta sin más como agradecimiento sirve para poder alejarse de una vez, y esperar que no sea.

En el fondo sabes que no era, no podría ser, porque la vida no puede ser de pronto un lugar tan inhóspito. Una parte de tu cerebro se pregunta porqué no, ¿acaso el resto de chicos mortales no tiene padres y hermanos ...ni novia? ¿Y cual es la suma de todos los que mueren cada día siendo completamente inocentes? Ya sea por enfermedad, accidentes, atentados, catástrofes del tipo que sea, hambre, penuria o guerra...¿acaso uno necesita de una gran razón para morir? Pues no, uno se muere de repente y punto, todo se acaba cuando menos se espera, ¿o acaso no?

-Vaya, pues sí que se mueve_ comentan de pronto.

Vuelves la cabeza y ves al chico caminar sujetado por dos amigos. Pues camina bastante bien para haber estado muerto durante tanto tiempo. Es entonces cuando comparas este chico con el otro y es mucho más bajo, tiene el pelo lampiño y no se le parece en nada de nada, solo en que viste un pantalón negro y una camiseta blanca. Vuelves feliz a donde estabas y comentas el susto que te has llevado creyendo quien era ese chico. Unos ojos redondos de color avellana te miran fijamente y te preguntan incrédulos porque se te ocurren ese tipo de cosas.

-¿Pero cómo iba a ser si se fue a su casa hace ya un pedazo?

En esa pregunta se camufla la ira de que lo hayas pensado tan siquiera y esos ojos fijos se entrecierran levemente para hacerte ver lo odiosa que eres a veces. Sonríes, y como una y mil veces te repites que debes mantener a raya la imaginación.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Personajes fascinantes

Las verbenas de verano llegan a su fin y una cierta nostalgia pulula en el ambiente ante la llegada inminente del nuevo curso. En la despedida de los días de sol que amanecen sobrecargados de luz, días que algunos exprimen con febril inquietud tal como exprimen todo, y que otros dejan pasar acompasando los minutos, casi morosamente. Este verano más que nunca tuve muy clara la diferencia entre pueblo y ciudad, bueno ciudad mini, y he llegado a la dudosa conclusión de que los de ciudad -aunque sea mini- tienen mucha más vida que los de pueblo tranquilo. Mucha más vida real, de esa que se da cuando a diario uno se interrelaciona con muchas personas y se vuelve más espontáneo, más adaptable, más permisivo, más receptivo y más fácil de encajar en todos los ambientes. Sería muy fácil verlo así, ¿pero es cuestión del lugar donde uno vive o de la persona que se es? Esta pregunta más que ninguna otra me llevo preguntando hace meses, y sobre el texto que escribo en mi cabeza aunque no quiera, y que creo que jamás trasladaré a papel se suman y se restan las respuestas, se interponen y se traspapelan en un cuento sin fin.

Fascinada me hallo, y es que hay personajes de carne y hueso que se presentan ante mí desde que vivo empeñada en no escribir y me descentran todo el tiempo. Antes este tipo de personajes los inventaba para mis historias, pero en verdad jamás creí que existieran, y ahora resulta que existen de verdad. Y de veras que me inquietan. Son lo menos parecido a lo común que uno se pueda encontrar y eso se sabe por la cantidad de gente que pueden meterse en los bolsillos, y de continuo. Por las sonrisas que dejan a su paso, por las palmadas que les dan en las espaldas, por lo fácil que les es cumplir lo prometido cuando de veras quieren o lo imposible de que se comprometan para algo que no quieren hacer, y su forma tan abierta de decirlo.

Es cierto que me encanta escribir, pero disfruto mucho más observando a un personaje verdadero en acción por lo mucho que me desconcierta. Y es que últimamente hago pronósticos de toda índole que jamás se cumplen, y admiro más que nunca cuanto pesa la verdad cuando es verdad. Y la de pruebas que ha de superar una verdad en una sociedad tan dada a la mentira. La sociedad del todo vale que se frustra cuando sopla y sopla, y la casita de los corderitos sigue en pie. Les resulta insultante que puedan vivir en paz en medio de su verdad mientras los grandes castillos se derrumban, y mientras ignoran que en el espeso bosque los lobos astutos se afilan los dientes y traman un nuevo ardid.

¿Porqué nos costará tanto entender que los cuentos más simples son los únicos que cuentan la verdad?...

sábado, 4 de septiembre de 2010

Formas de colaborar

Basta con querer
basta con intentarlo
a veces con intuirlo
o haberlo esperado toda la vida

Basta con saber que no se está solo,
con la certeza de que juntos podemos
sin esperar nada de los grandes,
que siempre apoyan a los de su medida

Basta con buscar los caminos
que llevan hasta la salida para encontrarlos,
y seguirlos toda la vida
en un compromiso solidario

Basta con ser mejor de lo que se es
aún siendo los mismos,
porque lo importante es no es cambiar,
es enriquecerse buscando formas de colaborar.


Una buena noticia para mí, y quiero compartirla con los que estáis de alguna forma, y que sabéis lo mucho que me gusta el silencio:


...Y que las cosas sean justo como deben ser.


viernes, 3 de septiembre de 2010

Intentarlo para mejorarlo

Un escritor profesional se queja porque determinados libros que se publican ni son poesía ni son novela. Hasta ahí puedo estar de acuerdo. También asegura que se publican muchos libros que ni debieran ser escritos…aquí me cruje un poquíto el ánimo, porque escribir es ante todo un acto de libertad, al menos para mí lo es más que cualquier otra cosa. Es inventarse un espacio tan amplio como se antoje y andar por el sin cortapisas, lo cual hace del acto de escribir en sí mismo un lujo al alcance de cualquiera. Cualquier persona con un mínimo conocimiento del abecedario puede escribir si se le antoja, aunque escriba vaca con b, o nube con v, gato con j o huella sin h. La vaca del pasto, la nube del cielo, el gato del tejado o la huella en la arena siguen siendo la misma cosa, no voy a ponerme tiquismiquis porque alguien me escriba un cuento que puedo entender poniendo algo de mi parte, ¿Qué madre del mundo no recibió alguna vez un elaborado poema que atesora como oro en paño lleno de faltas de principio a fin? ¿Era menos perfecto en su composición por no manejar ciertas normas? ...¿Verdad que no?

Sobre el mundo editorial cabe decir que cualquier editor puede editar lo que se le antoje del mismo modo que cualquier lector puede leer lo que libremente le apetezca.Porque una cosa es el producto y otra el etiquetado. Yo no puedo envasar ancas de rana y hacerlas pasar por alas de pollo, que es algo que se viene haciendo así porque sí en el mundo editorial, eso no vamos a negarlo. De ahí que muchos escritores se rasguen las vestiduras y con razón, en esa historia no entro. No me atañe, porque yo no soy escritora, soy ama de casa y bastante tengo ya con lo mío y con mi forma de ser para andar buscándome problemotas.

Por eso me viene a dar lo mismo que se publiquen libros de poesía que no lo son, novelas que no son novelas, que se les de bombo y platillo, que se vendan como churros, que invadan el mercado aislando a los escritores de verdad que cada vez lo tienen más difícil para destacar si no tienen un nombre muy hecho. Y me da lo mismo porque yo no vivo de escribir, y como lectora sé de antemano los libros que me van a gustar –sean buenos o menos buenos- y solo esos me leeré hasta el final, y solo ellos me recompensarán que es mi verdadero objetivo. Una lectura que aporte algo a mi yo común, que me beneficie en mi vida diaria. Punto y coma.

Me tropezaré con esos libros de artificio de escritores de humo que son superventas y también un engañabobos, ¿quien no se ha tropezado con alguno?, pero tampoco me quitará el sueño porque lo devolveré a biblioteca tan campante y jamás se me ocurrirá repetir, incluso me reiré sarcásticamente cuando lea su título de perfil. Porque a mí no me ha engañado, no es literatura, es bazofia. O es un tormento, o trata un tema que me horripila, o me angustia, me desagrada, me recuerda precisamente lo que quiero olvidar, o quien sabe cuantas razones más habría para que la balanza se incline del lado negativo de un modo fehaciente.

Todos los días cocino sin tener mano con la sal, o plancho dejando alguna arruga que después de bien planchada no conseguiré quitar, o siego doblando la punta de la guadaña, o riego la tierra pisando una planta que intentaba hidratar, o escribo en lugares diferentes sin tener ni repajolera idea de escribir. Para muestra un botón. Es más, si tuviese que hacer solo aquello para lo que estoy preparada sería una persona muerta. Y prefiero vivir arriesgando, porque quien arriesga al menos lo intenta y tal vez lo único a lo que tengamos alcance sea a intentarlo hasta que se vaya dando, puesto que aprender suele tener mucho de constancia.

Es por eso que prefiero que haya malos escritores a buenos asesinos. De los primeros uno puede huir tan lejos como quiera, de los segundos no. De los primeros uno se recupera, de los segundos jamás. De los primeros uno tiene la opción de aprender, de los segundos solo se obtiene un silencio precipitado de eternidad. Y esto es algo que todos sabemos, porque todos los días tenemos de unos y de otros, a los primeros se les rehuye, a los segundos tan solo se les puede maldecir, porque ante todo somos humanos y nos equivocamos...algunas veces con menos remordimientos que otras. Lo siento pero aquello que Petronio le dijo a Nerón de: mata pero no escribas poemas no me sirve. Si quieres matar a alguien hazlo en papel.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Escribir para qué?




Para entenderme cuando nadie me entiende.

Para pensar los pros y los contras.

Para callarme cuando debo callarme.

Para quejarme sin herir a nadie.

Para adaptarme mejor a las novedades.

Para dejar de pensar lo que no tiene remedio.

Para no olvidar lo que fue importante.

Para recordar lo que el tiempo ha llevado.

Para construir y reconstruir.

Para tener más posibilidades.

Para no perder la capacidad de soñar.

Para viajar de gratis por todo el mundo.

Para alojarme en muchas otras pieles.

Para vivir más vidas en una sola.

Para sorprenderme de lo que puedo inventar.

Para inventarme un mundo perfecto.

Para poder vivir conmigo pese a lo poco que me soporto.

Para soportarles pese a lo mucho que me quieren.

Para descubrir nuevos días nada parecidos al anterior.

Para alimentar a mis ojos con sopitas de letras.

Para tener tantas vidas que ni sé quien soy.

Para dejar algo mío cuando al fin me vaya.

Para llevármelos a todos allá donde esté.

Para crear nuevos lazos alrededor de uno solo.

Para no aburrirme, ni desesperarme, ni dejar de ser.

Para tener una vida de cuento.

O para contar el cuento de una vida.

...Para lo que sea...escribir porque sí.