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viernes, 27 de agosto de 2010

Un poco de mentira

Hay una frase de Eugenia Rico que dice más o menos que siempre se escribe con un poco de mentira y un poco de verdad. Me reí al leerla por su verdad desnuda. Porque es imposible escribir sin esa combinación fabulosa, incluso una carta dirigida a tu mejor amiga. Siempre hay realidades que no podrás contar, o sueños más reales que cualquier acontecimiento del presente.

Incluso a veces uno intuye cosas que sabe que sucederán, el porqué se escapa, pero termina por pasar más tarde o más temprano aquello que tanto inquieta. Y entonces te preguntas si acaso lo pudiste remediar, ¿es posible salvar una vida que sabes que se acaba? Esta pregunta me la he hecho a mí misma montones de veces y la respuesta es no, por eso cruzo los dedos y pido fervientemente no volver a intuir en mi vida esa serie de cosas. No quiero pasar en mi vida por eso otra vez, jamás nunca, nunca más. Es terrible saber que va a pasar algo que no puedes evitar.

Un lector de este blog hace mucho tiempo me puso en la pista, al hacer un comentario en el que decía que era una especie de diario. De momento se me quedaron los ojos muy desorbitados y después sonreí, en verdad este espacio no lo escribo para nadie, lo escribo para mí. Es una especie de remix turístico de pensamientos de los que no encajan en ninguna parte. De esas cosas que uno piensa y que las más de las veces no se pueden contar. Algo así como el contenido de las albóndigas de lata, uno las mira con cierto rictus de amargura pensando qué cosa serían antes de su enlatado perfecto.

Y eso, que uno escribe con un poco de mentira y un poco de verdad, sin saber en qué porcentaje ya la mentira es verdad, o la verdad es mentira. Tal vez a uno le gusta escribir precisamente por eso, porque hay respuestas que jamás alcanzará a desentrañar.

jueves, 26 de agosto de 2010

Color de otoño

Pasear junto al mar en una tarde como hoy
bajo la lluvia que moja las aceras
sobre los papeles que vuelan
como aves azoradas de esquina a esquina,

y que ahuecadas de plumas se sacuden
como uno se sacude de encima la melancolía.
Pasear junto al mar en una tarde como hoy
sin apenas turistas, es como regresar

a Octubre sin pasar por Septiembre,
limpia de bochorno los pulmones
mientras se puede soñar esa historia
que hoy apenas se vislumbra.



miércoles, 25 de agosto de 2010

La mecánica del corazón

He aquí un título que me quiero traer a casa. Añoro su prosa cantarina. Me atrapó su portada, y me sorprendió su historia. Que un niño relate en primera persona su propio nacimiento -tan atípico por otra parte- no es nada usual. Tampoco los personajes que lo habitan, ni los inesperados quiebros a que nos somete de principio a fin.

Me topé con este título por casualidad, y me leí el primer capítulo por internet. Fue como probar el bocado de un manjar exquisito, que una vez saboreado pide un atracón. Pero estoy bastante escamada, de modo que no pierdo la cabeza, cuando me encuentro un título que quiero leer visito la biblioteca chuleta en mano y pregunto si lo tienen, resultó lo tenían, y me pusieron en la lista de espera, estuve en ella durante veinte días, me llamaron y acudí pletórica a recogerlo, pero ni aún en ese momento las tuve todas conmigo. Hay libros genialmente escritos que no puedo leer ni como aprendizaje. Sin embargo su lectura me pareció un sueño de principio a fin, porque pueden hacerse historias amables a la vez llenas de crudeza sin que la acritud se apodere del lector como bilis infectada. Eso le agradecí, que no me llenase de pesadillas sino de sueños, el sueño de algún día poder crear algo así, algo tan nuevo partiendo de historias viejas. Porque como alguien recuerda cada cierto tiempo, solo es posible escribir de otro modo lo que ya ha sido escrito, porque ya todo está escrito.

Me gustan las imágenes que de todo el libro se desprenden, se intuye escrito con mucho cariño, con muchas ganas de soñar, de hacer algo que valga la pena. Releo casi ningún libro, me cuesta mucho releer porque ya se todo lo que va a pasar y se me hace insoportable, pero sé que este es un libro que leeré más de una vez. Y que trataré de hacer una imitación suya que no se le parezca en nada, crear algo nuevo de algo viejo y soñar durante muchas páginas un mundo ideal donde todo se retuerce y se hace imposible, sin perder la perspectiva de que aún así el trayecto puede ser maravilloso. Como la propia vida.

martes, 24 de agosto de 2010

Ir de tiendas

No me gusta ir de tiendas, es algo que aborrezco con toda el alma, más cuanto más concurrido sea el lugar, pero en ocasiones no queda otra, cualquier madre de adolescente lo sabe, y también sabe que siempre hay una tía dispuesta a ocupar ese lugar. Y ya se sabe, cuanto más se posterga algo que no gusta, menos gusta después.

Pero esta mañana me he dado el capricho de ir a una tienda que he descubierto no hace mucho, es una tienda donde se venden libros usados, es bastante grande y hay un remix de libros de lo más pintoresco. Así me compré la enciclopedia de mi niñez hace unos meses, esa que nunca me atreví a pedir a mis padres para traérmela a casa y leerla con mis hijos cuando eran pequeños. ¿Porqué no?, pues porque la colección que a mí me costó veinte euros, a mis padres les costó una pasta por aquellos tiempos y se convirtió en mi lectura asidua casi todo el tiempo, esa enciclopedia y otras más que cada vez que entro en esa tienda aspiro a encontrar. Ese es el principal motivo de que de cuando en cuando me de una vuelta por ella.

Esta mañana me he traído seis libros, de diversa temática, de los cuales dos me hacen una gran ilusión, uno es un gran clásico de la literatura infantil de todos los tiempos, una verdadera joya que hará que vuelva a entregar libros de la biblioteca sin leer pese a que me gustan y están muy bien escritos. Y el otro es de un viejo amigo escritor y habla de caballos. Ver su nombre en el perfil del libro hizo que me diese un vuelco el corazón, porque es una garantía de que el libro me gustará y quiero hacerme poco a poco con todos los que ha editado. Opino que de un buen escritor uno lo aprende todo, y que de uno malo tal vez se pegue algo.

Ah, por cierto me he traído un gran clásico antiguo inglés también, que me ha recordado lo mucho que me gusta la película, que es lo hasta ahora sabía de esa historia. Un clásico maravilloso y en toda regla.

Vamos que me he traído ilusiones y retazos de melancolía para soportar el gris invernal, los vientos, los días de lluvia y el frío de la próxima estación que hoy casi se adivina a través del ventanal. Pasan los años y los días y uno nunca deja de ser quien fue una vez, cuando apenas comenzó a leer. No se engañen, no se cambia jamás, tan sólo se cumplen días.

lunes, 23 de agosto de 2010

La canción del verano 2010

Todos los veranos suena una canción que nos gusta más que las demás por las circunstancias que sean. Yo no tenía ni idea de que existía esta canción hasta que alguien se la dedicó a alguien. Siempre digo que en las letras de las canciones que uno escucha hay una impronta de lo que uno es cuando se queda a solas consigo mismo. Creo que no me equivoco si digo que habiendo tantas canciones para dedicar, escoger esta precisamente dice mucho. Y es que a veces una sola canción puede decirlo todo, es la magia del mundo musical, que pone las palabras adecuadas cuando decir algo profundo es tan difícil. Esta canción me suena a primer amor de juventud de principio a fin. Un tierno amor de esos que se afianzan en el tiempo.

Canción: Mi niña bonita, de Chino y Nacho.








Trabajo de documentación

De todos los trabajos de documentación que he llevado a cabo para el relato de Multiplicado por mil, que ha sido extenso, me quedo con el más completo, si cabe, que me he encontrado. Entre estas páginas me encontré al gordo seboso que en mis años de escuela me sacaba a empujones de las puertas aún cerradas del autobús que nos llevaba a casa, lo mismo a la hora de la comida que a las cuatro y media de la tarde. Este sujeto al que más tarde calificaron de bombona, por su parecido a una bombona de gas, me triplicaba en tamaño, pero no en agilidad física ni verbal, de modo que nunca llegó a quitarme la opción de elegir, al ser la primera en subir al bus, el lugar donde me quería sentar. Que era justo donde me apetecía precisamente porque era la más veloz y la más insistente de cuantos viajábamos a diario.

Este sujeto se ha casado hace ya bastantes años y su mujer es un amor de mujer, no puedo mirarla una sola vez sin preguntarme cómo le soporta, ya que con el tiempo es aún más desagradable todo él. Tiene un rictus de perro enfurruñado de continuo que casi espanta. Espero no hacerme nunca famosa para no tener que responder en un plató a la pregunta de su nombre y apellidos ( porque los diría tan ricamente y tengo familia a la que no quisiera someter a la más odiosa de las vergüenzas, creo que eso se sobreentiende, pero por si acaso lo aclaro. Nadie se ría que hoy en día si eres inepto también puedes tener tu minuto de fama, todos los días vemos ejemplos...)

Sucede algo curioso, una vez que encasillas a alguien ya no hay forma de desencasillarle, cada vez lo ves más claro. Quizá un día de estos iré a sentarme al diván de un psicólogo, para que me analice y vea si aún tengo remedio para convertirme en un ser normal.

...O bueno, quizá no, porque la verdad que no tengo tiempo para el psicoanálisis, ni me sobra el dinero para gastarlo en que me escuchen, y a decir verdad, y aunque no lo parezca me divierto un montón siendo como soy. ¿Y si luego no me río tanto conmigo misma que pasaría?, ¿Podría retornar a mi anormalidad tan entretenida? Mientras no me den la respuesta afirmativa creo que paso, no vaya a ser...

Esto no es para tomarlo a risa, lo dejo aquí para quien quiera leerlo porque es cuando menos interesante. Algo que toda mujer debería leer por más que mi hijo insista en que muchas de estas informaciones las hacen con tópicos típicos. Yo por si acaso lo dejo aquí para leerlo de vez en cuando e investigar. Aunque sea a las gentes imaginarias que siempre me rondan.


Bloque temático: Abuso y maltrato




domingo, 22 de agosto de 2010

Encontrar las palabras adecuadas

Las palabras adecuadas tienen mucho de curación médica. A penas voy al médico, soy afortunada, eso me dijo un hombre que perdió su barco en el mar, estuvo tres días a la deriva y se quedó naufragado toda la vida entre miles de frascos de pastillas. Ese mismo día me di cuenta de la mucha suerte que tenía de haber sido una persona sana toda la vida.

Todos mis males se curan con palabras escritas o leídas. Esto es así desde la primera vez que intenté entender el abecedario, cuyos trazos escritos a lo largo y ancho de una pizarra contemplé por vez primera y ahí mismo me enamoré. Supe que había un mensaje para mí ahí expuesto. Mis hermanos me cedieron de buena gana su lugar en aquella escuela de verano. Pero a mí me costó mucha cabezonería el que me apuntasen a mis cuatro años de edad. Fue el verano en que todos mis males comenzaron a curarse para siempre, justamente porque fue el verano en que aprendí a leer. Y también a escribir y a garabatear con casitas y flores los márgenes de todas las hojas.

Ahora leo en todas partes y todo el tiempo, y trato de no escribir, pero eso es imposible. Acabo de encontrar unas palabras hermosas que jamás antes había leído, por eso las dejo aquí, para que quienes tampoco las hayan leído las disfruten. Son hermosas.