Incluso a veces uno intuye cosas que sabe que sucederán, el porqué se escapa, pero termina por pasar más tarde o más temprano aquello que tanto inquieta. Y entonces te preguntas si acaso lo pudiste remediar, ¿es posible salvar una vida que sabes que se acaba? Esta pregunta me la he hecho a mí misma montones de veces y la respuesta es no, por eso cruzo los dedos y pido fervientemente no volver a intuir en mi vida esa serie de cosas. No quiero pasar en mi vida por eso otra vez, jamás nunca, nunca más. Es terrible saber que va a pasar algo que no puedes evitar.
Un lector de este blog hace mucho tiempo me puso en la pista, al hacer un comentario en el que decía que era una especie de diario. De momento se me quedaron los ojos muy desorbitados y después sonreí, en verdad este espacio no lo escribo para nadie, lo escribo para mí. Es una especie de remix turístico de pensamientos de los que no encajan en ninguna parte. De esas cosas que uno piensa y que las más de las veces no se pueden contar. Algo así como el contenido de las albóndigas de lata, uno las mira con cierto rictus de amargura pensando qué cosa serían antes de su enlatado perfecto.
Y eso, que uno escribe con un poco de mentira y un poco de verdad, sin saber en qué porcentaje ya la mentira es verdad, o la verdad es mentira. Tal vez a uno le gusta escribir precisamente por eso, porque hay respuestas que jamás alcanzará a desentrañar.