Powered By Blogger

lunes, 5 de julio de 2010

¡A diez días!




Del Tour Dos mundos de Alejandro Fernández se impone la realidad: no me gusta la noche, ni los lugares concurridos, ni el griterío, ni las imágenes de conciertos importantes que ponen en la tele. Me ponen nerviosa los atascos de tráfico, lo imprevisible, lo inesperado, lo porvenir.
Soy un cromo, de esos que salen repes hasta la muerte y no sirven para nada, uno de esos que aparecen abandonados a su suerte junto a cualquier graffiti de una gran ciudad, lo sé, pero no puedo remediarlo. Quiero ser como el resto de la gente, me lo impongo a mí misma pero nunca me sale con naturalidad. Tengo que ir a ese concierto, y a estas horas solo me anima esta canción, que él canta como nadie

México lindo y querido

Creo que el ser siempre positiva me da mi propia solución, tengo que ir, y no creo que salga viva por mis propias limitaciones, que no voy a repetir ahora. Y al menos por el momento encuentro algo positivo, si muero no tendrán que llevarme muy lejos. Pero seamos claros, no me quiero morir. Ni de miedo, ni de ilusión ni de alegría entusiasta; cada día me parece mayor lujo estar aquí:
Cada día de vida es una oportunidad de comenzar de nuevo.





Amor o esclavitud

Eran el matrimonio perfecto -me contaba mientras yo iba pendiente de la carretera- no se si te acuerdas de ellos, eran aquellos que iban con nosotros cuando os vimos en Covadonga el verano pasado.

_ Ella rubia de unos cincuenta, muy elegante, delgada, algo pequeña y él moreno, algo barrigón, más serio. Sí, me acuerdo.

_ Pues el otro día me la encuentro y me dice que se han separado. La gente me deja loca.

Tuve que reírme, aunque su costumbre de cogerse al asidero de la puerta me incomoda mucho, me da la impresión que mi forma de conducir la mantiene en vilo, aunque ella siempre sonríe cuando se lo digo y asegura que es queda muy cómodo. Es cierto, pero cuando voy de copiloto jamás me da por sujetarme, entre otras cosas porque si voy en tensión voy tiesa como un palo y me pido conducir. Y siempre me salgo con la mía, todo hay que decirlo.

_ Me contó que siempre iban juntos a todos lados porque él era un celoso compulsivo. ¡Fíjate tú!, no podía ni hacer la compra hasta que él no llegaba del trabajo. Y luego salían tan juntos, de la mano como dos adolescentes, y quien se iba a imaginar todo lo que me contó después.

Es lo bueno de tener coche y recoger a conocidos en la parada del autobús, unos días solo se escuchan lamentos y otros días historias como esta. Lo que a veces parece amor no es más que esclavitud. Y ante la esclavitud solo cabe la libertad, aunque sea después de treinta y cinco años de matrimonio. Uno piensa qué pena de treinta y cinco años ¿verdad?, pues no, yo creo que es imposible vivir tanto tiempo en semejante dictadura, apuesto que fue en los últimos años cuando comenzó a escoltarla seguro de que escaparía.

La impresión de Clotilde no la pude recoger, la estación de tren se me adelantó y tuve que detenerme para que se apeara. Lástima de conversaciones que uno no tendrá oportunidad de retomar y que se quedan ahí, esperando a ver donde las encajas.

domingo, 4 de julio de 2010

Frase

Cuando te nombran
me roban un poquíto de tu nombre


Esta frase la escuché hace muchos años en la radio

sábado, 3 de julio de 2010

Una canción

Hay muchas canciones que tienen muchos años, pero se escuchan siempre con la emoción del primer día, Si bastasen dos grandes canciones, de Eros Ramazzotti es una de ellas.

Al escucharla todas las injusticias del mundo me sacuden, todo aquello para lo que los grandes parecen no encontrar solución. Todo lo que está así porque pareciera que no pudiese estar de otra manera. Es entonces cuando sé porqué escribo, escribo porque hay otro mundo posible dentro de este mundo establecido. Hay otro mundo que cruje por el que no estamos haciendo nada mientras este nuestro se corrompe cada día más y nos mantiene la mirada fija en sus oropeles. Algo se me remueve por dentro cuando de pronto, en la radio que escucho ponen esta canción y es la conciencia de que esta sola canción bastaría para cambiar si no todo, muchas cosas que no nos gustan de este mundo que gobiernan otros, o dicen gobernar.

Si este CD se vendiese por separado para DE VERDAD ayudar a quienes lo necesitan -todos tenemos en mente en este instante a quien lo necesita porque son muchos-, sabiendo que nadie va a quedarse un sólo céntimo para llenar sus arcas, algo empezaría a cambiar- También Eros Ramazzotti lo sabe, queda implícito en el modo en que canta esta canción.

Me emociona cada vez que la escucho, porque me hace creer que todo es posible, hay canciones que cuando mi lucha por imposibles se me antoja insoportable necesito escuchar. Esta es una de ellas, porque esta canción me dice siempre la misma cosa: hay que luchar, porque el mundo que se intuye es a su modo real.

viernes, 2 de julio de 2010

Lectura que os recomiendo



Si os sucede lo que a mí, leéis un libro de 600 páginas apasionante, pero vuestra mente anda tan dispersa que no os podéis concentrar porque la vida real os preocupa demasiado y necesitáis algo que os renueve el corazón para seguir latiendo creo que lo encontraréis aquí.


Al menos esta será mi lectura del verano. Del otoño, del invierno, de la primavera...

Un héroe solitario



Después de la intensa lluvia y el buen tiempo, los campos asturianos se han llenado de hierba espesa. Los prados son un espectáculo que vale la pena contemplar si viajas en coche y tienes la suerte de llevar un buen conductor, uno que vaya sin prisa pese a que tienes hora de llegada a donde vas. Una canción preciosa suena de fondo y todo lo que puedes es pensar, en esa belleza de paisaje que es tu verdadera riqueza, esa que otros con su mucho dinero jamás disfrutarán. Mientras sabes que jamás llegarás a tus metas, pero es que por mucho que te mates no hay meta a que llegar. Tu meta mayor es esa, mirar esos paisajes y disfrutar.

El paisaje mientras viajaba de copiloto era tan hermoso que no tenía ganas de hablar, iba medio escuchando lo que me decían entre esas notas de guitarra, y mi júbilo era total. Hay momentos en que mi vida es perfecta, mi marido es perfecto, mis hijos perfectos, yo misma soy perfecta y mis ausencias de vida se dejan llevar, es decir, a todos los ausentes los llevo conmigo y escuchan el texto que formo en mi cabeza y lo disfrutan.

Justo en ese instante lo vi.

Era un hombre de unos casi ochenta años que llevaba una segadora. Vestía un pantalón marrón, una camisa blanca de manga larga arremangada hasta el codo y una boina. Segaba un prado gigantesco y los maraños de hierba formaban líneas perfectas, ya llevaba la mitad segada y la otra mitad quedaba sin segar, parecía dispuesto a terminarla en el día del ímpetu que llevaba. De tan cansado que estaba iba medio encorvado hacia adelante, y pensé que si en ese instante fuese la única dueña de mi vida iría hasta él, le quitaría la segadora de entre las manos y le ordenaría descansar, porque a alguien como él para que descanse le hay que ordenar, si no no descansa nunca. Iba saltandose a la torera todos los limites de velocidad establecida, pero ya no podía con la vida.

_ ¿Cómo es que a su edad nadie le ayuda?_ pregunté. Mi marido me respondió al instante.

_ Será soltero.

_ Vete a saber_ le respondí_ me extrañaría que no tenga una nuera, o una hija, o una sobrina que le pueda ayudar si es que los hombres trabajan_ a veces parece que me encante desconfiar de la gente_. Es tremendo, ese hombre no está para eso. ¿Viste que tractor más antiguo?, nunca vi uno como ese.

_ Pues no, no lo vi.

_ Parecía de los tiempos de la guerra, pero estaba muy cuidado.

_ Ah_ ese es el ah, de muchas veces no te entiendo, pero da igual. El ah de sé que necesitas silencio y lo voy a respetar. En el fondo amar es algo tan simple como quedarse callado si el otro lo precisa.

Era un tractor hermoso de color granate con cabina cuadrada a lo jeep militar, y el hombre alguien a quien hacía mucho tiempo que no veía por los campos asturianos porque están en peligro de extinción, pero de eso nadie habla. Nadie habla de la necesidad de recuperarlos, o de facilitarles la vida. O de lo mucho que les necesitamos quienes les hemos conocido, o lo mucho que les añoramos por sus lecciones de vida.

En cualquier caso me recordó muchísimo a mi abuelo paterno, al que no veo desde hace una eternidad. El hombre que se pasó conmigo tardes enteras señalándome las letras y sonriendo ante mi cabezonería de querer leer antes de comenzar a la escuela.

Nos alejábamos por la carretera, pero si yo pudiera detener el tiempo de una palmada le ayudaría a segar, pese a que segar con segadora nunca fue lo mío, tal vez por eso, porque sé lo mucho que cuesta me quedó esa sensación casi inhumana de dejarlo allí, luchando consigo mismo por completar un maraño más y después de ese otro, y así hasta terminar.

No en vano era un personaje de muchos libros, alguien que se resiste a dejar su vida atrás, en un tiempo en que se siega y se recoge un prado como ese en un cuarto de hora, tras la máquina ruidosa que imprime diez o doce rulos, y se va.

No tengo carnet de escritora, ni siquiera lo soy, por eso no tengo permiso para recoger las historias que me gustaría recoger. O las que no me lo concedo, no sé. Pero iba pensando en toda la gente que nos cuelan en televisión. Tantas horas de cutredad infinita y nada bueno, honrado o inteligente que decir. De pronto me dolieron tantas palabras sabias que podría decir aquel hombre, o tantos como él y que perderemos para siempre por no detenernos a escuchar mientras la vida sigue impertérrita por el lugar que iba. A veces creo que todos giramos en un bombo de lavadora gira que gira, y que solo quienes se han negado a entrar una vez, viven la vida que merece ser vivida fieles al legado de sus antepasados; aunque su vida sea tan difícil como ni pueda imaginarse con solo verles un instante desde la carretera.

jueves, 1 de julio de 2010

Revisando blog

Me encontré una historia de amor preciosa, esa que ya quisiera para mí porque es amor desde todas las perspectivas que yo anhelo. Nado en una piscina todo el tiempo, del fondo a la superficie, a contracorriente y en medio de un remolino con esto de perfeccionar mi escritura, que es uno de tantos sueños que me quedan grandes y a veces me desanimo, pero siempre vuelvo a comenzar. Me gusta pensar en mi vejez escribiendo en una pantalla de ordenador, creo que eso me hará reconciliarme con mis arrugas, los dolores de articulaciones, mis eternas canas. Con esto de poner enlaces, derechos de autor y demás tengo bastante desconfianza por desconocimiento, pero creo que este blog vale la pena ser leído, al menos yo me lo leeré y os dejo esta historia que como digo es amor en todas sus vertientes. No soy envidiosa, me alegro profundamente porque si una vez sucedió puede repetirse.
Es decir, que mis tres amores me animen a presentar algo a concurso, hijos y marido. O bueno, aunque no me animen a presentarlo al menos que me digan: esto me gusta.
Me gusta pensar en los milagros, eso de algún modo los hace menos imposibles.


Lo siento, no sé esconder enlaces aún, espero que no os importe.