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miércoles, 2 de junio de 2010

Día mundial del donante de órganos

Hoy es el día mundial del donante de órganos. Hace días fui testigo de la llamada de esperanza para un hombre que se agotaba. Fue algo que jamás creí presenciar y que ya conté en una entrada de este blog. Mirar a los ojos de ese hombre dieciocho días después de su transplante no tiene palabras para describirlo. Únicamente decir que está encantado de la vida. De seguir teniendo vida. Y que en unos días asistirá a la comunión de su nieto porque ya está en su casa sin casi tratamiento y encantado. Ser donante es ofrecer tu último regalo, un último regalo solo comparable al primero.

martes, 1 de junio de 2010

No quiero nada sin tí

Esta canción de Tamara despierta lo mejor de mí, aunque suelen decirme que soy una pastelosa insoportable. Pero he aquí otra voz que me encanta.
Esta canción la necesito para disipar todas nubes que se me aparezcan. Y la dejo aquí porque no me creo tan especial para ser la dueña de todos los nubarrones del mundo mundial. Cuando algo me desanima pongo música y subo el volumen. La música me devuelve el buen humor, que es el que hay que tener, porque la vida se te ofrece del modo en que te la tomas. Yo me la tomo con mucho color, porque si algo le sobra es colorido.

lunes, 31 de mayo de 2010

Ama de casa

Decir ama de casa es resumir muy cortito la trayectoria de una mujer que sacrifica todo por su casa. La que cuando le preguntan a que se dedica dice que a nada, la que cuando le preguntan en que trabaja dice que en nada y la que cuando persigue un sueño no encuentra quien la apoye y tiene que apoyarse en su propio sueño para intentar lograrlo aun a sabiendas que muy pocas mujeres, o ninguna con sus estudios pudieron cumplirlo. Decir ama de casa es resumir lo que fueron todas mis antepasadas mujeres, mujeres que cada cual a su manera intentó enseñarme mi oficio actual, pero que no pudieron de ninguna manera hacer que me conforme con estar en mi casa sintiéndome plena por limpiar y ordenar todo el día, por planchar y cocinar, por esperar a que todos lleguen y llenarme este vacío vital que solo me llena el escribir. Que me llena o me vacía no lo se, a veces creo que lo uno o lo otro, según el día.

Ya no suelo decir a nadie qué escribo, qué corrijo, o qué encuaderno. Ya no suelo hablar de los concursos a los que me presento o qué pasos sigo, he vuelto al comienzo, a escribir en silencio, a buscarme horas mías para escribir, y a esperar el momento exacto de maduración de los temas para volver a ellos. Intento que no acaparen toda mi vida y todo mi pensamiento y en ocasiones no lo consigo, hablo en sueños, me río en sueños y sigo viviendo en sueños esa parte que es mía también y que nadie acepta. Una habitación propia decía Virginia Wolf en un libro del que yo esperaba más, no es necesaria una habitación propia, hace falta la férrea voluntad del esclavo feliz de ser esclavo si esta afición te pilla siendo una ama de casa a la que nunca le ha gustado estudiar. Hace falta mucho más y al tiempo no hace falta nada, porque lo quieras o no forma parte de ti como el color de tu pelo y tu piel y es algo que no se irá. Volverá a ti como tus propias canas por mucho que las tiñas o tu color terrizo en cuanto se asome el sol y te dé lo suficiente. Nada te librará hasta que puedas librarte de ti misma, es algo que no has escogido, algo que te escogió a ti, esto me lo dijo una vez un poeta y es verdad. La vocación es algo que no entiende de talentos, ni de estudios, ni de aptitudes, nace con la misma naturalidad con que salieron tus dientes, y es por eso por lo que a mí me gustaría poder hablar con todos mis antepasados, sentarlos a mi mesa esta misma mañana de lluvia fina y preguntarles de quién lo heredé, qué hicieron con sus escritos antes de irse, o porqué yo.

De pequeña me encantaba cantar, y me pasaba el día entero cantando por todo el pueblo, todo el mundo me dejó cantar; todo el mundo menos mi abuela paterna que se detenía ante mí y me obligaba a callar. Yo la miraba con todo el odio que una niña de seis años podía albergar y a ella se le escapaban las lágrimas, yo volvía a cantar por todas partes y la veía persignarse como si se hubiese creído que estaba en misa, mientras yo me reía de haberle ganado la batalla porque nadie me quitaría nunca de cantar. En eso me equivocaba, años después cuando me oyó cantar en el coro de la iglesia, volvió a casa diciendo que yo cantaba igual que su hermana, una hermana que llevaba muerta y enterrada casi medio siglo. Estuve muchos domingos sin cantar en el coro hasta que ella misma me pidió que volviese a cantar porque le gustaba escucharme. Después de misa siempre volvía a casa llorando porque yo le recordaba mucho, pero que mucho, y más que mucho a su hermana. Tal vez es verdad, porque hay genes que se escapan a toda amarradura, pero esta mujer con su actitud me hizo creer durante mucho tiempo que yo era una reencarnación, y a ella le doy las gracias por poder creer que se puede nacer después de la muerte. No estoy segura de ello, pero ¿acaso estoy segura de algo?

Dice Care Santos algo muy bonito de su blog: a veces tengo la sensación vertiginosa de que, de todo cuanto he escrito lo único que permanecerá en el tiempo -cuando el papel se haya desecho en polvo -será este blog. Lo virtual sobrevivirá a la tierra cuando el sol la abrase.

Esto me animó a abrir mi propio blog, porque si bien nunca podré ocupar ciertos lugares, sí podré compartir con el mundo todo cuanto quiera a través de esta ventana. Y si estas palabras virtuales sobreviven al tiempo más que las escritas en papel o llegan más lejos, es este lugar precisamente el que siempre he buscado aunque jamás lo ubiqué en la red. Esa es la verdad.

Sueños

Hay días en que mis sueños se me antojan un borrón

o ese puente infranqueable que jamás podré cruzar,

son esos días en los que me miro al espejo

y solo estoy yo, y sé lo poco que me soporto

porque sin mis sueños no soy nada.

Y no me gusta ser nada,

quiero ser yo.

Begoña

Una norma nueva y terrible

En el blog de Gonzalo Moure, sección artículos he encontrado este título "Una norma nueva y terrible" y lo he leído. Ando yo desde que abrí el blog pensando seriamente si exponer aquí algún escrito mío y ando con la duda del sí o del no por muchos motivos distintos. Entre ellos está el más poderoso: Para publicar es necesario ganar premios literarios, nadie te publica si no has ganado alguno.
Me agota de solo pensarlo, volver a estar tres meses en suspenso, en igual sí, pero igual no, me gusta, no me gusta en absoluto. Sufro tanto al pensar en ganar como en perder, esa es la verdad, ambas sentencias me parecen igual de terribles porque si gano no estoy preparada para salir de mi paz y comenzar la guerra, y si pierdo no estoy preparada para dejar la guerra y comenzar la paz.
Esta mañana estoy espesa y desanimada, son los días de lluvia, qué le vamos a hacer, o de cielos plomizos y encapotados los que me ponen así, y ahora tengo un blog y puedo quejarme más lejos. Esto es lo malo de ser yo y abrir un blog, pero tiene cura y es que los que podáis os mantengáis lejos, yo ya no puedo, es demasiado tarde para mí.
Leía yo este artículo de Gonzalo Moure y pensaba que tal vez sí, tal vez algún día decida compartir a alguno de mis personajes. Les quiero tanto que no sé si podré dejarles ir. Aún les siento como tiernos hijos que he de proteger.
Una norma nueva y terrible es un artículo que considero que hay que leer. Aquí os dejo la nota.

Qué voy a hacer con mi amor

Me desanimo. Creo que jamás lograré escribir sin faltas de ortografía, sin discordancias, con absoluta perfección. Creo que el editor que busco para mis novelas aún no ha nacido, y que me pillará ya demasiado mayor para querer editarme, con un pie en la tumba.
Creo que no quiero dejar a mis hijos mis desastres escritos, no les quiero seguir preocupando, angustiando, o dando la murga después de muerta.
No quiero quemarlo todo antes de morir, para eso prefiero no escribirlo, ¿para qué pelearme con las palabras si al final lo voy a destruir? ¿Si no sé lo que quiero para qué seguir? ¿Y si no estoy dispuesta a seguir escribiendo qué sentido tendría mi vida?
Cuando toda esta negrura me invade entro en youtube y pongo este vídeo. Y me digo que quiero ese escenario en que AF está. Quiero ese escenario para mis novelas y sé que no voy a parar hasta tener ese escenario íntimo donde el público apenas se intuye, donde todo lo que cuenta es contar, donde todo es sentimiento y desgarro. Después de verlo un rato sé que debajo de mis pies está la línea de salida y que aún no me tengo que preocupar; me digo que todo se andará.

Es el vídeo oficial de la canción.

Lo veo, y después sonrío porque la escritura es un amor no correspondido, uno que me va a matar, pero al menos ya sé que no soy la única. Ya somos dos los que nos sentimos así, y no estoy sola en el mundo, AF me entiende, qué enorme felicidad.
Si es que estoy enloqueciendo, por favor, nadie me lo venga a decir. Ya no. No quiero saberlo.

Mi miedo mayúsculo

Hay dos cosas que no me gustan de este blog:
La primera que hablo demasiado de mí y no me gusta porque soy la misma petarda que no deja hablar a sus amigas, la que envía emails pesadísimos que no hay quien descifre, la que es capaz de reírse de todo y hace que a veces la miren como si en verdad no mereciese amistad ninguna y después les hace reír porque es mejor reír que llorar. En definitiva que de este blog no me gusta lo esencial: Lo abrí intentando librarme de mí y no llevo forma, de modo que si un día dejo de escribir en él que sepáis que no me soporté. Porque es que no me soporto y aquí ando erre que erre.
La segunda cosa que no me gusta es que NADIE comenta, -sálvese rodericus y algunos comentarios más que son verdaderas joyas- y lo que yo intento al abrirme un blog después de escribirme a mí misma durante quince años es saber si escribo bien o mal. Si en verdad no valdría más que me vuelva lectora únicamente y me deje de leches. Porque antes me sobraba tiempo y ahora me falta, y me lleva faltando hace ya quince largos años en que yo no parezco yo. Y yo quiero ser otra cosa, ya desde que me conozco y no llevo forma. ¡Y eso ni lo cambia un blog!

Bueno, dicho esto voy a hablar de mi miedo mayúsculo durante muchos años, que me asaltó a los ocho años en medio de misa con un sermón dedicado a la eternidad. Mientras el cura hablaba, que no recuerdo ni que cura era yo me imaginaba en la eternidad, allí en medio de un cielo desierto y sin nada que hacer, porque todo el mundo sabe que el cielo es un montón de nubes y nada más. Allí no tienen libros, ni libretas, ni lápices, ni televisión, ni nada de nada. Aquello está vacío y toda la eternidad es no morirte nunca. No morirte nunca significa vivir aunque tu vida sea lo más angustioso que puedas imaginar y lo más angustioso es la soledad, todos lo sabemos. Y el estómago se me empezó a retorcer y miré a mi hermana Tere y ella me dijo que no con la cabeza, estaba harta de mí y de mis chorradas así que no me lo iba a permitir. Entonces comenzó a faltarme el aire y creí morir, y Tere diciendo que no con la cabeza una y otra vez con su cara de mal humor bien dibujada y yo con aquella imagen de mi propia eternidad como una diapositiva que no me podía borrar. Y que me acompañó todo el día entre las risas de todos, porque tuve que contárselo a todo el mundo y cuando se hizo de noche tuve que irme a dormir. Solo que mi eternidad se hizo de veras gigantesca y creí morir, pero morir era entrar de lleno en la odiosa eternidad, así que no podía morirme y debían ser las dos de la madrugada aún.
Y salí de la habitación a oscuras porque despertar a Tere era aún peor que morir, y bajé a oscuras las escaleras del desván, y busqué a tientas la puerta de la habitación de mis padres, y le llamé a él que siempre estaba despierto. Él me dijo que en dos horas entraba a trabajar y que se moría de sueño, pero que me haría un sitio a su lado si prometía no acostumbrarme a dar la lata por las noches, y yo lo prometí porque el suelo estaba congelado y yo descalza, y porque el camisón abrigaba muy poco, y porque la oscuridad hacía la eternidad de veras insoportable.
Me dejó hablar mucho tiempo, debió de ser mucho tiempo porque ya no tenía absolutamente nada más que añadir. Y me preguntó:
_¿Tú crees que Dios existe de verdad?_ asentí_ ¿Todo lo que el cura cuenta en misa te cuadra?
Uy, puestos a sacar tachas la verdad que tenía unas pocas y las enumeré una a una y me llevó bastante tiempo pero acabé. Y debió de llevarme bastante tiempo.
_ ¿Después de todas esas dudas puedes decir de veras que crees en Dios? Piénsalo bien porque si dices mentiras vas a tener que confesarte.
_ Del todo del todo igual no_ le dije después de pensarlo un rato.
_ Mira, ahora tengo que vestirme para ir a trabajar, pero te cedo mi sitio. Y piensa solo una cosa que te digo, si Dios existe de veras el día en que te mueras lo verás, y puedes tratar con él directamente todo el tema de la eternidad. Y si no existe piénsalo, ¿Porqué te ibas a preocupar?
_ ¿Cómo que porque me iba a preocupar? Porque voy a quedarme en esqueleto toda la vida dentro de un cementerio. ¿Te imaginas? En esqueleto lo mismo que llueva que haga calor, y entonces si no hay eternidad no siento nada. Y no quiero no sentir nada la eternidad entera.

No, no se lo quería ni imaginar. Me dio un beso en la frente y sonrió, era misma sonrisa extraña con que me miró la última vez que le vi, cuando le dije que tenía muy mala cara y que le llevaría al médico, cuando me preguntó el médico qué podría hacer. Cuando yo dije que curarle, cuando me respondió que jamás se había encontrado mejor, y tuvo que repetírmelo mil veces para que me fuese a mi casa y dejase de importunarlo. Esa sonrisa extraña quería decirme que no hay quien pueda conmigo y es verdad. Porque han pasado treinta y dos largos años y no quiero eternidad, ni ser un montón de huesos que no sienten nada dentro de un frío cementerio, ni me quiero incinerar...

PD: No voy a corregir, si corrigiera me censuraría, y si me censurara no diría exactamente toda la verdad. Y si no fuese a decir toda la verdad no escribiría esta entrada.