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miércoles, 13 de marzo de 2013

Los héroes invisibles de cada día


Nueve de la mañana, hace un frío espantoso y además graniza de cuando en cuando. Una mujer que no es del país, se le ve en sus rasgos y la forma de vestir, está sentada en una caja de plástico, que seguramente le prestó una cajera del supermercado. Y que sin embargo no le dejó pasar, es por eso que pide en el exterior del supermercado. Lleva un pañuelo anudado en la cabeza, viste una falda verde y un jersey amarillo, sobre la ropa lleva un delantal negro. Y calza unos zapatos muy gastados de los que asoman unos calcetines cortos de color rojo.

Hace un frío tan insoportable que se mete bajo la piel, ella está sentada con gesto desesperado mientras la gente sin mirarla atraviesa la puerta del comercio, sabe que a la gente que pasa hacia adentro, casi todo el tiempo le resulta invisible. Cada quien pasa con sus propios problemas, acuciados por una crisis que solo pesa a un lado de la balanza, el otro mientras tanto rebosa, pero quienes le pueden ayudar se encuentran situados en el lado más bajo, de ahí su desesperación. Sabe que la mayoría aunque quisiera no le puede ayudar, que lo cierto es que están para que les ayuden. Pero la suya es una situación tan precaria que hace, que incluso un día como hoy, esté allí. Sin un chaquetón que le proteja del frío, o unos guantes que descongelen las yemas de sus dedos aunque sea por una vez.

Ella sale de hacer su compra con lo justo. La ve mirar hacia la nada, creyendo estar encerrada en su eterno halo de invisibilidad, y deja caer unas monedas en el pequeño cesto de mimbre que conserva entre las manos. La mujer le da las gracias y le desea un buen día. Ella creía hasta ese momento que las cosas no le podrían ir peor, también sabe que si se encontrase en la situación de esa mujer esperaría una ayuda mínima, lo que fuese. Sabe que si hubiese una historia de heroínas para contar, esa mujer la tendría, pero es una historia que ella nunca escribirá, no tiene necesidad, la vive porque es su vida. Se trata de la historia que nadie quisiera protagonizar. 

Ella tiene un pensamiento fijo en su mente: una chaqueta mullida por dentro e impermeable por fuera, es todo lo que puede pensar durante su regreso a casa. Una chaqueta que tiene localizada en su armario para ella, sólo piensa en llegar rápido a casa para regresar con ella antes de que se enferme. ¿Acaso tendría para medicamentos viviendo en la calle y de la caridad? ¿Quién la cuidará si se enferma? Es en todo lo que puede pensar.

Hay historias que piden ser escritas, pero que quizá nunca lo serán, podrían ser oídas sólo con que alguien se detuviese a escuchar. Porque hay historias que gritan. Golpean fuerte, crujen ante los ojos sólo segundos. Pero se llevan por dentro la eternidad.


2 comentarios:

  1. Amapola, espero que la sensación de seguridad que tenía hace tan sólo unos años, de un mundo que no cambiaba cada cinco minutos, vuelva de nuevo.
    Un beso

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