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viernes, 11 de noviembre de 2011

Heredarás mis días

En eso pensaba Ella mientras fraguaba su propósito salido de la nada. El amanecer trae consigo ideas que las más de las veces no se llevan a cabo. Surgen como un relámpago cegador, que si no se recogen no van a parte alguna lejos de donde han venido. Pero Ella acumula relámpagos cegadores que a veces, todo hay que decirlo, no recoge, y se quedan perdidos para siempre, o con una insistencia inexpugnable vuelven a salir de cuando en cuando, hasta que se hacen cumplir.

Ella evalúa los pros y los contras de todo, es casi una obsesión enfermiza junto a su manía de la observación. El tiempo y el espacio se comprimen mientras los pros y los contras están siendo evaluados y cambian, giran y vuelven a girar, mostrando por un instante lo más destacado de sus dos caras. Porque todo en la vida tiene su lado bueno y su lado malo, y todo es susceptible de ser valorado por bueno o malo dependiendo de quien lo mire. Incluso de su ánimo al momento de mirarlo, las más de las veces. Pero siempre prevalece esa obsesión, como sacada de una película antiquísima:

Una casa sobre un acantilado. Las ventanas abiertas de par en par. Los visillos movidos por el viento. El mar encabritado y espumoso. Un día gris y lluvioso. Unos muebles rústicos aquí y allá. Estampados florales en las paredes casi a juego con edredones y cortinajes. Pobreza. Una sobria pobreza a juego con la esmerada limpieza, y una estantería con algún libro. En esa estantería unas libretas ajadas por el tiempo, y una promesa que perdura por tradición a lo largo de muchas generaciones. Las mujeres de la familia se han ido transmitiendo desde tiempos inmemoriales la historia cotidiana de sus vidas. Nada en particular. Nada destacable. Nada que subrayar. Y sin embargo tanto. En esas libretas ajadas por el tiempo permanece impertérrito cada sentimiento tal y cual brotó. Y palpitará muchas generaciones aún más. Serán copiadas a limpio una y otra vez para sobrevivir a lo largo de los siglos si es necesario. Pero nada de lo que permanezca escrito se perderá. No se heredan monedas o cosas sin valor: se heredarán las vidas.

5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, Begoña. Heredamos la vida.

    Un saludo desde mi lado bueno.
    Mián Ros

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  2. Muy especial lo que has dicho. Generación tras generación escribimos nuestras vidas...
    Un abrazo.

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  3. Así es Begoña, heredan nuestros días. No hay nada sobre la vida, que antes no hayan disfrutado o sufrido otras personas. Solamente cambia la época, la generación.
    Y sí se heredan monedas y cosas materiales, pero esto desaparece en el tiempo, porque nostros nos encargamos de gastarlo y desgastarlo.

    Un abrazo.

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  4. Heredamos vidas y también muertes.

    Besos.

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  5. Me encanta tu blog, ya sabes que te sigo.
    Una invitación a los míos:
    globosagua.blogspot.com
    tresmariposasymedia.blogspot.com

    Besos de purpurina, Alicia.

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