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jueves, 21 de julio de 2011

Los informes dudosos

Benigno tiene una cafetería moderna frente a una discoteca juvenil, el lugar es de lo más variopinto porque es de los pocos lugares que conozco donde los chicos se toman un refresco y juegan juntos al parchís, esto cualquier día por semana. Los fines de semana son los padres vigilantes quienes se reúnen para echar una partida y ver como está el ambiente. Verdaderamente no soporto a Benigno, y es una pena porque es el camarero más chismoso que pueda encontrarse, una fuente de información exquisita para cualquier escritor. No me gusta la forma en que me mira, ni las bromas que me gasta, son ese tipo de bromas que insultan a cualquier mujer con un mínimo de amor propio, esas bromas que tienen la peculiaridad de acuchillar también a mi marido, que hace como que no se molesta, lo mismo que yo, hace tiempo que aprendimos que los tipos como Benigno no valen la pena, porque son tan cobardes que esconden hábilmente su intención detrás de unos modales refinados y falsos. Pero si algo sucede en el lugar en que nos movemos y en que se mueven nuestros hijos es él quien nos lo hará saber con pelos y señales, él o en todo caso su socia, Estrella, que es otra chismosa de cuidado pero una persona íntegra, cuya integridad permanece a salvo de toda duda, aunque Estrella suele estar por las mañanas, y a esas horas raras veces paseamos por ese lugar.

Desconozco si la situación actual es tan desesperante como cuentan Benigno y Estrella, que están en el epicentro en que se junta la juventud, pero si lo fuese todos esos datos que nos da cada vez que entramos darían para un relato -que muero por no escribir- que no deja de darme vueltas en el centro de la cabeza en la que en verdad ya está escrito. Sólo tendría que sacarlo a la luz y dejarlo reposar entre los montones de papeles que guardo en algún lugar, a salvo de todos los ojos que los quieran explorar. La mía supongo que es otra forma de cobardía distinta a la de Benigno, es por eso que hay relatos que no quiero escribir, y que después de escritos me liberan de dar vueltas infinitas al fondo de mi pensamiento distrayendo el ahora en que quiero vivir.

Pues bien, hay muchas informaciones que parten de la Cafetería Estrella, pero una que me deja pensando cada fin de semana es esa en que la autoridad competente está obligada a rastrear ese perímetro de reunión juvenil cada periodo concreto, y en vez de personarse el sábado a las ocho de la tarde en que la cosa está que arde, lo hace los viernes a las cinco, en que se ha corrido la voz y todo está tan inmaculado que cuando llega todo está en orden para efectuar el informe. Ese que arroja unos datos impolutos porque convienen a todos; a todos los que están en el ajo quiero decir. Este dichoso Benigno sólo sabe darme disgustos, a mí que en esta etapa de mi vida me niego a escribir.

4 comentarios:

  1. Eso pasará siempre.
    Si en el registro pillan algo, cierran el bar, ponen multas...la gente descontenta...y ahora mismo y siempre, eso no gusta.
    Por lo tanto, se pasan a hacer que hacen su trabajo cuando saben que no van a encontrar nada. Porque ellos hacen su trabajo a vistas de los demás, pero no le chapan el garito a quien conocen...
    Esto es así...

    Ahora si el bar no les interesa abierto, lo chapan y a otra cosa mariposa!!xD

    Un beso!!

    P.D: Gracias por tu abrazo virtual!!;-)

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  2. Aclaro que Benigno es un hombre que odia las drogas y todo lo que ellas acarrean. Que denuncia todo lo que ve por activa y por pasiva frente a las autoridades y que está muy quemado por todas las situaciones que presencia por tener su negocio donde está. Pero hay tantos agujeros a este respecto que por más que denuncie los que infringen las leyes se van de rositas. Y los mismos de siempre vuelven a los mismos sitios a vender y a comprar. Hay casos verdaderamente dramáticos detrás de todo esto porque todo tiene sus consecuencias, claro está.
    Saludos

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  3. También aclaro que Benigno es un soltero que ronda los cincuenta. Uno de esos hombres que jamás se entendieron con las mujeres y que cuando habla de ellas lo hace desde el rencor. Y que recolecta chistes de pésimo gusto sobre las mujeres para arrojarlos como un cubo de agua fría sobre ellas en cuanto las ve. Apuesto a que si no hay mujeres presentes no le hacen ni pizca de gracia, la gracia está en contarlos y en que ellas los escuchen.

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  4. A veces hay quien se refugia en los chistes malos y provocadores para intentar molestar a los que son felices, dando un aspecto de si mismo que ni él mismo se cree.
    Quizá es su forma de sentirse menos infeliz (aunque solo sea durante el instante en el que cuenta el chiste).

    Quien sabe...a veces la gente se comporta de forma tan rara...

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