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miércoles, 15 de junio de 2011

Cuando un escritor se muere

Sus palabras permanecen encerradas en los libros que escribió. Sus pensamientos siguen su curso libre y hace que broten los pensamientos de quien lee, que pueden ser distintos pero que han nacido justo ahí, al leerle. Donde una nueva conciencia hasta entonces dormida se ha despertado y le ha sacudido, y después le ha puesto a pensar, y a labrar sus conclusiones. Y algunas de ellas las llevará de por vida sin saber de donde surgieron exactamente, pero fue en el exacto lugar en que una conciencia le habla a otra y de pronto la despierta de un largo sueño.

Cuando un escritor se muere sigue latiendo entre sus convicciones, entre sus anhelos, entre todas las dificultades diarias que ha ido sorteando, entre sus ilusiones y decepciones, entre su quiero y no puedo. Escribir es retar al pasado y al presente, sacudiendo al futuro, sembrar y trasplantar, recoger los frutos verdes y maduros, saboreando indistintamente su acidez y dulzura en un mismo tiempo. Escribir es dejar de ser tú para ser nosotros, olvidarse de la propia piel y probarlas todas, zambullirse de lleno en la página en blanco y llenarla de mundos nuevos que no existían momentos antes y que ahora están y pueden recorrerse de esquina a esquina. Escribir es viajar por el mundo sin necesitar equipaje, y proyectar en el lector las mil y una historias de un loco viaje, es hacerle sentir el calor abrasador de un sol de papel, o empaparle con un aguacero de gotas de tinta, hacer que lata con un corazón que siendo prestado no es menos suyo, o pensar con un cerebro que partiendo de otro le remite a sí mismo. Hay muchos mundos posibles entre el que un escritor recrea y un lector traduce. Muchos ecos que resuenan, que giran y se expanden creando nuevos sonidos a su paso, como el viento que al rozar los elementos los llena de vida.

Cuando un escritor se muere no se muere del todo. Los mundos que ha creado permanecen. Mundos vivos que volverán a latir en cuanto alguien entre, y que aun siendo pasado remoto, se vuelven presente. Un presente por descubrir vivo y valiente.


5 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada, y sobre todo lo que dices de "Escribir es retar al pasado y al presente, sacudiendo al futuro, sembrar y trasplantar, recoger los frutos verdes y maduros, saboreando indistintamente su acidez y dulzura en un mismo tiempo. Escribir es dejar de ser tú para ser nosotros, olvidarse de la propia piel y probarlas todas, zambullirse de lleno en la página en blanco y llenarla de mundos nuevos que no existían momentos antes y que ahora están y pueden recorrerse de esquina a esquina."

    Eso me ha llegado a lo más hondo de mi alma, Begoña.

    Un abrazo,

    Rebeca.

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  2. Da que pensar esta entrada.
    Leer a un muerto es recoger el eco de una palabra que se pronunció en vida y que siguió en las ondas del aire hasta llegar a tu oído. El eco prolonga la vida de los escritores. Leer es resucitar muertos.
    Saludos

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  3. Rebeca, creo que compartes muchos puntos en común con Carlota, a ella le fascina todo lo que escribo porque es un ser repleto de sensibilidad :)

    Miguel, como lectora de Ven, sé mi luz, la recopilación de cartas de Madre Teresa de Calcuta. Un libro del que aún estoy a la mitad, me estoy encontrando un texto de una mujer que falleció hace muchos años, y unas cartas escritas en 1928. Por poner un ejemplo.

    En todas sus cartas mientras leo, siento que estoy en ese justo ahora en que fueron escritas. Que estoy viviendo justo lo que ella está viviendo en ese ahora en el que yo aún no había nacido ni era.

    Es un libro sobre el que ya dije en voz alta hace varias entradas todos los sentimientos de casi rechazo que me producía que publicasen unas cartas que ella intentó que destruyesen a lo largo de su vida, y que lejos de hacerlo las publicaron.

    Pues bien, es un libro maravilloso. Un lujo de libro, y leyéndola a ella me reconcilio conmigo misma. Y dejo de hacerme preguntas sobre mi propio por qué, y sigo.
    Saludos

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  4. Esta entrada tuya sigue latiendo dentro de mi sangre, y me ha dado por pensar...

    Y he llegado a una bonita conclusión para mí, que aunque un escritor esté muerto revive cuando es leído, pero no sólo él, sino las personas en las que se ha basado para dar vida a sus personajes.
    Quizá no esté todo perdido.

    Porque revive el escritor, y reviven de la misma forma esas personas ya muertas que llenan sus líneas...

    Sólo quería decirte eso ;-)

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  5. Es algo que también yo creo. De ahí la necesidad a veces de escribirlo.
    Saludos

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