Recientemente, debido a que todo cuanto trate de la red es un descubrimiento reciente, me di cuenta de algo que me tiene en un ay. Sucedió cuando al leer el comentario de un blog, me hallé una fotografía tan divina que quise agrandarla para contemplarla en toda su magnitud, y ante mi sorpresa no hubo fotografía mayor, sino llegada al perfil de blog de ese hombre, algo que me llenó de alegría porque si la fotografía es espectacular el blog no lo es menos.Y de ahí llegamos a mi miedo escénico porque si yo he podido hacerlo, alguien puede hacerlo, y eso significa que esto puede ser un pasar de lugar a lugar incontrolable, vaya, que esto pasar de una simple charla desde la comodidad de mi dulce - y en ocasiones agrio hogar- a váyase a saber dónde y qué lugar donde pueda provocar a saber qué tipo de reacción, pensamiento, convicción, etc etc.
Y como dentro de mi mente todo se embarulla, enreda, complica, simplifica, resume y concluye, sucede que si comento en otro blog como hasta ahora, aparece la foto de mi perfil, Cabo de peñas en toda su magnitud en la foto que saqué a última hora de un día de verano encapotado junto a tropecientas más. Y de ahí quien quiera puede entrar en mi blog. Claro está que si comento como Anónimo esto no sucede, incluso puedo inventarme una identidad a voleo, y tener ese nombre que siempre quise tener al final de lo que diga, mi miedo escénico me ha llevado en alguna ocasión a ello y me arrepentí al instante, uno porque me gusta hacerme cargo de mis propias palabras, para eso escribo, y dos porque al leerlas después me doy cuenta de que eran preciosas, quizá porque eran mías, y me arropan de forma especial.
Podéis llegar al blog de la fotografía preciosa desde aquí, y arriba a la derecha os encontraréis esta invitación:
¿Será que no me gusta dejar mis palabras huérfanas de mí?, o acaso es a eso a lo que se llama ego. Preguntas, sólo preguntas...
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